sábado, 20 de diciembre de 2014

La Segunda Venida


William Blake, primera versión de El gran dragón rojo y la mujer revestida por el sol (1805-1810)



Luego apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo que tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo, y las lanzó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo tan pronto como naciera.

Apocalipsis 12: 3-4


“La crueldad tiene corazón humano
y la envidia humano rostro;
el terror reviste divina forma humana
y el secreto lleva ropas humanas.

Las ropas humanas son de hierro forjado,
la forma humana es fragua llameante
el rostro humano es caldera sellada
y el corazón humano, su gola hambrienta.”

William Blake, Una imagen divina


El antropólogo Adolf Bastian (1826-1905) denominó "ideas elementales" a ciertos motivos comunes que se encuentran al examinar sin prejuicio las tradiciones religiosas de la humanidad. Entre éstas, por ejemplo la idea de la vida tras la muerte o la existencia de espíritus -protectores o malévolos-, constituyendo y formando parte de las costumbres, mitologías y teologías de todos los pueblos manifestadas en su arte, sus herramientas, armas, rituales, normas sociales y formas de relación con otros pueblos. 
Haciendo un repaso de la historia desde un punto de vista psicofisiológico, Bastian observa que en el trasfondo de esas "ideas elementales", subyacen las necesidades e intereses pertenecientes a la propia esencia de la vida, constituyentes de los impulsos y energías primarias de toda la especie humana, y que, una vez desencadenadas, llegan a ser terribles y destructivas. La primera y más básica es el impulso de voracidad para la propia subsistencia, la tendencia natural de mantener la propia vida a costa de ingerir otras vidas. La segunda es el impulso sexual reproductivo donde se manifiesta la especie misma en su determinación de expandirse. La tercera motivación es el impulso irresistible de dominio sobre otras personas o pueblos que serán saqueados y expoliados. 
Para Joseph Campbell, en una visión optimista de futuro, ésta tercera motivación estaría concluyendo en nuestra actual época a la cual estaríamos asistiendo en sus últimas convulsiones. Los fragmentos del texto que dejo a continuación fueron escritos por este autor en la década de los ochenta del siglo pasado. Como veremos, hacia el final se refiere al conflicto armado, que, al día de hoy, sigue todavía sin resolverse y algunos nuevos han surgido. Esperemos, tal como pronosticó Campbell, que ciertamente los últimos coletazos de la bestia estén tocando a su fin.


Las extensiones interiores del espacio exterior
(fragmentos del prólogo)
por
Joseph Campbell


(...) Una tercera motivación, que ha sido la única generadora de acción sobre la escena histórica mundial -al menos desde la época de Sargón I de Acadia, en el sur de Mesopotamia, ca. 2300 a. C.- es el impulso en apariencia irresistible al saqueo y la expoliación. Desde el punto de vista psicológico, este impluso quizá podría considerarse una extensión del enérgico mandato biológico para alimentarse y consumir; pero esta motivación no posee la fuerza biológica primordial de las otras, sino que se trata de una inducción lanzada desde los ojos, que impulsa no a consumir sino a poseer. La Biblia proporciona una amplia antología de textos que ejemplifican de manera muy clara esta tendencia; así leemos, por ejemplo:

Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en el país al que vas a entrar para tomarlo en posesión, y haya arrojado antes de ti a muchas naciones; al hitita, al guirgaseo, al amorreo, al cananeo, al perizeo, al jivveo y al yebuseo, siete naciones más poderosas que tú, y cuando el Señor tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. No pactarás alianza con ellas ni les tendrás compasión. No emparentarás con ellas dando tus hijas a sus hijos ni tomando a sus hijas para tus hijos, porque eso apartaría de mí a tu hijo y le haría servir a otros dioses; y entonces la ira del Señor se encendería contra vosotros y pronto se exterminaría. Por el contrario, así os comportaréis con ellas: demoleréis sus altares, romperéis sus estelas, derribaréis sus aserás y prenderéis fuego a sus ídolos. Porque eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios; es el Señor tu Dios quien te ha escogido de entre todos los pueblos de la tierra para que seas pueblo de su propiedad. (Deuterenomio 7: 1-6)

Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le brindarás la paz. Si la acepta y te abre sus puertas, toda la población que haya en ella te quedará sometida a prestación de trabajo y a servirte. Pero si no quiere la paz y te declara la guerra, la sitiarás; y cuando el Señor tu Dios la entregue en tu mano, pasarás al filo de la espada a todos sus varones. Pero las mujeres, los niños, el ganado y cuanto hubiere en la ciudad los tomarás para ti como botín; y disfrutarás de los despojos de tus enemigo que el Señor tu Dios te entregó. Así haras con todas las ciudades que estén muy distantes de ti, que no sean ciudades de las naciones de aquí. Pero en las ciudades de estos pueblos que el Señor tu Dios te va a dar en posesión, no dejarás con vida a ningún ser animado, sino que los destruirás totalmente: al hitita, el amorreo, el cananeo, el perizeo, el jivveo y el yebuseo, como el Señor tu Dios te ha ordenado. (Deuterenomio 20: 10-17)

Y cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra de tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, juró que te daría, con ciudades grandes y magníficas que tú no has edificado, casas repletas de toda suerte de bienes que tú no has acumulado, cisternas excavadas que tú no excavaste, viñedos y olivares que tú no plantaste, y comas y te sientas saciado, guárdate entonces de olvidarte del Señor, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de los esclavos. (Deuterenomio 6: 10-12)

Estos dioses guerreros, característicamente tribales en sus expresiones tanto de poder como de magnimidad, han proliferado sobre la tierra como los agentes fomentadores de la historia del mundo. El dios Indra de los arios védicos, los dioses Zeus y Ares de los griegos homéricos eran deidades de este tipo, contemporáneas de Yahvé; y en el período durante el cual los españoles, portugueses, franceses y anglosajones se enfrentaban por la hegemonía sobre todos los pueblos del planeta (desde el siglo XVI y todavía en el XX), las imágenes de Jesucristo, los santos y la Virgen María se convirtieron en figuras tutelares de sus ejércitos saqueadores.
En el Artha Sastra, "Manual sobre el arte de ganar", un tratado cásico indio sobre la administración política compilado al parecer por Kautilya, consejero del rey Chandragupta I (que reinó ca. 321-297), fundador de la dinastía Maurya, se lee que el orden moral que rige sobre toda forma de vida, y según el cual debe aconsejarse a monarcas y príncipes, se encuentra en la "Ley del pez" (matsya-nyaya), contenida simplemente en estas palabras: "El grande se come al pequeño, razón por la cual los pequeños deben ser numerosos y veloces".
Porque, ya sea en las recónditas profundidades del olvidado mar en el que se originó la vida o en las selvas donde evolucionó sobre la tierra seca o, ahora, en esa grandes ciudades construidas para ser posteriormente derruidas en el curso de nuestra persistentes guerras, las fuerzas motoras son siempre la misma pavorosa tríada de pulsiones que nos han sido dadas por los dioses: los impulsos de la alimentación, la procreación y el poder. Y para el buen funcionamiento de al menos la primera y tercera de estas motivaciones en el estanque de la historia, el primer requisito natural -ya mencionado en el pasaje del Deuteronomio 7: 1-6 que he citado (y que data del siglo VII a. C.) es suprimir la tandencia natural a la compasión.
Porque la compasión, la misericordia o la empatía es también un don de la naturaleza, de aparición tardía en la evolución de las especies, pero ya evidente en el cuidado y la atención que los mamíferos muestran por sus crías. En contraste con el impulso biológico a la procreación, que surge directamente del organismo, la compasión, como el deseo de expoliación, se lanza desde los ojos. Además, no es un impulso tribal ni orientado a la especie, sino abierto al favor de todos los seres vivientes. Por ello, una de las primeras preocupaciones de los profetas, ancianos y sacerdotes de la tribu, así como de los sistemas mitológicos más institucionalizados, ha sido siempre la de limitar y definir el alcance permitido de esa expansión del corazón, circunscribiéndola al área exclusiva de la propia mónada étnica, al tiempo que deliberadamente se orientan los impulsos violentos al exterior. Dentro del alcance de cada mónada particular, los actos violentos están prohibidos: "No matarás... No desearás la mujer de tu prójimo" (Éxodo 20: 13-17; también Deuterenomio 5: 17-21); mientras que fuera de la mónada esos mismos actos son un requeirmiento: "Pasarás al filo de la espada a todos sus varones. Pero las mujeres... las tomarás para ti como botín" (Deuterenomio 20: 13-14). En el pensamiento islámico, las naciones de la tierra son diferenciadas en dos reinos: dar al'islam, "el reino de la sumisión (a Alá)", y dar al'harb, "el reino de la guerra", esto es, el resto del mundo. Y en el pensamiento cristiano, las palabras que pronuncia Cristo resucitado a los once discípulos presentes -"Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos" (Mateo 28: 19) han sido interpretadas como un mandato divino para la conquista del mundo.
En este momento en que el planeta Tierra, balanceándose lenta y permanentemente en torno a su eje durante su recorrido alrededor del Sol, está a punto de pasar de la zona astrológica del signo zodiacal del Pez (Piscis) a la del Aguador (Acuario), la humanidad que lo habita parece de hecho encontrarse ente la perspectiva de una transformación histórica trascendental, en la que la era de los ejércitos conquistadores de las descomunales mónadas en pugna -iniciada en tiempos de Sargón I de Acadia, en el sur de Irak hace unos 4.320 años- puede estar tocando a su fin.
Porque ya no quedan horizontes monádicos incólumes: todos se desvanecen. Y junto con ellos se debilita el sustento psicológico de su imagen. Como reconocía hace ya medio siglo el poeta irlandés Yeats en su ominosa visión, "La segunda venida":

