Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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domingo, 6 de noviembre de 2011

Luz en el Espejo

Narciso. Obra inspirada en el mito griego



El amante es su espejo, en el que se mira a Sí mismo.

Platón (Fedro, 255d)


A través de la eternidad

la belleza descubre su naturaleza exquisita,
en la soledad de la nada,
coloca un espejo ante su rostro

y contempla su propia belleza.

Rumi



En el texto de Elémire Zolla que dejo en esta entrada se muestran de forma transversal aspectos sobre el simbolismo del espejo. A pesar de la brevedad se suceden por él recuerdos de la infancia, referencias a fuentes mitológicas de la antigua Grecia, al cine, a experiencias antropológicas, entre otras cosas, estando todo ello eclécticamente relacionado. Me parece especialmente interesante la profunda interpretación que se expone sobre el mito de Narciso, muy diferente a la visión alegórica y moralizante más divulgada, así como la analogía simbólica entre el espejo y el eco. Acabará sugiriendo significados que pueden derivarse sobre la función de los grandes espejos utilizados en telescopios orbitales.


La verdad es un espejo
por
Elémire Zolla



De niño, explorando una casa desconocida, fui a dar a un cuarto donde de improvisto me descubrí reflejado en un gran espejo. Entre la visión y el reconocimiento de mí mismo transcurrió un instante, que me pareció larguísimo, en el cual intuí que el mundo conocido y cotidiano no era la única realidad. De aquella revelación no habría sabido hablar; me colmaba, pero estaba obligado a silenciarla, era un secreto.
Sin este recuerdo infantil, no me habría sonado tan veraz, familiar, la página donde Ibn 'Arabî cuenta cómo el rey Salomón transmitió a la reina de Saba la verdad filosófica suprema: que el mundo no fue creado de la nada en un remoto pasado, sino que cada instante la mente recrea, reproyecta su imagen ilusoria sobre la nada. El rey sabio condujo a la bella alumna a una sala de pavimento de cristal, y ella, creyendo la sala inundad de agua, alzó el borde de su vestimenta para no mojarlo. Cuando se dio cuenta de su error, "comprendió que todo es un juego de identidad y diferencia".
Instrumento de revelación es el espejo, la mejor metáfora, tanto de creación divina como del conocimiento humano: Dios es espejo para el hombre y viceversa, infinito y finito se reflejan el uno en el otro.
Imperturbable, pasivo es el espejo, y sin embargo realiza el más extraordinario de los trabajos: invierte las imágenes. Si alguna vez llegasen a superponerse punto por punto una imagen y su reflejo especular, se aniquilarían mutuamente, como materia y antimateria. Entrar en un espejo es, en las fábulas de Lewis Carroll, encontrarse en un tiempo-espacio al revés, que tiene puntos de semejanza con lo que nos plantea hoy la física de los cuantos. También para Cocteau el mundo más allá del espejo es un tiempo-espacio al revés, la muerte. (en la imagen Jean Marais protagonizando a Orfeo en el film de Cocteau) Sobre esta equivalencia de espejo y conocimiento de la muerte se construyó el drama de
Orfeo. Su Orfeo entra en el espejo, y Eurídice exclama que ese pasaje es atroz como un desastre y bello como el arco iris, es el alarido de quien cae por una ventana y es el silencio de las estrellas.
Entre los griegos, la contemplación de los significados del espejo generó el mito de Narciso. A menudo se ha leído como un banal sermoncillo sobre la vanidad, pero Friedrich Schlegel, uno de los primeros en asimilar el Vedânta en Europa, reconoció en él mensajes muy diferentes. Narciso es la mente absoluta, infinita, que se proyecta sobre la pantalla de la nada y así crea el mundo exterior, en cuya realidad cree, permaneciendo estupefacto, narcotizado ("narcosis" y Narciso" tiene la misma raíz). Narciso es el hombre olvidado de que él mismo es origen de lo que en el mundo lo seduce y, a causa de su error, se extravía y muere. Enajena en la exterioridad la idea de perfección que en él habita e intenta abrazar su fluida y engañosa aparición sobre la pantalla del devenir.


John Waterhouse, Eco y Narciso 1903


Platón dice en el
Fedro que el amado (como Narciso) se ve reflejado en la mirada del amante como en un espejo, pero no se da cuenta de ello y refleja su propia belleza lo mismo que el eco devuelve los sonidos. El mito dirá que Eco es la enamorada de Narciso: un espejo acústico. En este juego de reflexiones se inserta también el mito de Orfeo porque el músico primordial se hace eco de los sonidos de la naturaleza, a la cual ofrece con su lira un espejo sonoro. Orfeo hace al mundo lo que el mundo hace a Narciso: lo captura en su reflejo.
Hemos olvidado lo que era la música órfica de los tiempos arcaicos. Leo una deliciosa descripción de ella en la revista húngara
Artes Populares (nº 13), el artículo de la brasileña Priscilla Ermel, "La música como eco lógico del sonido". Priscilla vivió entre los indios Cinta-Larga en la selva brasileña hasta el punto de que aprendió a tocar sus flautas, pero comprendió que tal cosa era transgresión; tocaba, pero no sabía qué, producía notas cuyo sentido ignoraba. Después de mucho tiempo comprendió que la música indígena era un eco del murmullo de la selva y de la vida tribal, en el cual todo se correspondía, formando una red de analogías.
Entre sus analogías estaban los diversos actos: matar y devorar las presas, recoger y tejer el algodón, recolectar mijo, mandioca, miel y alimentarse de ello, cortar bambú y hacerlo sonar, expresando los amores y las guerras, los mitos. Se teje música como se entrelazan energías en un diálogo, se sopla en las flautas como se echa el aliento sobre un cuerpo enfermo para curarlo con la fuerza de la fe, del trance. Las flautas producen eco en la selva para colmar el significado de esta, recogiendo cada canto, rumor, crujido, grito, y la sonoridad natural, así sostenida, se extiende entre nosotros y la tierra como un líquido amniótico que nos envuelve y que nosotros envolvemos, en el cual buscamos a los animales y somo buscados por ellos. Una composición indígena se mete en esta continuidad y por eso no tiene nunca una coda, termina truncada, en un grito extático.
Cuando Priscilla aterrizó de nuevo en Sao Paulo, esta placenta sonora se rompió, los que habían sido mensajes de la naturaleza se transformaron en sordos rumores, la música volvió a ser la lucha contra el ruido, siempre abocado a la derrota: Orfeo estaba muerto y en nuestro mundo sin silencios su cabeza cortada no puede seguir cantando, como hace en el mito griego. (...)

