Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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viernes, 24 de septiembre de 2010

Teatro de la Muerte

Fotograma de La clase Muerta 1975


"Soy un herético.
De modo que necesito a Dios.
Necesito ese Dios, necesito a mi enemigo,
necesito ese muro, para poder abrirme la cabeza.
Ese es mi credo, mi principio, mi posición en Polonia.
Cada cual debe tener su muro."


Tadeusz Kantor


La obra del dramaturgo Tadeusz Kantor es un testimonio representativo del llamado arte de vanguardia del siglo XX. Arte que se identifica por las transformaciones tan radicales que se dieron en sus diferentes manifestaciones tanto plásticas, literarias, musicales como en el teatro. Se puede hablar de una necesidad por parte de estos creadores de "destruir el lenguaje artístico" establecido. Al contemplar algunas de sus obras se tiene la impresión de que el artista ha querido hacer tabula rasa de la historia del arte. También se podría decir que más que una destrucción es una regresión al Caos, para desde sus escombros iniciar una búsqueda de algo que no se ha expresado todavía. Punto cero que no es sino la primera fase de un proceso donde la recreación de un nuevo universo seguirá necesariamente.

Hace ya algunos años tuve la ocasíon de conocer algo de la obra de Tadeusz Kantor, del que no sabía nada, gracias a una exposición que tuvo lugar en la sala de exposiciones de Caixa de Catalunya "La Pedrera" en Barcelona, especializada en arte del pasado siglo. Fue un descubrimiento que no me dejó indiferente. La propuesta escénica de Kantor, creador del Teatro de la Muerte y del Teatro Cero, radical en sus formas, nos adentra en un universo donde sus personajes han sido despojados de todas las máscaras ante la pavorosa idea de la muerte.

Notas biográficas:

Tadeusz Kantor (Wielopole, 1915 - Cracovia, 1990). Dramaturgo, escenógrafo y director teatral polaco. Profundamente influido por el arte de vanguardia, especialmente el surrealismo y el arte informal, su obra se mueve alrededor del teatro, ya como escenógrafo ya dirigiendo todo tipo de montajes, happenings y piezas experimentales.
Se interesó en un principio por el teatro de marionetas y, ya integrado en el mundo de la farándula, comenzó a destacar por su pericia en el diseño de escenarios y decorados teatrales. Tras formarse en la Academia de Bellas Artes de Cracovia, en 1942 asumió la dirección del grupo Teatro Independiente, un colectivo clandestino de teatro experimental al frente del cual se mantuvo durante dos años.
En 1955 fundó el colectivo «Cricot-2», una agrupación de actores que acompañó al dramaturgo polaco durante toda su trayectoria profesional. Al frente de esta exitosa compañía, Kantor logró llevar a los principales escenarios sus puestas en escena sobrias y austeras, en que destacaba la fuerza expresiva
que el director polaco exigía a sus intérpretes en la construcción de los personajes. Sus montajes buscaban la espontaneidad y la eliminación de cuantas barreras separan el escenario del patio de butacas.
Kantor triunfó en los escenarios de todo el mundo con montajes como los de El loco y la monja (1963) y La carta (1967), del dramaturgo Witkiewicz. Al mismo tiempo exponía el bagaje teórico que animaba y sostenía sus montajes en diferentes escritos ensayísticos como Manifiesto del teatro informal (1960), Embalajes (1962) y El teatro imposible (1973), reunidos a comienzos de los años ochenta en el volumen Metamorphoses (París, 1982). Alcanzó fama internacional con la gira mundial de la pieza La clase muerta, de la que en el siguiente vídeo aparece la escena Lección sobre Salomón.

http://www.youtube.com/watch?v=T-n-BtgTYwc&feature=related


En La clase muerta, un vehemente alegato contra la institucionalización de la libertad artística, Kantor recreó una escuela de ancianos muertos que se encontraban con los también fantasmas-niños, representados por maniquíes, de su infancia. Los personajes, a lo largo de La clase muerta, desarrollan historias en las que recordar cómo se aprendía. Aunque inútilmente, ya que no se puede aprender dos veces una misma cosa; y este es uno de los dramas de crecer y hacerse adulto. Fuente:Instituto polaco de cultura


