"Si alguien como Pitágoras, de quien se dice que había escuchado esta armonía, se hubiera liberado de su cuerpo terrenal y hubiera purificado su vehículo celestial y luminoso, y todos los sentidos que este contiene, ya sea mediante una buena asignación, por llevar una vida pura, o gracias a una perfección derivada de operaciones sagradas, alguien así percibiría cosas que para otros son invisibles, y escucharía cosas que otros no pueden oír".
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Simplicius
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"¿Quién podrá comprender tus sorprendentes misterios?
Has elevado, por encima de la novena esfera,
la esfera de la inteligencia.
Ella es el palacio de tu presencia.
Es la décima consagrada al Eterno.
Es la esfera superior a toda sublimidad,
nadie es capaz de tener de ella un idea;
he aquí el lugar oculto donde tu gloria tiene su trono,
con la plata de la verdad lo fundiste,
con el oro de la inteligencia hiciste su asiento,
y con las columnas de la justicia marcaste su ámbito.
Es por tu poder que existe,
y de Ti mismo y por Ti mismo su deseo
y haciaTi su anhelo.
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Ibn Gabirol, LaKábala del Kéter-Malkut
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Scriabin y el misticismo musical
El poema conocido en Europa occidental como Acto preliminar, escrito por el compositor y prestigioso pianista Alexander Scriabin (1872-1915), fué esbozado como introducción a una obra de arte total, nunca concluida, que habría llevado el título Misterio. En ella se unirían música, poesía, danza, teatro, perfumes y luces enmarcados en un ritual religioso. Debía representarse en un templo hemisférico en la India que contuviera un lago artificial, de tal manera que la audiencia o congregación pareciera estar encerrada dentro de una esfera perfecta. Solo después de su muerte en 1970, y parciálmente, fué representada en la esfera geodésica del pabellón de Alemania Occidental en la feria mundial de Osaka.
En este poema se encuentran afinidades con la filosofía de la música desarrollada por Pitágoras, Platón, Jámblico y otros filósofos neoplatónicos junto con otros de tradiciones orientales. En la versión que presento se encuentran algunas estrofas de Acto preliminar, en traducción del musicólogo Francisco Molina Moreno, a la que acompaño con notas extraídas del ensayo Scriabin y la música cósmica.
El poema "Acto preliminar" describe el origen del universo. En las primeras estrofas, podemos observar que sonido y luz son las primeras manifestaciones que tienen lugar.
"En este impulso, en este trueno,
en este fulminante arrebato
en su aliento de fuego,
se halla todo el poema de la creación.
De un instante de Amor nace la eternidad
y las profundidades del espacio.
El infinito respira los mundos.
Los sonidos envuelven el silencio.
"Todo el poema de la génesis del mundo" empezo con un rayo y un trueno; lo primero que nace es la eternidad y las profundicades del espacio. En palabras de Schopenhauer, "el tiempo y el espacio son aquello en virtud de lo cual lo que en su esencia y según el concepto es uno y lo mísmo, aparece como vario, como múltiple, bien en la sucesión bien en la simultaneidad". Y a continuación, aparece el sonido (que envuelve el silencio), ya anticipado por el trueno inicial.
Yo no soy, sólo tú existes,
cuando, entre los destellos de tu ensueño,
como imagen de una nueva belleza,
yo aparezco refulgente,
condenado a vivir
miríadas de sueños y nubes de visiones,
los coros armoniosos de los mundos.
En la antigua Grecia, donde la danza era inseparable de la música tal como nosotros la entendemos, el coro no se limitaba a cantar, sino que danzaban también al mismo tiempo, y la imaginación de poetas y filósofos transfirió a los astros ese estado de cosas en el ámbito humano. Scriabin también aludía a la danza de los astros y dijo además, "la danza es la primera causa". Scriabin compara el universo con un templo estrellado y un himno luminoso, en el que el éter resuena con áureos sonidos que atraen a las almas.
Este templo, como himno de luz;
este mundo como himno estrellado.
Resuena el éter con áureos sonidos,
que a las almas invitan a un cielo inaccesible.
Los antiguos griegos también habían creído que el universo producía una misteriosa música que denominaron "Armonía de las esferas". Los pitagóricos afirmaban que los astros, al girar en el firmamento, producían sonidos, y que, puesto que las velocidades de los astros guardaban entre sí las mismas proporciones que espresan intervalos musicales, se deducía que también entre los sonidos emitidos por los astros mediaba una armonía musical. Platón, Timeo (47b-d) insinuaba que el valor catártico de la música terrena se debía a que era una imitación de la armonía de las esferas, a la que atribuía así esa misma función purificadora del alma, de la que luego hablaron más pormenorizadamente Filón de Alejandría, Plutarco, Jámblico y Proclo. Entonces podemos hacer remontar a Platón la creencia catártica y salvadora del alma . Y en la misma línea se halla Scriabin cuando afirma que los áureos sonidos del éter convocan a las almas a un cielo inaccesible. Si volvemos ahora al poema de Scriabin, nos encontramos con sus interrogantes sobre el origen de la existencia humana.
¿Qué temblorosas luces
encantan y deslumbran?
¿Qué sonidos derraman
veneno que enloquece?
¿Qué ha sido lo que en el mundo de nuestras
prisiones nos ha arrojado de bruces,
con la fulguración de sus relámpagos,
con su juego de magas y hechiceras?
Es el rayo, el blanco rayo
que en nosotros se irisó,
el rayo que cantaba con delicia,
que halló en su dulzura de poder.
Frágil, se disipó
en luces y sonidos.
Los abismos resonaron
con quejas voluptuosas.
Tras una evocación del sonido y el resplandor del cosmos, se pregunta por quienes nos han arrojado a la existencia, "al humo de nuestras prisiones", y se responde que ha sido aquel rayo con cuyo refulgir comenzó el devenir del universo, según la primera estrofa del poema. Ese rayo "en nosotros irisó", es una forma muy plástica de aludir al paso de lo uno a lo múltiple (pasar de la luz blanca a los colores del espectro), paso que suele constituir el inicio de las cosmogonías en los mitos de muchos pueblos.
La índole sonora del universo es también objeto de una brillante evocación cuando el "profeta" revela a los demas hombres su verdad liberadora.
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Mortales, yo os anunciaré el misterio
de las celestes armonías.
¡Y que resuenen los himnos de gloria
sobre la lira del Sol !
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Más tarde, ofrece esta descripción del universo.
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Es la contemplación de la armonía,
de la unidad del mundo de los sueños.
Y el mundo es suntuosa sinfonía
de sus voces diferentes.
Las verdades terrenas, consonantes
con las verdades celestes, se funden
en acordes perfectos y vibrantes
que brotan de la magia de las cuerdas.
Los instantes venideros
traen nuevas armonías.
Todo él es sagrada delicia
por su juego divino.
Y bajo la divina
diestra, obedece cada cuerda, y toca
en el Sol-lira un himno solemne
la ola flamígera.
Más tensas cada vez las cuerdas de la lira,
cada vez más profunda en el alma la mirada.
Apurad, pues, las copas del festejo.
Resuena, coro de estrellas, refulge.
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Más adelante describe la construcción del templo, metáfora del universo, y posible referencia tambíén al templo donde se celebraría su obra Misterio.
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Los muros, como himnos a la libertad arden;
refulgen los pilares cegadores del templo.
Cada piedra cayó, como estrella encantada,
de la cuerda de fuego de la lira solar.
Felizmente cayó
como cristal sonoro,
o un sonido brillante.
El fin del mundo presente, estaría marcado también por el sonido; igual que habían vibrado sonidos en los orígenes mismos del Universo, según lo exponía nuestro visionario músico-poeta en las primeras estrofas del poema. Si al principio del mundo, "sonoridades envuelven el silencio", al término de esta era, se anularía el estado de conciencia actual mediante otro sonido; en palabras de Scriabin,
En la última nota de la lira,
etéreo torbellino, desapareceremos".
Tenemos que recordar que el paganismo identificó al Sol con Apolo, que, por otra parte, era el dios de la lira, y al que se imaginaba rigiendo el curso del Universo mediante su instrumento. El Himno órfico, dice que, cuando Apolo pulsa la cuerda más grave de su instrumento, viene el invierno, y así sucesivamente, hasta la más aguda, que corresponde al verano.
