Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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jueves, 16 de octubre de 2014

El lado oscuro de la mente


Imagen del film  "Planeta prohibido" (1956) de Fred M. Wilcox donde se visualiza el monstruo creado por la mente inconsciente de uno de sus protagonistas


"Antes de la revolución romántica la expresión de la personalidad del artista estaba contenida dentro de límites contra los cuales raramente se rebelaba: límites aceptados hasta el punto de no sentir, de ni siquiera imaginar, la necesidad de franquearlos y sobrepasarlos. (...) Al abrirse con Freud y con Joyce la caja de Pandora, todo el mundo larval de la psicopatía inundó la literatura a tal punto que no terminaríamos de dar nombres. Su nombre es legión. (...), palabras, palabras, palabras del subsuelo, todos marchando a plena luz, cada uno con su serpiente enroscada al cuerpo desnudo".

Mario Praz, El pacto con la serpiente (1972)


"Puta que se tambalea entre polvo y mierda y cagadas de gatitos muertos, llevando fardos de fetos abortados, condones rotos, paños higiénicos ensangrentados, mierda envuelta en tebeos de vivos colores.
Un amplio puerto tranquilo de agua iridescente. Llamaradas de pozo de gas abandonado arden en el horizonte humeando. Hedor a petróleo y cloacas. Tiburones enfermos nadan en las aguas negras, eructan azufre de sus hígados podridos, ignoran un Icaro roto, ensangrentado."

William S. Burroughs
, El almuerzo desnudo (1959)



En una entrada que publiqué recientemente con el título de La mente creadora, se hacía referencia a la teoría del filósofo danés Yuri Moskvitin sobre el papel fundamental de nuestra consciencia para "crear" el mundo que nos rodea. Gary Lachman, autor de Una historia secreta de la consciencia de donde transcribí algunos fragmentos, da un paso más allá en las especulaciones respecto a esta cuestión siguiendo a Moskvitin y a Owen Barfield, otro investigador de la evolución de la consciencia. Éste último prestó mucha atención al efecto ejercido por la poesía y la literatura para transformar la visión de la realidad cotidiana de los lectores. A través de las metáforas el mundo se convierte en un lugar más profundo y lleno de significado, en contraste con una comprensión más prosaica de las cosas. La capacidad de utilizar el lenguaje de forma figurada proporciona el disfrute de una "consciencia doble" por la que acceder a un pequeño incremento de sabiduría y conocimiento. Así, la imaginación de los poetas sobre todo a partir del Romanticismo, influyó decisivamente para descubrir y popularizar la "belleza" de las montañas, de las puestas de sol, del fluir de los arroyos, encontrando en la naturaleza en general el símbolo de una idealizada libertad no constreñida, así como la reminiscencia de una inocencia perdida. Pero contrariamente, la imaginación que en aquellos tiempos empezo a desbordarse, también podía abrirse a una visión oscura y truculenta de la realidad.
Por otra parte, para Moskvitin, en la evolución de la consciencia se encuentra un factor determinante que denominó "principio de imitación". Según éste principio, desde siempre la gran mayoría de personas han integrado en sus vidas los descubrimientos de una minoría de mentes imaginativas que en el transcurso de la evolución, han proporcionando tanto la infinidad de soluciones prácticas y teconológicas que conforman la antroposfera  en la que nos desenvolvemos, como las creaciones artísticas y espirituales que han ido modelando y variando la mente humana. 
Teniendo en cuenta estas premisas expuestas resumidamente, doy paso al análisis de Lachman sobre cómo actualmente una vertiente oscura de la consciencia humana potenciada por los medios de divulgación, puede estar ganando terreno en la visión del mundo y de nuestra realidad. Quizás sus consideraciones puedan parecer osadas y crear controversias, pero me resultaron interesantes para invitar a la reflexión.



 El agujero negro de la consciencia
(fragmento)
por
Gary Lachman


(...) En los años cincuenta se rodó una película de ciencia ficción titulada Planeta prohibido, una inteligente adaptación de La tempestad de Shakespeare que se desarrolla en otro mundo. Un científico, que vive en el planeta con la sola compañía de su hermosa hija, descubre los restos de una antigua super-raza, parte de los cuales son de una máquina capaz de centuplicar los poderes de la mente. Cuando llega una expedición encargada de comprobar las investigaciones del científico, se siente molesto por su intrusión, así como por la atención que prestan los tripulantes a su deseable hija.

