Antonio de Pereda, El sueño del caballero, 1670 (detalle)
Las dávidas desmedidas,
los edificios reales
llenos d'oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
del tesoro,
los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocío
de los prados?
Jorge Manrique
Todos los vicios dan treguas; el glotón se agita, el deshonesto se enfada, el bebedor duerme, el cruel se cansa, pero la vanidad del mundo nunca dice basta, siempre locura y más locura.
Baltasar Gracián
Los bodegones conocidos como "vanitas" alcanzaron gran difusión en la pintura del siglo XVII en el norte de Europa y España, donde pondrían de relieve -acorde con el clima de crisis y desánimo en una época de profundas transformaciones-, una mirada desengañada del mundo y de la efímera existencia humana, algo también muy prodigado en la producción literaria. Éste género pictórico de fuertes connotaciones alegóricas y moralizantes seguidor de la tradición emblemática, se presenta como una señal por la que tomar conciencia sobre la fatuidad del empeño en las conquistas mundanas dirigidas al conocimiento (siempre relativo), la riqueza, los placeres, la belleza, sujetas al paso ineludible del tiempo y de la conclusión final en la muerte. Su iconografía es rica en imágenes simbólicas que han de saberse interpretar, descubriendo así su mensaje que aumentará consecuentemente el placer que supone la contemplación de estas obras de arte. Para ello dejo a continuación algunos fragmentos donde se analizan algunas de estas pinturas del barroco español de la mano de un gran experto en la materia.
Visión y símbolos en la pintura del siglo de oro
(fragmentos)
por
Julián Gállego
(...) Junto a floreros y bodegones hallamos otro aspecto de la naturaleza muerta (y bien muerta): la Vanitas o "Vanidad", nombre inspirado en unas palabras del Eclesiastés: "Vanidad de vanidades y todo vanidad" (1-2). Para enseñar esta vanidad de la vida, nada mejor que el cráneo de un muerto, la calavera, fruto primero de la desobediencia de nuestros Primeros Padres. (...)
Este género de la pintura se podría nombrar en castellano, más exactamente que "vanidad", desengaño, palabra clave de los grandes conceptistas del pesimismo español, Quevedo y Gracián.
(...) La calavera se usa en las vanitas más aparentes; hay otros cuadros de "desengañados" más secretos. Un reloj, una flor bastan al buen entendedor. El reloj tiene en el arte español del Siglo de Oro un puesto casi tan importante como el cráneo, con el que aparece asociado a menudo. El tiempo que pasa significa, en el siglo que descubre el movimiento en la pintura, la amargura que impide el placer: "Soy un Fue y un Será y un Es cansado", escribe Quevedo. Al nacer, comenzamos a morir; cuanto más tememos a la muerte, mas nos vamos acercando a ella. Los sufrimientos de amor, en su misteriosa inutilidad, nos persiguen hasta la tumba.
Pieter Claesz, Vanitas, 1625
(...) Lázaro Diaz del Valle habla encomiástico de un lienzo de Pereda "del Desengaño del Mundo, con unas calaveras y otros despojos de la Muerte, que son todo todo a lo que puede llegar el arte de la pintura". Pero en ciertos casos, además de "despojos de la Muerte", los cráneos pelados de Pereda son un recuerdo del primer hombre, Adán, cuya sepultura (según la leyenda de la Cruz, admirablemente ilustrada por Piero della Francesca en la iglesia de San Francisco de Arezzo), sita en el Gólgota, "monte de la calavera", se convierte así en uno de los símbolos de la Pasión de Cristo, un atributo que, ni en nuestro tiempo, se deja de poner al pie del Crucifijo. En el cuadro de la iglesia de Arc-Senans (Francia) que se conoce por "El niño Jesús y la vanidad del mundo", pero que sería más exacto llamar "Jeroglífico de la Redención", Pereda yuxtapone el tema de la infancia y el de la muerte de Jesús, según una tendencia de la sensibilidad que, al agudizar el culto al Niño, lo carga con los atributos de su Pasión, del que pocos ejemplos hay fuera de España o Portugal y sus zonas de influencia.
Antonio de Pereda, El niño Jesús y la vanidad del mundo, 1644
En este lienzo, la serpiente y la manzana (abajo a la izquierda) se avecinan a los símbolos, ya usados en la Edad Media, de la Pasión de Cristo, y el orbe o globo del mundo. Pero el Niño, con una cruz en la mano, sube al Cielo con el manto púrpura que Pacheco recomienda en la iconografía del Resucitado.
Hallamos aún una mayor profusión de calaveras que en el cuadro de Arc-Senans en la famosa "Vanidad" de Pereda en la Kunsthistorisches Museum de Viena: cinco, en vez de tres.
Antonio de Pereda, Alegoria de la vanidad 1634
...un ángel de tipo claramente femenino y lujosamente vestido (acaso un retrato de dama a lo "divino" combinado con "desengaños") nos enseña un montón de objetos, acentuando dos de ellos: un camafeo de Carlos V y una esfera con las tierras que dominó.
Si una moneda romana de Augusto, un magnífico reloj de mesa, de tipo arquitectónico, como los que suelen acompañar a las efigies reales, una bengala o bastón, unas piezas de armadura damasquinada, otras armas y un collar de Corte pudieran darnos a entender que este cuadro es como epitafio del Emperador, otros elementos convienen menos a esa particularización (naipes, bolsa de dineros, miniaturas femeninas). Unas cartas de juego han caído de una mesa, lujosamente tapizada, a otra de burdo leño, como muestra del paso permanente de la vida a la tumba. En la segunda mesa, con un cirio apagado y unos libros, están las calaveras, bajo una de las cuales han escrito, en la tabla sin pulir: "Nihil omni" (sic), esto es, "nadie escapará".
En otro "jeroglífico" de Pereda, el "Sueño del caballero" de la Academia de San Fernando, de Madrid, asistimos a una de esas pesadillas o ensueños que sirven de aviso. Un joven y elegante caballero, con su traje moteado, digno de Velazquez, se ha quedado dormido, con la cabeza (muy semejante a la de "Jacob" del "Sueño" de Ribera, Prado) apoyada en la mano.
Un ángel, casi tan encantador como el de Viena, le muestra un bric-à-brac parecido, mientras cortésmente le tiende una inscripción: "Aeterne Pungit Cito Volat et Occidit." Es posible que algunos de los objetos reproducidos por Pereda (ver ampliación en la imagen de cabecera) vengan de más antiguos simbolismos. El espejo, el cofrecillo, el saco de dinero, son atributos medievales de la Prudencia; el reloj, de la Templanza; la espada, de la Justicia. Pienso que, como en el caso anterior, Pereda pudo aquí referirse a un tema concreto, suerte de "empresa" destinada a una persona, aunque aplicable a muchas.
(...) Las "vanidades" de Valdés Leal son tan famosas, acaso más aún, que las de Pereda. (...). En el cuadro del Wadsworth Atheneum de Hartford (Connecticut), un Angel adulto levanta un cortinaje (las apariencias) para enseñarnos el Juicio Final;
a la izquierda, un angelote del tipo de los Goltzius o Carpione parece divertirse haciendo pompas de jabón (fugacidad de la existencia y del mundo).
Más cerca vemos un cráneo coronado de laureles (vanidad de las glorias humanas), un reloj de bolsillo abierto (la hora que pasa y que mata), un jarrón de cristal (fragilidad) lleno de flores que se deshojan (todo se marchita). En el centro de la composición, una esfera armilar (el Universo y la Ciencia), una tiara, una mitra, una corona, un cetro (efímeras dignidades y grandezas), cofres llenos de oro y de joyas (ilusorias riquezas), naipes y dados (placeres engañosos), instrumentos de arquitectura (construimos edificios condenados por adelantado a arruinarse, y lo que se edifica es nuestra tumba, un cirio apagado (la Muerte) y un montón de libros, uno de los cuales, abierto, nos muestra una "empresa", con un reloj de sol: otro símbolo claro de fugacidad.
Lecturas:
Julián Gállego, Visión y símbolos en la pintura española del siglo de oro, Aguilar 1972
Fernado R. De la Flor, Era melancólica. Figuras del imaginario barroco, Olañeta Editor y Universitat de les Illes Balears 2007
Entradas relacionadas:
El Arte de morir
El Carro de Heno y el Triunfo de la Muerte
El juego de la Muerte
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En otro "jeroglífico" de Pereda, el "Sueño del caballero" de la Academia de San Fernando, de Madrid, asistimos a una de esas pesadillas o ensueños que sirven de aviso. Un joven y elegante caballero, con su traje moteado, digno de Velazquez, se ha quedado dormido, con la cabeza (muy semejante a la de "Jacob" del "Sueño" de Ribera, Prado) apoyada en la mano.
Antonio de Pereda, El sueño del caballero, 1670
Un ángel, casi tan encantador como el de Viena, le muestra un bric-à-brac parecido, mientras cortésmente le tiende una inscripción: "Aeterne Pungit Cito Volat et Occidit." Es posible que algunos de los objetos reproducidos por Pereda (ver ampliación en la imagen de cabecera) vengan de más antiguos simbolismos. El espejo, el cofrecillo, el saco de dinero, son atributos medievales de la Prudencia; el reloj, de la Templanza; la espada, de la Justicia. Pienso que, como en el caso anterior, Pereda pudo aquí referirse a un tema concreto, suerte de "empresa" destinada a una persona, aunque aplicable a muchas.