Girando incesantemente en creciente espiral
El halcón ya no puede oír a su halconero;
Todo se desmorona; el centro ya no se sustenta;
La elemental anarquía se ha desatado en el mundo,
La marea se desborda tinta como la sangre, y por doquier
Anega los rituales de la inocencia;
Los mejores carecen de convicción, mientras los peores
Se hinchen de apasionada intensidad.
Sin duda que una revelación es inminente...
(William Buttler Yeats, La segunda venida 1ª parte)

Los viejos dioses perecen o ya están muertos, y la gente en todas partes, en permanente búsqueda, pregunta: ¿Cuál será el nuevo mito, la nueva mitología de este planeta unificado como un solo ser armonioso? (...)

Por alguna razón cuya explicación no he encontrado aún en ningún sitio, el método fundamental que han seguido los exégetas más influyentes de todo el complejo mítico judeo-cristiano-islámico ha sido la popular y en absoluto iluminada práctica de llevar a cabo una prosaica cosificación de la imaginería metafórica. Así, por ejemplo, la idea del Nacimiento Virginal se ha presentado como un hecho histórico, cuando esa idea elemental aparece prácticamente en todas las mitologías del mundo. Los mitos de los indios americanos abundan en nacimientos virginales. Por tanto, esta imagen arquetípica no puede referirse a algo acontecido en Oriente Próximo en el siglo I de nuestra era. De manera similar, la idea de laTierra Prometida no puede originalmente haber designado una región concreta de la Tierra para ser conquistada por los ejércitos, sino a un reino de paz espiritual en nuestros corazones, que tenía que ser descubierto a través de la contemplación. Los mitos de creación, que, cuando son interpretados en su sentido místico, nos traen a la mente la idea de un trasfondo intemporal del cual habría surgido la historia que medimos en el tiempo junto con todas sus diferente poblaciones humanas, cuando se leen en cambio a la búsqueda de un sentido histórico sólo sirven para atribuir una justificación de origen sobrenatural al orden moral de una cultura particular. En suma, la función social de la mitología, contrariamente a su función mística, no es la de abrir la mente sino de cerrarla: ligar a un grupo mediante relaciones de mutuo apoyo, ofreciendo imágenes que suscitan sentimientos de pertenencia grupal, sin permitir ninguna escapatoria del grupo monádico.
Resulta, por lo tanto, evidente que cualquiera que vaya a ser la nueva mitología de nuestro planeta unificado, como lo estará en un futuro próximo, su relato de la creación y desarrollo de las civilizaciones no podrá orientarse a la magnificación de una o dos, ni siquiera tres, de las innumerables mónadas preexistentes en su vasta y polimórfica extensión. (...)
Porque a medida que se van disolviendo las formas étnicas particulares, la imagen que va surgiendo de entre ellas es la del andrógino Anthropos. "Seguramente -como percibió el poeta Yeats- una revelación está por llegar."
Mientras tanto, en el viejo Oriente Próximo, donde en tiempos de Sargón parece haberse practicado por vez primera la noción de la guerra de conquista como instrumento político, hoy se enfrentan los ejercítos de las tres únicas mónadas monoteístas del planeta (cada una devota de su propia idea históricamente condicionada de "Dios" como si, desde toda la eternidad, fuera una verdad absoluta que no puede ser alcanzada por las palabras, ni por el ojo, ni por la mente), amenazando así, en este delicado momento de inminente unificación global en el que hablo -el "año del Señor" de 1985-, todo el proceso de unificación mundial con los peligros del Armagedón profetizado por sus propias escrituras.

Sin duda que una revelación es inminente.
Sin duda la Segunda Venida es inminente.
¡La Segunda Venida! Apenas pronuncio estas palabras
Cuando la vasta imagen del Spiritus Mundi
Perturba mi visión; entre las arenas del desierto
La forma de un cuerpo de León con la cabeza de un hombre,
Con mirada vacía y despiadada como el sol,
Empieza a mover sus muslos lentamente mientras a su alrededor
Las indignadas aves del desierto proyectan sus sombras en círculos.
La oscuridad se cierne de nuevo; pero ahora sé
Que el estremecimiento de su cuna ha convertido en pesadilla
Veinte siglos de pétreo sueño.
¿Y qué salvaje bestia, llegada al fin su hora,
Avanza acechante para nacer en Belén?
(William Buttler Yeats, La segunda venida 2ª parte)


William Blake, El Gran Dragón Rojo y la Bestia del Mar (1805-1810)



Fragmentalia espera para todos sus lectores y amigos lo mejor para el próximo año.
Bienaventurado 2015



Lecturas:

Joseph Campbell, Las extensiones interiores del espacio exterior. Atalanta 2013


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domingo, 14 de diciembre de 2014

La cábala de Robert Fludd


Selecciono en esta entrada algunas imágenes analizadas por Joscelyn Godwin sobre los estudios que Robert Fludd dedicara a su visión de la Cábala. Ayudado por los grabados de esquemas cósmicos que acompañan sus escritos, el gran esoterista inglés expondría los principios que gobiernan el Universo y su imagen microcósmica, el hombre. Para ello, básicamente seguiría los postulados expuestos con anterioridad (a principios del Renacimiento) por el discípulo de Marsilio Ficino, Pico della Mirandola. Éste, en palabras de Frances Yates: "...fue el primero que, intrépidamente, formuló una nueva posición para el hombre europeo, el hombre como mago que utiliza la magia y la Cábala para actuar sobre el mundo, para controlar su destino mediante la ciencia". Pico uniría en sus Conclusiones mágico cabalísticas -un catálogo de creencias del mago del Renacimiento-, la tradición esotérica de la mística judía conocida como la Cábala, al hermetismo, el neoplatonismo y la magia. La Cábala sienta las bases de su doctrina de las veintidós letras divinas del alfabeto hebreo y las diez Sephirot, a partir sobre todo del Sefer Yetsirah (Libro de la Creación) escrito por un judío neopitagórico entre los siglos III y IV de nuestra era. Las Sephirot son representaciones simbólicas de las emanaciones o poderes angélicos por las que se despliega el poder creador de Dios. 
Son dispuestas gráficamente en un diseño que las interrelaciona formando el  Árbol de la Vida, un esquema donde se representa la ascensión a traves de diez niveles que sube desde la esfera más baja (Malkhut) del ser hasta la Fuente Divina (Keter), abarcando todas las posibilidades de existencia. El Árbol cabalístico sería -siguiendo a Frances Yates-, un soporte para la meditación mediante el cual se articulan las jerarquías del universo, un medio por el que imaginar el universo ordenado y así, interiorizándolo, organizar la psique como escalera hacia Dios. Subiendo a través de la meditación los peldaños sefiróticos, el cabalista se acerca con seguridad a la unión con Dios. Por otra parte, dentro de una compleja filosofía religiosa, la Cábala judía sería cristianizada al considerar a Cristo como figura central y mediador para alcanzar un prometido retorno a la primigenia religión universal de la que se originaron todas las religiones. De esta forma, el cristianismo se otorgaría una papel predominante ante otras religiones.