 Planeta prohibido (1956)

Curiosamente, la llegada de la expedición coincide con la extraña aparición de una criatura invisible y misteriosa, un monstruo de fuerza y ferocidad inmensasas. Varios miembros de la tripulación mueren asesinados y buena parte del equipo queda destruido antes de que se descubra que el monstruo es una creación de la mente inconsciente del científico, amplificada por sus experimentos con la "máquina cerebral" de
Planeta prohibido (1956)
la super-raza. Junto al aumento de su intelecto y de sus capacidades racionales se había producido un acrecentamiento de sus impulsos oscuros e irracionales. Enfurecido por la invasión de su privacidad y celoso de los jóvenes tripulantes, sin saberlo había invocado a un monstruo que cumplía sus deseos ocultos.
Yo diría que estamos en la misma posición que el científico de Planeta prohibido. Tenemos que darnos cuenta hasta qué punto nuestra mente es responsable del mundo que vemos. Ya hemos hablado de que la imaginación  de poetas como Wordsvorth y Coleridge contribuyó a crear nuestra actual idea de "naturaleza". Eso no significa que todos tengamos que hacernos poetas, pero si queremos  percatarnos de nuestra participación como realidades vivientes, será necesario que hagamos un esfuerzo muy particular. En palabras de Barfield: "La participación como experiencia verdadera sólo se obtiene hoy mediante un esfuerzo especial (...); no es una cuestión de teoría, sino de imaginación. (...)
Barfield advierte, no obstante, de que no basta con "imaginar" más. Señala que, aunque la imaginación se considera un "bien" en sí mismo desde el Romanticismo, en el fondo no es así. También puede ser "mala". Se entiende que, para una generación reprimida por la mentalidad racionalista de la Ilustración, una imaginación desatada pareciese algo incuestionablemente bueno. Pero hace tiempo que esas cadenas se rompieron, y las creaciones de la mente humana llevan años sin demasiados frenos. Bien es verdad que basta un breve vistazo a los productos de la imagianción de los últimos siglos para comprobar la obsesión creciente por el lado oscuro de la mente.

 Salvador Dalí, Construcción blanda con judías cocidas (Premonición de la guerra civi) (1936)

Cuando Barfield escribió, tenía presente la obra de los surrealistas. Le preocupaba que, con el ritmo veloz de la evolución, el tipo de mundo de las desenfrenadas obsesiones de los surrealistas se desplazaran de sus cuadros a ese lienzo más amplio que es la "vida real". Como muestran los cambios producidos en los tres últimos siglos, la transformación de la mente humana y en consecuencia de sus "representaciones", se ha acelerado, y Barfield temía lo que eso podía conllevar en el futuro. A los surrealistas, claro, les interesaba el funcionamiento del inconsciente, y algunos, como André Breton o Robert Desnos, exploraron el curioso mundo de la hipnagogia. Pero los surrealistas, como los psíquicos y mediums del siglo XIX, creían que cualquier producto de la imaginación -o del "mundo espiritual"- era, por definición, "bueno", y que todo control o inhibición conscientes eran "malos". Esto se plasmó en los paisajes paranoicos de Salvador Dalí así como en las ahora indescifrables páginas de la escritura automática surrealista. Barfield sabía que gran parte de la estética surrealisa era pura afectación, pero también sabía que no todo lo era, y que aquellos en quienes era genuina -sostuvo-, debían de ver el mundo realmente de ese modo.
Medio siglo antes, Arthur Rimbaud, el enfant terrible de la poesía simbolista, se lanzó a un sistemático "desarreglo de los sentidos" con el fin de traspasar los confines de la normalidad "burguesa". Muchos lo siguieron, y una historia de la imaginación desde mediados del siglo XIX podría verse como una historia de nuestra creciente obsesión por lo estrambótico, truculento e inhumano. En la década de 1930, el desarreglo sistemático de Rimbaud era el último grito, y desde entonces ha sido adoptado por la publicidad. Hoy en día, los consumidores absorben como si nada en variedad de medios las "imagenes de un perro de seis patas que emerge de un calabacín o de una mujer con una motocicleta en lugar de su pecho izquierdo", la clase de imágenes que preocupaban a Bartfield, junto con cosas mucho peores.

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Y, como este dijo, quienes valoran este tipo de imágenes están dispuestos a hacer todo lo posible para que el mundo sea visto de esa manera. Con el tiempo acabarán viendo ese mundo, y si la teoría de la evolución por "imitación" de Moskvitin es correcta, lo harán muchos otros. Actualmente, con la formidable industria del cine y nuestra habilidad para "modelar" la realidad o crearla "virtualmente", la unión de la imaginación desatada y la tecnología puede desembocar en algo como la "holocubierta" de Star Trek, que nuestras ansias de estética y sensaciones descarnadas utilizarán para idear entornos como el Almuerzo desnudo de William S. Burroughs.

