"El cielo engendra el agua por medio del Uno". Esto es justamente la verdadera fuerza del Gran Uno. Si el hombre alcanza ese Uno se vivifica; si lo pierde, muere. Pero aunque el hombre viva en la fuerza (aire, prana) no ve la fuerza, así como los peces viven en el agua pero no ven el agua. El hombre muere cuando no tiene ningún aire de vida, así como los peces perecen sin agua. Por lo tanto, los adeptos han enseñado a la gente a tener firme lo primordial y a preservar el Uno: ése es el curso circular de la luz y la preservación del Centro. Si se preserva esta legítima fuerza, puede uno alargar su tiempo de vida y aplicar luego el método para crear un cuerpo inmortal "fundiendo y mezclando".
El Maestro dice:
"La magia del Elixir de Vida se sirve del obrar consciente al no-obrar inconsciente. El obrar consciente consiste en poner la Luz en curso circular mediante la reflexión, para que se haga manifiesta la liberación del Cielo. Si nace entonces la verdadera simiente, y se aplica el método correcto para fundirla y mezclarla y crear así el Elixir de Vida, entonces pasa uno a través del desfiladero; se forma el embrión, que debe ser desarrollado mediante el Trabajo de calentar, nutrir, bañar y lavar. Eso pasa al campo del no-obrar inconsciente. Todo un año de ese periodo de fuego es necesario antes de que nazca el embrión, se deshaga de la cáscara y pase del mundo común al santo.
Este método es enteramente simple y fácil. Pero hay en él tantos estados mutantes y cambiantes que se dice: No se puede llegar ahí de repente de un salto. Quien busca la vida eterna debe buscar el lugar donde surge originalmente la esencia de la vida."
El secreto de la Flor de Oro
El texto que presento en esta ocasión es el ensayo titulado: Ciencia, Magia y Mística del cuerpo, de Kristofer Shipper. Lo he extraído directamente del número triple sobre taoísmo y arte chino de la revista ya hace tiempo desaparecida EL PASEANTE. Esta fue una revista trimestral que publicó 28 números entre los años 1986 y 1995 Editorial Siruela. Las imágenes que lo acompañan, así como los textos con los que da comienzo y termina esta entrada no aparecen en esa edición, siendo seleccionados por Fragmentalia con la finalidad de ilustrar el interesante trabajo en esta versión digital.
Las prácticas taoístas se basan en dos conceptos cosmológicos: el Tao (Camino, Curso) es el principio único que regula las fuerzas complementarias Yin (principio femenino, sombra, luna, etc.) y Yang (principio masculino, luz, sol, etc.). El destino de toda criatura está determinado por ellas: la noche sucede al día, la luz tiene su sombra, la vida lleva a la muerte, etc. Superar la polaridad de ambos principios y armonizarlos en la absoluta y eterna unidad del Camino es el objetivo de los taoístas. El gran sinólogo francés Marcel Granet demostró que estos conceptos no eran meras especulaciones. En la antigua China, la unión del Yin y el Yang se representaba por medio de danzas y juegos entre jóvenes núbiles de ambos sexos. Estas ceremonias tenían lugar en primavera, en lugares sagrados.
