Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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miércoles, 12 de junio de 2013

Bibliomancia


Edición manuscrita del Divan (poemario) de Hafez de Shiraz


Comparables a los hermosos alicatados de las mezquitas iraníes, los versos de Hafez están tan llenos de destellos y de movimiento que nos atrapan; ostentan un dominio técnico, una brillantez de imágenes y una melodía tales que sólo puede ser el fruto de un creador inspirado y, ante todo inteligente y lúdico. A través de ellos podemos detectar el goce de su autor al realizar cada una de sus piezas como un orfebre y al construir ese mundo propio singular y deslumbrante, como un mosaico formado de piezas análogas que aparecen en posiciones distintas y cambiantes de contexto, de modo  que el ojo no tiene reposo y es siempre atrapado por la sorpresa. Esto explica que dichos poemas no envejezcan, que a cada lectura parezcan renovados, y que estén presentes en el mundo persa actual como referencia y punto de apoyo, tanto de la vida cotidiana -pues a ellos se acude para consultar el futuro- como en la creación.

Clara Janés



En el último número impreso de la revista Mundo Iranio que acabo de recibir se encuentra un interesante y divertido artículo firmado por su director Joaquín Rodríguez Vargas. En el hace referencia a la bibliomancia, práctica adivinatoria que consiste en abrir un libro al azar e interpretar las primeras líneas que aparecen contextualizándolas en una determinada consulta. Utilizada ya durante la época romana con obras como la Eneida, en la Edad Media con la Biblia, así como con el Corán desde los primeros siglos de la Hégira en el mundo de influencia árabe, en lengua persa esa capacidad oracular recaería en el Divan escrito en el siglo XIV por Hafez de Shiraz. Éste es considerado por muchos como el mejor poeta en lengua persa, e incluso actualmente en las universidades iraníes existe una asignatura dedicada a él, la conocidad como Hafez senasi, que traducido sería algo así como "Hafezología". Sus poemas, aunque considerados como pertenecientes al género sufí o místico, dentro de la popular práctica bibliomántica serán asimilados de diferente forma dependiendo de la realidad personal y los motivos particulares de cada interesado en su demanda de predicción.
Ilustración inspirada en el Divan de Hafez
Así por ejemplo, el vino tan presente en sus versos será interpretado por el consumidor hedonista de esa bebida como exaltación de los placeres báquicos, y un espiritual verá en cambio una alusión al vino místico cuya embriaguez lleva al iniciado a la unión con la divinidad. Cuando hable del amor, será fácil que a un enamorado se le presente el rostro sensual de su amada, mientras que un místico sufí podrá entenderlo de forma trascendental como el impulso de atracción hacia Dios. Es por ello que éste metodo de adivinación puede dirigir los poemas de Hafiz a una finalidad mundana o de elevación espiritual, dependiendo de las diferentes sensibilidades desde las que sean leidos.
La especial ambivalencia del Divan en el que se mezcla el vino como símbolo espiritual, para un poco después referirse al vino material, las diferentes significaciones entre el amor sagrado y el amor profano, oscilando entre la más profunda gnosis y la picaresca dando lugar a interpretaciones  arbitrarias, es propiciada por el particular tratamiento que Hafez hace de la forma poética conocida como gazal. Forma lírica propia de la literatura árabe, persa y turca que tradicionalmente giraba en torno a un solo tema, y que, nuestro poeta, modificó de forma revolucionaria al conseguir tratar dos o más de ellos con una técnica que se ha relacionado con el contrapunto musical. Con su nuevo método descubierto, los diferentes temas podían no estar relacionados unos con otros, e incluso parecer incongruentes, pasando luego a ser resueltas sus discordancias en una armonía final. Así, según Arberry, "no era necesario desarrollar el tema según su conclusión lógica: fragmentos de temas podían estar en su poema sin perjudicar la unidad resultante".
Edición manuscrita s.XVI
Esta peculiaridad de sus composicines poéticas, también parece ayudar a hacerlas especialmente idóneas para la consulta adivinatoria, propiciando, como ya referí, las múltiples significaciones del poema que surge al azar haciéndolo adaptable a la realidad de cada bibliomántico. El éxito de tal práctica dió lugar a que desde que Hafez escribiera su célebre poemario, se hayan narrado leyendas anecdóticas, curiosas y divertidas teniendo como protagonistas a personas de toda condición, algunas de ellas recopiladas por diferentes autores. A continuación transcribo las seleccionadas por Mundo Iranio.



