Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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lunes, 3 de enero de 2011

al-Insân al-Kâmil

William Blake, El sol en el pórtico de Oriente, 1815


"Todos son hombres en la eternidad, los ríos, las montañas, las ciudades y pueblos, y si tú entras en su interior, te vuelves cielo y tierra, al igual que tú albergas en tu interior el cielo y la tierra y todo lo que percibes; y aunque parece que está en el exterior, está en realidad en el interior, en tu imaginación, de la que este mundo mortal no es más que una sombra"

William Blake, Jerusalén


"No existe en el cosmos ningún lugar para la manifestación de la Unidad más perfecto que tú mismo cuando te sumerges en tu propia esencia y olvidas toda relación, y cuando te percibes a ti mismo por ti mismo y despojado de tus apariencias, de forma que seas tú mismo en ti mismo y cuando de entre todas las Cualidades divinas o atributos creados -que, por otra parte, te pertenecen- ningúno ya se refiere ya más a ti. Este estado del hombre es el lugar más perfecto de toda la existencia para la manifestación de la Unidad".

Abd al-Karim al-Yili, El Hombre Universal
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Los textos que transcribo en esta entrada se refieren a la doctrina del Hombre Universal, (en árabe, al-Insân al-Kâmil) presente en un número importante de tratados dentro del esoterísmo islámico, entre cuyos autores destacarían Ibn 'Arabi, y el que sería su seguidor Abd al-Karim al-Yili. Doctrina que encuentra su equivalente en la Cábala hebraica en la figura de Adam Kadmón u Hombre Primordial, que es también el "Rey" (Wang) tal como se describe en el Tao Te King de la tradición extremo oriental. A parte de los dos autores occidentales, de quienes dejo los capítulos sobre el tema que aparecen en sus obras más abajo referidas, y que yo sepa, no se encontraban hasta ahora en internet en lengua castellana, merece destacada atención el capítulo segundo titulado El Hombre Universal, de la obra de René Guénon El simbolismo de la cruz, que se puede encontrar en http://www.euskalnet.net/graal/index2.htm , de la que dejo sus primeras palabras:
La realización efectiva de los estados múltiples del ser se refiere a la concepción de lo que diferentes doctrinas tradicionales, y especialmente el esoterismo islámico, designan como el "Hombre Universal", concepción que, como hemos dicho en otra parte, establece la analogía constitutiva de la manifestación universal y su modalidad individual humana, o, por emplear el lenguaje del hermetismo occidental, del "macrocosmo" y el "microcosmo".
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El Hombre Universal, por Titus Burckhardt


