Athanasius Kircher, El arca de Noé, pag. 122 (Entrada de los animales en el Arca)
"De todos los animales puros tomarás para ti siete parejas, macho y hembra, y de todos los animales que no son puros, una pareja, macho y hembra. (...) Porque dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y exterminaré de sobre la faz del suelo todos los seres que hice."
Génesis, 7
De la extensa producción literaria del jesuita Athanasius Kircher (1602-1680), en El Arca de Noé es quizás donde de una forma más evidente se muestra la artificiosidad que tuvo que poner en práctica para compaginar razón y fe, "cuestiones fronterizas" como se las ha llamado, a las que exegetas de las consideradas como escrituras reveladas hacian frente intentando "casar" de la mejor manera posible. Una tarea que el Concilio de Trento se encargó de complicar, ya que la inspiración bíblica debía interpretarse en un sentido literal, algo, por otra parte, dificil de admitir en una época que la ciencia irrumpía ofreciendo nuevos descubrimientos. Éstos eran conocidos muy bien por Kircher y no serían obstáculo para, haciendo ingeniosas adaptaciones, demostrar que ningún argumento razonable podía poner en cuestión el hecho de que el diluvio universal fue un suceso real, consiguiendo así ser admirado por los científicos de su época de la misma manera que respetado por el brazo de la Inquisición. Entre las teorías que ideó, está por ejemplo la que resolvia la cuestión de que una pareja o septena de todas las especies de animales pudieran tener cabida en el interior del Arca, cuyas medidas establecidas por Dios eran de 300 codos de largo, 50 de ancho y 30 de largo. Aquí el padre jesuita establece una teoría evolutiva que recuerda en algunos aspectos a la de Darwin. Según él, no todos los animales fueron creados por Dios, o sea, no todos eran "puros", sino que muchos fueron el resultado -después del diluvio- de uniones espúreas entre miembros de distintas especies, sumándose a las causas de esas variedades morfológicas el influjo de los astros en las distintas regiones, la variedad de climas, así como la fuerza y el poder que ejerce la imaginación durante el coito en los cuadrúpedos, afectando de igual forma a las aves durante el tiempo de incuvación.
Dejo a continuación el breve análisis que Joscelyn Godwin dedicó a esta obra, al que he intercalado algunos párrafos del propio Kircher traducidos al castellano por Atilano Martinez Tomé acompañando las ilustraciones de una peculiar selección de animales.
El Arca de Noé
Por
Joscelyn Godwin
Arca de Noé fue dedicado a Carlos II de España, que contaba solo doce años en la fecha de la dedicatoria (1637) y estaba recibiendo una estricta educación jesuita. De todos los libros de Kircher éste es el que más podría agradar a un niño. Tras la apariencia de tratado bíblico no es sino un cuento de hadas iliustrado. Kircher se limita a tomar el relato del Diluvio y del Arca de Noé del Génesis y a embellecerlo con toda suerte de detalles precisos pero imaginados como solamente él podía hacerlo. No cabe aquí más que una breve muestra anecdótica.
El Diluvio tuvo lugar, se nos dice, en el anno mundi 1657 - es decir el año 2369 antes de Cristo, según los cálculos de Kircher- y duró exactamente 365 días desde que cayó la primera gota hasta el momento en que Noé y su familia salieron a tierra firme en Ararat. Antes del diluvio el hombre era extremadamente malvado; pero no sólo había seres humanos pues "en aquellos días había gigantes sobre la tierra" (Génesis, 6, 4). Se el ocurre a Kircher preguntarse si el propio Noé no sería un gigante, pero las dimensiones del arca le parecen insuficientes para acomodar a una familia de ocho gigantes aparte de todos los animales. Descubre, sin
embargo, que las proporciones del Arca, como las del Altar de Moisés en el Templo de Salomón, reflejaban las del cuerpo humano, y esto sirve para apoyar las diferentes interpretaciones alegóricas de la historia sin que ello afecte desde luego a su creencia en su veracidad literal. El arca no sólo representa el cuerpo humano sirviendo como vehículo para el alma a través de las tempestades de la existencia terrena; es también un símbolo de la iglesia. A su vez, Noé es símbolo y prefiguración de Cristo, mediador entre Dios y el hombre pecador.
La parte más deliciosa del libro es la referente a los animales, muchos de los cuales están ilustrados en los grabados de madera.
León. "Es un bruto cuadrúpedo, rugiente, generoso, soberbio y feroz. (...) Es un animal muy lascivo, sobre todo la hembra, que, cuando está estimulada por el celo, admite incluso al leopardo, y cuando siente el macho, se levanta con toda su fuerza para vengarse; se sirve mucho del olor y por él el macho descubre el adulterio de la hembra, la cual, con un instinto más astuto, para no ser descubierta se lava con agua y así engaña al marido". (...)
