"En estos tiempos mudos y ciegos, los hombres dan una importancia exclusiva al éxito externo, se preocupan sólo de los bienes materiales y celebran como una gran proeza el progreso técnico que sólo sirve y sólo puede servir al cuerpo. Las fuerzas puramente espirituales son subestimadas en el mejor de los casos, o simplemente pasadas por alto (...)
El espíritu, como el cuerpo, se fortalece y desarrolla con el ejercicio. El cuerpo abandonado se vuelve débil e impotente, y lo mismo le sucede al espíritu. La intuición innata del artista es un talento evangélico que no debe enterrar. El artista que no hace uso de sus dotes no es más que un esclavo perezoso".
El espíritu, como el cuerpo, se fortalece y desarrolla con el ejercicio. El cuerpo abandonado se vuelve débil e impotente, y lo mismo le sucede al espíritu. La intuición innata del artista es un talento evangélico que no debe enterrar. El artista que no hace uso de sus dotes no es más que un esclavo perezoso".
Vassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte
"...el color es un elemento revelador que muestra los distintos cambios continuos que experimenta el ser interior. (...) Al igual que en la naturaleza, el color anuncia el estado de crecimiento y desarrollo de la vida así como su putrefacción, el color es como un espejo que muestra la metamorfosis del ser interior. El color es un indicio poderoso que permite al místico discernir la etapa del camino y simultáneamente la visión del color es en sí mismo transformadora..."
Ana Crespo, Los bellos colores del corazón
La forma por la se revelará esa esencia en la que se oculta el misterio de la creación, será a través del proceso de acercamiento y finalmente identificación con ella misma en el acto iniciático del arte. Acto creativo, que también podríamos llamar acto amoroso que da respuesta a "la necesidad interior".
Dejo a continuacón unos fragmentos del bello ensayo de Michel Henry con los que poder hacerse una idea sobre estos fundamentales aspectos de la obra de Wassily Kandinsky.
Ver lo invisible (Fragmentos)
Por
Michel Henry
(...) En la percepción ordinaria, tenemos relación con objetos. Esos objetos son de carácter utilitario. Lo que percibo es la puerta que hay que abrir, el coche que voy a conducir, la luz verde o roja del semáforo que indica la autorización o la prohibición de atravesar el cruce, la tienda cuyo escaparate dispuesto o iluminado de una determinada forma conozco. Ciertamenta la puerta se me muestra, tiene color; lo mismo sucede con el coche, con el semáforo que significa precisamente mediante su color. Ahora bien, en todos los casos el color no es percibido en sí mismo. Funciona todo lo más como un signo del objeto al que remite y que no es ya aprehendido por sí mismo sino como simple medio, como un instrumento.
Lo que acabamos de decir del color del objeto atañe también a su forma en sentido estricto. Nunca consideramos esa forma en sí misma, no es más que un indicio, el signo todavía de una cosa que no tiene valor para mí más que en su relación con lo que tengo intención de hacer. Toda percepción es, en principio, práctico-utilitaria. Cada apariencia coloreada, y, de la misma manera, el trazado que la delimita y que con gran frecuencia es reducido a un esquema, se adelantan al objeto que significan, el cual se adelanta también al uso que indica y que es, en la práctica, su razón de ser. De este modo se nos revela la estructura de la percepción habitual. (...)
Lo que acabamos de decir del color del objeto atañe también a su forma en sentido estricto. Nunca consideramos esa forma en sí misma, no es más que un indicio, el signo todavía de una cosa que no tiene valor para mí más que en su relación con lo que tengo intención de hacer. Toda percepción es, en principio, práctico-utilitaria. Cada apariencia coloreada, y, de la misma manera, el trazado que la delimita y que con gran frecuencia es reducido a un esquema, se adelantan al objeto que significan, el cual se adelanta también al uso que indica y que es, en la práctica, su razón de ser. De este modo se nos revela la estructura de la percepción habitual. (...)
