Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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domingo, 4 de enero de 2015

Los Magos peregrinos


Nicolás de Verdún, Relicario de los reyes Magos, 1181 (detalle) Catedral de Colonia



Antes de dar paso a un texto de Umberto Eco sobre la leyenda de los Reyes Magos, recordemos lo escrito sobre ellos en el Evangelio según Mateo.



Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos llegaron de Oriente a Jerusalén, preguntando: "Dónde está el rey de los judíos que ha nacido" Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo". Cuando lo oyo el rey Herodes se sobresaltó, y toda Jerusalén con él. Y convocando a todos los pontífices y escribas del pueblo, les estuvo preguntando dónde había de nacer el Cristo.
Ellos le respondieron: "En Belén de Judea; pues así está escrito por el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor entre las ciudades de Judá; porque de ti saldrá un jefe que gobernará a mi pueblo Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos y averiguó cuidadosamente el tiempo transcurrido desde la aparición de la estrella. Y encaminándolos hacia Belén, les dijo: "Id e informaos puntualmente acerca de ese niño; y cuando lo encontréis, avisadme, para que yo también vaya a adorarlo". Después de oir al rey, se fueron. Y la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, sintieron una inmensa alegría, vieron al niño con María, su madre, y postrados en tierra, lo adoraron; (...) y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y advertidos en sueños de que no volvieran a ver a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Después de partir ellos, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: "Levantaté, toma contigo al niño y a su madre y quédate allí hasta que yo te avise. Porque Herodes se pondrá a buscar al niño para matarlo". José se levantó, y tomó consigo, de noche, al niño y a su madre, y partió para Egipto.

Evangelio según Mateo (2,1-14)



¿De dónde venían (y adónde fueron a parar) los Reyes Magos?
Por
Umberto Eco


No hay leyenda que nos resulte más familiar que la de los Reyes Magos. Ha inspirado innumerables obras maestras del arte y al mismo tiempo infinitos sueños infantiles, de modo que nadie se pregunta ya si los Magos realmente existieron, ésta cuestión se deja para los historiadores, para los biblistas o para los mitógrafos. En cualquier caso, su fugaz aparición en la historia se sitúa entre dos lugares legendarios, el de su origen y el de su sepultura.
En cuanto a documentos históricos, el Evangelio según Mateo es la única fuente cristiana canónica que describe el episodio de los Magos. Y Mateo no solo no nos dice que los Magos fuesen tres, sino que tampoco nos dice que fueran reyes, y tan solo alude a un viaje desde Oriente siguiendo una estrella, a la ofrenda de oro, incienso y mirra, y al hecho de que los Magos negaron decirle a Herodes dónde estaba el Niño. De Mateo a lo sumo puede deducirse que los Magos eran tres porque ofrecieron al Niño tres dones.
Será la tradición posterior la que vea a los Magos como reyes y trate de fijar su origen en algún país oriental concreto; también los evangelios apócrifos hablan de Magos. Aparece asimismo una referencia a los tres reyes en fuentes árabes (por ejemplo, el enciclopedista al-Tabari, en el siglo IX, hablaba de los dones ofrecidos por los Magos, citando como fuente al escritor del siglo VII Wahb ibn Munabbih).
Por otra parte, quienquiera que fuera el autor del Evangelio  de Mateo, el texto fue escrito hacia finales del siglo I y, por tanto, en tiempos del nacimiento de Jesús, Mateo o quien sea no había nacido aún y por consiguiente no podía hablar por experiencia directa. De modo que, antes del texto evangélico, las noticias sobre los Magos circulaban en cierto modo también en el mundo precristiano. Juan de Hildesheim (un tardío biógrafo de los Reyes del siglo XIV) establecía como origen de su viaje las investigaciones astronómicas hechas en el monte Vaus, llamado también monte de la Victoria, que se puede identificar con el Sabalán, la cima más alta de Azerbaiyán, en el antiguo Imperio armenio. Según la tradición, subieron a la montaña sagrada sacerdotes y astrólogos zoroástricos, que esperaban la aparición de una estrella que las profecías vinculaban a la venida de una divinidad sobre la Tierra. En efecto, "magos sabios", aunque en otros textos del Nuevo Testamento, como los Hechos de los Apóstoles, el término indica asimismo un brujo (véase Simón el Mago). Los Magos quizá procedían de Persia, aunque también podían venir de Caldea; Juan de Hildesheim sitúa su origen en las Indias, si bien entre las Indias incluye Nubia, de modo que el área de su origen se amplía de forma desconcertante, porque además Juan relaciona la historia de su viaje con el reino del Preste Juan, lo que nos lleva a alguna zona de Estremo Oriente, como pretendía la tradición en los tiempos en que escribía el hagiógrafo. 



