Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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martes, 29 de enero de 2013

Azul

Cielo sobre Barcelona en un día de Enero de 2013



Si no hubiera nada: en ti está todo,
gloria del tenso vacío, ancho abandono
azul floreciente, oh tú océano
que nos mueves
con suaves aguas. 
resacas de horizonte celeste
lleno del más allá,
en ti está todo (...)

En ti, aunque no hubiera nada,
está todo...

Albin Zollinger, Oda a los azules del cielo



 "Mi corazón
vaga por los prados de estrellas
entre innumerables estrellas.
Debajo de mi florece azul y más azul.(...)

Nubes de flores
flores de nubes.
Los sonidos se reflejan en  lo infinito.
Recuerdos azules.
Entre la altura y la profundidad
aroma y azules
chapotean las mismas fuentes
en las que soñé cuando era niño".

Hans Arp, Azul que canta


Para Alois M . Haas, puede descubrirse una relación de sentido y ordenación relativamente invariable, en la interpretación documentada referida a los colores desde la Antigüedad hasta la modernidad pasando por la Edad Media. Algunos colores pueden así asociarse, más allá de los tiempos y las culturas, a determinados valores sentimentales y de significado. En las especulaciones sobre la luz e interpretación cromatica dentro de la teoría del color tardo-antigua y medieval, el color azul ocupará un lugar relevante en las visiones teofánicas. En "Visión en azul. Arqueología y mística de un color", ensayo del que a continuación dejo unos fragmentos, se analizan las raices del simbolismo del azul dentro de la experiencia visionaria, sirviéndose para ello de escritos y poemas de artistas contemporáneos, documentos y arte del medievo occidental, así como de textos de la mística judía.



Visión en azul.
Arqueología y mística de un color.
Por
Alois M. Haas



Michel Pastoureau ha señalado que todavía hoy el color azul posee en Occcidente, en cuanto a disposición anímica y sentimental, un claro predominio estadísticamente demostrado sobre otros colores como, por ejemplo, negro y verde. La civilización occidental es para él "une civilisatión du bleu", una civilización en la que -España sería un excepción- los colores cálidos no juegan ya ningún papel.
 Sus investigaciones sobre heráldica le permiten suponer que este lugar privilegiado del azul representa una conquista de la Edad Media: desde mediados del siglo XIII tuvo un "auge del color azul" cuantitativo y cualitativo, que no sólo destaca en el arte heráldico, sino también en la emblemática literaria, en el arte de las miniaturas y de las vidrieras, y también en la moda de la vestimenta. (En la imagen, miniatura del Apocalipsis Flamenco, manuscrito medieval donde el color azul es el más utilizado. N. de Fragmentalia) Puede también atestiguarse el hecho de que el glasto -una planta que servía para teñir azul- fue "objeto de un intenso comercio internacional". El azul se convirtió en "el color arquetípico de la monarquía". "Una profunda transformación de la sensibilidad" parece indicarse en la sustitución "del antiguo esquema tripartito blanco-rojo-negro, característico del sistema cromático de todas las culturas tradicionales", por la preferencia del azul: "Desde que en la modernidad blanco  y negro no son considerados propiamente como colores, el azul, el color del cielo, del aire, del paraíso, ha venido a ocupar el mismo puesto". También Kandinsky persiste en su ensayo sobre De lo espiritual en el arte (1952) en este simbolismo y esta tipología del azul, ya conocido en la Edad Media, cuando sostiene:

El don de la profundidad lo encontramos en el azul y en primer lugar y desde una perspectiva teórica en sus movimientos físicos: 1) lejos del hombre y 2) con respecto a su propio centro. Y lo mismo, cuando se deja actuar el azul en el ánimo (en cualquiera de las formas geométricas deseadas). La tendencia  del azul a la profundidad es tan grande que justamente se hace más intenso en los tonos profundos y actúa de un modo característico en la interioridad. Cuanto más profundamente actúa el azul, tanto más llama al hombre al infinito, y despierta en él la ansiedad por la pureza y finalmente por lo suprasensible. Es el color del cielo, tal y como lo imaginamos al oir la palabra cielo. Azul es el color típicamente celeste. (En la nota hace hincapié en los nimbos bizantinos "de los seres que existen espiritualmente".) El azul desarrolla muy profundamente el elemento del reposo. Descendiendo hacia el negro, adopta el matiz de una tristeza inhumana. Llega a ser de una profundidad infinita en estados de seriedad, donde no hay ni puede haber fin. Pasando a la claridad, para lo cual el azul es menos adecuado, llega a tener un carácter indiferente y se sitúa lejos con respecto al hombre, como el alto cielo azul claro. Cuanto más claro, más insonoro, hasta llegar a la calma silenciosa, y se hace blanco. Desde un punto de vista musical, el azul claro es parecido a una flauta, el oscuro al violonchelo, y cuanto más profundo se hace, semejante a los maravillosos sonidos de la viola; en su forma más profunda pero festiva el sonido del azul es equiparable a la profundidad del órgano.(...)