La pintura es una contracepción. Con ello se quiere decir que la cadena de significados referenciales en los que se constituye la realidad cotidiana del mundo, el movimiento incesante de superación de las apariciones sensibles hacia el trasfondo monótono y estereotipado de los objetos utilitarios, se interumpe bruscamente bajo la mirada del artista. Al dejar fuera de juego el trasfondo práctico, colores y formas dejan de representar el objeto y de perderse en él, tienen valor por sí mismos y son percibidos como tales, se convierten en formas pictóricas puras.
Kandinsky dio una descripción admirable de esta eliminación del universo objetivo de la percepción y de la liberación correlativa de las formas pictóricas, referida en primer lugar a los colores. Esta delimitación se realiza cuando los colores, incluso antes de ser puestos en el lienzo de manera que representen en él el espectáculo ordenado y comprensible, se extienden sobre la paleta del pintor, tal como salen del tubo. Se despliegan sobre la superficie virgen sin ofrecer otra cosa que a ellos mismos, sus tonos deslumbrantes entregados a nuestra admiración. Hablando de la compra de su primera caja de pinturas, Kandinsky escribe: "Lo que entonces sentí, o, mejor dicho, la experiencia que viví al ver el color saliendo del tubo, la sigo viviendo hoy (...), esos seres extraños a los que llamamos colores llegaban uno tras otro vivos en sí y para sí, autónomos y dotados de las cualidades necesarias para su futura vida autónoma y, a cada instante, dispuestos a plegarse a nuevas combinaciones, a mezclarse unos con otros y a crear una infinitud de mundos nuevos".
Kandinsky, Improvisación, 1913 |
Kandinsky dio una descripción admirable de esta eliminación del universo objetivo de la percepción y de la liberación correlativa de las formas pictóricas, referida en primer lugar a los colores. Esta delimitación se realiza cuando los colores, incluso antes de ser puestos en el lienzo de manera que representen en él el espectáculo ordenado y comprensible, se extienden sobre la paleta del pintor, tal como salen del tubo. Se despliegan sobre la superficie virgen sin ofrecer otra cosa que a ellos mismos, sus tonos deslumbrantes entregados a nuestra admiración. Hablando de la compra de su primera caja de pinturas, Kandinsky escribe: "Lo que entonces sentí, o, mejor dicho, la experiencia que viví al ver el color saliendo del tubo, la sigo viviendo hoy (...), esos seres extraños a los que llamamos colores llegaban uno tras otro vivos en sí y para sí, autónomos y dotados de las cualidades necesarias para su futura vida autónoma y, a cada instante, dispuestos a plegarse a nuevas combinaciones, a mezclarse unos con otros y a crear una infinitud de mundos nuevos".
Kandinsky, Composicón nº 7 1913 |
Vida autónoma de los colores: esto quiere decir que, al no ser ya aprehendidos como simples aspectos del objeto, son reintegrados a su aparición pura, "jubilosa", "fastuosa", a su "burbujeante travesura" o a su seriedad, a su "profunda sonoridad de duelo" a veces, o a su "rebelde resistencia", a ese exceso de sensibilidad de que dan muestra en su "inestable equilibrio". Ha nacido el universo nuevo de la pictoricidad pura, sin relación con aquel con que hasta ese momento era proyectado, aplastado, negado: "En medio de la paleta hay un mundo extraño". Pero ese mundo extraño es una "vida". ¿Simple metáfora para significar su autonomía? ¿O bien hay que comprender, más allá de cualquier imagen, que es nuestra vida real como lugar en que se dispensa toda fuerza a donde "esas fuerzas frescas, jóvenes" que son los colores nos han reconducido ya?
