Sol Justitiae, por Jean Hani
La Navidad y la Epifanía son "fiestas de luz" que deben su carácter y su "poesía" a haber sido fijadas en el solsticio de invierno. Y, a este respecto, no hay razon para separar las dos fiestas, que no son sino una en realidad. Los doce días que las separan representan la diferencia entre el año lunar de 354 días y el año solar de 365. La existencia de este período festivo y sagrado se debe al hecho de que, después de la adopción del calendario solar, no se quiso abandonar todo recuerdo del calendario lunar más antiguo. Encontramos una serie semejante de días intercalares en el tiempo del equinoccio de Pascua. Además, la fiesta de la Navidad es relativamente reciente (de finales del siglo III) y es una creación de la Iglesia latina, pues la natividad del Señor era celebrada antes el 6 de enero. La celebración del 25 de diciembre nació del deseo de la Iglesia de que el culto de Cristo sustituyera al culto del Sol que en aquella época, precisamente, había materializado por así decirlo toda la piedad pagana del Imperio. La fiesta del solsticio de invierno se había hecho extremadamente popular. El 25 de diciembre era llamado Dies Natalis invicti o "Natividad del Sol invencible", invencible porque, habiendo alcanzado en el solsticio el punto más bajo de su curso, empieza a subir en el cielo, a "renacer". Era, por todas partes, una fiesta del fuego y de la luz: se celebraba con fuegos de maderas, hachones o ruedas inflamadas que se lanzaban al campo. Estos fuegos eran a la vez un homenaje al astro dador de vida y un rito de fertilidad destinado a fecundar los campos; y estas precisiones valen igualmente para los fuegos del día de San Juan del solsticio de verano. Además, los no cristianos encendían también cirios en señal de alegría. Los cristianos adoptaron estas costumbres, que se han transmitido hasta nosotros bajo la forma de las velas que se cuelgan al árbol, del "leño de Navidad" y , mejor aún, de los cirios de la Candelaria (vinculada al ciclo de la Navidad) y del cirio pascual, pues la liturgia pascual ha inspirado las de la Navidad y la Epifanía, y justamente los lazos que las unen son las del simbolismo solar. La Navidad, en lo fuerte del invierno, se anticipa a la Pascua: es el inicio de una primavera mística; existe una espacie de misterio primaveral de la Navidad que arrancó a un griego anónimo estos bellos acentos:
"Cuando, después de los fríos del invierno, la luz de la suave primavera empieza a brillar, la tierra, entonces, hace crecer la hierba y la vegetación, las ramas y los árboles se engalanan con nuevos brotes y el aire empieza a brillar por el esplendor del Sol... Pero ved que por nosotros Cristo ya ha nacido, cual la primavera celeste, porque como el sol, ha salido del seno de la Virgen."
Toda la liturgia del Adviento canta a esa Luz que se acerca y que poco a poco iende las tinieblas. "El señor vendrá para iluminar las profundidades de las tinieblas y se manifestará a todas las naciones" (Ant. 3.er domingo). La misa del sábado de los otros tiempos toma del Salmo 18, para aplicarla al Sol de justicia, la magnífica metáfora que describe el curso del sol: "Se lanza a recorrer cual héroe su camino: sale de un extremo de los cielos y llega en su curso hasta el otro confín." Y luego está la bellísima antífona del 21 de diciembre (día exacto del solsticio): "Oh Oriente, esplendor de la luz eterna, Sol de Justicia: Ven a iluminar a los que están sentados en las tinieblas y las sombras de la muerte." El 24, la espera de la luz se hace más apremiante: "Cuando el sol aparezca por el horizonte, lo vereis semejante al esposo que sale de la cámara nupcial" (1.ª Visperas). "Ya se inflama el oriente, he aquí ya los signos precursores, nuestro Dios viene ya a inundarnos con su luz" (Ant. de la Vigilia). En la Epifanía, encontramos el mismo tema indefinidamente repetido del fuego y la luz: "Esta estrella brilla como una llama y manifiesta al Dios Rey de reyes... (Ant. de Vísperas). "Levántate y resplandece, Jerusalen, que se alza ya tu luz, y la Gloria del Señor alborea para ti, mientras está cubierta de sombras la tierra. Sobre ti viene el Oriente del Señor, y en ti se manifiesta..." (Epístola -repetida en las horas- Is. 60, 1-6). La Navidad y la Epifanía son la manifestación solar del Cristo Salvador, luz de las naciones (lumen ad illuminationem gentium) y "Oriente del mundo" (ecce vir: Oriens nomen ejus).