Jean Delville, Cabeza de Orfeo

Desvanecida entre nosotros la música de Orfeo, nos queda, sin embargo, la magia del espejo de Narciso.
Es más: éste se halla a punto de convertirse en el motor inmóvil de nuestra civilización. Benjamin Goldberg predice que gigantescas velas reflectantes captarán en el espacio la fuerza propulsora de los fotones solares, que en las estaciones espaciales estarán suspendidos enormes espejos que proporcionarán la luz para cultivar los alimentos y el calor para trabajar los minerales lunares, y finalmente que toda la energía que se necesita enla Tierra se obtendrá de espejos orbitales continuamente orientados hacia el Sol, capaces de reflejar sus rayos sobre centrales de conversión terrestres.(...)
El juego de espejos destinado a alimentar en el futuro la Tierra podría incluso reflejar la verdad, nada más que alguien quisiera servirse de él como la reina de Saba, para comprender que "todo es un juego de identidad y diferencia".

Espejos utilizados en los telescopios espaciales Hubble (arriba), y James Webb (abajo), entre cuyas misiones tienen descubrir "la verdad" sobre el origen del universo.



Lecturas:

Elémire Zolla, Verdades secretas expuestas a la evidencia. Paidós Orientalia 2002


Entradas relacionadas:

http://barzaj-jan.blogspot.com/2009/09/pigmalion-el-logro-del-alma.html

http://barzaj-jan.blogspot.com/2010/07/buscando-isis.html


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4 comentarios:

M.A.O dijo...

En una pequeña y sustanciosa síntesis has tocado temáticas existenciales de gran profundidad. Particularmente el eco -espejo acústico, como bien menciona la nota- es recóndito y misterioso, a la vez que sorprendente y capaz de impactarnos a nosotros mismos si somos capaces de escuchar. Hay sitios donde el eco se torna diáfano, etéreo y transparente...en otros, por el contrario, es como si volviera en medio de una niebla cerrada, enrarecida, enigmática..bien (suelo estar atenta a esos cambios de matiz). Por otro lado, los espejos, esos impávidos testigos de superficie lisa y centelleante, devuelven imágenes que no podremos ver nunca iguales con nuestros ojos, lo cual los convierte en parte en hechiceros estáticos del mundo de los objetos.Me maravilla el título elegido por Priscilla Ermel: "La música como eco lógico del sonido"...es dable pensar que, en su regreso a la gran urbe, se haya roto -y de modo estrepitoso- la "placenta sonora" que vivenció durante su experiencia en la selva brasileña. Pero aún en nuestro entorno cercano, si disponemos el oído para la escucha- nos encontraremos con una riquísima trama de sonidos que tienen que ver con los gorjeos de los pájaros, el aleteo inquieto de los insectos, el roce de las hojas al viento, los murmullos del agua en las cascadas, la voz humana cantando...el sonido de las suelas en contacto con el piso, el repiqueteo de unos tacos en la vereda...Gracias por tus notas Jan...me agradan e incentivan mi imaginación. Abrazos!!!

Jan dijo...

En el libro del que recojo las notas de esta entrada se encuentra un extenso capítulo donde su autor hace interesantes comentarios acerca de la imaginación. Ésta sería una "tierra intermedia" iluminada por luz crepuscular entre el día y la noche. A través de ese "mundus imaginalis" se van formando las imágenes transmitidas por los sentidos que pueden dirigirnos hacia el interior, a la fuente de luz o lámpara del intelecto alejándose de lo sensible y particular, o bien pueden, al revés, dejarnos atrapados entre las imágenes amontonadas de la memoria personal. Estas dos actitudes definirían respectivamente, la visión inspirada y la quimera; una conduce al objetivo supremo, la otra a la degradación. Aquí diferencia entre el verdadero poeta y el soñador fantasioso, uno "derrama bálsamo sobre el mundo, el otro lo atormenta". Uno reflejaría como un espejo la luz de forma nítida, el otro la degradaría entre sus sombras.
Me pareció también un capítulo muy interesante del libro, y gracias a tí Mabel, por incentivar con tu ánimo para el diálogo a hacer aquí referencia de él.

Abrazos !

Baruk dijo...

Curioso el punto de vista de Friedrich Schlegel, nuestra capacidad de mentalmente-crear, es lo que nos pierde.

Lo encuentro interesante


Tons

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Jan dijo...

Sí Baruk, es muy interesante ese punto de vista de Schlegel que recuerda Zolla. Olvidar que la mente es la que origina todo lo que en el mundo nos seduce, es lo que nos pierde y nos impide salir de su poder "Narcotizante". En el Vedanta sería estar bajo el influjo de la ilusoria Maya.

Bona nit y bons somnis...