(...) Las "vanidades" de Valdés Leal son tan famosas, acaso más aún, que las de Pereda. (...). En el cuadro del Wadsworth Atheneum de Hartford (Connecticut), un Angel adulto levanta un cortinaje (las apariencias) para enseñarnos el Juicio Final;
Valdés Leal, Alegoria de la vanidad, 1660 (Connecticut)
a la izquierda, un angelote del tipo de los Goltzius o Carpione parece divertirse haciendo pompas de jabón (fugacidad de la existencia y del mundo).
Más cerca vemos un cráneo coronado de laureles (vanidad de las glorias humanas), un reloj de bolsillo abierto (la hora que pasa y que mata), un jarrón de cristal (fragilidad) lleno de flores que se deshojan (todo se marchita). En el centro de la composición, una esfera armilar (el Universo y la Ciencia), una tiara, una mitra, una corona, un cetro (efímeras dignidades y grandezas), cofres llenos de oro y de joyas (ilusorias riquezas), naipes y dados (placeres engañosos), instrumentos de arquitectura (construimos edificios condenados por adelantado a arruinarse, y lo que se edifica es nuestra tumba, un cirio apagado (la Muerte) y un montón de libros, uno de los cuales, abierto, nos muestra una "empresa", con un reloj de sol: otro símbolo claro de fugacidad.
Lecturas:
Julián Gállego, Visión y símbolos en la pintura española del siglo de oro, Aguilar 1972
Fernado R. De la Flor, Era melancólica. Figuras del imaginario barroco, Olañeta Editor y Universitat de les Illes Balears 2007
Entradas relacionadas:
El Arte de morir
El Carro de Heno y el Triunfo de la Muerte
El juego de la Muerte
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¿Cómo sería un "Vanitas" moderno? me lo imagino con un smartphone, una tablet, varias máscaras en forma de emoticonos, una lata de coca-cola, varias calaveras con labios (siliconados, claro) y la posibilidad de puntear un "me gusta"...:) un abrazo, Jan.
ResponderEliminarUn "vanitas" moderno, Fedora, es un político, un Iñaki, un empresario, un famosillo de revista de corazón y programa de tele estilo Belén Esteban, el vecino del tercero ascendido a jefe de negociado, la tendera del bajo agraciada con el cupón de la ONCE...
ResponderEliminarEs una actitud.
Excelente trabajo Jan, del que se pueden extraer conclusiones aún más amplias. Seguro
Un abrazo
Encontraríamos infinidad de motivos con los que componer una recreación actualizada de esos fúnebres bodegones, ¿verdad Fedora?
ResponderEliminarMe ha gustado lo de la posibilidad de puntuar con un "me gusta", por ser ésta una forma en que hoy en día parece prodigarse especialmente la vanidad a través de la web. Y en ver crecer la lista de amigos desconocidos en facebook, la de seguidores..., todo eso que de forma generalizada parece proporcionar pequeñas y efímeras dosis de placer que provocan adicción. Sin duda quienes diseñaron las redes sociales sabían muy bien lo que hacían potenciando ese aspecto ;-)
Abrazos !
Una de las conclusiones que me parece pueden extraerse de esas composiciones barrocas no exentas de contenido moral, era sugerir que la Vanidad como actitud va unida inevitablemente al Desengaño. En la misma medida que se está bajo el poder ilusorio de aquella, se está proporcionalmente en la de sufrir el pesar de éste. Sería aquello de que cuanto más arriba te crees, más dolorosa será la caída.
ResponderEliminarAbrazos Syr
Hola Jan, sabio amigo, y no te digo o de "sabio" con animo de acrecentar tu vanidad para que suba por la escalera ilusoria , sino como reconocimiento a una reflexión que me has proporcionado y que, personalmente, me ha resultado muy interesante y más aún, necesaria. Lo dicho, tu palabra es siempre muy apropiada. Gracias
ResponderEliminarPor otro lado, el otro día comentábamos entre nosotros ese efecto de sincronización que tenemos contigo. Estamos elaborando un texto donde el simbolismo del cráneo también tiene alto contenido, pero en este caso es para reforzar una virtud en lugar de un pecado, curioso, curioso.. :-)
Moltes gracies i et truco en breu.
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Baruk, querida, ¿quien puede resistirse al placer de dejarse llevar de vez en cuando por las ilusorias alas de la vanidad? bueno, se supone que los santos, pero te puedo asegurar que estoy muy lejos de ser uno de ellos ;-P En cuanto a lo de sabio, creo que en un concurso no llegaría ni a aprendiz de diablo...
ResponderEliminar¿Estamos sincronizados? ¡eso sí que mola..!
Oye me dejas en ascuas con ese proyecto que teneis entre manos. Espero tu llamada para hablarlo personalmente,
fins aviat..!
Comentar...., Caer en brazos de la vanidad...
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