Kandinsky, Composición IV |
En todo caso, desde el momento en que compró su caja de pinturas a los trece o catorce años, Kandinsky trazó su destino. Conocemos la aventura sobrevenida durante un viaje a través del territorio de Vólogda con el objetivo de estudiar el derecho consuetudinario local: el descubrimiento de las casas campesinas de madera, talladas en el exterior y totalmente pintadas en su interior. La impresión que Kandinsky experimentó allí de moverse en la pintura misma y que más tarde quiso transmitir al espectador llevándole a "pasear" por el cuadro no recibió su significado decisivo más que sobre el fondo de esa experiencia primitiva del color cuyo alcance metafísico se nos mostrará pronto.
Fascinado, pues, por el poder cuasi mágico de esas masas luminosas, escuchando su sonido sibilante, siguiendo maravillado sus fluencias, sus mezclas, sus iniciativas imprevistas sobre la paleta, "más hermosa que cualquier obra", Kandinsky sufrió su ascendiente hasta el punto de hacerse su cómplice. Y de hecho recordaba mucho mejor los colores que los objetos. En su trabajo, concentraba su atención en los colores puros extendidos sobre la paleta, afirmando que la mirada que les consagraba debía sustituir a la dirigida hasta entonces a la naturaleza. Del deslumbramiento ante ese mundo extraño y autónomo se desprende un principio pictórico de importancia, el uso no realista de los colores. ¿Cómo aceptarán éstos subordinarse a una realidad extraña, seguir representando el mundo banal de la percepción utilitaria cuando, resplandeciendo en su carne incandescente, aparecen cargados de virtualidades infinitas?
Kandinsky, Composición |
La utilización no figurativa del color se traduce a su vez en uno de los grandes descubrimientos de Kandinsky, la disociación del color y la forma, la segunda quisiera contenerlo. Ignorando toda barrera, desbordando el dibujo, estallando más allá del espacio predefinido que se le había asignado hasta entonces, el color se extiende como buenamente le parece, sometido a su sola fuerza, a su sola voluntad. ¿De dónde puede venir, en efecto, el imperativo pictórico de una delimitación por la forma, de su inscripción en ella, de su subordinación a un trazado previo? Del mundo y de su "realidad objetiva". Es en el mundo de la percepción, sobre el objeto realmente percibido, donde el color acaba allí donde termina la superficie que colorea; en el límite de esa superficie, de ese plano, de ese volumen, se adapta el contorno al objeto. La liberación del color respecto de la realidad exterior implicaba su emancipación respecto de la forma de los objetos y de todo grafismo en general y marcaba el advenimiento de una vida nueva, la del color entregado a sí mismo, convertido en forma pictórica pura.
Las mismas observaciones valen para la forma en sentido estricto, es decir, para ese trazado, esas líneas, esas delimitaciones cuyo papel en la representación clásica era circunscribir el emplazamiento de los colores y regular su distribución sobre la tela. Mientras esas formas gráficas que determinan la construcción del cuadro tienen como destino reproducir la realidad del mundo, no pueden imponerse por sí mismas y la inteligencia no capta a través de ellas más que el objeto que representan. En sentido estricto, la percepción de la forma no existe. Es un trazado convenido, el de la casa, el tejado, la chimenea, el humo que asciende en el cielo, lo que el pintor dibuja y el espectador reconoce, "comprendiendo" así el cuadro. Es la banalidad cotidiana la que dicta su ley al arte, lo que debe expresarse pictóricamente como sigue: sólo las formas de los objetos de la percepción ordinaria encuentra lugar en la pintura realista. La infinidad de formas posibles, todas las que pueden ser concebidas libremente por un espíritu que no se preocupe sino de descubrir progresivamente esa infinidad potencial, queda excluida de ella. Es justamente esa infinidad la que suscita y libera la pintura abstracta, que abre así, al margen de nuestro mundo, un universo formal enteramente nuevo al multiplicar los medios de construcción gráfica. (...)
