El Sol como Logos Solar en un grabado de Utriusque Cosmi I, pág. 19 de Robert Flud.
Fludd no compartía la teoría copernicana que sitúa al Sol en el centro del universo material, pero le concedía, como símbolo universal de la Divinidad Suprema (al igual que Marsilio Ficino), la primacía absoluta en el orden planetario. Sería así, dentro de la doctrina de la cadena del ser, el punto intermedio que se extiende entre la Tierra y el Cielo. En la correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmo, el Sol sería al Cielo lo que el corazón al cuerpo humano, esto es, la manifestación más próxima a Dios en ese nivel particular.
Robert Fludd (1574-1637), una de las figuras más destacadas del hermetismo renacentista inglés ejerció como médico, actividad a la que sumaría sus grandes conocimientos en teosofía, magia, cábala, alquimia, geomancia y música. En la obra que dejó escrita en ediciones bellamente ilustradas por el grabador Johann Theodor de Bry, encontramos uno de los ejemplos donde se intentan plasmar todos los conocimientos existentes que una mente era capaz de abarcar, algo propio del sabio del Renacimiento, pero cuyo periodo de esplendor ya alcanzaba su cénit. En esa tentativa, parece descubrirse cierta desesperación manifestada en la incapacidad para concluir un magnum opus donde exponer sus planes extraordinariamente complicados. El objetivo de Fludd era nada menos que hacer un compendio de todo lo que sabía sobre el universo y sobre el hombre (macrocosmos y microcosmos), y las relaciones existentes entre ellos en aras de una visión totalizadora con Dios, algo que, por otra parte, estaba ya en oposición con la corriente científica y mecanicista de su tiempo que emergía de la mano de, entre otros, Descartes, quien estableciera las bases de una separación filosófica entre el mundo de la materia y del espíritu. Esa visión unitaria - fundamental también en la forma como aplicaba su medicina siguiendo a Paracelso-, es el nexo común que se muestra en todos sus libros, valiéndose en gran medida del poder de las imágenes. De estas, dejo una selección de las que aparecen en Utriusque Cosmi, Maioris scilicet et Minoris, metaphysica, physica, atque technica Historia, donde se representan de una forma más elocuente las correspondencias entre macrocosmos y microcosmos, tal como las ideara Flud para su doctrina teológica del universo. Las acompaño con las interpretaciones que sobre ellas hiciera Joscelyn Godwin.
Robert Fludd
Claves para una teología del Universo
(Fragmentos)
Por
Joscelyn Godwin
Macrocosmos y Microcosmos
El ser humano considerado como un pequeño universo, su constitución y relación con el Macrocosmos.
Robert Flud, Utriusque Cosmi I, a, portada
La conocida portada de Utriusque Cosmi... Historia compendia las correspondencias entre los reinos etéreos y elementales del hombre. El círculo exterior representa el universo tolomeico, desde las estrellas fijas hasta los planetas, con cuatro círculos exteriores no marcados que corresponden a los elementos. A este macrocosmos corresponde el microcosmos del hombre. Los signos del zodíaco, equivalentes a estrellas fijas, gobiernan sus miembros desde la cabeza (Aries) hasta los pies (Piscis). Después de los círculos planetarios vienen los elementos, a los que corresponden los cuatro humores de la medicina galénica: fuego = bilis amarilla (Cholera), aire =sangre (sanguis), agua = flema (pituita), y tierra = bilis negra (melancholia).
La cabeza de cada mundo está presidida por un Sol y una Luna. Cabe recordar su presencia tradicional en las pinturas medievales de la Crucifixión representando los opuestos polares entre los cuales el Hombre Divino es sacrificado en aras del mundo. En el hombre son el Espíritu y el Alma, el Rey y la Reina, cuyo matrimonio constituye el objetivo de la alquimia.
Por encima y más allá del reino de los contrarios, el Tiempo, que todo lo abarca, hace girar macrocosmos y microcosmos. Posee sus atributos tradicionales: las alas, el reloj de arena y patas de macho cabrío. Puesto que el Padre Tiempo es la misma divinidad que Cronos o Saturno, puede referirse a la constelación de Capricornio, que Saturno gobierna y ve al comenzar el año. Naturalmente, este "Saturno" es una manifestación del orden superior del planetario. En la teología órfica, el propio Principio Supremo recibe un nombre afín: Chronos.
