Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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viernes, 27 de junio de 2014

El poder de las imágenes


La Mónada Jeroglífica en Oedipus aegyptiacius II pag. 29 (1656). Imagen simbólica rediseñada por Athanasius Kircher a partir de la creada por John Dee en 1564.
Joscelyn Godwin comenta sobre ella: "Kircher la considera símbolo del sistema del mundo: arriba, se encuentra el universo tolomeico de elementos, planetas y estrellas fijas interseccionado por la Luna; abajo, los cuatro elementos o cuatro ángulos de la Tierra con la serpiente al pie 'que denota el poder divino que permea todas las cosas'. En su interpetación la reduce a poco más que al sómbolo de Venus, que los egipcios conocían como Anj o cruz ansata y que representa la superioridad del espíritu sobre la cruz de la materia".


Quien se acerque a la obra del jesuita Athanasius Kircher en estos tiempos de especialistas, no puede dejar de sentir asombro ante el basto círculo de conocimentos que llegó a abordar. En sus publicaciones lujosamente editadas, se tratan temas científicos y teológicos (donde el simbolismo judeocristiano y egipcio se une al de la mitología clásica siguiendo la filosofía hermética) entre los que encontramos el estudio de las manchas solares, vulcanología, experimentos con la linterna mágica, invención de aparatos musicales, metafísica, astronomía, lenguas orientales, geroglíficos egipcios, óptica, magnetismo, la Torre de Babel, el Arca de Noé, reuniendo todo ello un compendio heterodoxo por el que aspiraba a reunir todo el saber universal de su época. Destaca en su obra el amplio despliegue de imágenes utilizadas, siguiendo así la metodología de la Compañia de Jesús que les otorgaba un gran poder no tan sólo como metodología de aprendizaje, sino como herramienta por la que ejercer una influencia sobre la configuración de la estructura psíquica. Ignacio Gómez de Liaño dedicó unas palabras a esta cuestión a las que he acompañado con algunas imágenes analizadas por él mismo siguiendo en gran medida las interpretaciones que realizara Joscelyn Godwin.


Virtudes y galas de la imaginación
por
Ignacio Gómez de Liaño


Cualquiera que sea el valor que concedamos a la filosofía o a las investigaciones particulares que emprendió Kircher, no se puede por menos que elogiar sin rodeos el valor iconográfico y la vistosidad de las ricas ilustraciones que adornan los grandes infolios de Kircher. En efecto, ningún autor de los siglos XVI y XVII puede ostentar, como acompañamiento de sus investigaciones científicas o filosóficas, una comitiva tan lujosa de imágenes. Kircher, que no ignoraba la moda renacentista y barroca de los emblemas, también sabía la importancia que tuvieron para difundir el pensamiento hermético las bellas ediciones de J. T. De Bry.

Frontispicio de Ars magna lucis et umbrae (1645)
Además de la obvia iconografía astrológico sapiencial de Apolo (el sol) y Diana (la luna), la lámina define cuatro fuentes de conocimiento. La Autoridad Sagrada, encarnada en la Biblia, aparece como un rayo que procede directamente de Dios. Se halla en el lado diestro de Dios. En el izquierdo de Diana, Razón, aunque próxima a Dios, nos llega filtrada por el ojo interior, cercano a la lechuza sostenida por la nocturna Diana. El Conocimiento Sensible no viene directamente de la luz intelectual de Dios, sino de la del Sol. Uno de sus rayos pasa por un telescopio; el otro se introduce en una caverna, reminiscencia de la platónica o también de la de Empédocles. Frente a la Sagrada, la Autoridad Profana no es más que una candela que brilla débilmente entre las nubes de los desconocido. (...), el águila acompaña, como animal emblemático al Sol, y el pavo real -de cola acelada como la noche- a la luna.

Por otro lado, el catolicismo contrarreformista puso especial empeño en la propaganda de su ideario, a fin de contrarrestar la influencia que ejercía el protestantismo, valiéndose de una hábil utilización de la pintura y la arquitectura, en suma, de las imágenes visuales. Así como las fachadas de las iglesias proclamaban en un lenguaje de piedra y proporciones numéricas a todo el ámbito de la ciudad, la belleza y dignidad de los misterios que el templo atesora en su interior, de la misma manera la profusión de imágenes que decoran sus muros y pilastras proyectaban ante los fieles una auténtica película de la fe católica y de sus excelencias. La exuberancia de las iglesias romanas de tiempos de Kircher no excluía ninguna partícula de humanidad considerada valiosa: el matemático, el físico el moralista, el poeta y, por supuesto el hombre religioso podían sentir en esas iglesias, como reflejada en un espejo, una imagen dinámica, llena de vida y no desprovista de encantos terrenales de la religión y de la concepción católica del hombre. Los autores de la Contrarreforma, y en particular la Orden de los jesuitas, sabían que las abstracciones del dogma, los misterios de la fe y las enseñanzas de la Iglesia tenían que entrar por los ojos.