Kandinsky, Improvisación 26 |
A diferencia de la naturaleza, el arte dispone voluntariamente esas apariciones lineales y coloreadas que se han convertido en los elementos de la pintura. Ordena, pone de nuevo en orden, no lo que ya estaba, fuera de nosotros, sino lo que adviene sólo en el flujo de nuestra vida, como sentimiento de la naturaleza, como interioridad radical de toda posible exterioridad. La abstracción, ya lo hemos dicho, no se opone a la naturaleza, sino que descubre su esencia verdadera. Pero ¿por qué, en esta venida silenciosa de la vida cósmica a nosotros, toma el artista el lugar de la naturaleza? ¿Y qué hace una vez ha ocupado ese lugar?
Toda la obra teórica y práctica de Kandinsky nos responde. Analizar elementos, desplazarlos, aislarlos, oponerlos, combinarlos, unirlos, hacer oír sus sonoridades, es realizar la revelación de la vida según su voluntad propia. Pues la vida es revelación de sí. Y esa revelación la propia vida la lleva a su término, quiere sentir más, hacer crecer cada no de sus poderes. Quiere ver más y nace la pintura. Quiere más fuerza: aparecen otras líneas, otros trazos, otros grafismos, aquellos que prodigan esos poderes acrecentados de la vida. En la percepción ordinaria, en el arte figurativo que reproduce sus limitaciones, tenemos "la experiencia de lo espiritual en las cosas materiales": son resonancias sofocadas, inaudibles a fuerza de haber sido oídas. Le sucede la experiencia "de lo espiritual en las cosas abstractas". Entonces se acercan a nosotros configuraciones imprevistas, edificios invertidos, arborescencias tomadas en perspectivas irrepresentables, conos metálicos en estado de levitación, rayos luminosos que estallan como si de fuegos artificiales se tratara, ángulos acoplados, rejillas enigmáticas, diagonales que se lanzan al asalto: todas esas formas armadas con un plus, seguras de sí, indiferentes a todo lo que es, venidas de otra parte.
¿De dónde vienen? De ese lugar de antes del mundo que no tiene el aspecto de ningún mundo, al que ninguna mirada ha tomado la medida. Vienen de las potencias de la noche donde descansa toda cosa y todo ser antes de su nacimiento, cuando ningún espacio regula su navegación según el arriba y el abajo, lo claro o lo oscuro, cuando ignoran las convenciones y las leyes, pues esas leyes, esas direcciones, ese espacio, no han sido elegidos todavía. La naturaleza no es más que un caso particular del arte. Crea seres en serie según arquetipos eficaces para que un día quizá esos seres sean más emprendedores, se lancen hacia otros posibles.
En la Noche se elaboran los posibles no nacidos, las voluntades insatisfechas de la Vida, todo lo que antes de desplegar su ser extático en la luz no existe sino en tanto que es poder sumido en sí mismo y que goza de todo lo que puede hacer. Son las fuerzas que trazan líneas, que inventan los colores. No por ser visibles, ni estar situadas unas junto a otras en la claridad de un Afuera, son menos invenciblemente lo que son; nada en este mundo o en otra parte sobrepasa su certeza.(...)
En ese medio sin gravedad donde el peso se ha hecho ligereza, las formas vagan despojadas de su substancia, cuerpos de luz, cuerpos gloriosos: cuerpos de la vida. Son formas orgánicas de cromatismo claro y frío, especies de infusorios, fragmentos de insectos, esbozos de follaje: criaturas de otro mundo, de otra naturaleza, que nos revelan la naturaleza de toda naturaleza, de todo mundo posible y, por consiguiente, también del nuestro.