Camello-pardo. "Es un animal nacido de la unión entre el camello y el pardo. Tiene el cuello muy largo y la cabeza como la del camello. Las patas posteriores son más pequeñas que las anteriores. El dorso es como el del pardo, cubierto de manchas blancas. El emperador César alabó sus cualidades circenses después de verle en Roma. Es un animal manso, por lo que los bárbaros le dieron un nombre casi de oveja".
Noé se hallaba demasiado ocupado en construir el Arca como para poder reunir él mismo a las criaturas, pero fueron conducidas hacia ella guiados por Dios en parejas. Kircher las divide en tres especies: insectos, cuadrúpedos (que incluyen a los anfibios) y aves. Pero los únicos "insectos" admitidos en el Arca son las serpientes, pues los demás, junto con los escorpiones, ranas e incluso ratones, no copulan y se reproducen de una manera normal. Puede parecer que lo hacen, señala Kircher, pero "esto no es más que su manera de aliviar una picazón en las partes posteriores". Su simiente la depositan en las flores, las hojas, los cadáveres de animales o el fango, donde germina y madura. A menudo se la comen otros animales y vuelve a salir en los escrementos, de donde nacen las crías de los insectos. De este modo, al terminar el año de viaje, el arca contaba con una cantidad sobrada de estas humildes criaturas.
Serpientes (Arca de Noé, pag. sin numeración)
También fueron excluidos del arca los animales híbridos, aunque de todos ellos hay una ilustración. Primero aparece un animal familiar, la mula, cruce de un caballo y un asno, luego el leopardo, fruto de la unión entre león y una pantera. Por lo visto, la pantera se empareja con cualquiera: produce el "camellopardo" o el "hippardo", con el camello o el caballo respectivamente. Entre los híbridos más misteriosos se hallan el armadillo -que Kircher, como Kipling en Just So Stories, deriva del erizo y la tortuga- y el allopecopithicum, resultado del cruce entre zorro y mono.
Alopecopiteco. "Es un animal nacido de la unión del simio con la zorra, como indica la palabra compuesta. Cárdeno escribe que este animal nace en Etiopía, que posee la parte anterior de la zorra, pero la cola y la parte posterior son del simio; los pies anteriores son semejantes a los humanos y en las orejas se parece al murciélago. Tiene una bolsa bajo el vientre en la que lleva a las crías y de donde solamente las saca para mamar. (...) Sea lo que sea, yo pienso un poco temerariamente que es un animal monstruoso, en cuyo origen hemos de colocar la unión de diversos animales".
Armadillo. "Es un animal del reino mejicano, que tenemos expuesto en el museo para los visitantes, es semejante a un caballo enjaezado, dotado de una cobertura de escamas que la naturaleza le ha distribuido admirablemente para que, al ser tocado, se meta dentro de ellas formando un globo, como el erizo, y nadie pueda hacerle daño. (...) Yo deduzco por conjeturas que procede de la tortuga y el erizo, y no lo digo forzado, sino que lo considero del género de las tortugas por su cuerpo tesselado y perteneciente a los erizos, porque el resto de sus miembros y sus costumbres pertenecen a los erizos, con excepción de la cabeza que es propia de los puercos".
Tras examinar las taxonomías zoológicas de otros autores que clasifican a los animales en carnívoros y herbívoros, limpios y sucios, Kircher decide organizar a los cuadrúpedos con arreglo a su peso. Por tanto es el elefante el que abre la procesión de todas las bestias conocidas, salvajes, domésticas y míticas, como el unicornio, la sirena y el grifo. Dice Kircher que las sirenas existen, porque él posee los restos de una cola y huesos de uno de estos seres en su museo. En cuanto a los grifos, duda de la existencia de estos quiméricos monstruos que, según dice, surgieron del cruce entre el león y el águila; pero señala que ha recibido informes de la China que mencionan la existencia real de algunos y, de momento, no se atreve a emitir un juicio.
Sirena. "Es un monstruo marino que los españoles llaman pez-mujer y los italianos pez-donna. Es un animal que tiene la parte superior, hasta el sexo, de mujer y la parte inferior de pez, terminado en cola. Nadie puede dudar de su existencia, pues su cola y sus huesos están expuestos en nuestro museo. Es un anfibio del que abusaban los bárbaros cuando le cogían en tierra".
Grifo. "Nadie duda de que el grifo haya existido en la antigüedad. Tal como lo describen, es un animal quimérico, compuesto del halcón y del león. Pero nosotros no tratamos aquí de animales quiméricos, sino de especies verdaderas y reales de aves.