 William S. Burroughs fotografiado con parte del "atrezo" de la película inspirada en su novela "El almuerzo desnudo"


En tal caso, la advertencia de que estamos entrando en un "mundo fantásticamente horrible" que hace Barfield puede resultar incómodamente oportuna. Si la imaginación de los poetas puede transformar molestos montones de piedras en hermosas montañas, también es capaz de transformar la realidad cotidiana en una especie de pesadilla en vigilia. Y, puesto que el público "burgués" lleva décadas aprendiendo a aceptar las visiones de la "vanguardia", por perturbadoras que sean, el proceso de transformación podría tardar poco tiempo en completarse.


Lecturas:

Gary Lachman, Una historia secreta de la consciencia. Atalanta


Entrada relacionadas:

La Tempestad

Lilith

Belleza y horror de Medusa

El pacto con la serpiente

La herida y el cuchillo

Dolores

El descenso a los infiernos de David Nebreda

La mente creadora


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6 comentarios:

M.A.O dijo...

La mente humana es capaz de crear, a través de la imaginación, un paraíso o un infierno. De hecho el lado oscuro de la mente parece tener un poder de apropiación de la realidad mediante mecanismos francamente destructivos. Para instalar la faz creadora luminosa a veces pareciera que se necesita una cierta estabilidad emocional, una acción empática con la existencia, un agradecimiento cotidiano por la vida y la existencia en sí misma, sin apenas dependencia del entorno circundante. Si...el mundo adolece de ciertas facetas oscuras que parecieran provenir de un genio maligno capaz de destruir todo lo viviente, incluida la especie humana.

Abrazos primaverales querido Amigo!!!

Moisés dijo...

Me gusta esa idea que el mundo a base de literatura y poesía se ha ido profundizando. A sensu contrario visto que actualmente la literatura es minoritaria y la poesía un reducto sin ninguna relevancia, nuestro mundo se aligera de contenido. La superficialidad reina. En cuanto al lado más siniestro de la mente que se refleja en la literatura y en el arte a partir del romanticismo, pues es consecuencia de la supresión de los cánones artísticos. El arte servía para la representación de la divinidad y también para la representación de la naturaleza (incluidos los retratos). El resto de temas estaban, salvo excepciones, vetados. ¿Qué ocurre en el siglo XX? Que todo vale, incluso lo macabro. La belleza en el arte ha muerto. Ahora el concepto y la originalidad se sobreponen. Cuestiones estilísticas, supongo, pero que ha dado grandes páginas y obras a la humanidad.

Un abrazo.

Jan dijo...

Así es Mabel, la mente es capaz de transformar el mundo en un paraíso o un infierno, siendo uno y otro los extremos opuestos de luz y sombra de la infinidad de matices con los que componer nuestra representación.
Parece necesario cierto distanciamiento y elevación de la mirada con respecto de las cosas para verlas con más luz y así combatir algunos de los monstruos especialmente alimentados en estos tiempos propensos a la neurosis.

Abrazo otoñal desde aquí querida amiga

Jan dijo...

Sin duda Moisés, la lectura influye en nuestra percepción del mundo. Hoy en día se lee en todos les sectores de la población como nunca antes se había leído, otra cosa es la calidad de lo que se lee y los efectos que, para bien o para mal, de ello se pueda derivar. Tal como dices, el aspecto siniestro expresado en los poetas malditos aparecidos después del Romanticismo, pongamos por caso, o movimientos artísticos más tardíos como el dadaísmo, o ya más recientemente la "contracultura" con los escritores de la Generación Beat (entre éstos William Burrougs que aparece en la entrada), parecen motivados por una reacción contra lo establecido e impuesto (moral, político, etc.), dirigidos por una necesidad de "libertad" y libre expresión que aminore el astío y la asfixia. Y de todo encontramos en esta tendencia a "desnudar" todo el mundo interior personal.

Abrazos

Veda dijo...

Parecemos más hermosos desde la distancia, suspendidos en el nebuloso nido de los símbolos, el cual se alimenta de nuestras propiedades aditivas y emergentes, y nosotros, criaturas discretas, reaccionamos imprevisibles pero habituados, construidos socialmente a golpes de leche, letras,líquenes...

Cuánto tiempo sin saludarte, que no sin leerte.

Un saludo y un abrazo, Jan.

Jan dijo...

Una grata sorpresa encontrar de nuevo palabras tuyas por aquí, lugar que siempre se enriquece con ellas.

Desde la distancia, desde una elevación de la mirada, podemos vernos liberados de la penosa carga que suponen nuestros hábitos y construcciones. Posiblemente sea así, despojados de todo doloroso apego, cuando aparecemos más cercanos y hermosos.

Besos mil