Los sesenta y dos nombres de Dios en Oedipus aegyptiacus II p. 287.
La Cábala dice que Dios tiene sesenta y dos nombres, lo que Kircher interpreta escribiendo el nombre de Dios en sesenta y dos lenguas: cada uno de esos nombres posee cuatro letras, reflejando así el tetragrammaton hebreo IHVH. Esto le obliga a veces a encontrar soluciones de compromiso como en italiano IDIO y en inglés GOOD. Los otros círculos contienen diferentes atributos de Dios, Creador, Perfección, Luz, etc., a la manera de los nombres divinos en las ruedas combinatorias de Raimundo Lulio, de cuya filosofía Kircher era seguidor. En el centro está Jesús, cuyo nombre, que comprende la letra "madre" Shin, hace pronunciable el tetragrammaton impronunciable: IHSVH. Los dos árboles son los de los siete planetas y ángeles (izquierda) y los doce signos del Zodíaco y las tribus de Israel (derecha). Las hojas de la parte superior portan sesenta y dos nombres en hebreo, distribuidos en los nueve órdenes angélicos. Kircher precave para que no sean de ninguna manera utilizados en invocaciones mágicas.

El movimiento emblemático-jeroglífico de finales del siglo XVI había, además, acertado a crear un lenguaje de simbología visual que la Compañía de Jesús supo hacer suyo. Pero no se trataba sólo de ir a pedir a las imágenes un buen agente de publicidad o un medio universal de comprensión; todo jesuita sabía muy bien que San Ignacio en sus famosos Ejercicios espirituales había colocado el ejercicio de la imaginación, y de la composición mental del lugar en el mismo corazón de su doctrinario espiritual. Y está fuera de dudas que detrás de la tecnica espiritual de los ejercicios ignacianos se hallan las técnicas de la imaginación habían desarrollado, con un fuerte componente hermético y "egipcio-jeroglífico", las artes de la memoria. 

Frontispicio de Regnum naturae magneticum. La mano de Dios (arriba) sostiene las cadenas de la simpatía "magnética" o inmaterial que enlaza todos los niveles de la existencia. Tema predilecto de Plotino y el neoplatonismo, este "magnetismo" era la base de la "magia simpática" del Renacimiento. La imagen de la cadena divina se encuentra en Homero y en las leyes de Platón, donde se nos dice que los dioses mueven a los hombres mediante cadenillas metálicas como si fuesen marionetas que a lo más a que pueden aspirar es a "ejecutar los más bellos juegos". En el Ión platónico se habla de la "cadena magnética" que enlaza a la Musa, diosa de la Memoria poética, con el oyente a través del eslabón intermedio del poeta y el rapsoda. El motivo de la imagen dice; "Con arcanos nudos serán ligados los mundos". Una misma fuerza gobierna la declinación de la fuerza magnética, el rebrotar de las plantas, la vinculación de los animales con el Sol (gallo) y la luna (ciervo), los fenómenos de las flores heliotrópicas y las selenotrópicas, y las virtudes de la piedra serpentina, que es un remedio homeopático contra la mordedura de la serpiente.


Los neoplatónicos herméticos del Renacimiento, como Ficino, o Camilo Delminio, para no hablar de Giordano Bruno, estaban persuadidos de la importancia que poseen las imágenes no sólo para aprehender y consolidar los conocimientos, sino para incluso configurar la estructura del psiquismo. Por eso, bien puede decirse que en los siglos XVI y XVII el espejo en que se miraron los príncipes y los pontífices, los místicos y el pueblo llano y, por supuesto, los escritores y los artistas, era un espejo de imágenes, un espejo de la imaginación. (...)
Kircher, cuya misma figura intelectual era un monumento propagandístico de los tesoros intelectuales de la Compañía de Jesús y de la libertad que disfrutaban sus miembros para explorar los confines más heterodoxos del saber, supo propagar o difundir su obra también gracias a esos edificios en forma de libros -provistos de elegantes portadas y frontispicios- que se desbordaban en brillantes imágenes de su ciencia.