 Martin Schaffner, El universo celestial (1533), tablero de mesa.



Dios está azul...
Juan Ramón Jiménez, Mañana de la cruz


El lugar clave, en que sucede un fenómeno de luz azul en el marco de una visión, es la visión de la Merkabá del profeta Ezequiel, en la que el carro de Dios junto con los querubines que le acompañan representan para el espectador un contenido sorprendente de una experiencia de la gloria de Dios.

 La visión de Ezequiel, versión de William Blake


Al visionario se le aparecen en un nube de fuego cuatro seres vivos de extraña apariencia: cada uno tiene cuatro caras, cuatro alas, los pies parecen pezuñas; a cada ser se le ha asignado una rueda, cuyas llantas están cubiertas de ojos. Y "sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal,. extendida por encima de sus cabezas" (Ez 1, 22). Sobre el trono que se levanta por encima de la bóveda de cristal se señala a Dios: "Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había como una piedra de Zafiro en forma de trono, y sobre esta forma de trono, por encima, en lo más alto, una figura de apariencia humana. Vi luego como el resplandor del electro, algo como un fuego" (Ez 26 y ss.). El contenido de esta descripción se refiere a la revelación del Sinaí (cf. Ex 19, 18; 24, 11 y 15; Dt 4-5) que junto con la visión de la Merkabá de Ezequiel tiene su correlato tipológico en el relato de Pentecostés de las actas de los Apóstoles: por eso se corresponde a la fiesta judía  del shabucot, en la que se ha mantenido vivo el recuerdo de la revelación del Sinaí a través de la explicación de la Merkabá (=carro), y la fiesta cristiana de Pentecostés. En Éx 24, 10 el trono de Dios se describe como sigue: "Moisés subió con Aaron, Nadab y Abihú y setenta de los ancianos de Israel. Bajo sus pies había como pavimento de zafiro tan puro como el mismo cielo". (...)

 En todo caso "la interpretación del azul en tanto que color del cielo (...) confirmó su significado celeste ampliamente: la esperanza en el cielo y su anhelo, una vida orientada en lo celeste según Flp 3, 20 nostra conversatio in caelis est, la contemplación orientada a lo celeste, a Cristo celestial, esto es, a la naturaleza divina, así como también el segundo artículo del Credo referente a Cristo según 1 Cor 15, 47: primus homo de terra, terrenus, secundus homo caelo, caelestis, finalmente el rapto de Pablo al tercer cielo (2 Cor 2, 12) y del derecho de ciudadanía celeste del cristiano formulado por él (Ef 2, 19".  La relación con esta tradición se documenta de forma adicional en la concepción de que "el zafiro se adecua por encima de otras piedras azules a la representación del cielo como residencia de Dios. De este modo se preservó la relación con la insinuación biblica del lugar de Dios descrita a través del zafiro. Así, en la descripción medieval del templo del Graal de Albrecht von Sharfenberg en sus Jüngeren Titurel el zafiro está doblemente presente: la bóveda del templo del Graal fue azulada (gebloewet) con zafiros, pero los panes de su altar también eran de zafiro. La piedra tiene, en tanto que presencia visible de Dios, efecto (casi mágico) de purificar a los hombres de sus pecados.  (...)

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Oda a la flor azul
poema de Pablo Neruda


(...) Cerca del mar, andando,
en el mes de noviembre,
entre los matorrales que reciben
luz, fuego y sal marinas
hallé una flor azul
nacida en la durísima pradera.
De dónde, de qué fondo
tu rayo azul extraes?
Tu seda temblorosa
debajo de la tierra
se comunica con el mar profundo?
La levanté en mis manos
y la miré como si el mar viviera
en una sola gota,
como si en el combate
de la tierra y las aguas
una flor levantara
un pequeño estandarte
de fuego azul, de paz irresistible,
de indómita pureza. 




