Andreas Cellarius: Harmonia Macrocosmica (s.XVII)
Representación de las órbitas planetarias que rodean la Tierra.
Los pitagóricos decían que un sonido armonioso es producido por el movimiento de los cuerpos celestes; y dedujeron esto científicamente a partir de la analogía de sus intervalos; puesto que no sólo las proporciones de los intervalos del sol y la luna, y Venus y Mercurio, sino también de los otros astros fueron descubiertas por ellos.
Simplicio
La música expresa la armonía del universo, mientras los rituales expresan el orden del universo. Mediante la armonía, todas las cosas son influidas, y mediante el orden, todas las cosas tienen un lugar propio. La música surge de cielo, mientras que los rituales son modelados sobre la tierra. (...) Para tener los rituales y la música apropiados, debemos entender los principios del Cielo y la Tierra.
Confucio
Isaac L. Rice (1850-1915) además de destacar en su afición al ajedrez (disciplina en la que alcanzó una gran reputación y a quien se debe la creación del gambito Rice), fue también uno de los más reconocidos teóricos musicales estadounidenses. Sobre esta otra gran pasión escribió una obra titulada What Is Music ?, donde expone una idea de la música acorde con la tradición pitagórica en el sentido de considerarla como fenómeno cósmico y universal reconocible en la armonía de los movimientos celestes y los ciclos de la naturaleza. Visión que, recogida por almas poéticas y musicales, será motivo de inspiración emotiva y sonora. Dejo a continuación unos fragmentos de uno de sus capítulos.
Espacio y Tiempo (Reposo y Movimiento)
(fragmentos)
por
por
Isaac L. Rice
Ahora bien, ¿qué es la música? La embellecedora del Tiempo, es la respuesta simple y categórica; una respuesta, también, de la que pueden deducirse otras respuestas a todas las preguntas que surgen de la pregunta original; una respuesta que sirve como piedra angular de la teoría fundamental de la música misma. Es para adornar el Espacio siempre en movimiento de la existencia por lo que fue generada la música y en ella se pusieron los gérmenes de ese proceso. En el Espacio del Reposo, en la Naturaleza visible, La Naturaleza misma emprendió la tarea de embellecer. Y allí ha prodigado bellezas indecibles e innumerables. La belleza reina en la montaña y en el valle, en la colina y en la hondonada. Está presente tanto en la gentil arboleda como en el bosque poderoso. Está en el pequeño arroyo y en el océano magnífico. Está en el hombre y en la mujer, en los pájaros, en las plantas; en cualquier parte, en todas partes, la tenemos al alcance de la vista, si es que queremos ver. Hay bellezas de todo tipo y grado, de lo sublime a lo delicado, de lo grandioso a lo pintoresco. Todo esto ha hecho la Naturaleza por el Espacio, y hacer algo semejante para el Tiempo es el gran y sagrado propósito de la música.
(...) El Espacio es reposo, el Tiempo es movimiento. El Espacio es inerte, el Tiempo es vida. El Espacio es reposo, carece de vida, pero, por ello mismo, no conoce ninguna muerte. El Tiempo es movimiento, vida, pero, ¿qué es la vida sino cambio, y qué es el cambio sino muerte? Y, sin embargo -¡la antítesis eterna!-, aunque en todas las cosas son lo contrario el uno del otro, son no obstante los homólogos el uno con el otro; aunque opuestos, por sus mismas definiciones, son sin embargo maravillosamente semejantes; aunque, subjetivamente, esencialmente antagónicos, no son, objetivamente, sino ¡manifestaciones diferentes de una idea idéntica! Pues, ¿qué es el Tiempo? ¡Es el Espacio del movimiento, el Espacio de la existencia! (...)