La unidad esencial del mundo es la cosa más cierta al mismo tiempo que la más oculta: todo conocimiento o percepción, sea cual fuere su grado de adecuación, presupone la Unidad esencial de los seres y las cosas. Si los diversos seres perciben el universo de manera diferente, según sus distintas perspectivas y conforme a sus grados de universalidad, no por ello lo perciben de forma menos real, pues la realidad del universo apenas se disocia de la de su visión, y esa realidad es una, aunque diversa según sus aspectos; está simultáneamente presente en los sujetos cognoscentes y en los objetos conocidos. Por otra parte, la naturaleza del mundo es dualidad y discontinuidad; ver el mundo es no ver la Esencia; contemplar Ésta es no ver ya el mundo. Entre todos los seres de este mundo, el hombre es el único cuya visión intelectual engloba virtualmente todas las cosas, mientras que los demás seres orgánicos sólo tiene una visión parcial del mundo. Ciertamente, el conocimiento inmediato de la percepción humana no es más que el conocimiento corporal que le rodea, pero éste representa una imagen relativamente completa, en su nivel de existencia, de la totalidad del universo; a través de las formas sensibles, el hombre concibe las formas sutiles y las esencias espirituales. Por consiguiente, se puede decir que el hombre, que es un microcosmos, y el universo, que es un macrocosmos, son como dos espejos que se reflejan mutuamente: por una parte, el hombre no existe más que en relación con el macrocosmos, del que forma parte y por el que está determinado; por otra, el hombre conoce el macrocosmos, lo que significa que todas las posibilidades que se depliegan en el mundo están contenidas principalmente en la esencia intelectual del hombre. Ése es el sentido de las palabras coránicas: "Y Él (Dios) enseñó a Adán todos los nombres (es decir, todas las esencias de ls seres y las cosas)" (2, 31). Todo microcosmos es, a su manera, un centro del universo, pero es en el hombre donde la polarización "subjetiva" del Espíritu alcanza su punto culminante: "Él ha puesto a vuestro servicio lo que hay en los cielos y lo que hay en la tierra, todo (procede) de Él" (Corán 45, 12). En cuanto a los microcosmos no humanos que contiene nuestro mundo, son inferiores al hombre en cuanto que microcosmos, es decir, en tanto que polarizaciones "subjetivas" del Espíritu o Prototipo único, pero son relativamente superiores al hombre en tanto que participan en mayor medida de la perfección macrocósmica, lo que, en el reino animal, se expresa por el predominio creciente de la especie -de la forma específica- sobre la autonomía individual, y, en los vegetales y los minerales, por la fusión de los dos polos: especie e individuo. Cada uno de los términos de las polarizaciones sucesivas del Prototipo único contiene implícita o explícitamente el término complementario: la especie engloba a los individuos, pero cada individuo comprende virtualmente en él toda las posibilidades de la especie; el hombre contiene en él la naturaleza de la mujer, y a la inversa, y esto es así por el origen mismo de los seres: "Temed a vuestro Señor, que os ha creado de una sola alma (min nafsin wâhidah), que ha creado de ella su esposa y ha producido de esa pareja hombres y mujeres en gran número" (Corán 4, 1). Igualmente, el mundo, o macrocosmos, es evidentemente el "continente" del hombre, del que este es parte integrante. Sin embargo, el hombre conoce el mundo, pues todas las posibilidades del mundo están virtual y principalmente presentes en el hombre. El hombre y el cosmos, como hemos dicho, son semejantes a dos espejos que se reflejan uno a otro, y de ahí el adagio sufí: "El universo es un gran hombre, y el hombre un pequeño universo" (al-kawn insânum kabîrum wa-l-insânu kawnun saghîr). Se puede decir también que el universo y el hombre son formas del Espíritu universal (ar-Rûh) o del Espíritu divino, o que los dos son aspectos complementarios de un solo ser "pancósmico", símbolo de Dios; sin embargo, la forma "exterior" u "objetiva" del macrocosmos no puede ser captada en su totalidad, puesto que sus límites retroceden indefinidamente, mientras que la forma del hombre es conocida, lo que nos lleva a afirmar que el hombre es el "compendio" cualitativo del gran "libro" cósmico, y que en esta forma están expresadas, de una manera u otra, todas las cualidades universales. Por otra parte, el Profeta dice que "Dios creó a Adán en Su (propia) forma", lo que significa que la naturaleza primordial del hombre es como la culminación simbólica y de alguna manera la "suma" aparente de todas las esencias divinas inmanentes en el mundo.
En el hombre ordinario, el sentido "global" de la naturaleza humana permanece virtual; sólo llega a ser actual en aquel que, habiendo realizado de manera efectiva todas las Verdades universales que se reflejan en su forma terrenal, se identifica por ello mismo con el "Hombre perfecto" u "Hombre universal" (al-Insân al-Kâmil). En la práctica este ser tendrá por forma "exterior" su individualidad humana; pero, virtualmente y en principio, le pertenecen toda las formas y todos los estados de existencia, desde el momento en que su "realidad interior" se identifica con la realidad del universo.
Se puede comprender así por qué la expresión "Hombre universal" tiene dos significados, que coinciden o se diferencian según el punto de vista en que nos situemos: esa expresión se aplica, por una parte, a todos los hombres que han realizado la Unión o "Identidad Suprema", como los grandes mediadores espirituales, los profetas especialmente, y los "polos" entre los santos; por otra, designa la síntesis permanente y actual de todos los estados del Ser, síntesis que es a la vez un aspecto inmediato del Principio y la totalidad de todos los estados relativos y particulares de la existencia. Ése es el prototipo único (al-Unmûdhaj al-farîd) o "prototipo evidente", del que habla el Corán y que hemos mencionado antes; y recordemos aquí que, desde el "punto de vista" divino, la creación se integra en ese principio, en el que se reflejan todas las Cualidades o "relaciones" (nisab) divinas sin confusión ni separación; sólo desde el punto de vista de la criatura el universo parece múltiple. Ahora bien, los grandes mediadores, cuyo espíritu se ha identificado con el Espíritu divino, se asemejan por ello mismo a esa síntesis del universo, el gran Prototipo, que es el "objeto" único y directo del Acto divino.
Los epítetos tradicionales del Profeta en su significado esotérico se refieren al Hombre Universal, que es al mismo tiempo el Espíritu, la totalidad del universo y el símbolo humano perfecto: es el "Glorificado" (Muhammad), porque sintetiza la irradiación divina en el cosmos; es el "servidor" perfecto ('abd), porque, siendo esencialmente el Espíritu, emana directamente de Dios; es el "iletrado" (ummî) por el hecho de que recibe su ciencia inmediatamente de Dios, sin la mediación de ningún signo escrito, es decir, sin que medie ninguna criatura, y es también el "amado" (habîb) único y universal de Dios.