Pero la luz del divino Sol de Navidad solo cobra todo su sentido frente a la noche. El misterio de la Navidad, como el de la Pascua, es el misterio de la "noche luminosa". La luz de la Navidad se manifiesta a medianoche (misa del gallo, animal solar), pues está escrito: "Mientras todo descansaba envuelto en el silencio, y en el preciso momento de la medianoche, Tu Verbo omnipotente, Señor, descendió del cielo saliendo del Trono real" (Sab, 18, 14-15, sirviendo de introito al domingo en la octava de la Navidad). Esa noche simboliza el pecado, las "sombras de muerte" (ignorancia, olvido) que vienen a disipar la luz crística. Pero tampoco hay que olvidar que el nacimiento del Mesías, al obrar una nueva creación -como resurrección-, se produce en condiciones análogas a las de la primera creación. La "noche" de Navidad corresponde, en este sentido, al "caos" y a "las tinieblas que cubrían la faz del abismo" (Gén. 1,2), que el Fiat Lux viene a iluminar y ordenar.
Como existe, por otra parte, una correspondencia entre todos los ciclos del tiempo, el ciclo cotidiano reproduce, a su nivel, el ciclo anual, y a la hora de la "medianoche" corresponde rigurosamente, en la duración del día, al solsticio de invierno en la duración del año. Del mismo modo que el año se divide en dos mitades, ascendente la una y descendente la otra, del solsticio de verano al solsticio de invierno, así el día se divide también en una mitad ascendente, de medianoche a mediodía, y una mitad descendente, de mediodía a medianoche. Así, el simbolismo de la medianoche refuerza al del solsticio de invierno, que es, de algún modo, la "medianoche" del año. Se trata, en ambos casos, de hacernos adquirir conciencia de la subida del sol lejos de las tinieblas, que produce en el plano sensible la renovación obrada por el Cristo naciente en el plano espiritual. "La luz luce en la stinieblas..."
Ya que Cristo es el Sol de Justicia podemos decir igualmente que Él es el "Sol de medianoche". Los antiguos afirmaban que, en los Misterios, les era dado a algunos "contemplar el sol de medianoche". Esta última expresión simboliza el Conocimiento supremo, que es la reducción de los contrastes, representados por la oposición entre el día y la noche, y la percepción de la unidad. En efecto, si contemplamos el sol a medianoche, ello quiere decir que, en realidad, ha desaparecido la noche y que se han cumplido las palabras de la Escritura: "La noche resplandece como el día." Esto quiere decir, en suma, que el tiempo se ha detenido, para dar paso a la Eternidad. Este conocimiento, que no es sino la "Luz de gloria" y la "Visión beatífica", es obra de Cristo, y por este motivo se le saluda, en los himnos antiguos, con este nombre, citado ya en repetidas ocasiones, de sol occasum nesciens, "sol que no se pone" o sol inmovil en el cénit. La Luz de medianoche del misterio de la Navidad constituye las primicias y la promesa de esa luz de gloria. "Los justos, -dice Jesús- brillarán como el sol en el reino de su Padre" (Mt. 13, 43), sentencia que Orígenes comenta muy bien así: "Los justos brillarán en el reino de su Padre porque se habrán convertido en una sola luz solar... Todos recibirán consumación en un Hombre perfecto y serán todos un único sol."
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(himno de la celebración ortodoxa)
Querido Jan,
ResponderEliminarsólo quería pasar a dejar un saludo y responder a la hermosa felicitación que nos has dejado en tu bitácora (volveré en otro momento con más calma).
¡Feliz Navidad!
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
Jan, que esa luz que con tanta precisión documentada evocas en tu entrada, te ilumina siempre para poder compartir contigo tus trabajos.
ResponderEliminarQue tengas una feliz noche y que puedas sentir la luminaria de tus amigos en todo tu largo camino.
Salud y románico
Apreciada Pola, mis mejores deseos para estos días de celebración.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad también para ti!
Vuelve cuando quieras, siempre es un placer encontrar por aquí palabras tuyas.
Hasta pronto y abrazos !
Syr, es un gran placer y un honor encontrar aquí tus hermosas palabras llenas de afecto y buenos deseos. Más cuando vienen de alguien que admiro, al igual que a Baruk, por la calidad humana que demostrais en vuestros blogs, los cuales sigo, sobre todo Saludyrománico, y de los que siempre aprendo algo.
ResponderEliminarTe deseo igualmente una feliz noche, que Papá Noel y el Cagatió sea generoso en La Fraga, y en especial con tu querido Álvaro.
Abrazos !
En el primer dia de este año desearte una estrella venturosa que aporte paz y alegria.
ResponderEliminarUn abrazo para ti y para Fragmentalia
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Te deseo lo mejor para este año que comienza Baruk, también para Saludyrománico, que la estrella os acompañe igual de luminosa.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo