Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Chamanes y abducidos


Ovni abduciendo


Aparte de los dioses y seres sobrenaturales a los cuales se dirigen los rezos y se ofrecen sacrificios, existen los "especialistas de lo sagrado", hombres capaces de "ver" a los espíritus, de subir al cielo con los dioses, de descender a los infiernos y de combatir los demonios, la enfermedad y la muerte. El papel esencial del chamán en la defensa de la integridad física de la comunidad reside sobre todo en el siguiente hecho: los hombres están convencidos de que uno de ellos es capaz de ayudarlos en las circunstancias críticas provocadas por los habitantes del mundo invisible.

Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis


Dejo una nueva entrada dedicada a Patrick Harpur, en esta ocasión sobre su obra "Realidad daimónica", de la que todavía no había nada publicado en este espacio. Para su autor, todos los seres imaginarios que han aparecido a lo largo de la historia -hadas, daímones, divinidades, antepasados difuntos, animales fantásticos, fantasmas, etc..., a los que se sumarían otros más recientes como extratrestres junto a avistamientos de sus ovnis y las populares abducciones-, serían expresión de fenómenos puramente psíquicos, pero en la "psique" se englobaría todo el mundo -no tan sólo la mente individual-, tal como lo entendían los neoplatónicos en su noción del Anima Mundi. Ésta sería la idea de que todo está interconectado formando una unidad, siendo en la mente humana, por su capacidad de acceder de forma espontánea o inducida a la "esfera de la imaginación", donde surgen las visiones y revelaciones que darían pie a los mitos y rituales que tradicionalmente han formado parte esencial de toda sociedad humana.
Selecciono a continuación algunos fragmentos dedicados al análisis comparativo de algunas de estas manifestaciones aparentemente muy alejadas en su significación, pero que Harpur, de forma coherente, encuentra paralelismos cuando se desvinculan de interpretaciones literales.


Humanos daimónicos
(fragmentos)
por
Patrick Harpur



Ritos de paso

La abducción de niños es toda una institución en la mayoría de sociedades tribales. Hacia la pubertad, son arrancados de la seguridad de sus hogares por entidades altas de rostros extraordinarios -bocas y narices como rendijas y ojos grandes, por ejemplo- y conducidos a un lugar oscuro, a veces subterráneo como una tumba, donde son abandonados durante días. Privados de comida y exhaustos, las entidades los visitan periódicamente y los torturan, rajándoles el pene o marcándoles la cara. Al mismo tiempo, reciben un conocimiento asombroso -secretos que no se deben revelar- antes de ser devueltos entre resplandores de luz a sus pueblos, donde sus familias ya no lo reconocen.
Por supuesto, estoy describiendo a grandes rasgos rituales de pubertad bastante habituales en que los aspirantes son arrebatados por los mayores de la tribu, que van disfrazados con máscaras y pinturas; son encerrados en la casa fetiche o aislados en el monte, y sometidos a procesos rituales como escarificaciones, circuncisiones o clitorectomías.

 Escarificación practicada a un niño como rito de paso a la edad adulta en Papua Nueva Guinea

En cierto sentido, saben lo que está pasando, pero en otro temen de veras una muerte inminente a manos de los adultos a los que una vez conocieron, pero que ahora se han transformado en seres ajenos como los espíritus de los ancestros. Los propios niños son pintados para que parezcan fantasmas -es decir, asimilados a la muerte-, pues su yo antiguo e infantil debe morir a través de la iniciación para poder renacer en un yo nuevo y adulto. Por eso, cuando regresan a sus casa a la luz de una antorcha, recién instruidos en la tradición secreta y sagrada de la tribu, sus parientes simulan no conocerlos. Y, de hecho, como pasa con todos los abducidos, apenas se reconocen a sí mismo.
El cristianismo conserva vestigios de los ritos de pubertad en las ceremonias de la Primera Comunión y la Confirmación; pero éstas han abandonado todo acercamiento al poder imaginativo y transformador. Sobre todo, carecen del miedo  y el dolor que parecen ser elementos necesarios de la iniciación. Cabría preguntarse cuáles son las consecuencias de perder los ritos oficiales y efectivos que dan significado a nuestros cambios biológicos y nos imprimen el sello de la adultez. ¿No hay peligro de que permanezcamos infantiles, egoístas y dependientes, meras víctimas de lo que quiera que nos traiga la vida? Desde luego, muchas personas son iniciadas sin darse cuenta por las exigencias de sus propias circunstancias, como catástrofes familiares, pérdidas de los seres queridos o incluso auténticas ordalías en la escuela. La iniciación no depende tanto de la experiencia en sí como de lo que hacemos de ella, cómo la utilizamos para la autotransformación. Pero sin ritos tradicionales que induzcan y al mismo tiempo canalicen el sufrimiento, resulta difícil utilizarlo correctamente, y en lugar de eso nos vemos empujados a buscarle una cura.
Sin embargo, las sociedades tribales reconocen universalmente un tipo de persona que se incia de forma espontánea, no mediante ritos de pubertad organizados a nivel social, por ejemplo, sino mediante experiencias sobrenaturales directas. Podría afirmarse incluso que esta iniciación espontánea es el modelo en que se basa toda iniciación y que imitan -reencarnan literalmente- los mayores de la tribu encargados de iniciar a los niños. El tipo de personas al que me refiero son curanderos, hombres (o mujeres) de medicina o, como está de moda llamarlos ahora, chamanes.


La tradición del chamán

Aunque un chamán puede alcanzar su posición por herencia, es igual de probable que la obtenga por vocación espontánea. Son varios los signos de tal vocación: súbitas enfermedades, ataques o leves accesos, un "gran sueño" o, sobre todo, un inesperado estado de trance o éxtasis. Bajo dicho estado, el afectado pasa por una experiencia visionaria cuyos contenidos incluyen invariablemente uno o más de los siguientes factores: desmembramiento del cuerpo por "espíritus" (dáimones) o por las almas de chamanes muertos; expulsión o abandono del cuerpo, que luego es reconstruido con nuevos órganos o "huesos de hierro"; ascensión al cielo, seguida de un dialógo con los dioses o los espíritus; descenso al Inframunddo, seguido de una conversación con espíritus subterráneos y las almas de los chamanes muertos.
Chamán siberiano
Una vez el futuro o la futura chamán han sido elegidos claramente por semejante experiencia iniciática fundamental, pasan por experiencias daimónicas subsiguientes, normalmente bajo la supervisión de un chamán en activo, con el fin de adquirir la ayuda y protección de los espíritus familiares (a menudo animales) y de los espíritus tutelares (humanos, a menudo un enano). Estos espíritus pueden poseer al chamán o hablar a través de él, pero no es ésta la característica determinante del chamanismo (cualquiera puede ser poseído), sino, más bien, la habilidad para efectuar el ascenso a los cielos o el descenso subterráneo, controlando el itinerario sagrado que se estructura de acuerdo con la cosmología tribal. Por ejemplo, entre las tribus del norte de Asia, como los tungús de Siberia -que nos proporcionaron la palabra "chamán"-, los chamanes escalan un simbólico árbol del mundo que conecta Arriba con Abajo, montan sus tambores como si fueran caballos rumbo al cielo o descienden por el orificio del humo dentro de la yurta, para recrear los viajes heroicos, celestes y subterráneos de chamanes anteriores.
Las operaciones rituales de los espíritus sobre el futuro chaman hallan su paralelo entre los abducidos por ovnis. Por ejemplo, el 16 de agosto de 1975, Sandra Larson vio gran cantidad de globos brillantes descendiendo sobre ella en el camino hacia Bismarck, Dakota del Norte. Había una hora del trayecto de la que no podía dar cuenta. Bajo hipnosis decribió una clasica abducción por ovni durante la cual sus captores le rasparon el interior de la nariz con algún tipo de instrumento y luego, tras abrirle el cráneo, le quitaron el cerebro y se lo volvieron a colocar.
El 6 de enero de 1976, Mona Stafford, Louise Smith y Elaine Thomas se toparon con un objeto enorme con múltiples luces mientras conducían hacia Liberty, Kentucky. Al llegar se encontraron con un lapso de una hora y media del que no podían responder. Bajo hipnosis, sus historias relativas a los hechos supuestamente ocurridos durante su tiempo perdido se confirmaron parcialmente entre sí. Habían sido abducidos por unas criaturas bajitas y grises cuyos ojos rasgados, la única facción visible tras una especie de visor, estaban fijos en ellas con una mirada enervante.
Las tres mujeres fueron separadas y conducidas a algo así como una cueva donde hacía un calor sofocante. Como Antônio da Silva, las sujetaron a unas mesas y vertieron un líquido caliente y pegajoso encima de ellas. Entonces les retorcieron los brazos y las piernas como para comprobar cuánta presión podían soportar. A Mona le quitaron los ojos de las cuencas, los examinaron y se los colocaron de nuevo. (Un chamán yaku, Piotr Ivanov, informó de que su iniciación incluyó la desmembración de sus huesos, la desolladura de su carne y la separación de sus ojos de las cuencas.) Recordemos que Katie Davis se encontró paralizada en su coche después del primer avistamiento ovni del que podía acordarse. Luego notó que le arrancaban las piernas y que le empujaban algo duro en el interior del útero. Tanto ella como otra abducida, Susan, describen "cosas (...) que se movían como órganos".
Otro motivo recurrente en la tradición de abducciones ovni es el "implante". Los abducidos aseguran que sus abductores les introducen, a través de la nariz y el costado de la cabeza, alguna clase de objeto diminuto cuyo propósito es desconocido (los estrarrestristas especulan con que es con algún tipo de transmisor que permite a los alienígenas seguir de cerca a sus víctimas). Se trata del vestigio casi universal en el chamanismo, del que tenemos un ejemplo tipico en una práctica de los aranda de Australia. Un "espíritui" ensarta su lanza en el cuello del iniciado mientras éste está durmiendo a la entrada de la cueva iniciática. Luego, el espíritu se lo lleva a la cueva, le extrae los órganos internos y se los reemplaza por otros. Se le introducen fragmentos de cuarzo en el cuerpo y después regresa a la vida, aunque, durante algún tiempo, se comporta como un lunático. Se supone que los cristales de cuarzo le otorgan poderes al chamán, en especial el poder de volar. Se imagina que son de origen celeste y sólo medio materiales, como "luz solidificada".
Los "implantes" beneficiosos que confieren poderes tienen su contrapartida maléfica  en los objetos mágicos que introduce en el cuerpo de una persona un brujo, demonio, espíritu de un muerto o chamán maligno. Próximos a la "perdida de alma", estos objetos mágicos son la causa más extendida de enfermedad (en todo el continente americano, por ejemplo) y deben ser extirpados por un chamán que luego los expone, como, pongamos, una hebra, un insecto, un lagarto o una piedra.
Cuando tenemos en cuenta que también las abducciones por ovnis contienen el equivalente del viaje celeste del chamán, enseñanzas o revelaciones de los espíritus e incluso ecos de la cueva de iniciación en los "interiores" circulares y de luz uniforme, parece probable que guarden relación con los tipos de experiencias que las sociedades tribales reconocen como iniciáticas.


