Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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lunes, 11 de julio de 2011

"El lenguaje de los Pájaros"


Ave del Paraíso, Papúa Nueva Guinea


El siguiente texto es uno de los 34 ensayos cortos reunidos en la obra de Eliot Weinberguer, Algo Elemental, siendo uno de los que más me ha gustado entre los que he leido. En ellos su autor explora un territorio poco transitado por la ensayística fronterizo entre la poesía y la narrativa.

Donde viven los kalulis
por
Eliot Weinberger



Monte Bosavi, Papúa Nueva Guinea


En la densa selva donde viven los kalulis, al pie del monte Bosavi, en Papúa Nueva Guinea, es dificil ver a lo lejos, de modo que el mapa del espacio se traza con sonidos:

kegui kegui kegui
una Mina de cara Amarilla













gubogubo gubogubo
un Pico de Hoz negro

ii-yehhhh-u
el Tilopo adornado

susulubii susulubii
el Tilopo Soberbio

so-gaaaa gya gya
la Cucuburra de Vientre Rojo

wek-wuu wek-wuu wek-wuu
la Paloma Rabuda Papú en lo alto de la cascada gulugulugulu que se estrella abajo en las pequeñas pozas kubu kubu kubu kubu

bajbaj bajbaj bajbaj los Cálaos aletean













tiibo-tiibo tiibo-tiibo
un Pitojuí Crestado

jehhh un enfermo resuella

salabih salabih
trina el Martin Pescador

jaw-guuuu el viento pasa por la selva
y una hoja seca cae ¡
dejguej! del árbol del pan

ijjjjjjj el zumbido de las cigarras
dej dej dej dej dej
el chupeteo de los murcielagos comiendo fruta

gihlehlih gihlehlih
un Pájaro Matarife de Cabeza Negra

godó godó godó el hacha corta el árbol
guuuuu el árbol cae por el aire y
¡
gah! retumba contra el suelo

sehlih sehlih los cuchillos se afilan en una piedra
tikitikitiki la máquina de escribir del antropólogo
y
behdehbehdehbehdeh su generador Honda

ti ti titi ti ti gotea el agua tras la lluvia
y cae
gugu gugu gugu gugu gugu
desde los tubos de bambú en el techo de la casa comunal

La lengua de los kalulis se llama bosavi -toma su nombre del monte Bosavi, cono hundido de un volcán extinto y la hablan algunos pájaros. La Golondrina del Bosque Ahumada llama bas-bas bas-bas, "cuñado", a la Salangana de Vanikoro, queriendo decir que ya es momento de compartir la comida. La Curruca de Cuello Negro dice:
siiyo-gogo-bayo siiyo-gogo-bayo, "aquí mismo me quedo". El Sericornis Papú canta: kaluu-yabe kaluu-yabe, "alguien viene". La Oropéndola Castaño Oscuro, que siempre es hembra, es malhablada e insulta a los hombres que pasan: kuu-jeleidih koo-heleidih, "qué verga más dura". El chotacabras dice: nuu-dey-uu nuu-dey-uu, "abuela trae leña". El Filemón reclama dowo niwo, "¡padre!, madre!", pues una vez un enemigo mató a unos niños y el Filemón adoptó sus voces.
Un kaluli vive en dos mundos: el mundo visible de la gente y el mundo de sus reflejos, donde la gente vive como jabalís o casuarios en las laderas del monte Bosavi. Cuando alguien muere, el reflejo también desaparece y se convierte en un pájaro en el mundo visible. Los pájaros se ven unos a otros como personas, y sus reclamos son de personas que hablan entre sí. El tránsito de la vida es de niño a pájaro.
Las canciones humanas son cantos de pájaros, y las palabras de un canto se llaman "palabras de sonido de pájaro". Son "palabras al revés", palabras comprensibles pero completamente distintas a las del lenguaje hablado, palabras que tienen un significado por debajo, en el otro lado. Todas las metáforas se basan en pájaros, árboles, tierras y aguas. Los cantos son en primera persona: el cantante se encuentra solo tras la muerte de un miembro de la familia o está viajando lejos de su hogar. Describen un trayecto en el que cada nombre de lugar evoca asociaciones nostálgicas, pues un árbol es una casa, un jardín es comida, un pájaro es una persona, la vida es un mapa y el canto es un sendero que lo recorre.
Un gran cantante tiene una voz como la del Tilopo Perla o la del Tilopo de Vientre Naranja. El cantante es un pájaro en lo alto de una cascada, y la estructura de la canción es una cascada. Las canciones mal interpretadas tienen un saliente demasiado pronunciado antes de la caída del agua, o salpican demasiado, o se demora demasiado en la poza antes de seguir su curso. Una canción lograda es como el agua que corre con fuerza sobre las rocas y se une con las aguas que fluyen más allá de donde alcanza la vista.
Antiguamente, hace veinte años, antes de las pistas de aterrizaje y de los misioneros y de los perforadores de petróleo y bateadores de oro y funcionarios, cuando las casas comunales estaban rodeadas de picas coronadas por cráneos enemigos, el acontecimiento más importante era la ceremonia del canto, el gisalo.