Miramos petrificados, inmóviles también ellos o evolucionando lentamente sobre el fondo de un firmamento nocturno, los jerogíficos de lo invisible. Los miramos: fuerzas que dormitaban en nosotros y esperaban desde hace milenios, desde el comienzo, obstinada y pacientemente, a las fuerzas que estallan en la violencia y el resplandor de los colores, que desenrollan los espacios y engendran las formas de los mundos, las fuerzas del cosmos se han alzado en nosotros, nos arrastran fuera del tiempo en la ronda de su júbilo y no nos sueltan, no se detienen, pues ni siquiera ellas pensaban que fuera posible alcanzar "tal felicidad". El arte es la resurreción de la vida eterna.
A continuación dejo algunas citas extraídas de la obra teórica de Kandinsky:
"Las pocas almas que no se hunden en el sueño y sienten un oscuro deseo de vida espiritual, de saber y progreso, se lamentan desoladas en medio del grosero coro de materialismo. La noche espiritual se cierne más y más..."
"La belleza interior es la que se emplea por una necesidad interior imperiosa, renunciando a la belleza habitual. Naturalmente, parece fea al que no está acostumbrado a ella, ya que el ser humano en general tiende a lo externo y no está dispuesto a reconocer la necesidad interior."
"La enseñanza más rica nos la da la música. Con pocas excepciones y desviaciones , la música es, desde hace ya siglos, el arte que utiliza sus medios no para representar fenómenos de la naturaleza, sino para expresar la vida interior del artista y crear una vida propia de tonos musicales."
"El artista, cuya meta no es la imitación de la naturaleza, aunque sea artística, y que quiere y tiene que expresar su mundo interior, ve con envidia como hoy se alcanzan naturalmente y con facilidad estos objetivos en la música, la más inmaterial de las artes."
"Todo el que ahonde en los tesoros escondidos de su arte , es un envidiable colaborador en la construcción de la pirámide espiritual que un día llegará hasta el cielo."
"Cuando se alcanza un alto grado de desarrollo de la sensibilidad, los objetos y los seres adquieren un valor interior y, finalmente, un sonido interior. Lo mismo sucede con el color, que provoca sólo un efecto superficial cuando el grado de sensibilidad no es muy alto: el efecto desaparece al finalizar el estímulo."
Llamaremos a esta base principio de la necesidad interior."
Lecturas:
Michel Henry, Ver lo invisible. Siruela 2008
Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte. Paidós estética 2010
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Permanencia de lo sagrado
"Se despliegan sobre la superficie virgen sin ofrecer otra cosa que a ellos mismos". ¿Acaso es otra cosa distinta a la entrega que se hacen los amantes en el mismo momento del amor?.
ResponderEliminarUn placer leerte, Jan.
Un abrazo.
Entresaco también las palabras finales del texto de Henry: "El arte es la resurrección de la vida eterna".
ResponderEliminarY animado por tus palabras: En el éxtasis de la entrega amorosa, así como en el éxtasis creativo, ¿no es donde se hace manifiesta la felicidad de sentirse Uno con la vida eterna?
Igualmente un placer leerte Iconos
Preciosas citas Jan, interesantes opiniones las de Kandinsky.
ResponderEliminarHay un par de ellas con las que comulgo y practicamente doy fe, una es la seguridad que tengo de la Vida autónoma de los colores y la otra que el exceso de sensibilidad de que dan muestra en su "inestable equilibrio".
Me ha gustado la entrada, Es un merecido homenaje a los colores, la belleza del alma!
Abrazines
*
Kandinsky tenía algo de visionario Baruk, y en sus escritos se deja sentir la influencia de teorías ocultistas y teosóficas que tanto influyeran en artistas de la época. Soñó con reformar el mundo a través del arte. Como todos los primeros pintores abstractos, se rebeló contra el materialismo de la sociedad del siglo XIX y contra la filosofía positivista, a la que consideraba totalmente negativa para la "creación interior".
ResponderEliminarSu obra teórica influyó enormemente en generaciones posteriores, y aún hoy en dia no deja de reeditarse. Esta entrada, ademas de un homenaje a los colores, también quiere serlo a la figura del genial pintor ruso.
Una abraçada amb tots el colors