"No hago distinción entre la realidad y la fantasía. Para mí lo fantástico procede siempre de lo cotidiano"
Julio Cortázar
Los farunferes
Por
Eliot Weinberger
Por
Eliot Weinberger
LOS FARUNFERES no tienen pelaje, pero sus labios son híspidos. Su holgada piel rosada y con manchas cuelga y forma pliegues, como si hubiesen bajado mucho de peso: es más fácil así correr a lo largo de los estrechos túneles. Los incisivos sobresalen del hocico como pinzas y es el único rasgo en sus caras indefinidas. Un farunfer puede caber en lo ancho de la palma, mientras la cola pende. Han estado bajo tierra por lo menos tres millones de años.
Jamás se asoman a la superficie. Son ciegos. Su mundo no es un laberinto sino un túnel recto, de dos o tres kilómetros de largo, que se bifurca en incontables callejones y en algunas cámaras de mayor tamaño. Viven de las raíces de los tubérculos que descienden hasta ellos.
Una colonia alcanza los trescientos habitantes y desplaza mensualmente hasta una tonelada de tierra. Cuentan con un sistema de castas tripartita como en la India. Los de menos talla son los cavadores y recolectores de alimento, los cuales trabajan toda la noche en fila, tanto hembras como machos: el primero escarba la tierra y la arroja hacia atrás al siguiente, que a su vez hace lo mismo, hasta llegar al último, que hace un agujero provisional en la superficie, saca la tierra con los cuartos traseros expuestos a la luna o a los depredadores y luego lo tapa de nuevo. Cuando se topan con una raíz la roen para llevar los trozos a los demás.
Los de mediana talla son soldados, los cuales procuran tener a raya a las serpientes de pico bermejo, a las lima, a las de boca blanca y a la pitón de las arenas que a veces se abren paso hasta su guarida. Las combaten a mordiscos que resultan fatales si la serpiente es pequeña, de inmediato e inexplicablemente. Si por casualidad dos colonias de farunferes se topan en un túnel, los soldados luchan a muerte.
Estas casta prestan servicio a los de mayor tamaño, los reproductores. Son únicos entre los mamíferos, pues sólo una hembra se multiplica. Es con mucho la más alargada, voluminosa y agresiva de la colonia. Si muere sobreviene el caos. La atienden de uno a tres machos, que no hacen otra cosa. Ocupan su tiempo en hocicarla; en aparearla -ella lleva la inicativa-, montándola por detrás quince segundos mientra se apoyan con las patas delanteras aferradas a las paredes del túnel, casi siempre sin éxito. Al quedar preñada, las tetillas de cada uno de los miembros de la colonia, machos y hembras, se hinchan, alcanzan el mayor tamaño en el momento del parto y luego se reducen. Justo antes de parir, la hembra corre despavorida por lo túneles.
Tiene cuatro o cinco camadas al año de una docena de crías. A través de la piel transparente de éstas se distinguen los órganos internos con toda claridad. Solo sobreviven unas cuantas, y viven mucho tiempo, a veces más de veinte años. Devoran a las que mueren, y sólo dejan las cabezas. En ocasiones devoran a las vivas.
Por haberse cruzado tanto tiempo entre sí, práticamente son clones. Un callejón bifurcado del túnel es su letrina: allí se revuelcan en la tierra mojada a fin de que todos despidan el mismo olor. De modo casi constante se tocan, rozan sus narices, se soban, se hocican. Cuando el túnel queda obstruido trabajan en ambos extremos y lo vuelven a unir perfectamente. Duermen en apretado montón, con los reproductores encima, en la cámara de anidar para mantenerse tibios; cada farunfer tiene la nariz arrimada al ano y a los genitales del siguiente.
Su mezquina crueldad es incesante: entrechocan los dientes respirando agitadamente en el hocico abierto de los demás, se golpean, abofetean, muerden y tiran de la holgada piel de su vecino, se dan empellones de casi un metro por el túnel. Pero sólo las hembras que compiten por el puesto de reproductoras se infligen daño de veras. Herida, la hembra derrotada se arrastra temblorosa hasta la letrina, ignorada por los otros hasta que muere.
