Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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viernes, 8 de abril de 2016

Amor ígneo


Detalle del emblema 115 de Amorum Emblemata (1608) de Otto Vaenius acompañando al lmote Mea vita per ignem (mi vida para el fuego), al que le sigue el poético epigrama:
 "En el fuego del amor vive el amante,
y en él crece su gloria y se recrea,
no se ha visto fortuna semejante
en cuanto ciñe el mar y el Sol rodea.
Salamandra parece que triunfante
se halla ardiendo en el monte Etna
que allí vive y goza, y lo que mata
a otros, le da vida, y le fortalece".


En esta entrada los emblemas segundo, tercero y sexto de la obra del holandés Daniël Heinsius (1580-1655) Emblemata amatoria. La selección que hago entre los 24 que componen la obra, ha sido determinada por la común presencia del fuego como imagen simbólica de la pasión amorosa. El estudio crítico de cada uno de los emblemas es autoría del profesor Santiago Sebastián, de quien este blog se ha nutrido en otras ocasiones.


La mejor emblemática amorosa del Barroco
(selección de tres emblemas de Daniël Heinsius)
por
Santiago Sebastián



Emblema II
Au dedans je me consume (Interiormente yo me consumo). Este lema lo explica así el epigrama: "Como por fuera el ardor del fuego consume lo que contienen las ollas tapadas, así también el amor ciego consume mis entrañas".

Au dedans je me consume. Heinsisus, Emblemata Amatoria (1607)


Aquí se pone de manifiesto otra de las fuentes más socorridas de Hensius, la obra Delie (Lyon 1544) de Scève, quien en su empresa 36 presenta una vasija  al fuego con un lema semejante "Dedans ie me consume". (Imagen izquierda)
En el grabado circular de Gheyn vemos a Cupido ante un paisaje abierto, que con un fuelle aviva la llama de un fuego para calentar una olla colocada encima de unas trébedes. 
Si bien la metáfora del amor como un fuego interior, que corroe a los enamorados, está en la poesía antigua, ya Alciato echó mano del componente ígneo del amor, así en el emblema 107: "Vis amoris", nos presenta a Cupido  alado quebrando el rayo para demostrar que "El fuego del amor es más fuerte que el fuego" (imagen derecha). El amor ígneo fue uno de los grandes componentes típicos  de la poesía y de las representaciones amorosas de todos los tiempos.



Emblema III
Mes pleurs mon feu decelent (Mis lágrimas descubren mi fuego). Ello se aclara en el epigrama: "¿Acaso lo dudas? Sean las lágrimas testigos de la llama de mi amor; siempre destila gotas un líquido encerrado en el alambique".

 Mes pleurs mon feu decelent, Emblemata Amatoria (1607)


De nuevo la fuente era de Scève en la empresa 23 de su Delie (Lyon 1544), en la que figura un alambique con el mismo lema (imagen izquierda). Aunque hubo una fuente emblemática anterior: Le theatre des bons engines, publicado en el mismo Lyon, tal vez en 1540, en cuyo emblema 79 nos presenta a Cupido avivando el fuego de un horno aunque con lema distinto.

Guillaume La Perrière, Le theatre des bons engines. Embl. LXXIX


Como ya señaló Praz estas imágenes emblemáticas no eran sino la traducción de conceptos muy extendidos en la poesía amorosa, especialmente la italiana, que partía de Petrarca:

"Con lágrimas que de a millones yo derramo,
conviene que el dolor por los ojos gotee
desde el corazón, que en si tiene fuego y yesca;
no sólo cual fue, sino paréceme que creciera.
¿Qué fuego no tuvieran ya apagado y muerto
las ondas que los tristes ojos derraman para siempre?
Amor, aunque tarde me haya dad cuenta,
quiere que entre los contrarios yo me consuma".

Esta paradoja de Petrarca en su balada Quel fuoco será reiterada por Serafino en su verso:

"Se porta dentro una fornace ardente..."

Y también por lo spoetas franceses, en primer lugar por Scève. El grabado de Gheyn nos muestra en primer término a Cupido, que está avivando el fuego de un alambique. El sentido amoroso lo confirma la pareja de amantes que se abrazan entre las frondas de un jardín.


Emblema VI
A autroy mort, a moy la vie (La muerte al prójimo, la vida para mí). El epígrafe explicita la imagen: "A ti, oh Salamandra, te alimentan los fuegos que a otros destruyen. Lo que a otros el fuego les da la muerte, a nosotros el fuego del amor nos da la vida". 

A autroy mort, a moy la vie, Emblemata Amatoria (1607)


La imagen de la salamandra venía a traer el punto álgido del tema del amor ígneo. (...) Pese a su mala reputación, por el poder mortífero de su veneno, el lenguaje simbólico ha hecho desempeñar a este animal papeles muy nobles. Se la vio como símbolo del fuego, por tanto los alquimistas hicieron de ella el símbolo de la calcinación; también se hizo de ella símbolo de las Justicia, pues podía vivir entre llamas avivando el fuego bueno, mientras apagaba el malo.