Los grabados pertenecen a Utrisque Cosmi Historia II (UCH II) 1619, Philosophia Sacra et vere Christiana (PS) 1626, e Integrum Morborum Mysterium (MC II) 1631.



Robert Fludd
Claves para una teología del Universo
(fragmentos)
por
Joscelyn Godwin



UCH  II, b, f. A3

"Bajo tus Alas, jehová"
El rey David se arrodilla ante el Más Alto diciendo: "Bajo la sombra de tus alas me regocijaré" (Salmos 63, 7). El tema recuerda el manifiesto rosacruz de 1614 (el Fama) que terminaba con palabras semejantes: "sub umbra alarum tuarum JEHOVA". Las nubes se han separado para permitir que David vea directamente el Tetragrammaton, la palabra impronunciable a la que los hebreos aluden como Adonai (el Señor) o simplemente como ha Shem (La Palabra); Fludd generalmente emplea estas letras hebreas para representar a Dios en sus diagramas. Para el cabalista se acomodan fácilmente a la doctrina de la Trinidad: las tres letras diferentes י Yod,  ה He, ו Vau, se interpretan como Padre, Hijo y Espíritu Santo. La presencia de dos letras procede del Padre y del Hijo; (...)



UCH  II, b, pág. 8

El Tetragrammaton en el Macrocosmos
"Dice Hermes que el mundo es una imagen de Dios, y también Moisés afirma que el hombre está hecho a semejanza de Él. De ahí que todos los cabalistas remitan estos reinos inferiores al arquetipo. Esta lámina muestra cómo el Nombre inefable está impreso  en el universo: por encima de todo y más allá de todo está la Yod, la letra de la que todo procede y que esconde en sí misma todo el Nombre. De ella emana el mundo empíreo simbolizado por la He. El Salmista dice que Dios tiene su tabernáculo en el Sol y esto lo podemos interpretar así: Dios forma en torno al Sol el mundo etéreo (Vau) separando el empíreo del He inferior, el mundo elemental". La lámina indica también cómo se forma paso a paso el nombre completo de Dios: I, IH, IHV, IHVH. Aunque Fludd no lo menciona, éstos son también los cuatro mundos de los cabalistas: Atziluth, el "mundo puro", Briah, el mundo de la creación, Yetzirah, el mundo de la formación y Assiah, el mundo material.



UCH  II, b, pág 8

El Tretragrammaton en el Microcosmos
Del mismo modo que las facultades del hombre corresponden a las regiones del universo, también pueden verse como manifestaciones del divino nombre. Yod es la mente más elevada que no está contenida en el cuerpo físico; por ello se encuentra sobre la cabeza del hombre, del mismo modo que en la lámina anterior Yod se encuentra por encima del universo manifestado. He, Vau y la He inferior son respectivamente el intelecto, la vida y la facultad natural. (...)



UCH  II, b, pág. 42

El Misterio del Número 5
La falta de claridad del grabador al trazar los caracteres hebreos se ve complicada por una de las explicaciones más confusas de Fludd. La lámina parece representar el descenso del Espíritu  de Dios a la categoría de manifestación y el ascenso del alma a través de las jerarquías del ser hasta Dios expresado en numerología cabalística. La corona es Kether, el primer principio de la Cábala, que puede designarse mediante la primera letra del alfabeto hebreo, el Aleph    o  bien mediante la letra esencial Yod . En la imagen superior, las letras de la izquierda deberían ser la progresión alfabética a partir del Aleph:   Beth,   Gimel,   Daleth,   He. Éstas poseen valores numéricos del 1 al 5 y se alinean con la jerarquía cósmica:
1, 2, 3: Dios, ángeles  4 : Estrellas fijas, Saturno, Júpiter, Marte
  5 : Sol
  6 : Venus, Mercurio, Luna
7, 8, 9 : Región elemental
El Sol, número cinco, es también equivalente a la He inferior, o He segunda del Tetragrammaton: es el tebernáculo de Dios en el centro del universo.
A la derecha la serie es   Yod,    Mem,   Heth,   Daleth,   Resh. Mientras que el Aleph es el "Aleph Oscuro" símbolo de vacío último antes de la creación, Yod es el "Aleph Luminoso": Dios como Creador. Mem y Heth son "el resto de la oscuridad, de la que se hace la creación", Daleth es "la puerta por la que la sabiduría entra en el mundo" y Resh es "la vida que se produce en el mundo gracias a esa sabiduría".
En la figura inferior pueden verse las alas protectoras de Dios consideradas el objeto de los mortales. El orden de las letras de cada lado está invertido y en la columna central puede leerse: Yod, He, Vau, Aleph: las dos letras "formales" rodean la las dos letras "materiales". Esto es una aproximación de "JEHOVA" (véase primera lámina).



Omnipresencia de Dios (UHC II, b, página 74)
Las láminas anteriores podrían dar la imresión de que la Tierra queda privada de las emanaciones de Dios. Los diagramas de Fludd a menudo la representan como una densa esfera en el centro excluida de los planos celestiales. Esta lámina muestra las cuatro letras del Tetragrammaton relacionadas como antes con Dios y con los tres mundos. Las copiosas citas que Fludd ofrece respecto a la esfera inferior (La Tierra material) nos dan un nuevo punto de vista: "El Espíritu del Señor llena el mundo" (Sabiduría 1, 7) "Dios está por todas partes en el cielo, en el infierno, en las profundidades del mar, en la noche, en la oscuridad" (paráfrasis del Salmo 139); "Reconoce, pues, hoy y resuelve en tu corazón que Yavé sí que es Dios arriba, allá en los cielos, y abajo, aquí sobre la Tierra; y que no hay otro, sino él" (Deut, 4, 39).




PS, pág. 170

La Emanación de los Sephirot
Aunque Dios es Uno en sí mismo, es percibido de muchas manera y llamado por muchos nombres. Estos nombres corresponden a algunos de sus inagotables atributos. Concretamente diez nombres dan la clave a un posible símbolo del esquema universal por el que están hechos los mundos: la décuple emanación que se conce en la Cábala como Sephiroth. Aquí los nombres de Dios se dan en hebreo y resultan intraducibles. Los nombres se manifiestan como los diez Sephiroth designados con estos engaños, aunque habituales, términos: (1) Corona, (2) Sabiduría, (3) Prudencia, (4) Misericordia, (5) Poder, (6) Gracia, (7) Triunfo, (8) Honor, (9) Redención y (10) Reino. Para Fludd esto es otra muestra de la multiplicidad de los aspectos de Dios y su descenso al mundo creado.



UCH  II, b, pág. 11

Los mundos de la Balanza
Otra ordenación del Tetragrammaton nos muestra la Yod como la Divinidad Suprema que sostiene la balanza. El fulcro (la base del fiel) es el Sol, situado en el centro del mundo etéreo: punto de equilibrio en el centro del universo unido directamente a Dios. La balanza de la izquierda se eleva  porque representa el cielo empíreo hecho de "liviano fuego"; el platillo de la derecha desciende al ser la "pesada tierra" del reino elemental.



PS, pág. 174

Creación de la Sabiduría
La segunda palabra de los Sephiroth, Hokhmah, suele traducirse por "Sabiduría". Surge de la inefable Corona (Kether) henchida de las ideas del universo, que irradia como un sol. Aunque estas ideas tienen que atravesar los otros ocho Sephiroth antes de poder manifestarse realmente como seres creados, Fludd las muestra viniendo directamente de Hockmah y llenado el universo. (...)
Las creaciones de la Sabiduría son (de izquierda a derecha desde arriba) las estrellas fijas, Saturno, Marte, Venus, la Luna, el viento, las nubes, el trueno, la nieve, el hielo, los vegetales, los minerales, los animales, el hielo, el granizo, la lluvia, los relámpagos, otra vez el viento, los cometas, Mercurio, el Sol, Júpiter y los ángeles. Obsérvese que los vientos se hallan en el diámetro horizontal ilustrando la opinión de Fludd de que son mediadores entre el mundo etéreo y elemental.