Frontispicio de La Chine Illustrée.
El padre jesuita Adam Schall (a la izquierda) y el padre Mateo Ricci (a la derecha), propagadores de la fe cristiana en el Celeste Imperio, sostienen, secundados por un ángel, un mapa de China con algunas de sus ciudades más importantes (Pekín, Xián, Cantón, etc.), y parte del archipiélago japonés y de la India. Como puede verse, La Gran Muralla y el arenos desierto  separan a China de Tartaria. Encima del portico corintio de puro estilo imperial romano se ve a San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola acompañados de los ángeles emblemáticos de la pureza (con lirios o azucenas) y la caridad o el martirio (el cáliz)

Pues el desbordamiento de la imaginación que fácilmente se detectan en prosistas como el jesuita Gracián -ya sea en El Criticón, ya en El comulgatorio-, en poetas como Góngora, o en dramaturgos como Calderón -tanto en los dramas profanos como en sus autos sacramentales-, es comparable al desbordamiento de imágenes que los volúmenes de Kircher apenas logran representar, como ocurre cuando las ilustraciones se convierten en desmesurados desplegables que se escapan de los márgenes generalmente generosos  de los libros y producen en el lector la ilusión de que en le espacio cotidiano de su biblioteca acaba de ser erigido realmente el Obelisco Salustiano o el Panfilio, la Torre de Babel o el Arca de Noé. Los libros de Kircher poseen, sin duda, la monumentalidad de la arquitectura.

 La Torre de Babel, Turris Babel (1679), pp. 40-41
El estilo de la torre kircheriana parece derivar de la reconstrucción del Templo de Salomón de Villalpando, así como las pinturas de Brueghel el Viejo. Kircher o Creyl podían haber visto grabados de éste. A su vez, la torre de Brueghel se relaciona estrechamente con le minarete más antiguo del Islam, el Sawma de Jamai Sayydi Uqbah en al- Quayrawan, 728 d. C., así como con otros similares de Marruecos y Sevilla (la Torre del oro). Por lo demás, el dibujante Creyl sitúa la famosa torre en un paisaje arquitectónico del tipo ecléctico que habría hecho las delicias del emperador Adriano; no faltan en él característicos edificios de la arquitectura romana, pirámides egipcias e incluso, a la derecha, una versión del Templo de Salomón, según se le imaginó en la época.

Pero la imaginación o, por mejor decir, la imagineria en que tanto descuellan las publicaciones kircherianas cuentan con una importante virtualidad que resumimos así: lo que puede representarse mediante imágenes ha de considerarse resuelto. Así pues, las imágenes que ilustran en la obra de Kircher la organización interna del Arca de Noé o la construcción de laTorre de Babel, el diseño urbanístico de Babilonia o la dispersión por el mundo de los hijos de Noé, las antiguas villas latinas o los hábitos, usos y dioses de la China, los obeliscos y jeroglíficos egipcios o la astrología y el magentismo, la acústica o la catóptrica, son, para la mentalidad media del hombre del Barroco, una prueba indubitable, diríase que autoevidente, del rigor de los tratados kircherianos. Además, todo espíritu ilustrado que hubiera leído el Fedro platónico sabía que el ojo, órgano helioide, solar y divino, es el órgano intelectual por excelencia. 

 Aguas subterráneas en Mundus subterraneus I (1664-65), pp. 186-187
La acción del viento forma canales acuíferos subterráneos (hidragogos) que permanecen debajo de las uperficie de la Tierra, en forma de fuentes, ríos o lagos, cuyo caudal con el tiempo vuelve al mar. Descartes, Kepler y Palissy también aceptaban esta teoría. Obsérvese cómo el agua penetra en el interior de la Tierra tanto desde la base de los montes como de las fosas oceánicas. La zona central de la Tierra que lleva la letra A representa la gran masa de fuego y los "piragogos", o ríos de fuego, que atraviesan el interior del planeta.

El hombre del Barroco podía pensar que la realidad y el mundo no eran más que apariencia y engaño, pero estaba fácilmente dispuesto a creer que las imágenes estaban investidas de una fuerza incomparable. Para emplear la terminología neoplatónica, las imágenes que adornan los volúmenes de Kircher no son ni han de ser vistas como "fantasmas", es decir, como meras ilusiones, sino como "eikones", es decir, como imágenes precisas de la realidad, imágenes dignificadas por el hecho de que el mismo hombre, la naturaleza humana, era una imagen, un eikon de Dios, y Cristo la primera de las imágenes divinas. Posteriormente, conforme la inteligencia europea se fue adaptando progresivamente a la abstracción y a las simbologías artificiales, se pudieron olvidar esos valores metafísicos de la imagen, pero se retuvo el hecho innegable de que las imágenes poseen una singular fuerza psicológica que el pedagogo ha de tener muy en cuenta cuando quiere transmitir sus enseñanzas.