Muerte y renacimiento

La esencia de la iniciación, tanto para los abducidos como para los chamanes, consiste en la muerte y el renacimiento. En los ritos de pubertad, el yo infantil muere para que el yo adulto pueda vivir; el chamán es desmembrado y resucitado, muriendo su antigua perspectiva corpórea y emergiendo de nuevo con una nueva perspectiva daimónica. Muchos pueblos tribales establecen "sociedades secretas" cuyo propósito es iniciar a los adultos en el misterio de la muerte y el renacimiento mediante ritos que son del mismo tipo, aunque más suaves, que las iniciaciones chamánicas. Ésta era también la norma en la antigua Grecia, donde cualquier persona mínimamente digna estaba iniciada en los Misterios que tenían lugar en Eleusis. La sabiduría de Sócrates y la filosofía de su discípulo, Platón, no puede entenderse con propiedad sin tener en cuenta su iniciación en los Misterios de Eleusis. Puesto que estaba prohibido hablar de ellos, sabemos poco al repsecto; pero, de manera significativa, se creía que giraban alrededor del mito de Deméter-Core-Hades: el mito clásico, en otras palabras,de muerte y renacimiento.
En su tratado De anima, Plutarco compara específicamente la iniciación a los Misterios con la experiencia de muerte. Pues el alma, en la agonía, nos dice, "tiene la misma experiencia que aquellos que están siendo iniciados en los grandes misterios". Al principio, uno vaga de aquí para allá en las tinieblas; luego se topa con horrores que causan "escalofríos, temblores, sudor y asombro", hasta que al fin "lo prende una luz maravillosa" y es recibido en "prados y regiones puras, con voces y danzas y la majestad de sonidos y formas sagradas". (...)