UCH  II, b, pág. 181

El árbol de los Sephiroth
En la particular interpretación que hace Fludd del tradicional árbol de los Sephiroth, sitúa las diez emanaciones a cada lado de un tronco central donde está escrito el Tetragrammaton. Las cuatro letras corresponden a la disposición tradicional de los Sephiroth según los cuatro mundos (véase la tercera lámina): Atziluth contiene uno, Briah los dos siguientes, Yetzirah, seis y Assiah los dos últimos. Pero la columna central debería incluir también Tifereth y Yesod.
Cada Sephira recibe su nombre hebreo, su traducción latina, el nombre correspondiente a Dios y, en algunos casos, la interpretación trinitaria. Sumamente interesante para Fludd es la emanación de Malkuth, de la que brotan diez ramas que a su vez llevan los nombres de los Sephiroth. Están emparejados con los nombres cristianos tradicionales de los nueve órdenes de ángeles (querubines, dominaciones, virtudes, arcángeles, serfines, ángeles, principados, poderes y tronos) y "Alma" corresponde al segundo Malkuth. Así el supremo árbol de los nombres de Dios queda reflejado en la jerarquía angélica apoyando la teoría de la correspondencia universal.



UCH  II, b, pág. 198

La constitución del Hombre
Esta lámina y las dos siguientes derivan de la idea cíclica (...). Todo comienca en la oscuridad de la potencialidad, emerge a la luz y vuelve otra vez a la oscuridad. El punto inicial de estos círculos está siempre en la parte inferior y avanza en el sentido de las agujas del reloj. Los anillos exteriores son los arquetipos del todo; el primero dice: "Movimiento desde la nada de la potencialidad del acto de la generación, al origen de la vida; el día de la generación y la continuación de la vida; el comienzo de la corrupción; el final de la vida". Los dos círculos siguientes muestran estos arquetipos tal como los expresan los cabalistas, en letras hebreas. Yod es el Padre Absoluto envuelto en una oscuridad incomprensibles que se manifiesta a través del Hijo y del Espíritu. Los dos Aleph, claro y oscuro, son sus aspectos positivos y negativos. "Aleph significa la oscuridad de la que surge la luz no creada. Corresponde a Yod, la virtud del Tetragrammaton. Mem es el símbolo de las aguas creadas, que el Espíritu, Shin, divide en gruesas y sutiles por la interposición del firmamento. Por ello, en el Tetragrammaton, Vau divide las dos He. A Aleph, Mem y Shin se les llama las tres Letras Madre, ya que, como la cera, reciben la impronta de las tres letras masculinas Yod, He y Vau". Los círculos interiores reflejan estos procesos tal como se manifiestan en el microcosmos a través de elementos psíquicos, sustancias sutiles y materiales, condiciones metereológicas, humores y órganos "a partir de todo lo cual está hecho el hombre".



UCH  II, b, pág. 198

La Constitucióndel Mundo
Los mismos principios gobiernan la creación e historia del macrocosmos. El tercer anillo comienza con la potencialidad que, por la influencia del Aleph Claro, da lugar a las aguas superiores o cielo empíreo, hecho de la sustancia de la luz que es la actividad perfecta. Correspondiendo a él en el lado negativo están las aguas inferiores del espíritu grueso, aliadas de la oscuridad. Los anillos siguientes tratan de los estados de la materia, sustancias vaporosas y gaseosas, fenómenos meteorológicos; y en el centro se condensa el cuerpo animal, vegetal o mineral. Es dificil separar tiempo, espacio, causalidad y correspondencia en este esquema ideal.



MC  II, a pág. 181

Causalidad Universal
Esta lámina es una suma de las dos precedentes realizada por los nombres de Dios, los Sephiroth y los Angeles tal y como se encuentran en la Gran Carta Meteorológica. Su disposición se asemeja a la del "teatro de la memoria" de Giulio Camilo (véase Yates, Theatre of the World) y parece que pretende ser un esquema nemotécnico. Cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre sus detalles, ilustra de modo muy apropiado las doctrinas de la emanación, de las correspondencias y del Eterno Retorno.
La teoría de la emanación sostiene que los principios más altos no crean a los inferiores a partir de la nada: emanan como manifestación de sí mismos sobre planos inferiores de existencia. Así, tomando una "cadena" como ilustración, de Vau, Hijo o Palabra arquetípicos, dimana Shin, el Espíritu que se manifiesta como Eloah, el Dios personal. De éste dinama la Gracia: la belleza del universo creada por una clase de ángeles, los llamados Virtudes. Correspondiendo a este principio en nuestro pequeño sistema solar está el arcángel Miguel, cuyo cuerpo físico es el Sol. El Sol nos proporciona nuestra fuerza vital, etc. (los círculo inferiores son vastante discutibles).
La doctrina de las correspondencias afirma que cada nivel de jerarquía del ser, desde el mundo mineral hasta los propios arquetipos, es un reflejo de los niveles superiores. Esto es consecuencia necesaria de la teoría de la emanación, pues de cada arquetipo pende una cadena de ser que desciende al propio fondo de la manifestación. Así, Miguel entre los Arcángeles, es como el Sol entre los planetas, el corazón en el cuerpo humano, o el oro entre los metales. Toda la magia, sea negra o blanca, se basa en esta doctrina, pues supone que las acciones que se efectúan en un nivel tendrán repercusiones en los correspondientes. Los objetos rituales de oro, por ejemplo, facilitarán el descenso de fuerzas solares a la copa, anillo, cetro, etc. y por tanto imbuyen de ellas a quienes los utilizan.
El principio de la ciclicidad es el "Mito del Eterno Retorno": la idea de que el tiempo no es una linea recta que corre sin sentido de infinito a infinito, sino un sistema de ciclos inscrito dentro de otros ciclos, ruedas dentro de ruedas cada una de las cuales gira a semejanza de los superiores, desde las espirales de electrones hasta el nacimiento y muerte de las galaxias. En el plano humano los ciclos se experimentan como día y noche, el retorno de las estaciones, el descendimiento periódico del individuo en la encarnación y el retorno de los períodos de la historia mundial, tanto si uno considera las épocas astrológicas (Piscis, Acuario, etc.) como el ciclo de las cuatro Eras de los hindúes y de los griegos. Todo esto implica una visión del mundo muy profunda que confirma la posición de Fludd entre los verdaderos filósofos esotéricos.


Lecturas:

Joscelyn Godwin, Robert Flud, claves para una teología del universo. Editorial Swan 1987

Frances Yates, El iluminismo Rosacruz. Siruela 2008


Entradas relacionadas:

Robert Flud: macrocosmos y microcosmos

El Arca de Noé de Athanasius Kircher

El poder de las imágenes

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viernes, 5 de diciembre de 2014

Delacroix, lago de sangre...

Eugène Delacroix, La libertad guiando al pueblo 1830


Es una mujer fuerte con poderoso pecho,
con la voz ronca, con grandes encantos,
que, morena la piel, con fuego en las pupilas,
es ágil y camina con grandes pasos.
Se complace con los gritos del pueblo, con las sangrientas contiendas,
con los largos redobles de los tambores,
con el olor de la pólvora, con lejanos repiques
de campanas y de sordos cañones,
que sólo escoge el amor entre el populacho,
que no da pábulo más que a los hombres fuertes como ella, y que quiere que la abracen
con brazos rojos de sangre.

A. C. Swinburne


 Delacroix
Por
Mario Praz


"Delacroix, lac de sang hanté de mauvais anges..." (Delacroix, lago de sangre encantado por ángeles malvados..."): un verso definitivo, como definitivos son los ensayos que Baudelaire escribió sobre su pintor favorito, y del que querría citar los pasajes más destacados antes que hacer una pálida paráfrasis, debilitada por la distancia de nuestro modficado gusto. (...)
 Aquel pintor "canibal", "molochista", "dolorista" que fue Delacroix, incansablemente curioso de masacres, incendios, saqueos, de pudrideros, ilustrador de las escenas más sombrías de Faust (imagen derecha Mefistófeles) y de los poemas satánicos de su idolatrado Byron; aquel enamorado de los felinos  (¿cuántos son sus estudios de bestias dando dentelladas?) y de los países violentos y calurosos: España, África; aquel exaltador de la acción frenética se lamentaba de que "su alma enervaba su fuego, sus veinticinco años sin juventud, su ardor sin vigor", y se confesaba así:

Esta mañana, Hélène ha venido. ¡Oh desgracia!... no he podido.
La joven ha venido esta mañana para posar. Hélène se ha adormecido, o fingía que dormía.
  No se por qué me he creído obligado a poner cara de adorador durante esos momentos, pero la naturaleza no ha querido. He recurrido a un dolor de cabeza en el momento en que se iba, y cuando ya no había tiempo... el viento había cambiado. Scheffer ma ha consolado por la noche y me ha dicho que le pasa lo mismo. Todo me da miedo y siempre creo que un inconveniente será eterno...
Siempre soy así... Mis decisiones se evaporan en presencia de la acción. Necesitaría una amante para matar el deseo con la costumbre. Me siento muy atormentado y mantengo en mi taller intensos combates. A veces deseo la llegada de una mujer cualquiera. ¡Que el cielo haga que Laura venga mañana! Después, cuando el cielo me envía alguna, estoy casi molesto, no quisiera tener que actuar: ese es mi cancer...