Curación por la música del venenoso mordisco de la tarántula, página 206 de Phonurgia nova (1673)
En lo que debe ser el primer tratado de terapia musical, Kircher menciona el curioso fenómeno del tarantismo, que afecta a los nativos de Apulia, en el sur de Italia, y que los obliga a danzar frenéticamente sin atender a ninguna convención social. De esta enfermedad era culpable la mordedura de la tarántula, y la única manera de curarse era interpretar repetidamente la melodía (la trantela), hasta que las víctimas quedaran exaustas. (...) De arriba abajo:
Melodía que sirve de antídoto contra la mordedura de la tarántula. Comarca de Apulia donde se da esta enfermedad. Imagen auténtica de tarántula de Apulia. Las reproducciones ha sido hechas apartir de ejemplares de tarántula que el propio Kircher poseía, debidamente guardados en frascos, en su museo romano.



Lecturas

Ignacio Gómez de Liaño, Athanasius Kircher. Itinerario del éxtasis o las imágenes de un saber universal. Siruela 1985

Joscelyn Godwin, Athanasius Kircher. La búsqueda del saber de la antigüedad. Editorial Swan 1986

Entrada relacionadas:

Geografía corporal

Robert Fludd: macrocosmos y microcosmos

El Arca de Noé de Athanasius Kircher


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martes, 17 de junio de 2014

Música y Belleza


 Andreas Cellarius: Harmonia Macrocosmica (s.XVII)
Representación de las órbitas planetarias que rodean la Tierra.


Los pitagóricos decían que un sonido armonioso es producido por el movimiento de los cuerpos celestes; y dedujeron esto científicamente a partir de la analogía de sus intervalos; puesto que no sólo las proporciones de los intervalos del sol y la luna, y Venus y Mercurio, sino también de los otros astros fueron descubiertas por ellos.

Simplicio


La música expresa la armonía del universo, mientras los rituales expresan el orden del universo. Mediante la armonía, todas las cosas son influidas, y mediante el orden, todas las cosas tienen un lugar propio. La música surge de cielo, mientras que los rituales son modelados sobre la tierra. (...) Para tener los rituales y la música apropiados, debemos entender los principios del Cielo y la Tierra.

Confucio



Isaac L. Rice (1850-1915) además de destacar en su afición al ajedrez (disciplina en la que alcanzó una gran reputación y a quien se debe la creación del gambito Rice), fue también uno de los más reconocidos teóricos musicales estadounidenses. Sobre esta otra gran pasión escribió una obra titulada What Is Music ?, donde expone una idea de la música acorde con la tradición pitagórica en el sentido de considerarla como fenómeno cósmico y universal reconocible en la armonía de los movimientos celestes y los ciclos de la naturaleza. Visión que, recogida por almas poéticas y musicales, será motivo de inspiración emotiva y sonora. Dejo a continuación unos fragmentos de uno de sus capítulos.


Espacio y Tiempo (Reposo y Movimiento)
(fragmentos)
por
Isaac L. Rice



(...) El Espacio es reposo, el Tiempo es movimiento. El Espacio es inerte, el Tiempo es vida. El Espacio es reposo, carece de vida, pero, por ello mismo, no conoce ninguna muerte. El Tiempo es movimiento, vida, pero, ¿qué es la vida sino cambio, y qué es el cambio sino muerte? Y, sin embargo -¡la antítesis eterna!-, aunque en todas las cosas son lo contrario el uno del otro, son no obstante los homólogos el uno con el otro; aunque opuestos, por sus mismas definiciones, son sin embargo maravillosamente semejantes; aunque, subjetivamente, esencialmente antagónicos, no son, objetivamente, sino ¡manifestaciones diferentes de una idea idéntica! Pues, ¿qué es el Tiempo? ¡Es el Espacio del movimiento, el Espacio de la existencia! (...)