Chamán australiano
Como los iniados a los Misterios (como los abducidos), todos los chamanes hacen hincapié en el horror de la iniciación, incluyendo el encuentro con sus espíritus o tutelares, que pueden parecer aterradores. Pero, como advirtió un chamán australiano, podemos obtener el poder de los espíritus siempre que no nos intimiden hasta dejarnos llevar por el pánico. En otras palabras, no hay nada que indique que el miedo y el dolor sean malos o erróneos, como tienden a sugerir las ideologías y psicoterapias modernas y laicas. Los sueños están repletos de miedo y dolor. Igual que los mitos y las religiones. Sólo hay que pensar en la Crucifixión como modelo de muerte iniciática y resurrección: el heroico Dios-hombre ruega que aparten de Él el amargo cáliz. No sucede así. Lo azotan, lo coronan con espinas, lo atraviesan con clavos y con una lanza en el costado; lo cuelgan de una cruz y lo dejan morir; desciende al Infierno y, al tercer día, asciende a los cielos, donde se sienta a la derecha de Dios Padre.
En la experiencia de casi muerte del señor Cunningham (el hermano Drythelm), que estableció el patrón para la mayoría de los subsiguientes viajes cristianos ultramundanos, recordemos que los demonios le infligían dolor y terror en el reino intermedio del Purgatorio. Aquí, la iniciación se cristianiza en forma de castigo por el pecado, mientras que el renacimiento se traduce en conversión. Algo de esta influencia cristiana -de esa influencia demonizante- persiste en los modernos mitos de abducción. El primer informe completo de una abducción por parte de los "grises", que ya nos resultan familiares, es el que sufrieron en septiembre de 1961 Betty y Barney Hill, mientras conducián por una carretera desierta.
Las dos víctimas fueron sometidas a la habitual operación de exploración: mientras que a Barney le colocaron un artilugio con forma de copa en los genitales -que le dejó un anillo de marcas rojas-, Betty recordó (bajo hipnosis) que le habían atravesado el abdomen con una aguja. Se trata, por supuesto, de una tortura tradicional empleada por los demonios en la iconografía cristiana; la misma operación puede verse, por ejemplo, el el Kalendrier des Bergiers del siglo XV, donde aparecen demonios torturando a las almas condenadas.

Kalendrier des Bergiers s. XV


Así pues, los cristianos fundamentalistas, especialmente locuaces en los Estados Unidos, no carecen completamente de justificación al ver a los grises como poco más que demonios al servicio de Satanás.
Otro enfoque, esta vez laico, que se ha puesto de moda en Norteamérica es tratar a los presuntos abducidos no como pecadores castigados por los demonios, sino como a víctimas. Se determina que sufren un "desorden y estrés port-traumático", y se les contempla con independencia de toda creencia en el origen de su trauma, del mismo modo que a las víctimas de violaciones o a los supervivientes de guerras. En otras palabras, su experiencia se considera una cuestión médica y se despoja de su potencial hondo e iniciático, por no decir religioso.


Lecturas:

Patrick Harpur, Realidad daimónica. Atalanta 2007

Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. FCE 2003

Mircea Eliade, Nacimiento y renacimiento. Kairós 2001


Enlace a otras entradas con textos de Patrick Harpur:

 http://barzaj-jan.blogspot.com.es/search/label/Patrick%20Harpur


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domingo, 16 de noviembre de 2014

Tras la murallla


Murallas de Itchan-kala (Khiva, Uzbekistán)



"...La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder..."

Jorge Luis Borges, La muralla y los libros



La leyenda árabe sobre la mítica ciudad de Cobre oculta tras sus infranqueables murallas, dio lugar a lo largo del tiempo a ingeniosas versiones en la literatura popular musulmana con el fin de desvelar el misterio que albergaba tal fortaleza. Entre ellas, la narrada en Las mil y una noches a modo de "aviso para la meditación" tal como su anónimo autor la presentó, pareciendo invitar a poner en marcha la imaginación interpretativa con la que descubrir significados profundos. Posiblemente a los lectores de Fragmentalia les sugiera interesantes metáforas. 


La ciudad de Cobre
Recopilación de
María Jesús Rubiera


La ciudad de Cobre es uno de los mitos de la historia  árabe-musulmana, perteneciente al ciclo de las conquistas musulmanas, donde los conquistadores se encontraron toda clase de maravillas. En principio, la ciudad de Cobre no es un arquetipo de arquitectura, sino tan sólo una ciudad misteriosa:

La ciudad de Cobre que construyeron los genios para Salomón, hijo de David -sobre ellos la paz-, en tierras de al-Andalus, cerca del Mar Tenebroso
Contó Lahqad ibn Ziyad que 'Abd al-Malik ibn Marwan tuvo noticia de la existencia  de la ciudad de Cobre que estaba en al-Andalus y escribió a su gobernador en el Magrib, diciéndole:"Me ha llegado la noticia de la existencia de la ciudad de Cobre que construyeron los genios de Salomón, hijo de David; ve a ella y escríbeme con lo que veas de extraordinario en ella; apresúrate a responderme, si Dios quiere". Cuando llegó la carta del califa a su gobernador en el Magrib Musa ibn Nusayr, éste salió con un gran ejército; iban con él los adalides que le guiaban hacia aquella ciudad; fue por diferentes caminos durante cuarenta días, hasta que llegó a una tierra muy amplia con muchas aguas, fuentes, árboles, animales, pájaros, hierbas y flores. Y apareció ante ellos la muralla de la ciudad de Cobre, como si no la hubiesen hecho manos humanas, y se asustaron.

Murallas de Itchan-kala (Khiva, Uzbekistán)

El emir Musa dividió el ejército en dos partes: instaló a cada una a un lado de la muralla de la ciudad y envió a un general con mil jinetes, ordenándole que rodease la ciudad, mirase dónde estaba la puerta y si había gente alrededor de ella. Fue aquel general y permaneció ausente seis días y no vio a ningún ser humano ni encontró la puerta. Entonces Musa ibn Nusayr dijo: "¿Cómo podremos saber lo que hay en la ciudad?" Los ingenieros le dijeron que ordenase socavar los cimientos de las murallas y así sería posible entrar en la ciudad. Cavaron los cimientos de las murallas hasta llegar al nivel del agua, pero se encontraron que los cimientos de cobre estaban clavados bajo el agua, de modo que comprendieron que no podrían entrar por allí. Entonces los ingenieros dijeron: "Construye en una de las esquinas de las torres de la ciudad una construcción que la domine". Cortaron piedras, llevaron yeso y cal, e hicieron en una esquina de una torre, cuyo tamaño era de 300 codos, una construcción, hasta que no pudieron levantar más piedras, yeso y cal y quedaron todavía 200 codos. Ordenó Musa ibn Nusayr que se emplease madera para construir sobre la torre de piedra que habían levantado y llegaron a 170 codos más. Luego cogieron una gran escalera y subieron con cuerdas por la construcción hasta alcanzar lo más alto del muro de la ciudad.
Entonces Musa ibn Nusayr arengó a sus hombres con las siguientes palabras: "Quien suba a lo más alto de la muralla, le daré como recompensa su precio en sangre. Se adelantó un valiente, pidió la recompensa; Musa ordenó que se la diesen y el hombre la tomó y se la dejó al emir en depósito, diciendo:  "Si me salvo, será i recompensa; si muero será mi herencia". Subió hasta lo más alto de la escalera y cuando se asomó a la ciudad, se echó a reir, agitó sus manos y se arrojó al interior de la ciudad. Oyeron entonces un gran alboroto y voces terribles que los atemorizaron. Aquellos gritos duraron tres días y tres noches y cuando callaron, los hombres del ejército gritaron el nombre del desaparecido desde todos los rincones y no encontraron respuesta. Cuando desistieron de llamarle, Musa les convocó y dijo: "A quien suba a lo alto, le daré mil dinares". Se ofreció otro valiente, que dijo: "Yo subiré a lo alto del muro". El emir ordenó que le diesen el dinero y el hombre hizo lo mismo que el anterior, dejándolo en depósito. El emir le dijo el siguiente consejo: "No hagas lo que
hizo tu compañero; infórmanos de lo que veas y no bajes al interior de la ciudad". El hombre subió y cuando se asomó por lo alto del muro, se echó a reir, sacudió sus manos y se arrojó al interior. Todos los del ejército gritaron: "No lo hagas, no vayas con ellos, ven". Escucharon esta vez también grandes voces terribles, más fuertes aún que la primera vez hasta el punto de que les entró un terror de muerte; duraron tres días y tres noches, luego callaron y dijo Musa ibn Nusayr: "Si nos marchamos de aquí sin saber lo que hay en la ciudad, qué escribiré al Príncipe de los Creyentes. A quien suba le daré el equivalente a dos precios de sangre". Se presentó otro valiente que dijo: "Yo subiré, pero atadme una cuerda a la cintura fuertemente, cuyo extremo sujetaréis, y cuando yo quisiera arrojarme al interior de la ciudad, impedídmelo". Así lo hicieron; subió el hombre y cuando se asomó a la ciudad, se echó a reir, sacudió las manos y quiso tirarse al interior de la ciudad, mientras sus compañeros tiraban de la cuerda hasta que el hombre se partió en dos mitades: la mitad inferior cayó fuera y la superior al interior de la ciudad, produciéndose de nuevo los gritos y el tumulto.
Entonces el emir Musa se desesperó de saber algo de la cudad y dijo: "Sin duda los genios cogen a todo el que sube a lo alto de la ciudad", y ordenó que el ejército partiese.
Abu Hamid al-Garnati, Tuhfat al-Albad