El Hombre Universal, por William C. Chittick

Aunque el universo es uno visto desde el punto de vista de la Esencia divina, desde el punto de vista de la relatividad hay una polarización fundamental entre el microcosmo y el macrocosmo. El macrocosmo es el universo en toda su multiplicidad indefinida, que refleja los Nombres y Cualidades divinos como otras tantas particularizaciones individuales y modos determinados. El microcosmo es el hombre, que refleja estas mismas cualidades pero como totalidad. El macrocosmo y el microcosmo son como dos espejos uno enfrente al otro; cada uno contiene todas las cualidades del otro, pero uno de una manera más exterior y objetiva y en detalle (mufassal) y el otro de una manera más interior y subjetiva y de forma sumaria (mujmal). Así, el conocimiento total de sí mismo por parte del hombre incluye en principio el conocimiento del universo entero. Por esta razón el Corán dice: "Y Él (Dios) enseñó a Adán los Nombres (esto es, las esencias de todos los seres y cosas)"(II, 31).

El padre de la humanidad, que es el señor de "Enseñó los Nombres", tiene centenares de miles de ciencias en cada vena. En su alma se acumuló (el conocimiento del) nombre de toda cosa, tal como esa cosa existe (en su naturaleza real) hasta el fin (del mundo)... Para nosotros (hombres corrientes), el nombre de toda cosa es su (apariencia) exterior; para el Creador, el nombre de toda cosa es su (realidad) interir... Puesto que el ojo de Adán vio por medio de la Pura Luz, el alma y el sentido más íntimo de los nombres se hizo evidente (I, 1234-35, 1246).

El prototipo tanto del microcosmo com del macrocosmo es el Hombre Universal o Perfecto (al-Insân al-Kâmil), que es la suma total de todos los niveles de realidad en una síntesis permanente. Todas las Cualidades divinas están contenidas dentro de él e integradas de tal modo que no están confundidas ni separadas, y sin embargo él trasciende todos los modos de existencia particulares y determinados. Por otra parte, desde el punto de vista islámico, Muhammad es la síntesis perfecta.
El Hombre Universal tiene otro aspecto cuando se considera desde el punto de vista del camino espiritual: es el modelo humano perfecto que ha realizado todas las posibilidades inherentes en el estado humano. En él los "Nombres" o esencias que el hombre contiene potencialmente (bi'l-quwwah) se actualizan de modo que se convierten en los estados mismos de su ser (bi'l-fi'l). Para él, el ego humano, con el que la mayoría de los hombres se identifican, no es más que su cáscara exterior, mientras que todos los otros estados de existencia le pertenecen internamente; su realidad interior se identifica con la realidad interior de todo el universo.
El Hombre Universal es el prototipo de toda la manifestación y por lo tanto el prototipo del microcosmo y el macrocosmo. El hombre individual, o el hombre tal como entendemos habitualmente esta palabra, es el reflejo más completo y central de la realidad del Hombre Universal en el universo manifestado, y así aparece como el último ser que entra en la arena de la creación, pues lo que es primero en el orden principal es último en el orden manifestado.
El término "Hombre Universal" adquirió prominencia con Ibn 'Arabi, aunque la doctrina era bien conocida antes de él, y necesariamente, pues desde el punto de vista del sufismo el Profeta del Islam es la manifestación más perfecta de Hombre Universal. El Profeta se refería esencialmente a este estado cuando dijo: "La primera cosa creada por Dios fue mi luz (nûri)" o "mi espíritu (rûhi)", hadith que los sufíes han citado repetidamente a lo largo de los siglos. Además, como numerosos santos, a partir de la época del Profeta, han alcanzado este estado, conocían el significado de la doctrina de Hombre Universal de manera concreta, aunque no hablaran de ella exactamente con los mismos términos que utilizó Ibn 'Arabi.
Antes de Ibn 'Arabi solía hablarse del Hombre Universal en unos terminos ligeramente diferentes a los que él empleó: el "microcosmo", en esta perspectiva anterior, es la forma externa del hombre, mientras que el "macrocosmo" es su realidad interior. Dicho de otro modo, el término "macrocosmo" se refiere esencialmente a la realidad interior del Universo y no a su forma exterior, como es el caso habitualmente en la doctrina de Ibn 'Arabi. Pero esta realidad interior es precisamente el Hombre Universal y es por lo tanto idéntica a la realidad interior del microcosmo.
También Rûmî, aunque vivió después de Ibn 'Arabi, adopta en sus escritos la terminilogía más antigua. Hablando sobre la verdadera naturaleza del hombre, Rûmî observa que los filósofos dicen que el hombre es el microcosmo, mientras que los teósofos o sufíes dicen que el hombre es el macrocosmo,
y la razón de ello es que la filosofía se limita a la forma fenoménica del hombre, mientras que la teosofía está relacionada con la verdad esencial de su verdadera naturaleza (IV, p. 302)