Ahora bien, ¿qué es la música? La embellecedora del Tiempo, es la  respuesta simple y categórica; una respuesta, también, de la que pueden deducirse otras respuestas a todas las preguntas que surgen de la pregunta original; una respuesta que sirve como piedra angular de la teoría fundamental de la música misma. Es para adornar el Espacio siempre en movimiento de la existencia por lo que fue generada la música y en ella se pusieron los gérmenes de ese proceso. En el Espacio del Reposo, en la Naturaleza visible, La Naturaleza misma emprendió la tarea de embellecer. Y allí ha prodigado bellezas indecibles e innumerables. La belleza reina en la montaña y en el valle, en la colina y en la hondonada. Está presente tanto en la gentil arboleda como en el bosque poderoso. Está en el pequeño arroyo y en el océano magnífico. Está en el  hombre y en la mujer, en los pájaros, en las plantas; en cualquier parte, en todas partes, la tenemos al alcance de la vista, si es que queremos ver. Hay bellezas de todo tipo y grado, de lo sublime a lo delicado, de lo grandioso a lo pintoresco. Todo esto ha hecho la Naturaleza por el Espacio, y hacer algo semejante para el Tiempo es el gran y sagrado propósito de la música.
Los materiales de que está compuesta la música existen sólo en el Tiempo, y aquí tenemos la explicación de muchas de las características de la música. El Tiempo es movimiento, es vida, y sin embargo el seguro portador del cambio, de la muerte. Como movimiento, su influencia sobre nosotros es emocional, perturbadora; al hablarnos constantemente de cambio y de muerte, despierta en nosotros sentimientos de melancolía. La música, cuando embellece los momentos pasajeros, nos dice no obstante que son pasajeros, y por eso es tan propensa a provocar tristeza. (...)
Además como ya dijo Aristóteles, ¿qué son las emociones sino movimientos? Y como la música es movimiento, su efecto sobre ellas debe ser grande, pues los movimientos ejercen una influencia enorme sobre movimientos semejantes y tienen gran tendencia a responder a movimientos semejantes. Éste es un hecho bien conocido para todos los que están familiarizados con la forma de operar de las vibraciones. "Pero -puede objetarse- el ojo es también un órgano capaz de discernir el movimiento". A esto respondo que en este momento nos ocupamos solo de lo bello en movimiento, y que esto es principalmente competencia del oído. Las bellezas del movimiento abiertas a la percepción de los ojos son de una clase inferior. Los placeres al ver bailar o caminar no entran realmente en el rango de los provocados por la contemplación de lo bello en el sentido más elevado. En el movimiento de las olas del mar nos impresiona más la asociación de ideas que la belleza del movimiento mismo.
Hay, en efecto, otro tipo superior de movimiento en la naturaleza visible: los movimientos de los cuerpos celestes. Todos los días sale el Sol, y tranquila y majestuosamente recorre su camino por el firmamento, para oponerse entre el esplendor y la gloria. Luego aparecen las estrellas, y con igual majestad atraviesan los cielos, salen y se ponen hasta que el rey del día asciende de nuevo desde el horizonte y las eclipsa por el extremado poder de su luz. este movimiento no se limita al día y la noche; cuando el año avanza, el Sol y la Luna se mueven con él. Un mes el Sol sale en un signo, al mes, Arturo es la estrella más orgullosa de entre la multitud que brilla en las alturas; un mes después está ya destronada, y brilla Antares, que durante un tiempo asume la gloria. Pero la hermosa e imperial Lira sigue su estela, y a su vez reclama homenaje como guía de las estrellas. Menos regulares en su trayectoria, también están en los cielos los planetas, que se mueven indiferentes en sus órbitas, visibles ahora aquí, luego allá. La encantadora Luna, reina de la noche, continúa curso tranquilo. Ahora se la ve nada más como un hilo de plata en el oeste, crece, maravillosa y orgullosa, a medida que se acerca hacia el este, hasta que casi rivaliza con el Sol por el esplendor de su luz; pero es sólo para decrecer cada vez más, hasta que se pierde de vista.


 Atlas catalán (1375) atribuido al judío mallorquín Cresques Abraham.
En su segunda hoja aparece este diagrama cosmográfico con la tierra en el centro del universo rodeado por círculos concéntricos representando los cuatro elementos, las siete esferas de los planetas, los signos del zodíaco, las fases de la luna. En las esquinas se encuentran personificaciones de las cuatro estaciones.


Está también el sutil movimiento de las estaciones. Ahora el bosque está vestido de un hermoso verde, el jardín está fragante con sus flores, los árboles se encuentran cargados de frutos, los campos rebosan de palpitante maíz. Pronto el verde se transforma en múltiples variedades de color, caen las hojas y cubren el suelo, las flores desaparecen del jardín, se recoge el maíz de los campos. Luego llega el invierno; la nieve lo cubre todo, los arroyos de las montañas y los ríos de los valles se transforman en frío y brillante hielo; la suave brisa da paso a las ráfagas feroces de la tormenta. Pero la primavera llega poco después, y difuende por el aire el soplo de la vida. La nieve se funde, el hielo se derrite, los torrentes de las montañas bajan veloces con vigor renovado y diez veces  aumentado; el pulso de la naturaleza late con la frescura de la juventud. Pronto todo se encuentra de nuevo en flor, los árboles se visten de blanco, las plantas empiezan a brotar. Luego el verano se hace presente una vez más, y el curso del año comienza de nuevo.