Y entonces aquel "viejo germen", aquel "fondo negro imposible de satisfacer" que él sentía en sí debía hallar, sin embargo, una vía de salida y la encontró en las telas. La fiebre perniciosa que lo atacó en 1820 y debía destruirlo lentamente, ¿basta acaso para explicar el por qué de aquel "himno terrible compuesto en honor de la fatalidad y del irremediable dolor", como Baudelaire definió su obra? ¿Basta la fiebre para explicar aquella especie de bulimia que ensangrienta sus lóbregas pinturas? ¿O se podría ver en ellas también un influjo del gusto dominante, de los crueles estudios de tormentos físicos de un Géricault, pintor de locos y de cadáveres?

 Delacroix, La muerte de Sardanápalo 1827

"Todas estas obras violentas son el resultado de una sangre no consumida", declaró Dargenty. "Yo no siento nada de amor... No tengo más que sueños vanos que me agitan y que no me satisfacen en absoluto": he aquí el misterio doloroso que Baudelaire sentía celebrado en los melancólicos cuadros, proyección de un turbio mundo larval interior. Lo turbio de la inspiración, el no aplacado deseo, se traducirán, como en el caso afín de Swinburne, en un hiperdionisismo expresivo, en una incertidumbre vibrante de los signos, que harían pensar casi en la traducción pictórica de una musica, en el "suspiro ahogado de Weber", tal como se pretendió ver en los versos de Swinburne una especie de música virtual. Porque la voluntad expresiva tanto de aquel poeta como de este pintor parece tender espasmódicamente a un más allá; partiendo de la oscuridad, se pierde en la oscuridad. "Limbos insondables de la tristeza." Fanfarrias extrañas..." No en vano Delacroix mereció un verdadero culto por parte de Maurice Barrès. "Du sang, de la volupté, de la mort" podría ser también el epígrafe de su obra.

 Delacroix, La muerte de Ofelia (grabado)

Mujeres atormentadas y enfermas: la hermosa prisionera desnuda atada al caballo de la Massacre de Scio; las hermosas concubinas masacradas en el tálamo fúnebre de Sardanápalo como en una de las orgías descritas -pero sin el mínimo soplo de arte- por Sade (Delacroix hacía decapitar, en el esbozo, a la esclava de la derecha, que en la pintura muere acuchillada); la mujer violada y asesinada que yace extendida sobre los escalones en actitud descompuesta, y la otra, la rubia patricia deshonrada y exhausta que se inclina sobre el rostro lívido de la madre muerta, en la Prise de Constantinople; (detalle en la imagen derecha)
Ofelia ahogada, cuya imagen obsesionará a Delacroix durante toda la vida; la sombra de Margarita que se le aparece a Fausto (un demonio sostiene por los cabellos a la pálida ajusticiada con el pecho impúdicamente descubierto); Angélica y Andrómeda encadenadas a la roca, Olindo y Sofronia atados a la hoguera, la india mordida por un tigre, Rebeca raptada, la otra joven mujer arrastrada por los piratas en la chalupa berberisca, la lívida belleza del cadáver femenino en el Apollon triumphant..., es todo un tenebroso harén de fantasmas crueles el que Delacroix hace desfilar funeralmente en sus pinturas. Pero Medea, poseída por su furibunda venganza, con movimiento de leona estrecha a los dos hijos contra el marmóreo seno: tiene en la mano un puñal: una sombra desciende sobre los ojos como una máscara- (imagen de abajo)
Medea
 Y el cadáver sangriento del hermoso efebo san Sebastián, del cual los dedos delicados de una mujer extraen las flechas; y el del otro joven mártir, san Esteban, a quien también una mujer enjuga la sangre de las heridas; y el cuerpo torturado del joven Foscari sobre el cual se abandonaron llorosa la madre y la esposa; y el obispo de Lieja asesinado en una orgía... En fin, el cielo raso del Palais Bourbon en París, donde la concepción dolorosa del pintor parece investir toda la historia de la humanidad, y una especie de filosofía a lo Sade, afirmando la inalterable crueldad de la naturaleza,se trasluce en los episodios de Plinio muerto por el Vesubio, de Arquímides herido por el ignorante soldado, de Séneca suicida por voluntad del tirano, de San Juan Bautista decapitado por el capricho de una mujer, de los israelitas proscritos y esclavos en Babilonia, de Italia pisoteada por las hordas feroces de Atila.

 La libertad guiando al pueblo (detalle de la parte inferior)

"Dura virago es, exige duras
y extraordinarias pruebas de peligro y de amor:
en medio de la sangre de su guirnalda
crecen las rosas".
(Carduccio)


Hasta la imagen que debería inspirar esperanza, la Libertad, pasa sobre los cadáveres, instiga el asesinato y tiene, más que el aspecto de una diosa, el aspecto de una Friné o de una pescadera (ver imagen de cabecera), como observó Heine. Todo el cosmos es sufrimiento y dolor, como en la Anactoria de Swinburne: no sólo los cuerpos humanos se extienden en la acción violenta o se retuercen en el espasmo o caen extenuados en la agonía, y las carnes tiemblan con nervios exasperados o languidecen de palidez mortal;

 Delacroix, La caza del león 1818 (detalle)

también las bestias y las plantas parecen vibrar con el mismo extremecimiento doloroso, y el cielo parece irrigado por una extraña linfa como hiel y pus, y se comba velado de hollines sobre aguas febricitantes, sobre el implacable mar.

Delacroix, lago de sangre encantado por ángeles malvados,
sombreado por un bosque de abetos siempre verdes,
donde, bajo un cielo apesadumbrado, fanfarrias extrañas
pasan, como un suspiro ahogado de Weber.

Versos que los cuadros de Delacroix nos llevan a la siniestra casa de los Ulster (de Poe), con el lúgubre estanque sobre el cual pesa una atmósfera fatal, el maníaco que se deleita con fúnebres improvisaciones, entre las cuales "una cierta paráfrasis singular, una perversión de la música ya bien extraña del último vals de Von Weber.

Esa melancolía grave y seria brilla como un reflejo lúgubre, hasta en su color, amplio, simple, abundante, dispuesto en masas armónicas, como el de todos los grandes coloristas, pero quejumbroso y profundo como una melodía de Von Weber.

En la mente de Baudelaire se había establecido un contacto entre Delacroix y Poe. En 1856 envió una copia de su versión de las Histories extraordinaries a Delacroix, quien hizo este comentario en su diario:

Baudelaire dice en su prefacio "que yo recuerdo con mi pintura ese sentimiento de lo ideal, tan singular y agradable en lo terrible". Tiene razón...


  Delacroix retratado por Léone Riesenier en 1842


Lecturas:

Mario Praz, La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica. El Acantilado 1999


Entradas relacionadas:

El pacto con la serpiente

La herida y el cuchillo

Dolores

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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Chamanes y abducidos


Ovni abduciendo


Aparte de los dioses y seres sobrenaturales a los cuales se dirigen los rezos y se ofrecen sacrificios, existen los "especialistas de lo sagrado", hombres capaces de "ver" a los espíritus, de subir al cielo con los dioses, de descender a los infiernos y de combatir los demonios, la enfermedad y la muerte. El papel esencial del chamán en la defensa de la integridad física de la comunidad reside sobre todo en el siguiente hecho: los hombres están convencidos de que uno de ellos es capaz de ayudarlos en las circunstancias críticas provocadas por los habitantes del mundo invisible.

Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis


Dejo una nueva entrada dedicada a Patrick Harpur, en esta ocasión sobre su obra "Realidad daimónica", de la que todavía no había nada publicado en este espacio. Para su autor, todos los seres imaginarios que han aparecido a lo largo de la historia -hadas, daímones, divinidades, antepasados difuntos, animales fantásticos, fantasmas, etc..., a los que se sumarían otros más recientes como extratrestres junto a avistamientos de sus ovnis y las populares abducciones-, serían expresión de fenómenos puramente psíquicos, pero en la "psique" se englobaría todo el mundo -no tan sólo la mente individual-, tal como lo entendían los neoplatónicos en su noción del Anima Mundi. Ésta sería la idea de que todo está interconectado formando una unidad, siendo en la mente humana, por su capacidad de acceder de forma espontánea o inducida a la "esfera de la imaginación", donde surgen las visiones y revelaciones que darían pie a los mitos y rituales que tradicionalmente han formado parte esencial de toda sociedad humana.
Selecciono a continuación algunos fragmentos dedicados al análisis comparativo de algunas de estas manifestaciones aparentemente muy alejadas en su significación, pero que Harpur, de forma coherente, encuentra paralelismos cuando se desvinculan de interpretaciones literales.