Es cierto que la relación de los geógrafos y de Paulo Véneto podemos comprobar la existencia de aves de gran magnitud en las orillas de los montes y en los confines del Asia Tártara, que dichos autores llaman grifalcos, en cuya caza y cetrería encontraban gozo el monarca de los tártaros. Me consta la verdad de estos datos por los padres que estuvieron en China, pero nadie puede afirmar que les haya visto en nuestros días; no obstante, yo no quiero suspender mi juicio sobre ellos y sí decir algo sobre su incierta existencia. Si es cierto lo que refieren de ellos los autores, a mí me sería muy fácil enumerarlos entre las águilas o los buitres, pero, por la naturaleza de la región o por el influjo de los cielos, llegaron a alcanzar esas grandes dimensiones, luego debieron ser excluidos del Arca".
Durante el viaje todos los animales se portaron bien gracias a Dios y la tripulación humana se afanaba en darles de comer y canalizar sus excrementos hasta la sentina que se hallaba aislada por brea. Había provisiones de alimentos para un año para todos los viajeros y sus crías (ya que siguieren procreando sin inhibiciones) entre los que se encontraban pollos, palomas, y otros animales en cantidad sobrada para alimentar a los humanos y a otros carnívoros.
Cuando se evaporaron las aguas apareció un mundo bastante diferente. Por ejemplo, el Paraíso, cerrado a los mortales desde la caída de Adán y Eva, había desaparecido sin dejar rastro y, en lugar de los cuatro ríos del Edén, surgieron el Tigris y el Éufrates. Teniendo en cuenta la nueva prohibición del Señor de que no se comiera carne con sangre, Kircher llegó a la conclusión de que antes del Diluvio sí podía comerse, pero que los malos espíritus eran atraídos por la sangre contribuyendo así a la degradación humana. Ahora era preciso purificar la sangre en el sacrificio consagrándola al Señor.
El sacrificio de Noé (Arca de Noé pag. 168)
Pero la nueva ley de Cristo, indica Kircher, elimina esto con los demás restos de la ley judaica.
Cuando hubo terminado el Diluvio, Noé vivió el tiempo suficiente para ser testigo de la repoblación del mundo por su hijos Sem, Cam y Jafet. Cada uno fue en una dirección distinta convirtiéndose en progenitores de los difrentes grupos raciales y lingüísticos.
Lecturas:
Joscelyn Godwin, Athanasius Kircher. La búsqueda del saber de la antigüedad, Editorial Swan 1986
Athanasius Kircher, El Arca de Noé (traducción y edición de Atilano Martinez Tomé) Ediciones Octo 1989
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Fascinante.
ResponderEliminar¿No crees que la misma ternura que nos producen estas "teorías" será la ternura que algunas de nuestras ideas producirán a los hombres del futuro?
Ahh, me ha encantado las fantasiosas uniones de las diferentes especies, los primeros "gallifantes", y qué ligera de cascos la pantera :) seguro que hoy en día podríamos hacer lo mismo mezclando algunos hombres con ciertos animales.
Me encanta leerte, cada post es una sorpresa y un aprendizaje. Un abrazo!
Así es Fedora, nos puede parecer divertida y tierna la visión de Kircher escrita hace ya unos cuatrocientos años, aunque también hoy en día, desde posturas esotéricas y teosóficas críticas con la "ciencia oficial" se hacen otras lecturas desde las que descubren lo que son para ellos significados más profundos, mostrándose así desprovistas de esa supuesta ingenuidad. Por otra parte, las teorías actuales que nos enseñan desde los documentales televisivos y los centros de enseñanza sobre el origen del universo, la prehistoria y la evolución de la especie humana ¿qué efecto producirán dentro de otros cuatrocientos años? ¿hilaridad? ¿sarcasmo...? es divertido imaginarlo...
ResponderEliminarSiempre un placer encontrarte por aquí, Abrazos !
Coincido con Fedora en la "ternura" que nos produce hoy, y a veces fascinación y placer estético también, al ver los textos iluminados de los incunables, que narraban todas estas cosas. Siempre los he visto como un antecedente del comic actual. Es imaginación en estado puro, motivada por la curiosidad de un saber más allá de lo revelado.
ResponderEliminarUn saludo
Desde luego RAB, es fascinante descubrir en libros antiguos una visión del mundo alejada y diferente de la actual, y un goce disfrutar de sus ilustraciones, para mi, uno de los grandes placeres. Mi sueño (irrealizable a no ser que me toque la lotería en el caso de que jugara) sería tener una buena colección de ejemplares de la calidad como el aquí mostrado, y aunque sin ser un incunable, ya que fue impreso en el siglo XVII, sin duda me harían las delicias. Pero bueno, al menos me consuelo con acceder a las versiones digitales ;-)
ResponderEliminarUn placer encontrate por aquí, saludos.