Los movimientos de las esferas y de las estaciones son, en verdad, sublimes. Los filósofos antiguos y sus seguidores hasta tiempos recientes vieron ahí los mecanismos de la música. Todos esos movimientos no eran para ellos sino manifestaciones visibles de una armonía trascendental. Por lo tanto, dice el pitagórico: "Es incumbencia de la música no sólo presidir la voz y los instrumentos musicales, sino incluso armonizar todas las cosas contenidas en el universo". Por eso también, el escolástico exclama: "La música del universo es una gran unidad, y por mandato de Dios gobierna todas las cosas que están en movimiento, todas las cosas que se mueven en el cielo, en la Tierra, o en el mar, todo lo que suena en las voces de hombres y animales; la música es la reguladora de los días y los años".
Un sentimiento simiar inspiró a Shakespeare cuando escribió:


(...) Mira cómo la boveda del cielo
está densamente tachoanda con brillantes pátinas doradas;
hasta en el orbe más pequeño que podamos contemplar,
hay un ángel que canta en su movimiento,
haciendo coro a los querubines de infantil mirada.
Esa armonía está en las almas inmortales;
pero mientras estas fangosas vestiduras de decadencia
la encierren groseramente, no podemos oírla.

 El merdader de Venecia V. 1


 Movimientos de los planetas vistos desde la Tierra según Giovanni Cassini (1625-1712)


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Quizás el hecho más importante en el transcurso de la humanidad haya sido el tomar conciencia de la regularidad con la que los astros trazan sus movimientos en el firmamento así como la sucesión de las estaciones. Desde aquel lejano tiempo miramos el cielo y el mundo con unos ojos muy diferentes, pero su capacidad para maravillar permanece inalterable. Dentro de unos días tiene lugar uno de esos acontecimientos que marca el principio y el final de un ciclo. Feliz solsticio de verano para unos, feliz solsticio de invierno para otros.



Lecturas:


Isaac Rice, ¿What is music?  General Books 2010

Joscelyn  Godwin, Armonía de las esferas. Atalanta 2009

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jueves, 5 de junio de 2014

Música especulativa


Mikoajus Konstantinas Ciurlionis,  Sonata de las estrellas,1908
El pintor, pianista y compositor lituano, intenta plasmar visualmente la música haciendo uso de la imagineria cósmica y angélica y la sugerencia de la vibración del aire.


Las armonías no oídas crean las armonías que escuchamos y despiertan el alma a la consciencia de la belleza

Plotino


En consecuencia la armonía más perfecta e impecable no puede ser percibida por el oído, pues no existe en las cosas sensibles, sino sólo como ideal concebido por la mente.

Nicolás de Cusa


En cada acorde que (los sufíes) escuchan del músico
les llega el arrobamiento del mundo invisible.

Shabistarî



La música especulativa es la rama de la teoría musical encargada de buscar las raices espirituales, simbólicas y transcendentes de este arte. Argumentada desde pitágoras por sucesivos autores en todas las épocas, sus teorías  de carácter esotérico giran en torno a la idea de que hay una música sutil que no puede ser escuchada por los oidos. Es la música del alma y de las esferas que darían su razón de ser a la música audible cantada o interpretada con instrumentos. El investigador Joscelyn Godwin sigue el curso de esta tradición a lo largo de la historia en La cadena áurea de Orfeo, donde, desde los orígenes míticos con Orfeo y Apolo, pasan por sus páginas algunos de sus más destacados representantes como Platón, Macrobio, Escoto Erígena, Boecio, Marsilio Ficino entre otros, para dar paso luego a una serie de teóricos contemporáneos en los que descubre una continuidad adaptada a los nuevos tiempos. Entre los diferentes autores de esta segunda parte recojo algunos fragmentos dedicados a Rudolf Steiner, creador de la antroposofía que teorizara sobre las cualidades musicales de las fuerzas que crean las formas de la naturaleza, algo que más tarde algunos experimentos científicos parecerían corroborar tal como veremos.



El resurgimiento de la música especulativa
(fragmentos)
por
Joscelyn Godwin


La música especulativa se define por observar el cosmos de manera musical, y la música, de manera cosmológica. Los filósofos nos dicen que es imposible tener un conocimiento inmediato del universo externo, pues sólo podemos conocerlo por su reflejo en nuestra mente. Supongamos que nos aproximamos a él como Perseo acechando a Medusa, mirando con cautela su imagen en el escudo. De la misma manera, la imagen depende del estado de nuestros espejos mentales. Tanto si es brillante como borrosa, la figura estará ciertamente deformada, como en los espejos distorsionantes de feria, a causa de nuestra educación, nuestras inclinaciones y las categorías de conocimiento que adoptemos. Nuestras mentes, al igual que la adarga de Perseo, sirven a un doble propósito: el reflejo y la protección frente a las influencias no deseadas.
Mas un espejo también puede proyectar luz en los rincones oscuros donde el sol no penetra, y la propia luz puede verse modificada, amoldada o coloreada por la naturaleza del espejo. Como éstos, actúan los compartimentos del conocimiento humano. El mundo puede ser percibido, por ejemplo, a la luz de las matemáticas, comprendiéndoselo entonces mediante fórmulas numéricas, pesos y medidas. Los sentimientos constituyen otra fuente de iluminación, que explora el lado cualitativo de las cosas, confiándonos de ellas tanto lo bueno como lo malo. También puede entenderse el mundo a la luz de la historia, la teología o el paganismo. Todos ellos son caminos que lo hacen más comprensible, poseyendo cada uno su propio lugar y valor.