En ellas se desarrollaban ritos sexuales: las uniones surgidas en primavera acababan en boda tras la cosecha, en otoño. Las canciones que acompañaban estas danzas y concursos se encuentran entre los textos más antiguos que se conservan en China. Incluso hoy en día se siguen practicando estos rituales en ciertos lugares de la China meridional y del sureste asiático. En ocasiones, las mismas canciones han sido transmitidas por tradición oral. Esto demuestra el caracter fundamental de ciertas prácticas y conceptos relacionados con este tema. La sexualidad, lejos de haber sido relegada a un ámbito clandestino y apócrifo, resulta ser el eje de ideas y actividades. Lo mismo ocurre con la religión. Existen muy pocos escritos taoístas en los que no se mencione de alguna manera la unión del Yin y el Yang. Este tema básico de traduce de múltiples formas, ya que la unión de elementos antitéticos también puede realizarse a través de métodos místicos, alquímicos o espirituales. A pesar de la inmutabilidad del Tao, los caminos para alcanzar son numerosos y heterogéneos. Todos ellos implican prácticas y técnicas fisiológicas características del taoísmo y de la búsqueda de la inmortalidad. Estas técnidas incluyen prácticas sexuales. Los manuales más antiguos de métodos sexuales taoístas datan del período Han (206 a,c.- 220 d. c.). A pesar de su larga historia, estas prácticas no son bien conocidas en China, fuera de los círculos taoístas. Desde la Edad Media, el puritanismo confucianista y el ascetismo budista consiguieron mantener una conspiración de silencio sobre el tema de las técnicas y costumbres sexuales, situación que se vio exarcebada por la mogigatería de los europeos. A pesar de ello, el taoísmo mantuvo su creencia de que la práctica sexual continuada era un requisito primordial para la búsqueda de la longevidad y la inmortalidad. Según Ge Hong, patriarca y filósofo taoísta del siglo IV, "nadie podrá llegar a la longevidad, si ignora el Arte de la Alcoba".Esos preceptos incluían técnicas elementales y, principálmente, cuestiones de higiene y medicina sexual con el objeto de contrarrestar los efectos de las irregularidades de salud y no perjudicarse con la actividad sexual. Se trata de promover la feliz unión del Yin y del Yang. Pero el verdeadero taoísmo no se quedaba ahí. Más bien al contrario, intentaba trascender la fatal dualidad y hacer que el ser humano fuera capaz de rehuir las leyes de la existencia. Para este fin, se experimentaba con esotéricas y heterodoxas prácticas. Desde un punto de vista cosmológico, los principios del universo son inherentes al macro y microcosmos. Yin y Yang, como otros elementos del universo, están presentes en el microcosmos del cuerpo humano, que los taoístas consideraban por encima de todas las cosas. El preservarlo implica llegar a la perfecta armonía entre el cuerpo y la naturaleza (el macrocosmos). Esta condición primordial es la que inspira El Arte de la Alcoba. El hombre no puede vivir sin la mujer, como el cielo no puede separarse de la tierra. Ésa es la doctrina de los antiguos manuales. La unión es un acto espontáneo (zi ran), y la espontaneidad, una parte importante de la filosofía taoísta. Se podría resumir, por así decirlo, en la exclamación lanzada por una de las concubinas favoritas del Emperador Amarillo, al descubrir estos métodos: "Llegar a la longevidad sin luchar contra los deseos naturales, ¡Qué placer!".La abstinencia, así como el exceso, conducen a la muerte del cuerpo. El acto sexual es necesario, pero también peligroso. Por lo tanto, uno debe conocer las técnicas apropiadas. No obstante, el conocimiento del cuerpo es sólo una condición preliminar, un primer paso hacia el mantenimiento de tan excelente salud. El objetivo es trascender el mundo material y, para ello, reemplazar el cuerpo por una sustancia sutil e inmortal que no es sino Yang puro. Por lo tanto, se debe cultivar el Yang, elemento contrario al Yin, de naturaleza terrena. En lugar de aceptar el destino sin cuestionárselo, el hombre debe nutrir su princìpio vital añadíéndole el de otros. Tras el aparente placer de la cama, se esconde una implacable guerra entre los sexos. Si un hombre carece de prudencia y se deja dominar por la lascivia, permite que sus fuerzas vitales se escapen y se deja, por lo tanto, vencer por su adversaria. Hombres y mujeres disponen de las mismas fuerzas para esa batalla, cada uno con sus ventajas. Al ser el cuerpo un microcosmos, Yin y Yang se encuentran distribuidos por los diferentes órganos, sin distinción de sexo. Naturalmente, el elemento Yang es más abundante en el hombre. Pero, como la hembra adopta una posición pasiva frente al macho, tiene la ventaja de poseer el poder de lo débil que, según ls teorías taoístas, acaba siempre por vencer a lo fuerte. Los procedimientos para nutrir el Yang a expensas del Yin, a través de la unión sexual, se basan en lo que se denomina "Alquimia interna". Se trata de una magia fisiológica y, en