Esta historia cuya clave todavía no ha sido hallada, incitó la imaginación de los literatos. No podían quedarse sin saber que había en el interior de la ciudad: por ello se inventaron que un personaje, el jeque 'Abd al-Samad lograse entrar rezando aleyas del Corán. Así surgió una ciudad fantásica, habitada por muertos, pero que presenta las características idealizadas de una ciudad musulmana. Esta versión es la que aparece en Las mil y una noches. En la noche 574, la imaginación árabe popular nos descubre el terrible secreto de la atracción que hacía despeñarse a los hombres de Musa: diez jóvenes bellísimas:

Dijo el jeque 'Abd al-Samad: Cuando llegué a lo alto de la muralla vi diez lunas que me hacían señas con las manos diciendo: "¡Ven con nosotras!". Al mismo tiempo me pareció que a mis pies había un mar de agua. Quise arrojarme como nuestros compañeros hicieron, pero los vi muertos y me abstuve. Recité algo del Libro de Alá -ensalzado sea- y El apartó de mí las argucias de las muchachas, que desaparecieron.

El jeque 'Abd al-Samad abrió las puertas de la ciudad después de algunas peripecias y Musa, con su ejército, pudo entrar en la ciudad. En ella vemos una de las características de las ciudades musulmanas de la Edad Media: los zocos repartidos en gremios:

El emir Musa cruzó la puerta de la ciudad con la mitad de sus hombres, todos armados. Vieron a sus compañeros que estaban muertos y los enterraron. Encontraron a los porteros, criados, chambelanes y guardianes que yacían en lechos de seda muertos.
Luego entraron en el zoco de la ciudad y vieron que era un mercado enorme, con altos edificios de tamaño uniforme. Las tiendas estaban abiertas, las balanzas colgadas, los recipientes alienados y los almacenes de toda clase de mercancías. Los comerciantes estaban muertos en sus tiendas: tenían la piel seca y los huesos cariados: eran como un aviso para la meditación. Vieron cuatro zocos independientes entre sí, cuyas tiendas estaban llenas de riquezas. Los dejaron atrás y pasaron al zoco de las telas. En él había sedas, brocados y tejidos de todos los colores, bordados con oro rojo y blanca plata, pero sus dueños yacían muertos sobre alfombras de cuero y parecían a punto de hablar.
Pasaron de largo y entraron en e zoco de las piedras preciosas, las perlas y los jacintos. De allí fueron al zoco de los cambistas de monedas y los encontramos también muertos a todos, echados sobre sedas de diferentes clases; sus tiendas estaban llenas de oro y plata.
Pasaron luego al zoco de los perfumistas: sus tiendas estaban llenas de toda clase de perfumes, vasijas de almizcle, ámbar, alóe, ámbar gris, alcanfor y otras cosa semejantes. Todos los comerciantes estaban muertos y no aparecieron cosa que comer.
Al salir del palacio de los perfumistas encontraron cerca de él un alcázar muy decorado y bien construido. Entraron en él y hallaron banderas desplegadas, espadas desenvainadas, arcos tensados con cuerdas, escudos colgados con cadenas de oro y plata y cascos dorados con oro rojo. En el vestíbulo del palacio había bancos de marfil revestidos de oro de seda, en los que se hallaban hombres cuya piel se había secado sobre los huesos.



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Nota de Fragmentalia: Entre la información que aparece en internet sobre la fortaleza de Itchan-Kala en Uzbekistán cuyas imágenes de sus muros me parecieron idóneas para ilustrar el texto, encuentro lo que me resulta toda una tentación para aventurarse en un viaje: 
 "Pero lo verdaderamente impresionante se encuentra tras los muros, al acceder, a través de la enorme puerta, al interior de la fortaleza. En este espacio de 600 metros de largo por 400 de ancho se aloja un verdadero laberinto donde, a lo largo de los siglos, se creó lo que hoy parece un museo al aire libre, sembrado de magníficos conjuntos arquitectónicos decorados de azulejos. Pasear por las callejuelas y rincones, a los pies de los bellos minaretes, transporta al visitante a los cuentos de Las mil y una noche."
 