Los vehículos más elevados del hombre
Robert Fludd, Utriusque Cosmi II, a, I, portada
Una visión más exaltada del hombre lo relaciona también con el punto situado por encima del zodíaco. Con sus facultades "sobrenaturales" de Razón (Ratio), Intelecto y Mente (Mens), se eleva sobre el trilpe mundo de las jerarquías angélicas y entra en contacto con el propio Dios. Estas facultades más elevadas están situadas, naturalmente, fuera de los cuerpos físicos y etéricos, cuyo dominio se detiene en el círculo que toca el hombre. Más allá, se halla en camino de convertirse en "Hombre Universal" y, en último término, en un Dios por derecho propio.
El hombre triple
Robert Fludd, Utriusque Cosmi II, I, pág. 105
Del mismo modo que los diagramas de Fludd del universo tolomeico muestran la luz de Dios brillando sobre los tres reinos, éste nos muestra los tres reinos tal y como se manifiestan en el hombre, situado por debajo de Dios. El Sol que aparece sobre su cabeza puede recordarnos el loto de mil pétalos del yoga, el Sahasrara Chakra, cuyo florecimiento indica la trascendencia de los reinos condicionados, tanto el empíreo como el etéreo y el elemental.
Al cielo más elevado corresponde la cabeza con sus tres funciones:
El rayo Deífico o Mente: luz no creada.
La esfera de la Luz o Intelecto: luz creada.
La Esfera del Spiritus: Razón: el Empíreo.
Las esferas planetarias o cielo etéreo corresponden al tórax, en cuyo centro rige el corazón, equivalente del Sol en "la esfera de la vida". Las esferas elementales del fuego, el aire, el agua y la tierra están señaladas en el dibujo y en la leyenda:
A Cólera (vesícula biliar).
B Sangre (hígado y venas).
C Flema (vientre).
D Heces y excrementos (vísceras).
Si se desea una clarificación de lo que los antiguos entendían por "bilis negra", el humor melancólico, aquí la tenemos. En el centro se encuentran los genitales, que corresponden al centro de la Tierra
El Universo Tolomeico I
Robert Flud, Utriusque Cosmi II, a, pág. 219
De la infinita luz de Dios (Deus) desciende una espiral hasta las últimas profundidades de la materia. Lo absoluto crea limitando su propia infinitud en un acto descrito por la leyenda que aparece a la izquierda: "La unidad simple; el comienzo; el punto inicial; fuente de esencias; el primer acto; el Ser de seres; la Naturaleza que produce la naturaleza".
Primero está la Mente Cósmica o del Mundo (Mens), abierto por un lado al Absoluto y por otro entrando en el vórtice constricto que es la creación. La primera letra del alfabeto hebreo, Aleph, señala el comienzo de los comienzos a partir del cual emanan las otras veintiuna hipóstasis en un esquema triple. Las vueltas de la espiral del 2 al 10 son los nueve órdenes de ángeles: serafines, querubines, dominaciones, tronos, potestades, principados, virtudes, arcángeles y ángeles. Éstos habitan los reinos incorpóreos y metafísicos. En 11, el cielo de las estrellas fijas, llegamos a la esfera del Zodíaco que rodea a los siete planetas caldeos (12-18): Saturno, Júpiter, Marte, el Sol, Venus, Mercurio y la Luna. La tercera zona es la región sublunar en la que todo está formado por los cuatro elementos (19-21): fuego, aire, agua y tierra. Los arquetipos o inteligencias que presiden cada una de las veintidós esferas están representados por las letras hebreas y por las cabezas aladas.
El Universo Tolomeico II
Robert Flud, Utriusque Cosmi II, a, pág. 9
Si la imagen anterior representaba el cosmos en orden descendente a partir de Dios, aquí lo vemos creado como un todo instantaneo. El espíritu de Dios en forma de paloma cincela el universo a partir de las nubes de la Nada. Las tres divisiones quedan establecidas aquí con mayor claridad. Los nueve niveles de la jerarquía celestial se hallan divididos en tres círculos (correspondiendo probablemete a la división órfico-platónica en Dioses Inteligibles, Inteligibles-Intelectuales e Intelectuales. A continuación se hallan las estrellas fijas y los siete planetas; el Sol y la Luna derramando su luz sobre el mundo sublunar. El primero de los elementos es el fuego, luego viene el aire y el agua, adecuadamente habitados de pájaros y peces; luego la tierra y ahí parece encontrarse el golbo terrestre al comienzo de la creación. Adán y Eva en el jardín del Edén conversan con la serpiente.