Detalle de El doctor Fausto, grabado por Rembrant hacia 1652
El sabio, ante la imposibilidad de dirigir la mirada  directamente hacia el disco de luz con inscripciones representando una aparición divina, mira hacia el espejo levemente insinuado a la derecha señalado por una mano espectral.


La música especulativa resulta ser otro de tales espejos (speculum), siendo de ahí precisamente de donde toma su nombre. Si poseyese dotes homéricas procedería a describir otro escudo, además del de Perseo o Aquiles: uno en el que estuviesen grabadas las leyes del tono y las imágenes que se acomodan al pensamiento musical. Mirando en su pulida superficie, el observador vería todas las cosas reflejadas con un nueva luz, cosa que justamente se supone que hace la música especulativa. Boecio sitúa a los teóricos especulativos  los primeros entre los músicos, pues sólo ellos pueden comprender las leyes de la naturaleza del cosmos -sub specie musicae- a través de las categorías de la música. Los músicos de otros géneros se encuentran interesados en leer, o en hacer dibujos en el espejo, pero no miran más allá de su superficie.
A ciertas personas, tal vez la mayor parte, el empleo de la música como medio para comprender el mundo les parece una quimera, cuando no un absoluto sinsentido. La mayoría de la gente comparte hoy en día los lugares comunes concernientes a la naturaleza de la música y el universo que han estado en boga desde tiempos de Newton. Tienen a la música por un lenguaje básicamente emocional, y al universo por una máquina matemática, dos cosas entre las que no existe un común denominador salvo el ser humano, que puede experimentar ambas. Las postrimerías del siglo XVII, cuando se formuló la doctrina musical de los sentimientos, presenciaron también el triunfo del modelo mecanicista del universo, válido para el principio cartesiano de la separación entre el cuerpo y la mente, el sujeto y el objeto. En tal visión del mundo, la música especulativa no tenía y no tiene cabida. (...)

 Serpiente de Gafori. Tonos, modos, planetas y musas, de Franchino Gafori, Practica Musica, 1496.
Esquema cósmico que alinea las esferas planetarias con la escala griega y la nueve musas. Apolo gobierna el cosmos y tiene a sus pies a la serpiente Pitón, a la que venció y cuyas tres cabezas todavía gobiernan sobre la tierra.


Quienes muestran  un mayor interés por la música especulativa son quienes más preocupados se hallan por los asuntos esotéricos. Algunas de las más serias contribuciones a este tema en la actualidad han sido hechas por el antropósofo Rudolf  Steiner, así como como por sus seguidores y admiradores, entre quienes se encuentran Anny von Lange, Ernst Bindel, Ernst Hagemann y Hans Jenny. Sólo algunas de las cuatro mil conferencias pronunciadas por Steiner trataron acerca de la música, pero como en el caso de sus dicta sobre agricultura y educación, fueron suficientes para fundar en este campo una nueva escuela de pensamiento. Entre otras materias, Steiner ofrece una justificación psicológica para explicar el uso de la música como fuente de comprensión universal. Para seguir su argumento con detalle, es preciso estar familiarizado con su visión antroposófica del mundo, aunque dejaré aquí esto de lado, tratando de comentarlo de forma comprensible.
Steiner afirma desde el inicio de su primera conferencia que el papel de la música es liberar el espíritu que se encuentra en el interior del hombre. Nada tiene que ver la música con el mundo físico cotidiano que se hace presente a nuestros sentidos, ni tampoco con el pensamiento. Ciertamente, podemos pensar acerca de la música mientras la escuchamos, pero entonces estamos pensando, no escuchando. Pertenece, más bien, a un mundo sutil de fuerzas formadoras, que se halla más allá del orbe material.