Lecturas:

María Jesús Rubiera, La arquitectura en la literatura árabe. Ediciones Hiperión 1988

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jueves, 6 de noviembre de 2014

A través de los ojos


Rene Magritte, Falso espejo (1928)


Creo que el pintor debe ser atravesado por el universo y no querer atravesarlo.

Max Ernst 


La razón, y por la razón él (W. Blake) entendía las deducciones que partían de las observaciones de los sentidos, nos ata a la mortalidad porque nos ata a los sentidos, y nos separa a unos de los otros al mostrarnos nuestros intereses en conflicto; pero la imaginación nos separa de la mortalidad mediante la inmortalidad de la belleza, y nos une a todos al abrir las puertas secretas de todos los corazones.

W. B. Yeats, William Blake y la imaginación


Si pasáis más allá de la forma, oh amigos, encontraréis el Paraíso y rosaledas dentro de las rosaledas.
Cuando hayáis roto  y destruido vuestra propia forma, habréis aprendido a romper la forma de todo.
Después de eso, romperéis toda forma, como Haydar ('Alî), quitaréis de en medio la puerta de Khaybar.

Rûmî


Sigo en esta entrada con otros fragmentos de El fuego secreto de los filósofos de Patrick Harpur. Aquí, dentro de un discurso crítico con la herencia dejada en nuestras conciencias por el materialismo científico surgido a partir de Descartes, escribe sobre la "doble visión", tema referido en diversas ocasiones por el autor cuya finalidad sería escapar de la visión plana y excesivamente literal del mundo que nos rodea, ciega a toda metafísica y a lo que no puede ser registrado por los sentidos e instrumentos de observación.


Del revés
(fragmentos)
por
Patrick Harpur


(...) Peer Gynt y los trolls

Estas oscuras ventanas del alma de la vida
desvirtúan los cielos de extremo a extremo
y te llevan a creer una mentira
cuando miras con los ojos, y no a través de ellos.

Estas líneas de Blake apuntan con precisión al defecto fundamental de la conciencia postcartesiana moderna: su literalismo. Ver sólo con los ojos es ver el mundo con una visión simple, únicamente bidimensinal, literal. Ver el mundo a través de los ojos es cultivar lo que Blake llamaba "doble visión", que percibe con una profundidad mayor y capta lo metafórico, más allá de lo literal. La visión simple ve el sol solamente como sol; la doble visión lo ve también como una hueste celestial. Necesitamos la doble visión para ver a los dáimones; para ver que son reales, pero no literalmente. Por desgracia, nuestra mente se ha vuelto tan literal que la única realidad que reconocemos es la realidad literal, que, por definición, excluye a los dáimones.
Pero la realidad está lejos de ser intrínsecamente literalizada. Es literalizada por la perspectiva peculiar de nuestra conciencia moderna. Es peculiar, pues es la única perspectiva que pretende no ser en absoluto una perspectiva, sino la verdadera visión del mundo real. De hecho, ha perdido la perspectiva, porque "perspectiva" significa "ver a través", y no consigue ver a través de sí misma. Tan fuerte es la literalidad de nuestra visión del mundo que es casi imposible para nosotros comprender que es exactamente eso: una visión, y no el mundo. (...)
Por otra parte, el literalismo escinde la doble visión en una visión polarizada; no sólo literaliza este mundo, sino también, por decirlo así, el Otro Mundo. En la obra de Ibsen Peer Gynt, el héroe epónimo -un poeta típico- es capturado por los trolls y conducido a su guarida de la montaña. El rey troll ensalza las virtudes de la visión de los trolls que, por ejemplo, ven hermosas doncellas en lugar de vacas. Si Peer accede a que le hagan una operación sencilla en sus ojos, también su visión se podría transformar en visión troll. Peer se niega con indignación. "Está perfectamente dispuesto, dice, a jurar que una vaca es una hermosa doncella, pero quedar reducido a la condición de no poder distinguir la una de la otra, a eso nunca se someterá".


 Peer Gynt es llevado ante el rey de los trolls en una ilustración de Arthur Rackham


Peer se niega a renunciar a la doble visión del poeta. Pues ver siempre las vacas como hermosas doncellas es como poder ver solamente la hueste celestial y no el sol. En ambos casos somos víctimas de la visión simple, del literalismo, como cuando únicamente vemos las vacas solamente como vacas, desprovistas de sentido y de posibilidades metafóricas.