Humanos daimónicos
(fragmentos)
por
Patrick Harpur



Ritos de paso

La abducción de niños es toda una institución en la mayoría de sociedades tribales. Hacia la pubertad, son arrancados de la seguridad de sus hogares por entidades altas de rostros extraordinarios -bocas y narices como rendijas y ojos grandes, por ejemplo- y conducidos a un lugar oscuro, a veces subterráneo como una tumba, donde son abandonados durante días. Privados de comida y exhaustos, las entidades los visitan periódicamente y los torturan, rajándoles el pene o marcándoles la cara. Al mismo tiempo, reciben un conocimiento asombroso -secretos que no se deben revelar- antes de ser devueltos entre resplandores de luz a sus pueblos, donde sus familias ya no lo reconocen.
Por supuesto, estoy describiendo a grandes rasgos rituales de pubertad bastante habituales en que los aspirantes son arrebatados por los mayores de la tribu, que van disfrazados con máscaras y pinturas; son encerrados en la casa fetiche o aislados en el monte, y sometidos a procesos rituales como escarificaciones, circuncisiones o clitorectomías.

 Escarificación practicada a un niño como rito de paso a la edad adulta en Papua Nueva Guinea

En cierto sentido, saben lo que está pasando, pero en otro temen de veras una muerte inminente a manos de los adultos a los que una vez conocieron, pero que ahora se han transformado en seres ajenos como los espíritus de los ancestros. Los propios niños son pintados para que parezcan fantasmas -es decir, asimilados a la muerte-, pues su yo antiguo e infantil debe morir a través de la iniciación para poder renacer en un yo nuevo y adulto. Por eso, cuando regresan a sus casa a la luz de una antorcha, recién instruidos en la tradición secreta y sagrada de la tribu, sus parientes simulan no conocerlos. Y, de hecho, como pasa con todos los abducidos, apenas se reconocen a sí mismo.
El cristianismo conserva vestigios de los ritos de pubertad en las ceremonias de la Primera Comunión y la Confirmación; pero éstas han abandonado todo acercamiento al poder imaginativo y transformador. Sobre todo, carecen del miedo  y el dolor que parecen ser elementos necesarios de la iniciación. Cabría preguntarse cuáles son las consecuencias de perder los ritos oficiales y efectivos que dan significado a nuestros cambios biológicos y nos imprimen el sello de la adultez. ¿No hay peligro de que permanezcamos infantiles, egoístas y dependientes, meras víctimas de lo que quiera que nos traiga la vida? Desde luego, muchas personas son iniciadas sin darse cuenta por las exigencias de sus propias circunstancias, como catástrofes familiares, pérdidas de los seres queridos o incluso auténticas ordalías en la escuela. La iniciación no depende tanto de la experiencia en sí como de lo que hacemos de ella, cómo la utilizamos para la autotransformación. Pero sin ritos tradicionales que induzcan y al mismo tiempo canalicen el sufrimiento, resulta difícil utilizarlo correctamente, y en lugar de eso nos vemos empujados a buscarle una cura.
Sin embargo, las sociedades tribales reconocen universalmente un tipo de persona que se incia de forma espontánea, no mediante ritos de pubertad organizados a nivel social, por ejemplo, sino mediante experiencias sobrenaturales directas. Podría afirmarse incluso que esta iniciación espontánea es el modelo en que se basa toda iniciación y que imitan -reencarnan literalmente- los mayores de la tribu encargados de iniciar a los niños. El tipo de personas al que me refiero son curanderos, hombres (o mujeres) de medicina o, como está de moda llamarlos ahora, chamanes.


La tradición del chamán

Aunque un chamán puede alcanzar su posición por herencia, es igual de probable que la obtenga por vocación espontánea. Son varios los signos de tal vocación: súbitas enfermedades, ataques o leves accesos, un "gran sueño" o, sobre todo, un inesperado estado de trance o éxtasis. Bajo dicho estado, el afectado pasa por una experiencia visionaria cuyos contenidos incluyen invariablemente uno o más de los siguientes factores: desmembramiento del cuerpo por "espíritus" (dáimones) o por las almas de chamanes muertos; expulsión o abandono del cuerpo, que luego es reconstruido con nuevos órganos o "huesos de hierro"; ascensión al cielo, seguida de un dialógo con los dioses o los espíritus; descenso al Inframunddo, seguido de una conversación con espíritus subterráneos y las almas de los chamanes muertos.
Chamán siberiano
Una vez el futuro o la futura chamán han sido elegidos claramente por semejante experiencia iniciática fundamental, pasan por experiencias daimónicas subsiguientes, normalmente bajo la supervisión de un chamán en activo, con el fin de adquirir la ayuda y protección de los espíritus familiares (a menudo animales) y de los espíritus tutelares (humanos, a menudo un enano). Estos espíritus pueden poseer al chamán o hablar a través de él, pero no es ésta la característica determinante del chamanismo (cualquiera puede ser poseído), sino, más bien, la habilidad para efectuar el ascenso a los cielos o el descenso subterráneo, controlando el itinerario sagrado que se estructura de acuerdo con la cosmología tribal. Por ejemplo, entre las tribus del norte de Asia, como los tungús de Siberia -que nos proporcionaron la palabra "chamán"-, los chamanes escalan un simbólico árbol del mundo que conecta Arriba con Abajo, montan sus tambores como si fueran caballos rumbo al cielo o descienden por el orificio del humo dentro de la yurta, para recrear los viajes heroicos, celestes y subterráneos de chamanes anteriores.
Las operaciones rituales de los espíritus sobre el futuro chaman hallan su paralelo entre los abducidos por ovnis. Por ejemplo, el 16 de agosto de 1975, Sandra Larson vio gran cantidad de globos brillantes descendiendo sobre ella en el camino hacia Bismarck, Dakota del Norte. Había una hora del trayecto de la que no podía dar cuenta. Bajo hipnosis decribió una clasica abducción por ovni durante la cual sus captores le rasparon el interior de la nariz con algún tipo de instrumento y luego, tras abrirle el cráneo, le quitaron el cerebro y se lo volvieron a colocar.
El 6 de enero de 1976, Mona Stafford, Louise Smith y Elaine Thomas se toparon con un objeto enorme con múltiples luces mientras conducían hacia Liberty, Kentucky. Al llegar se encontraron con un lapso de una hora y media del que no podían responder. Bajo hipnosis, sus historias relativas a los hechos supuestamente ocurridos durante su tiempo perdido se confirmaron parcialmente entre sí. Habían sido abducidos por unas criaturas bajitas y grises cuyos ojos rasgados, la única facción visible tras una especie de visor, estaban fijos en ellas con una mirada enervante.
Las tres mujeres fueron separadas y conducidas a algo así como una cueva donde hacía un calor sofocante. Como Antônio da Silva, las sujetaron a unas mesas y vertieron un líquido caliente y pegajoso encima de ellas. Entonces les retorcieron los brazos y las piernas como para comprobar cuánta presión podían soportar. A Mona le quitaron los ojos de las cuencas, los examinaron y se los colocaron de nuevo. (Un chamán yaku, Piotr Ivanov, informó de que su iniciación incluyó la desmembración de sus huesos, la desolladura de su carne y la separación de sus ojos de las cuencas.) Recordemos que Katie Davis se encontró paralizada en su coche después del primer avistamiento ovni del que podía acordarse. Luego notó que le arrancaban las piernas y que le empujaban algo duro en el interior del útero. Tanto ella como otra abducida, Susan, describen "cosas (...) que se movían como órganos".
Otro motivo recurrente en la tradición de abducciones ovni es el "implante". Los abducidos aseguran que sus abductores les introducen, a través de la nariz y el costado de la cabeza, alguna clase de objeto diminuto cuyo propósito es desconocido (los estrarrestristas especulan con que es con algún tipo de transmisor que permite a los alienígenas seguir de cerca a sus víctimas). Se trata del vestigio casi universal en el chamanismo, del que tenemos un ejemplo tipico en una práctica de los aranda de Australia. Un "espíritui" ensarta su lanza en el cuello del iniciado mientras éste está durmiendo a la entrada de la cueva iniciática. Luego, el espíritu se lo lleva a la cueva, le extrae los órganos internos y se los reemplaza por otros. Se le introducen fragmentos de cuarzo en el cuerpo y después regresa a la vida, aunque, durante algún tiempo, se comporta como un lunático. Se supone que los cristales de cuarzo le otorgan poderes al chamán, en especial el poder de volar. Se imagina que son de origen celeste y sólo medio materiales, como "luz solidificada".
Los "implantes" beneficiosos que confieren poderes tienen su contrapartida maléfica  en los objetos mágicos que introduce en el cuerpo de una persona un brujo, demonio, espíritu de un muerto o chamán maligno. Próximos a la "perdida de alma", estos objetos mágicos son la causa más extendida de enfermedad (en todo el continente americano, por ejemplo) y deben ser extirpados por un chamán que luego los expone, como, pongamos, una hebra, un insecto, un lagarto o una piedra.
Cuando tenemos en cuenta que también las abducciones por ovnis contienen el equivalente del viaje celeste del chamán, enseñanzas o revelaciones de los espíritus e incluso ecos de la cueva de iniciación en los "interiores" circulares y de luz uniforme, parece probable que guarden relación con los tipos de experiencias que las sociedades tribales reconocen como iniciáticas.