Frontis de Musurgia Universalis 1650 de Athansius Kircher.
Apolo, sentado sobre el globo terráqueo, media entre la música celestial de los ángeles y la música terrenal

Los físicos tienen conocimiento de un aspecto de este mundo sutil como las certezas matemáticas que subyacen a todos los fenómenos. Pero ellos sólo saben la mitad de la verdad. La otra mitad es que dicho mundo sutil se encuentra repleto de inteligencias, cuya acción nos es sugerida de forma especialmente clara para la música. Su actividad constructiva -la música de las esferas- es la que confiere a nuestro mundo su orden y aparente solidez. De similar manera, en el ser humano hay cuerpos sutiles que habitan en sus correspondientes mundos sutiles y que nos transmiten -aunque no seamos conscientes de ello- la "música" que allí escuchan. El papel del compositor consiste en hacer accesibles esas experiencias inconscientes, tanto como le sea posible por medios físicos, de forma que podamos recordar mejor, y reunirnos con nuestro yo superior, y con los mundos a los que éste pertenece por derecho propio.

H. K. Challoner, El constructor de la Forma 1933 ?
Entre los pintores de inspiración teosófica, Challoner realizó sus propias pinturas de ángeles y devas visionados en sus clarividencias del mundo sutil. Entre ellos pintó el que rige la música del universo, y como el ejemplo aquí mostrado de aspecto muy similar, el que rige la construcción de las formas.

Cada noche visitamos tales mundos, dice Steiner, en el curso de nuestro sueño profundo, aunque normalmente no recordemos nada de esos mundos, salvo un vago sentimiento de armonía. Los grandes compositores son aquellos bendecidos con una facultad que les habilita para traer a esta tierra un más claro reflejo de aquello que escucharon en mundos superiores. Su música despierta los mismos recuerdos latentes en las almas de quienes la oyen, y ésta es la razón de que la gente ame la música. Escucharla prepara para el momento tras la muerte, en el cual se entra conscientemente en esos mundos sutiles -un proceso que los antiguos simbolizaban por el viaje a través de las esferas planetarias-, y se escucha la música que allí todo lo envuelve. Para el "hombre que no tiene música en su interior", ésta será una experiencia ajena y perturbadora, mientras que la persona cuya vida estuvo impregnada de música, se encontrará allí confortablemente. (...)
Hagemann concluye su edición de las conferencias de Steiner haciendo la observación de que, en 1961, después de cincuenta años de "nueva música" atonal y politónica, apenas nadie cree realmente en ellas. (...) La música atonal resulta instintivamente rechazada por el aficionado que no se ha hecho superintelectual. El alma quiere escuchar un eco de la esfera armónica con la que ella misma pueda armonizarse, mas allí no la encuentra. Anny von Lange, en su trabajo en dos volúmenes: Mensch, Musik und Kosmos, va totalmente contra la moderna corriente estética, para reafirmar lo que se daba por supuesto en otros tiempos, el poder ético de la música para el bien o para el mal, y su capacidad de enseñar a la humanidad a trabajar conscientemente con las fuerzas constructivas del universo, en lugar de hacerlo con las destructivas. (...)

Patrones regulares de Chladni, en honor al físico Ernst Chladni (1756-1827) quien realizara las primeras experimentaciones sobre las formas geométricas surgidas de la vibración del sonido. Se valdría para ello de una placa de metal cubierta de arena fina y su arco de violín tal como aparece en la imagen de la izquierda. Los ejemplo más elaborados de arriba serían posteriormente fotografiados por Hans Jenny con moderna tecnología. En este video puede verse su método de trabajo.

Esas fuerzas formativas no eran sólo oscuras abstracciones para Hans Jenny, un físico que, siguiendo las pistas de las conferencias de Steiner, decidió investigar la conexión real entre el sonido y la materia. La mayoría de los interesados en este asunto está al tanto de las investigaciones de Chladni a principios del siglo XIX, quien descubrió los patrones regulares que en una superficie plana, con arena fina, surgen cuando es estimulada por un arco que produce
sonidos armónicos. Jenny aprovechó la moderna tecnología a la hora de aplicar tonos a sustancias plásticas y resinosas, mientras éstas se encontraban en el proceso de endurecimiento que les haría pasar del estado líquido al sólido. Por este medio puso de relieve las alteraciones que el tono causa en los líquidos, y procedió a congelarlos. Los efectos más sorprendentes y esculturales pudieron así ser captados y fotografiados. Su extraño parecido con ciertas formas animales y vegetales respondía a la explicación de Steiner acerca de las cualidades esencialmente musical de las fuerzas formativas que todo lo moldean en la naturaleza.



Lecturas:

Joscelyn Godwin, La cadena aurea de Orfeo. El resurgimiento de la música especulativa. Ediciones Siruela 2009

Joscelyn Godwin, Armonía de las esferas. Atalanta 2009

Joscelyn Godwin, Armonías del cielo y de la tierra. Paidós 2000