Mapa renacentista con una de las localizaciones del reino del Preste Juan situada en África Oriental

Lo que ha permanecido casi constante en la tradición es que probablemente eran un blanco, un árabe y un negro, para sugerir la universalidad de la redención.
En cuanto al número, la tradición ha dado rienda suelta a la imaginación; a veces se ha hablado de dos, otras de doce, esto es, Hormidz, Jazdegard, Peroz, Hor, Basander, Karundas, Melco, Caspare, Fadizzarda, Bithisarea, Melichior y Gataspha. En la tradición occidental se impuso  finalmente la idea de que eran tres: Gaspar, Melchor y Baltasar; pero para la iglesia católica etíope eran Hor, Basanater y Kardusán; en Siria para los cristianos eran Larvand, Hormisdas y Gushnsaph; en la Concordia evangelistarum de Zacarías Crispolitano (1150) se habían convertido en Appelius, Amerus y Damascus, o en forma hebrea Magalath, Serakin y Galgalath.
La realeza de los Magos se afirmó en la tradición litúrgica cuando se vinculó la fiesta de la Epifanía a la profecía del Salmo 72: "Los monarcas de Tarsis y las islas le pagarán tributo, y los reyes de Saba y de Seba le traerán presentes. Ante él se postrarán todos los reyes, serviranle las naciones".
Más interesante es tal vez la historia de su sepultura. Marco Polo dice en sus escritos que ha visitado las tumbas de los Magos en la ciudad de Saba. Pero tenemos testimonios históricos un siglo antes de Marco Polo. Cuando en 1162 Federico Barbaroja conquistó y mandó destruir Milán, en la Basílica de San Eustorgio encontró un sarcófago (todavía existe aunque vacío) que habría contenido  los restos mortales de los tres reyes. Según la tradición, en el siglo IV, el obispo Eustorgio, que deseaba ser enterrado en su día junto a los Magos, mandó trasladar sus restos desde la basílica de Santa Sofía en Constantinopla (adonde habían sido llevados por santa Elena, que los había encontrado durante su peregrinación a Tierra Santa). Y antes incluso, Reinaldo de Dassel, conocedor del valor económico de una reliquia que convertía una ciudad en meta de incesante peregrinaje, mandó trasladar los restos a la catedral de Colonia, donde todavía hoy se puede ver el arca de los Magos. Los milaneses se lamentaron largamente de aquel robo y trataron de recuperar, sin éxito, los preciosos restos; por fín, en 1904, el arzobispo de Milán mandó depositar de nuevo con solemnidad en San Eustorgio algunos fragmentos óseos de aquellos venerados despojos (dos fíbulas, una tibia y una vértebra), ofrecidos por el arzobispo de Colonia. Son muchos los lugares que se jactan de haber obtenido fragmentos de las reliquias durante el traslado de Italia a Alemania, de modo que las tumbas de los Magos (un hueso o un cratílago cada una) se multiplicaron. Peregrinos en vida, los tres reyes se convirtieron en vagabundos post morten, generando sus múltiples cenotafios.


Relicario de lor Reyes Magos, catedral de Colonia



Lecturas:

Umberto Eco, Historia de las tierra y los lugares legendarios. Ramdon House Mondadori 2007



Otras entradas de Umberto Eco:


http://barzaj-jan.blogspot.com.es/search/label/Umberto%20Eco


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2 comentarios:

M.A.O dijo...

¿Habrán existido...? Cómo habrán sido su itinerario, sus avatares, sus dudas, sus creencias...
Mucho se dijo, se dice, se dirá..pero lo que queda es esa sensación de búsqueda, de ofrenda, de reverencia, de profundo reconocimiento de un ser que llega al mundo para salvarlo.
Ojalá. Ojalá fuese así...Y aunque hoy la ausencia de certezas invade mis pensamientos y mi corazón la fiesta de Reyes Magos ha quedado en mi memoria como esa noche mágica de espera, esa larga noche que traería un trajín tempranero, el encuentro con los regalos tan queridos, correr al patio para comprobar que el pasto y el agua para los camellos había sido consumido y observar asombrados que los vasos en la ventana estaban vacíos y en el plato quedaban miguitas de galletas -manjar ofrecido a los peregrinos-. Luego vinieron las dudas, espiar en los lugares más recónditos de la casa, una sospecha creciente...pero la magia estuvo, y allí quedó, en un rincón privilegiado de mi mente, en ese pequeño arcón donde tengo a resguardo mis recuerdos más amados y mis sueños más buscados. Gracias por compartir esta entrada queridísimo Amigo. Te envío un abrazo enorme, cruzando el mar azul, o en una estrella quizá.

Jan dijo...

El rito de los Reyes Magos sigue vivo porque gustamos de transmitir y compartir la magia de los mitos. Éstos perduran porque más allá de la concreción en personajes y hechos históricos (siempre debatidos), traen consigo mensajes profundos e intemporales que afloran de la sabiduría imaginativa, los recuerdos y la tradición.
No se si llegaron a exisitir en algún momento, pero lo que parece seguro es que su peregrinar por el mundo de los sueños es más "Real" que cualesquiera que fueran los personajes a quienes pertenecieron sus supuestas y disputadas reliquias ;)
Espero que te dejaran algún regalillo. Un abrazo enorme !