La salvación a través de la ciencia

No podemos ver el mundo salvo a través de alguna perspectiva o estructura imaginativa, en pocas palabras, a través de algún mito. En realidad, el mundo que vemos es el mito en el que estamos. Podemos elegir el mito a través del cual podemos mirar, pero no podemos renunciar a mirar a través de alguno. Es sumamente difícil llegar a ser consciente de que el mundo realmente es nuestro mapa, nuestro esquema del mundo; y ésa es la dificultad que entraña el hecho de ver a través de nuestra propia perspectiva. Pero si no lo hacemos, nos quedamos ciegos con una sola versión del mundo. La literalidad es una ceguera de este tipo.
Y por eso el primer ideal científico de un empirismo puro, de una reunión de hechos enteramente objetivos, no es posible ni siquiera deseable: simplemente, la ciencia no puede actuar sin ningún principio de selección de los hechos, sin algún mapa mental. Los científicos que ridicularizaron la noción de que las piedras caen del cielo o que los continentes cambian de sitio, carecían  de un mapa del mundo que concediera lugar a los meteoritos o a la idea de la deriva continental. En esos casos, los mapas acaban cambiando. El peligro surge cuando nos negamos a alterar el mapa.
James Lovelock habla del escándalo que supone el hecho de que, a pesar de las enormes sumas de dinero gastadas en satélites, globos y mediciones aeronáuticas, los científicos no habían sido capaces, sin embargo, de predecir o descubrir el agujero en la capa de ozono. En realidad sus instrumentos estaban programados para rechazar los datos que fueran sustancialmente diferentes de las predicciones modelo. Los instrumentos detectaron el agujero, pero los que estaban a cargo del experimento lo ignoraron, diciendo: "No nos molestéis con hechos; nuestro modelo lo sabe mejor". En este ejemplo vemos como la ciencia puede derivar en cientifismo, y convertir su mapa del mundo en el mundo .
El cientifismo puede ser descrito más o menos como una combinación de positivismo lógico -que rechaza la especulación metafísica y sostiene que ninguna afirmación es significativa si no puede verificarse empíricamente- y materialismo, por el que entiendo, por supuesto, la doctrina filosófica de que la materia es la única realidad. (...)
Ignorar la complejidad es, generalmente, una de las características de las ideologías, y sin duda la razón principal de su éxito. Su perspectiva simple y literalista nos promete la liberación de la duda, de la ambigüedad, de la dificultad. Las ideologías se concentran en una única imagen que encarna su lado parcial de la verdad de una forma tan impresionante que paraliza la imaginación del discípulo y la cierra a cualquier otra posibilidad. "Los hechos que no se ajustan, simplemente no son digeridos", escribe Mary Midgley. "Ejemplos de esas imágenes hipnóticas son la lucha de clases en el marxismo, la rata condicionada en el conductismo, el deseo sexual reprimido en el psicoanálisis, y el 'gen egoísta' en sociobiología."
Igual que los dáimones se polarizaron en ángeles y demonios literales, así el literalismo polariza una visión del muno imaginativa y ambigua en ideologías opuestas, cada una de las cuales cree estar en el lado de los ángeles y demoniza a la otra. El comunismo demoniza al capitalismo y viceversa. Los cristianos fundamentalistas demonizan a los neodarwinistas y viceversa. Aunque una ideología cree que ha triunfado sobre su oponente, sigue acosada por los dáimones desde dentro; el capitalista teme a "los rojos que hay bajo la cama", el comunista ve "traidores de clase" por todas partes, el fundamentalista cristiano ve la mano de Satanás en las actividades más inofensivas. Las ideologías propenden al fanatismo porque están cargadas inconscientemente con los dáimones que han negado y los mitos que han repudiado. Están en poder de la sombra proyectada por su propia certeza, como los célebres viejos puritanos cuya negación de la sexualidad los llevó a ver desenfreno en todas partes.
Incluso el liberalismo, que se jacta de tolerancia, puede demonizar creencias que parecen, por ejemplo, autoritarias. Aun reconociendo su deuda ética con el cristianismo, el liberalismo rechaza sus categorías más desafiantes: el pecado debería ser tratado con psicoterapia, la desesperación espiritual con antidepresivos. Esa criatura oximorónica -el liberal fanático- ve la "incorrección política", como las obras de Satanás, en todas partes; y no admite ningún valor fuera de su propio humanismo secular.


Lecturas:

Patrick Harpur, El fuego secreto de los filósofos. Atalanta 2006


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