Muerte y renacimiento

La esencia de la iniciación, tanto para los abducidos como para los chamanes, consiste en la muerte y el renacimiento. En los ritos de pubertad, el yo infantil muere para que el yo adulto pueda vivir; el chamán es desmembrado y resucitado, muriendo su antigua perspectiva corpórea y emergiendo de nuevo con una nueva perspectiva daimónica. Muchos pueblos tribales establecen "sociedades secretas" cuyo propósito es iniciar a los adultos en el misterio de la muerte y el renacimiento mediante ritos que son del mismo tipo, aunque más suaves, que las iniciaciones chamánicas. Ésta era también la norma en la antigua Grecia, donde cualquier persona mínimamente digna estaba iniciada en los Misterios que tenían lugar en Eleusis. La sabiduría de Sócrates y la filosofía de su discípulo, Platón, no puede entenderse con propiedad sin tener en cuenta su iniciación en los Misterios de Eleusis. Puesto que estaba prohibido hablar de ellos, sabemos poco al repsecto; pero, de manera significativa, se creía que giraban alrededor del mito de Deméter-Core-Hades: el mito clásico, en otras palabras,de muerte y renacimiento.
En su tratado De anima, Plutarco compara específicamente la iniciación a los Misterios con la experiencia de muerte. Pues el alma, en la agonía, nos dice, "tiene la misma experiencia que aquellos que están siendo iniciados en los grandes misterios". Al principio, uno vaga de aquí para allá en las tinieblas; luego se topa con horrores que causan "escalofríos, temblores, sudor y asombro", hasta que al fin "lo prende una luz maravillosa" y es recibido en "prados y regiones puras, con voces y danzas y la majestad de sonidos y formas sagradas". (...)


Chamán australiano
Como los iniados a los Misterios (como los abducidos), todos los chamanes hacen hincapié en el horror de la iniciación, incluyendo el encuentro con sus espíritus o tutelares, que pueden parecer aterradores. Pero, como advirtió un chamán australiano, podemos obtener el poder de los espíritus siempre que no nos intimiden hasta dejarnos llevar por el pánico. En otras palabras, no hay nada que indique que el miedo y el dolor sean malos o erróneos, como tienden a sugerir las ideologías y psicoterapias modernas y laicas. Los sueños están repletos de miedo y dolor. Igual que los mitos y las religiones. Sólo hay que pensar en la Crucifixión como modelo de muerte iniciática y resurrección: el heroico Dios-hombre ruega que aparten de Él el amargo cáliz. No sucede así. Lo azotan, lo coronan con espinas, lo atraviesan con clavos y con una lanza en el costado; lo cuelgan de una cruz y lo dejan morir; desciende al Infierno y, al tercer día, asciende a los cielos, donde se sienta a la derecha de Dios Padre.
En la experiencia de casi muerte del señor Cunningham (el hermano Drythelm), que estableció el patrón para la mayoría de los subsiguientes viajes cristianos ultramundanos, recordemos que los demonios le infligían dolor y terror en el reino intermedio del Purgatorio. Aquí, la iniciación se cristianiza en forma de castigo por el pecado, mientras que el renacimiento se traduce en conversión. Algo de esta influencia cristiana -de esa influencia demonizante- persiste en los modernos mitos de abducción. El primer informe completo de una abducción por parte de los "grises", que ya nos resultan familiares, es el que sufrieron en septiembre de 1961 Betty y Barney Hill, mientras conducián por una carretera desierta.
Las dos víctimas fueron sometidas a la habitual operación de exploración: mientras que a Barney le colocaron un artilugio con forma de copa en los genitales -que le dejó un anillo de marcas rojas-, Betty recordó (bajo hipnosis) que le habían atravesado el abdomen con una aguja. Se trata, por supuesto, de una tortura tradicional empleada por los demonios en la iconografía cristiana; la misma operación puede verse, por ejemplo, el el Kalendrier des Bergiers del siglo XV, donde aparecen demonios torturando a las almas condenadas.

Kalendrier des Bergiers s. XV


Así pues, los cristianos fundamentalistas, especialmente locuaces en los Estados Unidos, no carecen completamente de justificación al ver a los grises como poco más que demonios al servicio de Satanás.
Otro enfoque, esta vez laico, que se ha puesto de moda en Norteamérica es tratar a los presuntos abducidos no como pecadores castigados por los demonios, sino como a víctimas. Se determina que sufren un "desorden y estrés port-traumático", y se les contempla con independencia de toda creencia en el origen de su trauma, del mismo modo que a las víctimas de violaciones o a los supervivientes de guerras. En otras palabras, su experiencia se considera una cuestión médica y se despoja de su potencial hondo e iniciático, por no decir religioso.


Lecturas:

Patrick Harpur, Realidad daimónica. Atalanta 2007

Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. FCE 2003

Mircea Eliade, Nacimiento y renacimiento. Kairós 2001


Enlace a otras entradas con textos de Patrick Harpur:

 http://barzaj-jan.blogspot.com.es/search/label/Patrick%20Harpur


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domingo, 16 de noviembre de 2014

Tras la murallla


Murallas de Itchan-kala (Khiva, Uzbekistán)



"...La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder..."

Jorge Luis Borges, La muralla y los libros



La leyenda árabe sobre la mítica ciudad de Cobre oculta tras sus infranqueables murallas, dio lugar a lo largo del tiempo a ingeniosas versiones en la literatura popular musulmana con el fin de desvelar el misterio que albergaba tal fortaleza. Entre ellas, la narrada en Las mil y una noches a modo de "aviso para la meditación" tal como su anónimo autor la presentó, pareciendo invitar a poner en marcha la imaginación interpretativa con la que descubrir significados profundos. Posiblemente a los lectores de Fragmentalia les sugiera interesantes metáforas. 


La ciudad de Cobre
Recopilación de
María Jesús Rubiera


La ciudad de Cobre es uno de los mitos de la historia  árabe-musulmana, perteneciente al ciclo de las conquistas musulmanas, donde los conquistadores se encontraron toda clase de maravillas. En principio, la ciudad de Cobre no es un arquetipo de arquitectura, sino tan sólo una ciudad misteriosa:

La ciudad de Cobre que construyeron los genios para Salomón, hijo de David -sobre ellos la paz-, en tierras de al-Andalus, cerca del Mar Tenebroso
Contó Lahqad ibn Ziyad que 'Abd al-Malik ibn Marwan tuvo noticia de la existencia  de la ciudad de Cobre que estaba en al-Andalus y escribió a su gobernador en el Magrib, diciéndole:"Me ha llegado la noticia de la existencia de la ciudad de Cobre que construyeron los genios de Salomón, hijo de David; ve a ella y escríbeme con lo que veas de extraordinario en ella; apresúrate a responderme, si Dios quiere". Cuando llegó la carta del califa a su gobernador en el Magrib Musa ibn Nusayr, éste salió con un gran ejército; iban con él los adalides que le guiaban hacia aquella ciudad; fue por diferentes caminos durante cuarenta días, hasta que llegó a una tierra muy amplia con muchas aguas, fuentes, árboles, animales, pájaros, hierbas y flores. Y apareció ante ellos la muralla de la ciudad de Cobre, como si no la hubiesen hecho manos humanas, y se asustaron.