El Universo Tolomeico III
Robert Fludd, Utriusque Cosmi I, a, pág 5
"Espejo de toda la Naturaleza e Imagen del Arte". Este esquema cósmico de Fludd, uno de los mas integradores, sigue al anterior en su disposición general. El mundo sublunar está dibujado con gran detalle. Fuego y aire constituyen dos círculos, pero el agua y la tierra están representados mediante un paisaje realista sobre el que se yergue la Naturaleza (vid. infra). Bajo la égida de estos elementos, por así decirlo, se encuentran los tres reinos de la naturaleza:
Animal (que contiene las imágenes del delfín, la serpiente, el león, el hombre, la mujer, el águila, el caracol y el pez).
Vegetal (árboles, racimos de uvas, trigo, flores y tubérculos).
Mineral (talco, antimonio, plomo, oro, plata, cobre, oropimente y sal amonacal, cada uno gobernado por el planeta correspondiente).
Las conexiones entre los mundos planetario y elemental se muestran en las líneas de puntos; obsérvese que el hombre mira al Sol y la mujer a la Luna. La presencia de tres soles pueden ser una referencia a la doctrina órfico-platónica del triple Sol por cuya divulgación el emperador Juliano encontró la muerte en el año 364.
La descripción que hace Flud de esta lámina se centra en la figura de la Naturaleza, que es representada como una hermosa virgen. "No es una diosa, sino íntima delegada de Dios, por cuyo mandato rije los mundos celestes. En la imagen está atada a Dios por una cadena (la catena aurea de Homero, que desciende a lo largo de toda la jerarquía del ser). Ella es el Alma del Mundo (anima mundi) o el Fuego Invisible de Heráclito y Zoroastro. Es ella quien hace girar la esfera de las estrellas y dispone las influencias planetarias en los reinos elementales alimentando a todas las criaturas en su vientre. En su pecho se halla el verdadero Sol, en su vientre la Luna. Su corazón da vida a las estrellas y planetas, cuya influencia, infundida en su seno por el espíritu mercurial (llamado por los filósofos Espíritu de la Luna), es enviada al propio centro de la Tierra. Su pie derecho reposa en tierra, el izquierdo sobre las aguas, lo que significa la conjunción del azufre y el mercurio sin la cual nada puede ser creado". Así lo describe Fludd en su críptico lenguaje alquimista.(...) La naturaleza, dice Fludd, dispone de un ayudante que la imita y produce cosas semejantes a ella. A este Imitador (o Mono) de la Naturaleza surgido del ingenio humano, llamamos Arte. En el grabado forma el último término de la cadena del ser y mantiene la misma relación con la naturaleza que la que ésta mantiene con Dios. Podríamos decir parafraseando el Corán que el hombre es el virrey de Dios sobre la Tierra, donde tiene encomendada la tarea de cuidar este rincón del universo. Las artes, que en época de Fludd incluían lo que hoy denominamos ciencias, son los medios de que dispone el hombre para convertir la tierra en un lugar de dicha y belleza... siempre que las utilice convenientemente.
Lecturas:
Joscelyn Godwin, Robert Flud, Editorial Swan 1987
Frances Yates, Robert Fludd y la época de Jacobo I, Revista El Paseante nº 4 1986 págs. 120-134
Frances Yates, El iluminismo Rosacruz, Siruela
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5 comentarios:
Esta entrada merece una lectura muy muy pausada. Volveré...
Es precioso el afán del hombre por entender y representar lo entendido. Siempre hubo seres complejos que hacían algo más que sobrevivir.
El hombre es un ser fascinante y complejo, capaz de dirigir su mirada tanto a lo más elevado como a lo más bajo. Su voluntad, creatividad e ingenio, son el medio que le otorgan la posibilidad de tomar las riendas de su destino en una dirección u otra, y con ello, transformar el lugar que habita y a sí mismo.
Y sí, Fedora, siempre han habido seres escepcionales.
Buscando información he ido a parar aquí y me gustaría aportar que la Revista Symbolos es la que más ha aportado sobre este tema con estudios muy interesantes. Se puede averiguar en la Web.
Jardiel
Así es Jardiel, la Revista Symbolos trata este tema de una forma seria y profunda. Tuve el placer de conocer a su director Federico González y a algunos de sus colaboradores a través del Centro de Estudios Simbólicos de Barcelona. Artículos de Joscelyn Godwin aparecen publicados tanto en sus números impresos como digitalmente en su web, donde los interesados podrán encontrar documentación valiosa.
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