Ahora bien, ¿qué es la música? La embellecedora del Tiempo, es la respuesta simple y categórica; una respuesta, también, de la que pueden deducirse otras respuestas a todas las preguntas que surgen de la pregunta original; una respuesta que sirve como piedra angular de la teoría fundamental de la música misma. Es para adornar el Espacio siempre en movimiento de la existencia por lo que fue generada la música y en ella se pusieron los gérmenes de ese proceso. En el Espacio del Reposo, en la Naturaleza visible, La Naturaleza misma emprendió la tarea de embellecer. Y allí ha prodigado bellezas indecibles e innumerables. La belleza reina en la montaña y en el valle, en la colina y en la hondonada. Está presente tanto en la gentil arboleda como en el bosque poderoso. Está en el pequeño arroyo y en el océano magnífico. Está en el hombre y en la mujer, en los pájaros, en las plantas; en cualquier parte, en todas partes, la tenemos al alcance de la vista, si es que queremos ver. Hay bellezas de todo tipo y grado, de lo sublime a lo delicado, de lo grandioso a lo pintoresco. Todo esto ha hecho la Naturaleza por el Espacio, y hacer algo semejante para el Tiempo es el gran y sagrado propósito de la música.
Los materiales de que está compuesta la música existen sólo en el Tiempo, y aquí tenemos la explicación de muchas de las características de la música. El Tiempo es movimiento, es vida, y sin embargo el seguro portador del cambio, de la muerte. Como movimiento, su influencia sobre nosotros es emocional, perturbadora; al hablarnos constantemente de cambio y de muerte, despierta en nosotros sentimientos de melancolía. La música, cuando embellece los momentos pasajeros, nos dice no obstante que son pasajeros, y por eso es tan propensa a provocar tristeza. (...)
Además como ya dijo Aristóteles, ¿qué son las emociones sino movimientos? Y como la música es movimiento, su efecto sobre ellas debe ser grande, pues los movimientos ejercen una influencia enorme sobre movimientos semejantes y tienen gran tendencia a responder a movimientos semejantes. Éste es un hecho bien conocido para todos los que están familiarizados con la forma de operar de las vibraciones. "Pero -puede objetarse- el ojo es también un órgano capaz de discernir el movimiento". A esto respondo que en este momento nos ocupamos solo de lo bello en movimiento, y que esto es principalmente competencia del oído. Las bellezas del movimiento abiertas a la percepción de los ojos son de una clase inferior. Los placeres al ver bailar o caminar no entran realmente en el rango de los provocados por la contemplación de lo bello en el sentido más elevado. En el movimiento de las olas del mar nos impresiona más la asociación de ideas que la belleza del movimiento mismo.
Hay, en efecto, otro tipo superior de movimiento en la naturaleza visible: los movimientos de los cuerpos celestes. Todos los días sale el Sol, y tranquila y majestuosamente recorre su camino por el firmamento, para oponerse entre el esplendor y la gloria. Luego aparecen las estrellas, y con igual majestad atraviesan los cielos, salen y se ponen hasta que el rey del día asciende de nuevo desde el horizonte y las eclipsa por el extremado poder de su luz. este movimiento no se limita al día y la noche; cuando el año avanza, el Sol y la Luna se mueven con él. Un mes el Sol sale en un signo, al mes, Arturo es la estrella más orgullosa de entre la multitud que brilla en las alturas; un mes después está ya destronada, y brilla Antares, que durante un tiempo asume la gloria. Pero la hermosa e imperial Lira sigue su estela, y a su vez reclama homenaje como guía de las estrellas. Menos regulares en su trayectoria, también están en los cielos los planetas, que se mueven indiferentes en sus órbitas, visibles ahora aquí, luego allá. La encantadora Luna, reina de la noche, continúa curso tranquilo. Ahora se la ve nada más como un hilo de plata en el oeste, crece, maravillosa y orgullosa, a medida que se acerca hacia el este, hasta que casi rivaliza con el Sol por el esplendor de su luz; pero es sólo para decrecer cada vez más, hasta que se pierde de vista.