Murallas de Itchan-kala (Khiva, Uzbekistán)

El emir Musa dividió el ejército en dos partes: instaló a cada una a un lado de la muralla de la ciudad y envió a un general con mil jinetes, ordenándole que rodease la ciudad, mirase dónde estaba la puerta y si había gente alrededor de ella. Fue aquel general y permaneció ausente seis días y no vio a ningún ser humano ni encontró la puerta. Entonces Musa ibn Nusayr dijo: "¿Cómo podremos saber lo que hay en la ciudad?" Los ingenieros le dijeron que ordenase socavar los cimientos de las murallas y así sería posible entrar en la ciudad. Cavaron los cimientos de las murallas hasta llegar al nivel del agua, pero se encontraron que los cimientos de cobre estaban clavados bajo el agua, de modo que comprendieron que no podrían entrar por allí. Entonces los ingenieros dijeron: "Construye en una de las esquinas de las torres de la ciudad una construcción que la domine". Cortaron piedras, llevaron yeso y cal, e hicieron en una esquina de una torre, cuyo tamaño era de 300 codos, una construcción, hasta que no pudieron levantar más piedras, yeso y cal y quedaron todavía 200 codos. Ordenó Musa ibn Nusayr que se emplease madera para construir sobre la torre de piedra que habían levantado y llegaron a 170 codos más. Luego cogieron una gran escalera y subieron con cuerdas por la construcción hasta alcanzar lo más alto del muro de la ciudad.
Entonces Musa ibn Nusayr arengó a sus hombres con las siguientes palabras: "Quien suba a lo más alto de la muralla, le daré como recompensa su precio en sangre. Se adelantó un valiente, pidió la recompensa; Musa ordenó que se la diesen y el hombre la tomó y se la dejó al emir en depósito, diciendo:  "Si me salvo, será i recompensa; si muero será mi herencia". Subió hasta lo más alto de la escalera y cuando se asomó a la ciudad, se echó a reir, agitó sus manos y se arrojó al interior de la ciudad. Oyeron entonces un gran alboroto y voces terribles que los atemorizaron. Aquellos gritos duraron tres días y tres noches y cuando callaron, los hombres del ejército gritaron el nombre del desaparecido desde todos los rincones y no encontraron respuesta. Cuando desistieron de llamarle, Musa les convocó y dijo: "A quien suba a lo alto, le daré mil dinares". Se ofreció otro valiente, que dijo: "Yo subiré a lo alto del muro". El emir ordenó que le diesen el dinero y el hombre hizo lo mismo que el anterior, dejándolo en depósito. El emir le dijo el siguiente consejo: "No hagas lo que
hizo tu compañero; infórmanos de lo que veas y no bajes al interior de la ciudad". El hombre subió y cuando se asomó por lo alto del muro, se echó a reir, sacudió sus manos y se arrojó al interior. Todos los del ejército gritaron: "No lo hagas, no vayas con ellos, ven". Escucharon esta vez también grandes voces terribles, más fuertes aún que la primera vez hasta el punto de que les entró un terror de muerte; duraron tres días y tres noches, luego callaron y dijo Musa ibn Nusayr: "Si nos marchamos de aquí sin saber lo que hay en la ciudad, qué escribiré al Príncipe de los Creyentes. A quien suba le daré el equivalente a dos precios de sangre". Se presentó otro valiente que dijo: "Yo subiré, pero atadme una cuerda a la cintura fuertemente, cuyo extremo sujetaréis, y cuando yo quisiera arrojarme al interior de la ciudad, impedídmelo". Así lo hicieron; subió el hombre y cuando se asomó a la ciudad, se echó a reir, sacudió las manos y quiso tirarse al interior de la ciudad, mientras sus compañeros tiraban de la cuerda hasta que el hombre se partió en dos mitades: la mitad inferior cayó fuera y la superior al interior de la ciudad, produciéndose de nuevo los gritos y el tumulto.
Entonces el emir Musa se desesperó de saber algo de la cudad y dijo: "Sin duda los genios cogen a todo el que sube a lo alto de la ciudad", y ordenó que el ejército partiese.
Abu Hamid al-Garnati, Tuhfat al-Albad

Esta historia cuya clave todavía no ha sido hallada, incitó la imaginación de los literatos. No podían quedarse sin saber que había en el interior de la ciudad: por ello se inventaron que un personaje, el jeque 'Abd al-Samad lograse entrar rezando aleyas del Corán. Así surgió una ciudad fantásica, habitada por muertos, pero que presenta las características idealizadas de una ciudad musulmana. Esta versión es la que aparece en Las mil y una noches. En la noche 574, la imaginación árabe popular nos descubre el terrible secreto de la atracción que hacía despeñarse a los hombres de Musa: diez jóvenes bellísimas:

Dijo el jeque 'Abd al-Samad: Cuando llegué a lo alto de la muralla vi diez lunas que me hacían señas con las manos diciendo: "¡Ven con nosotras!". Al mismo tiempo me pareció que a mis pies había un mar de agua. Quise arrojarme como nuestros compañeros hicieron, pero los vi muertos y me abstuve. Recité algo del Libro de Alá -ensalzado sea- y El apartó de mí las argucias de las muchachas, que desaparecieron.

El jeque 'Abd al-Samad abrió las puertas de la ciudad después de algunas peripecias y Musa, con su ejército, pudo entrar en la ciudad. En ella vemos una de las características de las ciudades musulmanas de la Edad Media: los zocos repartidos en gremios:

El emir Musa cruzó la puerta de la ciudad con la mitad de sus hombres, todos armados. Vieron a sus compañeros que estaban muertos y los enterraron. Encontraron a los porteros, criados, chambelanes y guardianes que yacían en lechos de seda muertos.
Luego entraron en el zoco de la ciudad y vieron que era un mercado enorme, con altos edificios de tamaño uniforme. Las tiendas estaban abiertas, las balanzas colgadas, los recipientes alienados y los almacenes de toda clase de mercancías. Los comerciantes estaban muertos en sus tiendas: tenían la piel seca y los huesos cariados: eran como un aviso para la meditación. Vieron cuatro zocos independientes entre sí, cuyas tiendas estaban llenas de riquezas. Los dejaron atrás y pasaron al zoco de las telas. En él había sedas, brocados y tejidos de todos los colores, bordados con oro rojo y blanca plata, pero sus dueños yacían muertos sobre alfombras de cuero y parecían a punto de hablar.
Pasaron de largo y entraron en e zoco de las piedras preciosas, las perlas y los jacintos. De allí fueron al zoco de los cambistas de monedas y los encontramos también muertos a todos, echados sobre sedas de diferentes clases; sus tiendas estaban llenas de oro y plata.
Pasaron luego al zoco de los perfumistas: sus tiendas estaban llenas de toda clase de perfumes, vasijas de almizcle, ámbar, alóe, ámbar gris, alcanfor y otras cosa semejantes. Todos los comerciantes estaban muertos y no aparecieron cosa que comer.
Al salir del palacio de los perfumistas encontraron cerca de él un alcázar muy decorado y bien construido. Entraron en él y hallaron banderas desplegadas, espadas desenvainadas, arcos tensados con cuerdas, escudos colgados con cadenas de oro y plata y cascos dorados con oro rojo. En el vestíbulo del palacio había bancos de marfil revestidos de oro de seda, en los que se hallaban hombres cuya piel se había secado sobre los huesos.



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Nota de Fragmentalia: Entre la información que aparece en internet sobre la fortaleza de Itchan-Kala en Uzbekistán cuyas imágenes de sus muros me parecieron idóneas para ilustrar el texto, encuentro lo que me resulta toda una tentación para aventurarse en un viaje: 
 "Pero lo verdaderamente impresionante se encuentra tras los muros, al acceder, a través de la enorme puerta, al interior de la fortaleza. En este espacio de 600 metros de largo por 400 de ancho se aloja un verdadero laberinto donde, a lo largo de los siglos, se creó lo que hoy parece un museo al aire libre, sembrado de magníficos conjuntos arquitectónicos decorados de azulejos. Pasear por las callejuelas y rincones, a los pies de los bellos minaretes, transporta al visitante a los cuentos de Las mil y una noche."
 


Lecturas:

María Jesús Rubiera, La arquitectura en la literatura árabe. Ediciones Hiperión 1988

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