El hombre es en apariencia un derivado de este mundo, e intrínsecamente, la rama se originó por el fruto.
Si no hubiera habido deseo y esperanza del fruto, ¿cómo podría el jardinero haber plantado la raíz de árbol?
Por consiguiente, en realidad el árbol nació del fruto, (aunque) en apariencia (el fruto) fue generado por el arbol.
Por eso Muhammad dijo: "Adán y los (demás) profetas (me siguen) bajo (mi) bandera".
Por esta razón, ese maestro de (toda) clase de conocimiento (Muhammad) dijo la frase alegórica: "Somos los últimos y los primeros".
(Es decir), "Si en apariencia he nacido de Adán, en realidad soy el antepasado de (todos los) antepasados...
Por consiguiente, en realidad el padre (Adán) nació de mí, por consiguiente en realidad el árbol nació del fruto".
El pensamiento (idea), que es primero, es lo último que se actualiza, en particular el pensamiento que es eterno
(IV, 522 ss.).

Así se comprende que Muhammad fue el fundamento (del Universo). "De no ser por ti (Muhammad), no habría creado los cielos". Todo lo que existe, honor y humildad, autoridad y alto rango, él lo ha decretado y es su sombra, pues todo se ha hecho manifiesto a partir de él (Discourses, p. 117).

En el Gulsan-i Râz (El jardín del misterio de Shabistari) se encuentra una declaración muy explícita de la posición del hombre en el Universo:

Contempla el mundo enteramente contenido en ti,
Lo que se hizo en último lugar fue lo primero en el pensamiento.
Lo último que se hizo fue el alma de Adán,
Los dos mundos eran un medio para producirla.
No hay otra causa final más allá del hombre,
Se revela en su interior...
Eres un reflejo de "El adorado por los Ángeles (Adán)",
Por esta causa los ángeles te veneran.
Toda criatura que va delante de ti (esto es, todas las demás criaturas del universo) tienen alma,
Y de esta alma sale un hilo que va hasta ti.
Por consiguiente, todas están sujetas a tu dominio,
Pues el alma de cada una está oculta en ti.
Tú eres la médula del mundo en su centro,
Sabe que eres el alma del mundo.

Escultura de Joaquín Huertas. Sin título, 2002. Alt. 67 cm.


Lecturas:


René Guénon, El simbolismo de la cruz, Olañeta Editor 2003

Titus Burckhardt, Introducción al sufismo, Paidos Orientalia 2006

William C. Chittick, La doctrina sufí de Rumi, Olañeta Editor 2008

Abd al-Karim al-Yili, El Hombre Universal, Mandala Ediciones 2001


Entradas relacionadas en este blog:




http://barzaj-jan.blogspot.com/2010/09/mundus-imaginalis.html

http://barzaj-jan.blogspot.com/2009/11/tu-horizonte.html


7 comentarios:

Baruk dijo...

De todo lo expuesto (revelador, por descontado), me quedo con una de las últimas frases:

Lo último que se hizo fue el alma de Adán,
Los dos mundos eran un medio para producirla.


Es una interesantísima reflexión.

Bon Any Jan

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Jan dijo...

Bon Any, Baruk.

Sí, es una interesantísima reflexión la de Shabistari que aparece en su obra "El jardín del misterio". Obra que "precisamente" me acaban de regalar en una bella edición directamente traducida del persa al castellano por Editorial Nur. Ahora ojeando en las primeras páginas encuentro el fragmento que dejé en la entrada. Te dejo esta otra versión, pues seguro es más fiel a la original.