Está también el sutil movimiento de las estaciones. Ahora el bosque está vestido de un hermoso verde, el jardín está fragante con sus flores, los árboles se encuentran cargados de frutos, los campos rebosan de palpitante maíz. Pronto el verde se transforma en múltiples variedades de color, caen las hojas y cubren el suelo, las flores desaparecen del jardín, se recoge el maíz de los campos. Luego llega el invierno; la nieve lo cubre todo, los arroyos de las montañas y los ríos de los valles se transforman en frío y brillante hielo; la suave brisa da paso a las ráfagas feroces de la tormenta. Pero la primavera llega poco después, y difuende por el aire el soplo de la vida. La nieve se funde, el hielo se derrite, los torrentes de las montañas bajan veloces con vigor renovado y diez veces aumentado; el pulso de la naturaleza late con la frescura de la juventud. Pronto todo se encuentra de nuevo en flor, los árboles se visten de blanco, las plantas empiezan a brotar. Luego el verano se hace presente una vez más, y el curso del año comienza de nuevo.
Los movimientos de las esferas y de las estaciones son, en verdad, sublimes. Los filósofos antiguos y sus seguidores hasta tiempos recientes vieron ahí los mecanismos de la música. Todos esos movimientos no eran para ellos sino manifestaciones visibles de una armonía trascendental. Por lo tanto, dice el pitagórico: "Es incumbencia de la música no sólo presidir la voz y los instrumentos musicales, sino incluso armonizar todas las cosas contenidas en el universo". Por eso también, el escolástico exclama: "La música del universo es una gran unidad, y por mandato de Dios gobierna todas las cosas que están en movimiento, todas las cosas que se mueven en el cielo, en la Tierra, o en el mar, todo lo que suena en las voces de hombres y animales; la música es la reguladora de los días y los años".
Un sentimiento simiar inspiró a Shakespeare cuando escribió:
Hay, en efecto, otro tipo superior de movimiento en la naturaleza visible: los movimientos de los cuerpos celestes. Todos los días sale el Sol, y tranquila y majestuosamente recorre su camino por el firmamento, para oponerse entre el esplendor y la gloria. Luego aparecen las estrellas, y con igual majestad atraviesan los cielos, salen y se ponen hasta que el rey del día asciende de nuevo desde el horizonte y las eclipsa por el extremado poder de su luz. este movimiento no se limita al día y la noche; cuando el año avanza, el Sol y la Luna se mueven con él. Un mes el Sol sale en un signo, al mes, Arturo es la estrella más orgullosa de entre la multitud que brilla en las alturas; un mes después está ya destronada, y brilla Antares, que durante un tiempo asume la gloria. Pero la hermosa e imperial Lira sigue su estela, y a su vez reclama homenaje como guía de las estrellas. Menos regulares en su trayectoria, también están en los cielos los planetas, que se mueven indiferentes en sus órbitas, visibles ahora aquí, luego allá. La encantadora Luna, reina de la noche, continúa curso tranquilo. Ahora se la ve nada más como un hilo de plata en el oeste, crece, maravillosa y orgullosa, a medida que se acerca hacia el este, hasta que casi rivaliza con el Sol por el esplendor de su luz; pero es sólo para decrecer cada vez más, hasta que se pierde de vista.
Atlas catalán (1375) atribuido al judío mallorquín Cresques Abraham.
En
su segunda hoja aparece este diagrama cosmográfico con la tierra en el
centro del universo rodeado por círculos concéntricos representando los
cuatro elementos, las siete esferas de los planetas, los signos del
zodíaco, las fases de la luna. En las esquinas se encuentran
personificaciones de las cuatro estaciones.