ocasiones, también de magia negra. El puritanismo rechazaba estas prácticas. Resultaba inmoral la explotación de jóvenes virgenes para extraerles la sabia de su juventud. Asímismo, las mujeres que se nutrían de la energía vital del hombre se convirtieron en vampiros, en la tradición popular: eran zorras o diablesas que, tras un aspecto de hermosa fémina, seducían al hombre para robarle su esencia. Otra razón por la que estas prácticas fueron rechazadas fue su evidente ineficacia. Al igual que la alquimia, la medicina, la gimnasia u otras actividades físicas, estas prácticas, a pesar de su prestigio tradicional, no pudieron resistir la emancipación del pensamiento chino (y, en eso, el budismo tuvo bastante responsabilidad). Tras la Edad Media, muchos de estos procedimientos fueron alzados a un nivel espiritual, como parte de la liturgía o de las disciplinas mentales de meditación. El hombre estaba creado a la imagen del universo y, dado que el cuerpo es un mundo en sí, ¿por qué no intentar la perfecta unión de las fuerzas antitéticas dentro del propio cuerpo? ¿Para qué buscar la salvación en otros cuerpos y no en el de uno mismo? Este razonamiento profundamente taoísta se encuentra en la base de prácticas que pueden ser descritas, en general, como meditación extática de naturaleza erótica. La importancia otorgada a estas prácticas desde esa época es evidente, si uno se molesta en consultar los cientos de libros de poesía taoísta inspirados en ellas. Compuestos en términos alegóricos, en ocasiones oscuros e ininteligibles para los no iniciados, estos poemas son practicamente desconocidos fuera de los círculos taoístas.El sexo es, pues, indispensable al hombre, pero éste debe saber cómo comportarse, ya que al ignorar los principios puede resultar peligroso.
El hombre está hecho de la imagen del universo. Su cuerpo está compuesto por diversos elementos, unos puros y sutiles, de naturaleza celestial, y otros rudos y pesados, de caracter terreno. El elemento más sutil es el espíritu transcendente, Shen, traducido por los misioneros como Dios. La parte ruda se encuentra en la quintaesencia, jing, palabra que, en el presente texto, suele tener el sentido de fluido seminal o vaginal. El arte de prolongar la vida consiste en intentar producir en uno mismo la semilla de la inmortalidad, combinando las esencias materiales y espirituales. Es lo que se denomina alquimia interna, o la búsqueda de una sustancia inmortal, prescindiendo de drogas o procedimientos alquímicos, y destilando los humores producidos por los órganos del cuerpo. La alquimia interna exige cierto número de prácticas fisiológicas, principalmente respiratorias, pero también gimnásticas, dietéticas y sexuales. Ninguna de éstas es útil si se practica de forma aislada, cada una de ellas está estrechamente relacionada con las demás.
Más de cien años después de la caída de los Han, encontraremos por vez primera un gran movimiento que declara que los textos y los manuales sobre el tema de la longevidad no deben ser entendidos en su sentido literal, sino de manera figurada y simbólica. "Las drogas que confieren inmortalidad deben de ser buscadas en el corazón" es uno de los preceptos de un libro, y característico de esta nueva idea. Éste movimiento, por lo que se sabe de él, fue iniciado por una secta de China central, a fines del siglo IV. Era una secta espiritualista, la primera de una serie que todavía perdura.
En las reuniones de esta escuela de Maoshan, los diose utilizaban la escritura automática o aparecían en visiones, en el transcurso de las sesiones. Algunos de los registros de estas revelaciones han sido preservados hasta nuestros días. Enre otras cosas, describen como Yang Xi, el principal medium de la secta, tuvo una importante visión, en una noche de otoño del año 365. En esa ocasión, recibió la visita de una gran diosa, la dama Zi Wei, que presentó a Yang Xi una de las doncellas de la corte. He aquí la descripción de esa doncella:
Llevaba una túnica transparente de colores rojo y verde, con bordados centelleantes. Rodeaba su talle una cinta verde esmeralda con pequeñas campanillas verdes y amarillas, cada una distinta de la otra. De su lado izquierdo pendía un colgante de jade, como los que hay en la tierra, pero más pequeño. Todas sus prendas relumbraban de tal manera que iluminaron la estancia, como un pedazo de mica bajo el sol. Su abundante pelo, hermosamente arreglado sobre sus sienes, era demasiado bello para ser descrito. Llevaba un moño en lo alto de la cabeza, y el resto de su pelo llegaba hasta más allá de su cintura. Llevaba anillos de oro y pulseras de perlas. Dos sirvientas la seguían, una vestida de rojo, que portaba una caja para el sello y un bolso e brocado en sus manos. Las sirvientas parecían tener diecisiete o dieciocho años y llevaban hermosas joyas. La joven diosa, así como sus sirvientas, tenían una cara radiante, luminosa como el jade, y emanaba un fragante perfume, como de exótico incienso.