"Contempla bien, por una vez, tu propia realidad:
el padre de la primera madre se convirtió a su vez en su madre.
Contempla el mundo, de un extremo a otro, en ti mismo;
lo que fue creado como lo último fue lo primero.
Lo último creado fue Adán
y los mundos fueron fruto de su esencia.
No hay cusa final sino el hombre,
que se manifestó por su propia esencia.
El injusto e ignorante es lo opuesto a la luz
y, sin embargo, es símbolo manifestado de la Esencia.
Cuando una cara del espejo es oscura,
la otra refleja la imagen de la persona.
Los rayos del sol, en el cuarto cielo,
no se reflejan en la tierra.
Tú eres la imagen del amado por los ángeles y por ello se postrernaron ante ti los ángeles.
De cada cuerpo hay un alma contigo,
hay un vínculo que lo ata a ti.
Por eso están sometidos a tu mandato:
el alma de cada uno de ellos está oculta en ti.
Eres el núcleo del mundo y por ello estás en su centro.
Conócete a ti mismo: tú eres el alma del universo.

De la edición persa del Dr. Javad Nurbakhsh

Christian Rodway dijo...

¡Hola Jan!
Gracias por visitar Vitruvio Cinéfilo. Lo que dices es cierto, comentado profundamente por Mircea Eliade. De hecho si ves Matrix, Constantine, Minority Report, y especialmente en The Fountain, mientras mas cerca se está de la realidad del alma (por citar a Jung), el espacio-tiempo se “anula” o los “tiempos” se unifican. Y no es una elucubración teórica. Es lo que muchas veces se experimenta en la meditación profunda.
Trabajar con los mitos (que es casi equivalente a integrar el hemisferio derecho) tampoco es algo teórico. Me consta que permite integrar el hemisferio derecho. Cito a “Platón y el Cine”:
“Adentrarse en los terrenos de la Mitología es adentrarse en un reino que está más allá del bien y el mal, donde demonios contienen ángeles, y ángeles contienen demonios; donde los dioses envidian al hombre, y el hombre desafía a los dioses; donde los dioses caminan entre los hombres, y los Héroes se convierten en dioses; donde se buscan objetos que no existen; donde los hijos matan a los padres, y el Padre devora a los hijos; donde todo tiene vida, incluso el Señor de la Muerte; y donde todo tiene un lugar y un propósito superior, incluso el Mal... Pero, donde siempre se retorna al equilibrio. Es un reflejo, una manifestación de la unidad y síntesis de la Divinidad. Tomada en serio, la Mitología pone en jaque nuestra racionalidad y nuestra moralidad. Los innumerables símbolos y personajes se transforman en aspectos de nosotros mismos, ya sea por rechazo o simpatía. Entonces, de esa manera, comienzan a hablarnos. El Cine es, quizás, el mejor medio moderno para vivir la dimensión mítica de la vida, por participación y repetición”
Todo lo anterior está en el “terreno” de la Sabiduría. Pero mas allá de la Sabiduría está justamente el Ser.
Un abrazo y Feliz 2011
Christian

Anónimo dijo...

Me alegra saber que existen más seguidores de la obra de D.H Lawrence.
La mujer que se alejó a caballo, es una obra muy misteriosa, Lawrence era un conocedor del tantrismo, por eso también hace de las colinas un personaje más de su obra, incluso algunos relieves de la naturaleza se convierten en antagonistas.
Creo necesario exponer una analogía entre Lawrence y los mundos ignotos:
En la colina es donde se esconden mundos subterraneos, Agartha Shamballah, por ende cuando pegaso llevaba a los poetas al pais de las Hadas, los llevaba a Mo-Urur (Atlántida) o los llevaba a esos mundos subterraneos ubicados en los Himalayas, los seres de ese lugar no eran de aspecto humano, la mujer que se aleja a caballo sube por altas colinas y se encuentra con seres extraños, que realizaban cultos hieráticos, estos cultos estaban henchidos de magia y ocultismo.

Saludos Cordiales

www.lavenusdeille.blogspot.com

Jan dijo...

Christian, Anónimo: muy amables por pasar por aquí y dejar un comentario.

Seguiré visitando vuestros blogs.

Hasta pronto

Beatriz dijo...

"el árbol nació del fruto, (aunque) en apariencia (el fruto) fue generado por el arbol"

Jan dijo...

Beatriz, esa es una cita clave del texto de Rumi y donde apunta al misterio de la creación. Algo que para quien como tu, desarrolla una actividad creativa, seguro en algún momento ya habías intuido.

Bienvenida a este espacio.