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2 comentarios:
Querido Jan,
es hermoso el poema de Scriabin (a quien nunca antes había leído, gracias por la revelación), y en particular me ha llamado la atención el fragmento que dice así:
"¿Qué temblorosas luces
encantan y deslumbran?
¿Qué sonidos derraman
veneno que enloquece?
¿Qué ha sido lo que en el mundo de nuestras
prisiones nos ha arrojado de bruces,
con la fulguración de sus relámpagos,
con su juego de magas y hechiceras?
Es el rayo, el blanco rayo
que en nosotros se irisó,
el rayo que cantaba con delicia,
que halló en su dulzura de poder.
Frágil, se disipó
en luces y sonidos.
Los abismos resonaron
con quejas voluptuosas."
Al leerlo, junto a la reflexión del autor del ensayo, me ha recordado un fragmento del inicio de la segunda parte del "Fausto" de Goethe. Allí Fausto despierta maravillado por el mundo que le rodea ("todo cuanto me circunda se trueca para mí en un paraíso", dice al contemplarlo), y hace una bella reflexión que incluye, según entiendo, la alusión a este fulgurante rayo blanco, y al anhelo (a la par que al miedo fundamental) de contemplarlo directamente y sin disipar en los familiares colores de este mundo.
Apunto de amanecer tras las montañas, Fausto mira hacia ellas y dice:
"¡Aparece el sol!... y ¡ay!, deslumbrado ya, vuelvo el rostro, herido por el dolor de mis ojos.
Lo propio acontece cuando una ardiente esperanza que, a fuerza de lucha, en lo íntimo de nuestro ser se ha convertido en sublime anhelo, halla abiertas de par en par las puertas de la realización. Pero si de aquellas eternas profundidades surge de golpe un torrente de llamas, nos quedamos suspensos: queríamos encender la antorcha de la vida, y nos envuelve un mar de fuego. Y ¡qué fuego!¿Es el amor, es el odio, que ardientes nos rodean con espantosas alternativas de dolor y regocijo, de suerte que nuevamente dirigimos la vista a la tierra para guarecernos bajo el velo más juvenil?
Quédese, pues, el sol a mi espalda. Con embeleso creciente contemplo la catarata que se precipita estruendosa por el escarpado peñasco. De salto en salto, se revuelve derramándose primero en mil corrientes, luego en otras mil, y levantando en el aire con bronco fragor masas de espuma. Pero, ¡cuán majestuoso, naciendo de esta tempestad, se redondea el cambiante arco multicolor, tan pronto claramente dibujado, como perdiéndose en el aire y esparciendo en torno una lluvia fresca y vaporosa! Esto retrata el afán del hombre. Medita sobre ello y lo comprenderás mejor: en ese colorado reflejo tenemos la vida."
Un fuerte abrazo.
Apreciada Pola,
muchas gracias por traer aquí este hermosísimo pasaje de Fausto.
Que duda cabe que Scriabin debió conocer muy bien la obra de Goethe y la de otros autores románticos, pudiéndose encontrar su influencia tanto en "Acto Preliminar" como en su "Poema del Éxtasis", que también conoces. Vemos en ellos ese mismo espíritu visionario del hombre extasiado frente a la contemplación del mundo, intuyendo a través de sus signos la eternidad. Esa misma corriente por la que el poeta se siente arrastrado a orientar su mirada al infinito, a traspasar todo horizonte para descubrir lo que verdaderamente es. Te recuerdo el último verso de "Poema del éxtasis": "Lo que aterrorizaba, ahora deleita... Y el universo resuena con el alegre grito de Yo soy".
Me parece acertada tu observación. Yo interpreto el "rayo blanco" del poema de Scriabin con el Fiat Lux, el primer instante de la creación, la Luz de luces a partir de la cual se originó el devenir, los colores irisados al que se nos "ha arrojado de bruces". Ese mismo instante sería también evocado por el primer instante del amanecer infinitamente renovado del Sol, que se encuentra en el pasaje de Fausto que mencionas. En cada amanecer, encontraríamos el signo de ese único instante, en la contemplación de la multiplicidad de colores del universo encontraríamos el signo de la unidad. Bajo esa mirada todo es signo de Él.
Un fuerte abarazo querida Pola, siempre un placer y un enriquecimiento encontrarte por aquí.
J.
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