Las diosas se colocaron en sus puestos. La diosa mayor se la presentó al recién llegado. Se llama Divina Concubina. La gran diosa preguntó entonces a Yang Xi si había visto alguna vez una mujer tan hermosa. Y, cuando él contestó respetusamente que los seres celestiales eran tan magníficos y refinados que nada se les podía comparar, la dama echó a reír diciendo: "¿Y que te parece, entonces?". Desconcertado y confuso, Yang Xi no supo qué responder. Las diosas compartieron entonces con el humano el fruto maravilloso que habían traído y, durante el banquete, se entretuvieron componiendo poemas. Inmediatamente después, la joven diosa preguntó a Yang Xi su fecha de nacimiento. Para el lector chino, todo queda claro: la intención de la dama Zi Wei es conceder la mano de su joven compañera a Yang Xi. Y eso fue lo que ocurrió a la mañana siguiente. Una vez concluida la unión entre el mortal y el hada, rodeado por numerosas divinidades descendidas del cielo para la ocasión, la joven diosa tomó la mano de Yuang Xi y le dijo: "Juntos cruzaremos el cielo de Jade, llevados por la cuádriga... y recogeremos el sagrado fruto del huerto divino". La boda de Yang Xi con una diosa es más que un suceso espiritualista. Para los taoístas de esta secta, esta unión marca el acceso de Yang Xi al rango de inmortal divino, así como su salvación. La unión entre Yin y Yang supera la separación entre cielo y tierra. La historia de Yang Xi es sólo un ejemplo entre miles de historias similares. La secta de Maoshan reconoció un gran número de patriarcas que fueron personajes más o menos históricos. Inventaron, obviamente gracias a la ayuda de médiums, innumerables leyendas sobre el tema. El banquete y la boda divina son siempre el eje de la historia. Este tipo de cuento de hadas inspiró todo un género literario de historias de caballería, cuyo tema central era siempre el encuentro entre un joven mortal y una o varias diosas. Este estilo se hizo muy popular durante la dinastía Tang y produjo numerosos escritos de caracter erótico. Nuestro objetivo es ver cómo la sabiduría popular se traduce en práctica religiosa. Una vez más, escasean los documentos, lo que no resulta sorprendente en esas circunstancias. El Canon taoísta tiene una pequeña sección titulada: "Fórmulas secretas del libro de la Diosa de la Alcoba Relumbrante, proveniente de la Secta de Maoshan". La terminología empleada es extremadamente oscura pero, afortunadamente, existe un comentario antiguo que esclarece muchas de estas dificultades. El texto empieza por una exortación al lector a no divulgar el contenido entre los no iniciados, seguida por una descripción de los métodos de la diosa:
Primeramente (por medio de la meditación se ha de fijar el sol o la luna, sol: día, luna: noche) y recordar que el adepto se encuentra en una estancia completamente cerrada; se ha de permitir que los rayos entren por la boca... el adepto podrá contemplar a una joven, sentada en actitud reverente, con sus manos juntas... es hermosa, su piel brilla como el jade. Lleva sobre su cabeza un adorno de fragantes flores de hibisco. Cubren su cuerpo un chaleco de rojo brocado y una amplia falda del color del cinabrio, y una cinta verde ciñe su talle (son ropajes de novia). La doncella se arrodilla y dice: "Soy tu amada, Hija del Jade, de las nubes del cinabrio, del misterio de los misterios. Mi nombre es Chan Xuan y me llaman Hada Secreta". La doncella abre su boca y exhala un aliento escarlata (color Yang). El aliento llega a la boca del adepto, que lo aspira, mientras contempla a la doncella. Así lo hace por nueve veces... guiando su aliento, por medio de su mente, hasta la puerta del destino (el sexo).