Los túneles nunca están en silencio. Los farenfures emiten al menos diecisiete sonidos distintos: chirridos bajos y chirridos altos, agudos y graves, rechinamiento de dientes, trinos, gorjeos, chasquidos de la lengua, estornudos, chillidos, siseos, gruñidos. Distintos sonidos cuando se topan con otros, cuando orinan, cuando se aparean, cuando están molestos, alarmados o heridos, cuando se empujan, cuando dan con un intruso, por ejemplo un escarabajo, cuando encuentran alimento, cuando no pueden encontrarlo.
Limpian sus patas con los dientes. Limpian sus dientes con las patas. Bostezan. Se estremecen. se rascan después de orinar. Se calientan cerca de la superficie, en la tibia tierra oscura. Dormitan con las cortas patas extendidas y la enorme cabeza gacha. Se ovillan y acercan el hocico al ano para comer sus propias heces.
Corren con los ojos cerrados a la misma velocidad hacia delante y hacia atrás, por encima y por debajo de los demás. Cambian de rumbo con una voltereta. Para dar con la ruta, si no la saben, se lanzan hacia el frente hasta que la nariz topa con la pared, van marcha atrás, ajustan el ángulo y de nuevo se lanzan hacia el frente. En ocasiones algún farunfer para de pronto, se alza sobre sus patas traseras y se queda quieto con la cabeza contra el techo del túnel. Arriba se libra la guerra civil en Somalia. Tienen el oído muy fino. (1992)
¿No os parecen unos encantadores animalitos? ¿Os animais a regalar una mascota original? Tomad nota de lo que dijo un sabio de la Antigüedad:
"Un verdadero conocedor de la Naturaleza ha de amar incluso los aspectos repugnantes. En todas las obras de la Naturaleza hay algo maravilloso".
Aristóteles
Los mejores deseos de Fragmentalia a todos sus lectores y amigos.
Para estas festividades navideñas, mucho AMOR, también mucho HUMOR, pero sobre todo, no dejemos de buscar la BELLEZA.
Para saber mas sobre los farunferes AQUÍ
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¿Qué son las estrellas?
Lecturas:
Eliot Weinberger, Las cataratas. Duomo ediciones 2012
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¡Qué extraños animalitos!!! No los conocía -aunque soy muy "bichera"-. Magnífica descripción del estilo y formas de actuar de estos seres. Me gustó mucho la cita de Cortázar que has transcripto, es muy acertada, así pienso yo: la naturaleza jamás deja de sorprendernos, y la belleza aparece en todas partes, sólo debemos agudizar la mirada y predisponer el espíritu. A menudo me cuesta aceptar esas "guerras" interespecie...pienso en la nuestra, los humanos nos creemos muy superiores a todas las demás especies, sin embargo aún no hemos podido liberarnos de la violencia y del flagelo de la guerra.
ResponderEliminar¡¡MUCHAS GRACIAS POR TUS BUENOS DESEOS PARA ESTA NAVIDAD Y LOS RETRIBUYO CON MUCHO CARIÑO PARA VOS!!
¡Abrazos pasados por agua!!! (por aquí en pleno temporal..)
¡Hasta pronto!!
También hago votos para que el AMOR reine en nuestro mundo y el HUMOR no deje de aportar su cuota de risas y sonrisas!!!
Nota aclaratoria: quise referirme a las guerras intraespecie...aunque en realidad las hay de ambos tipos.
ResponderEliminarLa sensación que me provocó la lectura de Julio Cortázar, especialmente las situaciones que describe en sus relatos, es la de perplejidad, algo que luego, dentro de su juego, se traslada cuando observas la realidad cotidiana apareciéndote ésta no menos extraña y sorprendente. Sí Mabel, son unos animalitos muy extraños estos farunferes, incluso pueden parecernos de ficción, surgidos de la fantasía, pero, -desde la pura objeividad- en cuanto a la capacidad de sorprender y dejar perplejo, creo que nada comparable a las complejas realidades creadas por nuestra especie.