Lecturas:

Alois M. Haas, Visión en azul. Siruela 1999

Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte. Paidos 2012


Entradas relacionadas:

La elocuencia del Rojo

Los colores del alma

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8 comentarios:

Baruk dijo...

Sigo teniendo debilidad por el rojo aunque el azul me resulte más sublime, misterioso e igual que la cábala, impenetrable. Según esta, algunas veces a Jacob se le ha llamado "el hombre azul", con motivo de la celebre visión de la escalera, en un lugar llamado Luz y según otros, apodada "ciudad azul", el lugar donde el ángel de la muerte nunca penetra.

Y a nivel artístico no puedo olvidarme de mi admirado Redon y su "cara azul", preciosa y embelesadora.


Abrazos... blaus

*

Jan dijo...

En otro pasaje de "Visión en azul" se hace referencia a la visión de un monje sirio, Jausep Hazzaya del siglo VIII en la que se podrían encontrar connotaciones con ese lugar conocido como Luz o Ciudad azul, o según Reneé Guénon "La morada de la inmortalidad" o "Casa de Dios". A dicho lugar (o mejor dicho no-lugar) el visionario accede a través de un ascenso espiritual, o, por otra parte, el paulatino acceso por las "moradas profundas del corazón":

"Finalmente el último signo de reconocimiento que efectúa el espíritu que recibiste por el bautismo en ti es la visión iluminada de un intelecto que aparece en la bóveda de tu corazón como un zafiro y que es la luz de la Santísima Trinidad. Y este signo de reconocimiento te conduce a la visión de las naturalezas sensibles. Y a partir de éstas serás elevado al conocimiento de las naturalezas inteligibles. Y a partir de éstas asciendes a las revelaciones y misterios del Juicio y la providencia. Y esta escalera te permite ascender y te confunde con la santa luz de la visión de Nuestro Señor Jesucristo. Y por medio de esta gloriosa y santa visión te sobrecoge el asombro de su mundo espiritual, cuyos bienes son inefables. Y de este asombro, nace en ti el inicio de un lenguaje espiritual y el conocimiento de ambos mundos, que fueron y que serán, y la intuición de los misterios de las cosas futuras, junto con el olfato y el santo gusto (y audición) de las dulces voces de los seres espirituales y gozo y júbilo y alegría y alabanza y cántico y recompensa y glorificación y elevación y unión con los rangos espirituales y visión de las almas de los santos, y visión del Paraíso, y de los manjares del Árbol de la Vida y procesión con los santos y el lugar en el que viven con otras cosa infables".

Me pareció una experiencia visionaria bellamente narrada la de este monje sirio. Experiencia de éxtasis propia de un santo.

Abrazos blaus y vermells

M.A.O dijo...

¡Cuántos misterios engarzados en el color azul!! He quedado prendada de la flor de los versos de Neruda y de la ventana azul-celeste del cielo de tu ciudad, zócalo de luz profunda y enigmática, partícula radiante, destello misterioso...el azul invita quedamente a sumergirse en su hábitat, atrae silencioso, se parece al mar en su impenetrable y abísmica presencia, puede ser piedra preciosa, alas de duendes, murmullo de gnomos, aliento del bosque, es paraíso inexpugnable del espíritu, universo inexplorado...y oasis de los sentidos...
Como dice Zollinger: "En ti, aunque no hubiera nada, está todo..."
¡Merci Jan!

Abrazo desde mi cielo azul hasta tu cielo.

Jan dijo...

El cielo y el mar, motivos que posiblemente más hayan inspirado a los poetas. Y el azul, tiñendo su infinitud por el que el alma se siente atraída abismándose en su contemplación, y por lo que quizás, le sea revelado el mutuo misterio.

Un abrazo Mabel, desde aquí, bajo este cielo que es también el tuyo.

Simone Larriviere dijo...

felicidades por este rincón espiritual

Jan dijo...

Muy amable Simone, agradezco tu visita.

Lourdes Lesarry dijo...

gracias por este artículo sobre el color Azul. Y, gracias también a Baruk que me lo ha enseñado. Es muy interesante,
Lourdes Lesarry

Jan dijo...

Hola Lourdes, bienvenida a este espacio que se publica especialmente por "Amor al Arte", interés que intuyo compartes al igual que yo con la amiga Baruk.