En este relato se encuentra todo el proceso erótico taoísta, a través de la meditación extática, técnica mental que se encuentra en la base de uno de los grandes movimientos religiosos y literarios de China.
LA LÍBIDO DE LOS MONJES
(...) Tras la dinastía Tang, floreció una disciplina religiosa que iba a dominar a todas las demás y renunciar a las prácticas materiales. Esta técnica estaba basada en la unión sexual, pero ésta sólo se desarrollaba en el interior del cuerpo del adepto, en la soledad de la Estancia de Meditación. Este nuevo procedimiento se basaba en los antiguos textos reinterpretados. El cuerpo humano, según esta teoría de alquimia interna, posee dos polos: el corazón y la zona lumbar y sexual. El primero corresponde al fuego y al Yang, y la segunda al agua y al Yin. No era ninguna novedad. No obstante, los monjes creían que el corazón no era sólo Yang. Era el cenit del Yang, momento en que, al llegar el ciclo a su fin, empezaba a declinar. El apogeo del Yang se convertía entonces en resurgir del Yin, que crecía a medida que el Yang disminuía. El corazón, por lo tanto, era esencialmente Yin y, consecuentemente, su correspondiente espíritu tomó forma femenina. Por otra parte, las partes inferiores se convertían en el foco de crecimiento del Yang, a partir del Yin, teoría que se simbolizaba convirtiendo esta zona en la morada de un divino muchacho. El resto está claro: la salvación y la inmortalidad dependen de la unión de la doncella -corazón- y del joven -zona lumbar-. Esta teoría iba aún más lejos, imaginando la morada de la casamentera (sin cuya ayuda ningún matrimonio podía realizarse en China), llamada Buena Esposa Amarilla (elemento de la tierra). Ésta se encontraba a una pulgada y media debajo del ombligo. Tenía el deber de unir a los amantes: el muchacho debía llegar a la morada de la doncella, el corazón, llamado la Residencia Roja, que hacía las funciones de alcoba nupcial. De esta unión nacería un embrión inmortal que, al crecer, reemplazaría gradualmente el cuerpo mortal. Llegamos al periodo Song. Como el budismo Chan (Zen, en japonés) de la época, el taoísmo se vuelve incomprensible a partir de los complicados textos. La nueva mística era interpretada a través de poemas y anécdotas. El personaje más famoso e interesante del momento era Lü Dongbin. Todas las escuelas modernas se basan en sus enseñanzas. Numerosas anécdotas se inspiraron en este santo semihistórico. Las descripciones varían: fue un joven literato, un mendigo, un hombre licencioso que dirigía burdeles, o un alegre barbero. Se le atribuyen numerosos poemas y protagoniza diversas obras literarias y teatrales, pero los libros taoístas tienen sus propias tradiciones relativas a este personaje. Lo describen como un individuo alegre y a través de sus anécdotas transmiten todas las enseñanzas del Sabio.
En Luoyang, se encontraba una cortesana llamada Yang Liu, que pasaba por ser la mujer más hermosa de la ciudad. Un monje taoísta frecuentaba su casa y le traía regalos, pero nunca yació con ella. Una noche, estando él borracho, la cortesana intentó seducirlo. El monje le dijo: "Yin y Yang copulan en mi cuerpo. Lo hacen como hombres y mujeres y su unión ya a dado fruto. Pronto daré a luz a un Niño: ¿como podría yacer contigo? Además, copular internamente es mucho más placentero que hacerlo externamente".