ResponderEliminarY bueno, porque son ciegos, sino seguramente les pareceríamos tan horribles como nos lo pueden parecer a nosotros ;-)
Y sí, tal como dices que no falte la cuota de humor, que no sea impedimento una realidad que parece empeñada en acaparar toda la atención con uno de sus peores rostros.
Abrazos !
El relato, trepidante, descriptivo, repugnante también, me ha producido en principio rechazo. Al poco, he querido reconocer ciertos microcosmos endogámicos que no citaré, no viene al caso. Sólo me falta encajar en la realidad esa adoración por la hembra cuando ya ha sido montada y va a parir, ese detalle no lo encajo. Felices fiestas, Jan, a ti, a tus lectores, a tus lecturas.
ResponderEliminarY un abrazo grande.
Veo que la curiosidad superó la repugnancia y pudiste leerlo hasta el final..!, me parece perfecto, creo que el texto lo merece. Los animales siempre han inspirado fábulas y cuentos con los que poder entretenernos o extraer alguna enseñanza, sobre estos seres subterráneos con tan curiosa organización y que nunca ven la luz del sol seguro que alguien encontaría material interesante. Y no dudo que hasta Tim Burton sería capaz de hacer con ello una película de animación con un bonito cuento de Navidad!, y ya sabes, merchandising y ya tenemos nuevas mascotas de gomaespuma listas para hacer las delicias. Luego seguramente el farunfer real ya no produciría tanto rechazo. Como en todo, es cuestión de familiarizarse... Creo que la muñeca estrella que vuela de los estantes de las jugueterías estas navidades es un horripilante cadáver o algo así..., ¿no tendrás alguna por casa...?
ResponderEliminarFelices fiestas también para ti, Iconos. Disfrútalas plenamente en la mejor compañía.
Otro gran abrazo
Muy buenas.
ResponderEliminarPues decía ayer, que esos animalillos no se diferencian tanto de los seres humanos. Nosotros también vivimos ciegos al mundo, nos embarcamos en guerras absurdas cuando topamos unos con otros y mostramos indiferencia hacía los perdedores.
Lo que sí me ha sorprendido, es el reflejo que tiene toda la colonia cuando la hembra queda preñada. A todos les crecen las mamas??? Es algo que te hace pensar, sienten como si todos fueran UNO.
Es muy curioso.
Feliz Nochebuena Jan!!
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Mi mascota Mongui y yo, también te deseamos todo lo mejor, Jan.
ResponderEliminarUn abrazo virtual, mientras aguarda el real.
Yo también he conseguido leerlo hasta el final, mirando de reojo las fotos... ¡Y yo creo que Aristóteles no vio nunca un farunfer, que me aspen! ¡Muy Felices Fiestas!
ResponderEliminarMe alegra Baruk que se haya solucionado el problema que impedía la publicación de tus comentarios.
ResponderEliminarTal como le decía a Iconos los animales siempre han inspirado fábulas y cuentos. Esto es así porque los seres humanos creemos encontrar en ellos -tanto positivos como negativos- atributos y cualidades propios. Estoy contigo en que del análisis de los aquí presentados tambíén se podrían sacar interesantes metáforas.
Sobre tu referencia a que todos los individuos se sienten como si fueran UNO parece más fácil y frecuente observarlo entre los insectos. Serían muchos los ejemplos. Hace poco pude ver en un documental la fascinante reacción de una especie de hormigas. Cuando el terreno donde tienen el nido se inunda por una riada, las obreras se entrelazan formando una especie de balsa que flota sobre las aguas, la reina, la más valiosa del grupo, y los huevos que aseguran el futuro se colocan encima hasta que pasa el peligro y pueden encontrar un nuevo refugio.
Una abraçada y bones festes
Otro abrazo Syr, y espero igualmente poder dártelo de forma real.
ResponderEliminarMis mejores deseos también para Mongui, y dile que no se preocupe, que aunque aquí los promocionemos un poco los farunferes nunca serán unas mascotas que le puedan hacer la competencia.
Yo pensé lo mismo Isabel, de habérsele cruzado a Aristóteles en el camino un farunfer, ¡posiblemente se lo hubiera pensado dos veces antes de escribir una sentencia como esa..!
ResponderEliminarMis mejores deseos también para estas fiestas.