La salamandra como símbolo del elemento fuego en el frontispicio del tratado alquímico Musaeum hermeticum (1625)


El rey Francisco I la tomó como su divisa bajo el mote: "Nutrisco et extinguo" (Lo alimento y lo apago), que más que a la Justicia, el fuego de ella hacía alusión al del Amor, y en este sentido le dedicó Giovio la empresa VII de su Dialogo dell'Impresse militari et amorose (Venecia 1556) para referir que el príncipe francés no se vio libre de los lazos amorosos y también tuvo ánimo indomable ante la Fortuna como la Salamandra.

Paolo Giovio, Dialogo dell'Impresse militari et amorose


Mas no olvidemos que por otra parte estaba la tradición poética de Petrarca, que su composición Ben mi credea empieza así su parte cuarta: 

"De mi muerte me nutro y vivo en llamas:
¡Extraño alimento y admirable salamandra!"

Y el poeta francés Scève dirá al respecto: 

"Como una salamandra, en las llamas ardientes donde perecen otros, vivo yo alegremente".



Lecturas:

Santiago Sebastián, La mejor emblemática amorosa del Barroco. Sociedad de Cultura Valle Inclán 2001

8 comentarios:

hiniare dijo...

Venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido...
Serán cenizas, mas tendrá sentido...

Jan dijo...

Versos de resonancias místicas los de Quevedo. Cómo no recordar el poema de otro gran autor de la época con el fuego del amor divino como protagonista:

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.

Unknown dijo...

Será la Primavera que los corazones inflama,

"Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo. Porque fuerte como la muerte es el amor; inconmovible como el Seol es la pasión. Sus brasas son brasas de fuego; es como poderosa llama"

Hola Jan, buena muestra de esta emoción que embarga al que amanece enamorad@ son los versos del Cantar de los Cantares, áquellos que el rey Salomón dedico a su amada reina de Saba.
Ni siquiera su gran sabiduria pudo resistirse a la pasión del Amor, pues no hay mejor ni peor locura que la de sentirse enamorad@ y amad@

Touchê. Un fuerte abrazo,
Estrella

Jan dijo...

Sí Estrella, el despertar de la naturaleza tras el letargo invernal parece invitar a tratar estos temas. Muy adecuado el pasaje del Cantar que nos dejas. Cuando redactaba el post pensaba también en el Fénix, mítica ave a la que tienes especial aprecio, ligada simbólicamente al fuego como la salamandra que ilustra algunos de los emblemas aquí recogidos. Shakespeare dedicó a ella un poema enigmático cuya conclusión podría ser que tan sólo tras la muerte de los amantes, la unión amorosa alcanzará su perfección en la eternidad. Te dejo un fragmento:

"Feliz quien, como al Ave Fénix, en Sí mismo, al fin, la eternidad lo cambia. Fénix no fenece: se purifica en el hogar que ella sola fabrica. Consonante con el elemento que la forma, el sol, piadoso, prende la pira. Cercada por las llamas, ella aviva el fuego con su aleteo y, reducido a cenizas, resurge ensimismada, infinita".

Feliz primavera

Moisés dijo...

Bien, acepto el fuego como símbolo del amor, incluso el alambique, aunque es un símbolo feo. Pero ¿la salamandra? Nunca lo había escuchado. ¿símbolo de la calcinación y de la justicia? Pobre animalico.

Un abrazo.

Jan dijo...

Mas que como símbolo del amor, la salamandra lo era del fuego, por la creencia heredada desde la Antigüedad de que el animal tenia la capacidad de resistir a las llamas pudiendo sobrevivir e incluso apagarlas. De ahí que la utilizaran como imagen para representar el ardor amoroso, interpretado tradicionalmente por los poetas como placentero al mismo tiempo que martirizante. Como símbolo de la calcinación aparece en los tratados de los alquimistas, representando herméticamente una fase del proceso donde el "Mercurio" alcanza el estado de indestructibilidad. Durante la Edad Media además de símbolo del fuego, la vieron sobre todo como emblema de la Justicia, siguiendo escritos de los antiguos donde se describía su capacidad de sobrevivir a las llamas que ya he comentado, así como de avivar el fuego "bueno" y apagar el "malo", de ahí la divisa del rey francés Francisco I con una salamandra con el lema Nutrisco et extinguo (Lo alimento y lo apago), viniendo a significar su capacidad de impartir orden.
El simbolismo en la emblemática es en muchas ocasiones caprichoso y arbitrario, siendo las imágenes susceptibles de variar su significado dependiendo del contexto.

Abrazos Moisés.

Moisés dijo...

Qué conste mi pregunta no como una duda sobre lo que cuentas, sino una mera exhibición de mi propia ignorancia...

Siempre interesantes tus explicaciones.

Un saludo

Jan dijo...

Lo cierto es que en ocasiones el simbolismo de los motivos utilizado por los creadores de emblemas resulta enrevesado, algo a lo que contribuía la exigencia de un forzado ingenio dirigido a hacer más atractivo un género denominado por algún estudioso como "artificio literario". En una época en que todavía no existían los derechos de autor, las creaciones eran repetidas y plagiadas hasta la saciedad, dando lugar a variantes que se iban añadiendo y que muchas veces confluían en composiciones geniales.
La emblemática me interesa desde hace un tiempo, todo lo que aquí cuento procede de autores especializados en un tema que, dada su complejidad, también me considero un ignorante.

Encantado de compartir Moisés.