Con estas palabras, el monje, que no era otro que Lü Dongbin, desapareció. Éste es el antiguo ideal del Perfecto Estado, la armonía de las energías vitales en el plano espiritual, llevada a sus últimas consecuencias. De esta manera, el taoísta se libera de toda dependencia externa: alimenticia, física y sexual. La alegoría utilizada en esta especulación mística trata de desconcertarnos y sorprendernos para dejarnos una profunda impresión. Las fantasias surgidas de la meditación igualan a la realidad. Éste es un rasgo característico de todo el pensamiento y el arte de China. Los rollos, por ejemplo, originálmente pintados por los taoístas, permiten al espectador realizar un viaje místico por un paisaje de ensueño creado según las reglas del universo e infinitamente más perfecto que cualquier paisaje real. Visitar el mundo entero sin abandonar la estancia es el ideal de los taoístas de todos los tiempos, así como la base de toda la fantasmagoría mística. Un poeta taoísta lo explica así:
La Doncella y el Muchacho son meras imágenes.
La Buena Esposa Amarilla es sólo fantasía.
Trepo por montes y riscos, en un mundo sin fin.
Entre cuatro paredes alcanzo todas las cosas.
Las delicias de la meditación erótica (los adeptos tiene el pene erecto) son tales que cualquier otra técnica es rechazada. La condena de las prácticas externas se extiende a menudo a las mujeres. La búsqueda del amor sublime manteniendo un completo autocontrol implica a menudo una misoginia sádica en las relaciones ordinarias. Las ilustraciones populares del infierno taoísta lo demuestran: una hermosa mujercita es golpeada con cachiporra por un demonio burlón, por supuesto adulterio. En otra ilustración, las mujeres son atadas y descuartizadas, etc. Despojadas de toda responsabilidad, se les venda los pies, se las encierra en gineceos y se las expulsa de la jerarquía taoísta. Se convierten en personificación del sexo, en criaturas pérfidas y abominables. Un poema de Lu Yan lo explica claramente.
Hermosa es la dulce doncella
Rebosante de gozosas promesas.
Más la espada de doble filo
Amenaza entre sus piernas.
Fatal es el sino del hombre necio.
No rodará cabeza alguna.
Sus mandobles son secretos.
De los huesos del hombre extrae la médula.
Estos versos son famosos en China. Pero más aún lo son los de Lü Dongbin, citados al principio de la larga novela erótica Jin Ping mei:
La puerta por la que vine al mundo
Es también la puerta de la muerte.
No obstante sería erróneo achacar estas tendencias sádicas al taoísmo moderno. Debe hacerse justicia al misticismo de los monjes, reconociendo el valor intrínseco de su sistema. Todas esas teorías y alegorías elaboradas contienen un bello objetivo: la armonía por encima del profundo cisma del hombre, reconocido por todas las civilizaciones: la oposición entre el amor espiritual y el físico, o la división del ser humano en dos partes, por encima y por debajo de la cintura. El matrimonio místico interno pretende elevar el sexo más allá del nivel del cuerpo, para realizar la perfecta unión entre la materia y el espíritu, lo que garantiza la libertad a través de amor.
Se cierra esta entrada con unas palabras extraídas del Tai I Gin Hua Dsung Dschï, "El secreto de la flor de Oro", en cuyo texto encontramos un auténtico tratado alquímico. Fue transmitido orálmente en su origen y luego manuscrito por un círculo esotérico de China. Su primera impresión data del siglo XVIII.
"Cuando la perla del Elixir de Vida está lista, puede formarse el embrión santo; entonces el Trabajo debe dirigirse al calentamiento y nutrición del embrión espiritual. Éste es el metodo de la conclusión. Si entonces está formado acabadamente el cuerpo de fuerza del Niño, se debe dirigir el Trabajo de manera que el embrión nazca y retorne a lo vacío. Éste es el metodo de soltar la mano. Desde los tiempos más remotos hasta hoy, ésas no son palabras vacías, sino la sucesión del Gran Sentido en el método real para producir un espíritu inmortal y un hombre santo y eternamente viviente. Pero si el Trabajo ha prosperado hasta aquí, todo lo perteneciente al principio oscuro está consumido enteramente y el cuerpo nace a lo luminoso puro. Si el espíritu consciente se ha transformado en el espíritu primordial, sólo entonces puede decirse que ha llegado a sextuple genio de oro presente. Si no se aplica este método de ennoblecimiento, ¿cómo se quiere entonces eludir el camino del nacer y morir?"
Muchisimas gracias por esta entrada, de corazón. Un saludo
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