Bibliomancias con el Divan de Hafez
(fragmento)
Por
Joaquín R. Vargas
(Director de Mundo Iranio)


Han sido muchas las bibliomancias famosas con el poemario de Hafez, algunas de las cuales relata E. G. Browne en su obra A Literary History of Persia cuyos cuatro volúmnes se publicaron entre 1905 y 1924. Una de las relatadas, quizá, la más antigua ya que se refiere al entierro del poeta, cuenta que al morir Hafez hubo quienes no querían que fuese enterrado en el cementerio de los musulmanes, y al confiarse el asunto a una consulta de su Divan, salió este verso:

No escatimes en pasar junto al cuerpo de Hafez
que aunque esté ahogado en el pecado, va al paraíso

Otro fal con el que nos deleita el profesor Browne está relacionado con un rey de la dinastía safaví, Sah Tahmasp I. Cuenta que cierto día que estaba este rey jugando con un anillo que tenía un sello  (jatam), cuando éste se cae y se estravía, y que no encontró por mucho que buscó. Entonces decidió consultar a este poeta sobre su sello perdido, y salió este verso:

Corazón que revela lo Oculto y posee la copa de Yamsid
¿por qué se entristecerá por un sello que por un momento se pierda?

El rey se quedó tan maravillado al leer el verso que se puso a golpearse las rodillas, y esto haciendo dio con el sello que se había ocultado entre los pliegues de su ropa.
Otro caso de bibliomancia que cuenta Browne está relacionado también con otro rey safaví, Sah 'Abbàs II, que mientras se dirigía a Tabriz para conquistar Azerbaiyán, abrió el Divan de Hafez y vio este verso:

¡Hafez!, con tus poemas conquistaste Iraq y Persia
ven que le ha llegado el turno a Bagdad y a Tabriz

En todo caso, quizá la leyenda más simpática referida por Browne sea la de cierto joven que acudió a la tumba de Hafez, todo borracho, con ropas de encajes de oro y con mucho garbo, y que al abrir el Divan se encontró este verso:

Al pasar ebrio y vestido con capa de encajes de oro
dale un beso como ofrenda a Hafez que de lana vestía

El joven, al leerlo, rio y dijo que un beso era poca cosa, que le daría dos, pero se fue sin darle ni uno ni dos, y cuano a la semana siguiente volvió a pasar por la tumba, volvió a abrir al azar el poemario y apareció este verso ante sus ojos:

Dijiste que "me emborracho y dos besos te daría"
pasado se ha la promesa y no hemos visto ni un beso ni dos

El joven volvió a decir que qué eran dos besos, que le daría tres, pero volvió a atender sus asuntos sin cumplir con su promesa. A la semana siguiente volvió a la tumba, y al abrir el diván leyó este verso:

Los tres besos que de tus labios me prometiste
si no los das, serás mi deudor

Al leer aquello, el joven cayó a los pies de la lápida y no dejó de besarla.
También el traductor al persa de la obra de Browne, 'Ali Asgar Hekmat, añadió a pie de página otros augurios que él había escuchado de boca de otros. Nos quedamos con el que nos resulta más familiar, por estar más relacionado con la historia del Reino Unido. Refiere el traductor que un amigo suyo inglés, amante de la poesía persa, le contó que cuando en 1936 aún no se sabía si Eduardo VIII de Inglaterra iba a optar por la Corona o por irse con su amada norteamericana, Madame Simpson, fue junto a otros amigos ingleses residentes en Shiraz a consultar en la tumba de Hafez el desenlace de lo que en el Reino Unido se había convertido en una crisis de la Corona. Al abrir el Diván, se encontraron con este verso:

Hacer lo que te viene en gana mirando  un momento un rostro de luna
Es mejor que ir cada día bajo palio real y toda esa parafernalia.

Tal como sabemos, Eduardo VIII renunció al trono para hacer lo que "le vino en gana", y no un momento, sino para estar de por vida mirando el "rostro de luna" de su amada.