Cantantes y danzantes kalulis frente a la casa comunal

Cada aldea vivía en una sola casa comunal, y cada una se encontraba a varias horas de distancia de las otras. Una o dos veces al año, una aldea invitaba a otra a cantar. Al caer la noche, los visitantes llegaban en fila de a dos, portando antorchas, y subían las escaleras para entrar en la casa comunal de sus anfitriones, que de repente se quedaban en silencio. A todo lo largo de la estancia, ambas filas, tras un largo momento de expectación, siseaban
sssss con fuerza, como un neumático que se deshincha, y se sentaban bruscamente; sólo permanecían en pie cuatro cantantes, cada uno de ellos ataviado idéntica y espléndidamente como pájaros, la cara y el cuerpo pintados de rojo, los ojos perfilados con un antifaz dibujado en blanco y negro, con plumas del Ave del Paraíso brotando de sus brazaletes, en la cabeza una aureola de plumas negras de casuario, con una única pluma blanca, pesada e inclinada, en medio, y una cascada de serpentinas amarillas de hojas de palma que subían arqueándose desde la cintura hasta los hombros y desde allí hasta bajar al suelo.
Tres de los cantantes se sentaban, el primero comenzaba a cantar suavemente desde un extremo de la casa comunal, con la mirada fija en el suelo, ajeno a la muchedumbre, las rodillas flexionadas, dando pequeños botes como si fuera la Paloma Rabuda Papú y acompañado del trance hipnótico y monótono que producía el repiqueteo de un collar de conchas de mejillones que se extendía de su mano hasta el suelo. Se desplazaba lentamente a lo largo de la casa comunal y su canto se hacía cada vez más alto e intenso; cantaba sobre lugares familiares de sus anfitriones y sobre tristes sucesos relacionados con aquelllos riachuelos, árboles, pájaros y campos de labranza. Las canciones hacían llorar a los anfitriones y, cuando los sollozos se tornaban insoportables, alguien cogía una antorcha y con ésta empujaba al cantante por el pecho o el hombro. Profundamente ensimismado, el cantante continuaba cantando impasible, mientras lo quemaban una y otra vez, hasta que su canción concluía y el turno pasaba a otro cantante, quien entonaba los
crescendo
que lo lllevarían también a ser quemado.
Las canciones se prolongaban hasta el amanecer, y el éxito de la noche se rememoraba mediante relatos que describían cuánto habían llorado los anfitriones y cuánto se habían quemado los cantantes invitados. La última de esas noches fue en 1984.
En la lengua bosavi, la palabra para "mañana" es la misma que para "ayer". La palabra ya no se aplica a la sociedad kaluli, sino a los mismos pájaros que antaño fueron kalulis.

ii-yehhhh-u ii-yehhhh-u susulubii susulubii susulubii


aún están en los árboles.


Lecturas:

Eliot Weinberger, Algo elemental. Ediciones Atalanta 2007

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5 comentarios:

Baruk dijo...

Que interesante a la vez que curioso.

En nuestra "civilización" aborrecemos todo aquello que nos haga llorar y nos apartamos radicalmente de aquello que pueda quemarnos.

Que difícil concebir que otro tipo de cultura se base en estos dos puntos para establecer una valía prestigiosa.

Lo que muestra, que somos prisioneros de la cultura con la que nos han investido, y que a la vez, esa "cultura" que creemos que nos hace humanos es lo que más nos puede alejar de serlo.

Tons

*

Jan dijo...

Sí Baruk, el conocer aspectos de una cultura diferente ayuda a "desmitificar" la propia, y con ello abrirse a una visión menos egocéntrica.
Una cosa que me ha llamado mucho la atención, y de la que se puede derivar una interesante metáfora, es que en la lengua bosavi, "mañana" y "ayer" se dice igual, sugiriéndome que para entender "El lenguaje de los Pájaros", es imprescindible una vivencia del tiempo muy distinta de la que experimentamos nosotros educados en el ideal del progreso, sumidos en una continua transitoriedad, ajenos a ese "eterno presente" en el que parecen estar sumergidos los kalulis (o mejor dicho, según parece, estaban).

Abrazos !

M.A.O dijo...

Es un relato muy rico en datos extraños, al menos para nosotros. Me quedo en dos frases que me parecen clave: "el tránsito de la vida es de niño a pájaro" y "el acontecimiento más importante era la ceremonia del canto". Son muy significativas, dado que lo relaciono con la búsqueda de libertad, el poder "tener alas" y "volar a través del canto. Gracias por tu trabajo de búsqueda y elaboración de la nota. Saludos cordiales!

Jan dijo...

Hola Mabel !

sí, algunas de las cosas que se narran resultan extrañas para los que participamos de una realidad tan alejada dentro de nuestro "mundo civilizado".

A mi también me parecen muy significativas las frases que remarcas. Lo que apuntas acerca de ellas encuentro que está en consonancia con la línea general de este blog, y de forma directa con algunas de las entradas.

Por cierto, de este mismo autor tengo algo más en preparación que posiblemente publicaré en próximas semanas.

Un placer encontrate por aquí.

Abrazos

David dijo...

Todo lo relacionado con la naturaleza me importa muchísimo. Disfruto mucho poder estar en contacto con lo natural. Ademas también me gusta poder ejercitar sobre diversos temas. En este momento sobre ejercicios l'hopital