Algunos escritos de Tadeusz Kantor


De Los clichés de la memoria

En nuestro archivo de la memoria hay "ficheros", clichés registrados por nuestros sentidos. Se trata, en general, de detalles que aparentemente carecen de importancia, pobres restos, fragmentos... ¡INMÓVILES! Y lo que resulta más importante, TRANSPARENTES como los negativos fotográficos. Se les puede superponer. Por eso no hay que asombrarse de que, por ejemplo, los acontecimientos del pasado se adhieran a los presentes, que se mezclen con los personajes, que tengamos serios problemas con la historia, la moral, las convenciones. Las olas de la memoria, tranquilas y claras, se agitan bruscamente y los elementos se desencadenan. Es el INFIERNO.

De Teatro de la Muerte y otros ensayos


El actor,
retrato desnudo del hombre,
expuesto a todo lo que llega,
silueta elástica.
El actor en las ferias,
exhibicionista desvergonzado,
simulador que muestra lágrimas,
risas,
el funcionamiento de todos los órganos,
las cumbres del pensamiento, del corazón y las pasiones,
del vientre, del pene,
con el cuerpo expuesto a todos los estimulantes,
todos los peligros,
y todas las sorpresas;
ilusión,
modelo artificial de su anatomía y de su mente,
renunciando a la dignidad y el prestigio,
atrayendo el desprecio y la burla,
tan cerca de la basura como de la eternidad,
rechazado por lo que es normal y normativo en una sociedad.

Actor
viviendo sólo
en lo imaginario,
llevado a un estado de insatisfacción crónica
y de descontento ante todo,
lo que realmente existe
fuera del universo de la ficción,
que lo lleva a una nostalgia perpetua,
que lo obliga a una vida nómada.

Actor de feria,
errabundo eterno sin lugar en el mundo,
buscando vanamente un puerto
con todos sus bienes en el equipaje:
sus esperanzas, sus ilusiones perdidas,
que son su riqueza,
y su carga,
una ficción
que defiende celosamente hasta el fin
contra la intolerancia de un mundo diferente”.


Reseñas en libros

La clase muerta es probablemente la obra de teatro más famosa de Tadeusz Kantor. Concebida durante los años 70 y escrita finalmente en 1975, esta obra le valió el reconocimiento mundial. Se ha convertido en el texto clásico de su “Teatro de la Muerte”, concepción teatral que desarrolla entre los años 1975 y 1984 y en la que nos remite a un enfrentamiento con la muerte como modo más intenso de vida. Los profesores de la clase muerta, interpretados por viejos que se aferran a su memoria en un intento agónico por revivir aquello que alguna vez fueron, muestran bajo una luz poco favorable pero no por ello poco veraz: en ese distanciamiento que se genera se destierra la impostura de esos actores que pretenden ser aquéllos a los que interpretan.(...) Junto con La clase muerta , la obra Wielopole Wielopole es el mejor logro de su Teatro de la Muerte, donde el título nos refiere a su tierra natal, Wielopole Skrzyskie, símbolo de ese territorio mágico que es el pueblo natal de cada uno, donde toda historia personal comienza. Los demonios de su infancia, los conocidos y los imaginados, los arquetipos de una sociedad que desaparece en el caos de la guerra. Los dobles, los maniquís, los monstruos goyescos campan por estas páginas, y en medio de ellas aparece el propio Kantor intentando poner orden en el mundo espectral que surge, como maestro de ceremonias de un mundo que sólo existe en la memoria. Escrita en 1980 y escenificada por primera vez en Florencia, donde con cada vez mayor fuerza se desarrolla el teatro vanguardista europeo, con esta obra llega por primera vez a España, en 1981. Kantor se enfrenta al engaño de la pretensión; una vez desvelado su mecanismo, lo que se nos aparece ante los ojos es una realidad aplastante, apabullante y bella en su acritud.

El teatro de la muerte y otros ensayos (1944-1986) toma su apelativo del planteamiento teórico de que nada expresa mejor la vida que su ausencia: la muerte se hace su tema central y, con ella, el paso del tiempo, la imagen del recuerdo, la vida que ha huido.



Artículo en la web de Isabel Tejada:



1 comentario:

Anónimo dijo...

Se ve horripilante!!