Animado por estos legendarios relatos seleccionados por Mundo Iranio, y aunque soy excéptico con respecto a la práctica de las diferentes mancias, voy a buscar una edición que tengo por casa del Divan de Hafez. Se trata de la edición publicada con el título Hafez Shirazí 101 Poemas por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo traducidad por Clara Janés y Ahmad Taherí. De forma lúdica recito la invocación de rigor para llevar a cabo la consulta:

Oh Hafez de Shiraz
échame una mirada

estoy buscando un secreto
y tú lo adivinas todo

por tu dulce lengua
por el Corán que has memorizado

adivina este mi augurio

Seguidamente pienso en la predicción que espero me sea revelada, en este caso mi curiosidad va dirigida a cómo acontecerán mis próximas vacaciones de verano. Abro una página al azár y leo:


¡ROMPAMOS EL TECHO DEL CIELO!

Ven, y esparzamos las flores y echemos vino en la copa,
propongamos un mapa nuevo, rompamos el techo del cielo.

Si la tristeza pone en marcha sus tropas para verter la sangre de los amantes,
mi escanciadora y yo nos uniremos para desfondar las bases.

En cáliz de vino púrpura, esencia de flor derramaremos.
En pos de la brisa de circular perfume, azucar verteremos en el vaso del incienso.

Si anhelas el jardín del Edén, ven con nosotros a la bodega:
situado junto al tonel, te lanzaremos, sin más, al río del paraíso.


Bueno, lo cierto es que no tiene mala pinta lo que me encuentro, y de nuevo mi curiosidad me lleva a profundizar en su contenido. En la introducción que al Divan hace Clara Janés, ésta se refiere precisamente a la bella expresión que da título al poema aparecido en mi consulta, "Rompamos el techo del cielo". Según ella, estaría emparentada con otra expresión frecuente en la mística sufí "rompamos el ídolo", que significa "luchar y eliminar el orgullo del ego, paso necesario para alcanzar el rapto, aquello a lo que conduce el vino, cantado por el poeta desde distintos ángulos". Por lo que veo, para "romper el techo" que daría paso a entrar en contacto con el mundo celeste o paradisíaco al que ya me había hecho la ilusión se anunciaba para mis próximas vacaciones en esos versos aparecidos al azár, se hace imprescindible eliminar el orgullo y el ego. Así, creo, podría entender el sabio mensaje que me dirige el gran poeta persa. 
Humíldemente pienso que, empresa dificil, por no decir imposible, es esa que me propones Hafez...
El Paraíso tendrá que esperar.


Encuadernación del Divan de Hafez (s. XIX)



Lecturas:

Joaquín R. Vargas Revista Mundo Iranio nº 3 pgs. 88-90

Hafez Shirazí, 101 Poemas, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo 2004 (Traducción de Clara Janés y Ahmad Taherí


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2 comentarios:

M.A.O dijo...

Es interesante lo que has traído en este post querido Jan. No estaba interiorizada en la temática pero, al leer, me trajo algunas asociaciones con respecto a la lectura de la Biblia. Recuerdo que, en una etapa de mi vida, solía abrir la Biblia y leer en esa página alguna cuestión que se relacionaba -al menos así quería creerlo- con lo que me estaba preguntando, mis dudas, pesadumbre Y/o dolor... En ese momento llegué a considerarlo casi un consuelo. En fin...una buena razón para seguir profundizando en el tema...¿no te parece? ¡Gracias por la selección que siempre realizás!!
Abrazo!

Jan dijo...

Lo cierto estimada Mabel, es que cuando abrimos determinados libros se puede obtener siempre una respuesta que pueda arrojar algo de luz a nuestra particular realidad. Entre ellos destacan aquellos que son un cúmulo de historia y sabiduría con mensajes universales y perennes convertidos en lecturas de cabecera para una u otra tradición, pero que sin embargo, parecen compartir enseñanzas comunes. Considero que fue el impulso de expresarse poéticamente por parte de algunas sensibilidades lo que dio origen a lo que, con el paso de las generaciones, irían componiendo los textos convertidos en sagrados (y en tantas ocasiones utilizados como estandarte para fines interesados). Su esencia poética, sus metáforas y parábolas sobre la condición humana perduran, y siempre tendrán algo que decir -más allá de creencia o religión particular- a quien a ellos se dirijan.

Y por otra parte, con fines bibliománticos o no, en el resultado de esa transmisión ¿no hay siempre algo mágico? ;-)

Un abrazo