Está también el sutil movimiento de las estaciones. Ahora el bosque está vestido de un hermoso verde, el jardín está fragante con sus flores, los árboles se encuentran cargados de frutos, los campos rebosan de palpitante maíz. Pronto el verde se transforma en múltiples variedades de color, caen las hojas y cubren el suelo, las flores desaparecen del jardín, se recoge el maíz de los campos. Luego llega el invierno; la nieve lo cubre todo, los arroyos de las montañas y los ríos de los valles se transforman en frío y brillante hielo; la suave brisa da paso a las ráfagas feroces de la tormenta. Pero la primavera llega poco después, y difuende por el aire el soplo de la vida. La nieve se funde, el hielo se derrite, los torrentes de las montañas bajan veloces con vigor renovado y diez veces aumentado; el pulso de la naturaleza late con la frescura de la juventud. Pronto todo se encuentra de nuevo en flor, los árboles se visten de blanco, las plantas empiezan a brotar. Luego el verano se hace presente una vez más, y el curso del año comienza de nuevo.
Los movimientos de las esferas y de las estaciones son, en verdad, sublimes. Los filósofos antiguos y sus seguidores hasta tiempos recientes vieron ahí los mecanismos de la música. Todos esos movimientos no eran para ellos sino manifestaciones visibles de una armonía trascendental. Por lo tanto, dice el pitagórico: "Es incumbencia de la música no sólo presidir la voz y los instrumentos musicales, sino incluso armonizar todas las cosas contenidas en el universo". Por eso también, el escolástico exclama: "La música del universo es una gran unidad, y por mandato de Dios gobierna todas las cosas que están en movimiento, todas las cosas que se mueven en el cielo, en la Tierra, o en el mar, todo lo que suena en las voces de hombres y animales; la música es la reguladora de los días y los años".
Un sentimiento simiar inspiró a Shakespeare cuando escribió:
(...) Mira cómo la boveda del cielo
está densamente tachoanda con brillantes pátinas doradas;
hasta en el orbe más pequeño que podamos contemplar,
hay un ángel que canta en su movimiento,
haciendo coro a los querubines de infantil mirada.
Esa armonía está en las almas inmortales;
pero mientras estas fangosas vestiduras de decadencia
la encierren groseramente, no podemos oírla.
El merdader de Venecia V. 1
Movimientos de los planetas vistos desde la Tierra según Giovanni Cassini (1625-1712)
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Quizás el hecho más importante en el transcurso de la humanidad haya sido el tomar conciencia de la regularidad con la que los astros trazan sus movimientos en el firmamento así como la sucesión de las estaciones. Desde aquel lejano tiempo miramos el cielo y el mundo con unos ojos muy diferentes, pero su capacidad para maravillar permanece inalterable. Dentro de unos días tiene lugar uno de esos acontecimientos que marca el principio y el final de un ciclo. Feliz solsticio de verano para unos, feliz solsticio de invierno para otros.
Lecturas:
Isaac Rice, ¿What is music? General Books 2010
Isaac Rice, ¿What is music? General Books 2010
Joscelyn Godwin, Armonía de las esferas. Atalanta 2009
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Sin música... muertos.
ResponderEliminarHermoso!!!
ResponderEliminarAsí es jordim, la música iría unida al movimiento
ResponderEliminarHola "Anónima" Lilliana !
ResponderEliminarsiempre un placer encontrate por aquí !
Abrazos
Querido Jan, ésta no cruzará, pero habrá una magna expo de Roche en Canarias en enero. Te mantendré informado. Voy para allá. Amo las Canarias y soy una galdosiana entusiasta. Si quieres, déjame saber tu dirección residencial (escríbeme a bodegonconteclado@gmail.com) para enviarte el catálogo de una expo de Roche que curé en 2009. Creo que Roche te va a gustar mucho :-)
ResponderEliminarLilliana, Bodegón con Teclado
Aunque no forme parte ese tríptico que presentabas en tu blog, después de acerme una idea de la obra de Roche creo que esa exposición en Canarias tendrá muchos atractivos. Lástima que no sea en Barcelona ¿quizás en otra ocasión? ;-)
ResponderEliminarGracias Lilliana por tu ofrecimiento de enviarme el catálogo de esa otra que organizaste. Encantado te escribo a tu email para dejarte los datos.