Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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lunes, 8 de octubre de 2012

Huellas kármicas

Foto:http://www.dreamstime.com/Yobro10_info

"Pero en el mismo instante en que aquel cálido trago, con las migajas, tocó mi paladar, todo mi cuerpo se estremeció, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría. Un placer delicioso me invadió, aislado, sin noción de qué lo causaba. Y al instante las vicisitudes de la vida me fueron indiferentes, sus desastres inofensivos y su brevedad ilusoria..."

"...Pero cuando ya nada subsiste de un pasado antiguo, cuando ha muerto la gente y se han estropeado las cosas dispersas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, como las almas, y recuerdan, y aguardan y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse, en la minúscula e impalpable gota de su esencia, la enorme estructura del recuerdo."


Marcel Proust, En busca del tiempo perdido


Casualmente, en los dos últimos libros que he leído se hacen referencias a la teoría hindú del karma. El primero de ellos es la última publicación en castellano de una recopilación de textos de Eliot Weinberger bajo el título de Las cataratas. En uno de esos textos relaciona la expresión francesa déjà vu, (literalmente "ya visto" esto es, la experiencia conocida como paramnesia por la que tenemos la sensación de haber vivido anteriormente una situación que se nos presenta), con el residuo kármico que perdura de una vida anterior conocido en la India como vasana, que literalmente significa "aroma" y estaría ligado al recuerdo. Cada vida nueva genera vasanas que permanecen latentes hasta que reencarnamos en la misma especie, es decir, sólo los vasana de un ser humano se activarían en una nueva encarnación humana y no en la de un gato por ejemplo. El vasana con su efecto reminiscente haría de puente entre esas existencias. Según ésto, alguien nos atrae con pasión debido a los vasanas que de él surgen, despertando el recuerdo de amores anteriores.
En el otro libro titulado Mitos de otros pueblo, su autora Wendy Doniger explica cómo al no encontrar consuelo en los planteamientos judíos y cristianos heredados que le ayudaran a superar la muerte de su padre, se sintió más identificada con las teorías hindúes sobre el karma, encontrando así respuesta a tal situación. Ello le llevaría más tarde a plantearse sus propias circunstancias personales y su relación con el mundo de una forma diferente como podemos leer en el siguiente fragmento que recojo:


(...) La teoría del karma nos cuenta que hemos vivido otras vidas, que nuestra alma ha tenido otros cuerpos. Pero ¿cómo sentimos y como aceptamos intelectualmente la realidad de esas otras vidas si no podemos recordarlas? Platón construyó su propia versión de esa teoría en el mito de Er, en la República, pero Platón no era un neoplatónico y tampoco el platonismo ni el neoplatonismo llegaron a esa parte integral del pensamiento occidental sobre la muerte. Es más fácil para los hindúes sentir la teoría del renacimiento en la medida en que se sienten parte de un grupo humano mayor de una manera que nosotros no sentimos; creen que están unidos en la naturaleza y en la cultura tanto con aquellas personas con las que están en contacto en el presente como con aquellas otras del pasado y del futuro con las que están relacionados. Pero ¿qué pasa con nosotros que no somos hindúes? Para nosotros, la encarnación anterior que no se recuerda no tiene existencia. Pues algunas cosas de la vida se pueden recordar en el alma, pero otras sólo se pueden redordar con el cuerpo.
El cuerpo recuerda algunas cosas y la mente recuerda otras. Pero la memoria no es todo lo que existe; hay también una realidad de experiencia no recordada que da una especie de validez a nuestra conexión con vidas que no recordamos. La teoría del karma reconoce el paralelismo entre los acontecimientos olvidados en la vida presente -los acontecimientos de la primera infancia, o las cosas que reprimimos o que (en la mitología india) olvidamos como consecuencia de una maldición- y los acontecimientos olvidados de una vida anterior. También reconoce una semejanza en la manera en que a veces recordamos vagamente diversos tipos de acontecimientos, a menudo con la sensación de lo déjà vu. Recordamos algo que no podemos recordar, de un pasado perdido, mediante el poder de rastros o huellas invisibles dejadas atrás en nuestras almas por esos acontecimientos; los hindúes denominan a esos rastros perfumes (vasanas).
La teoría del karma nos dice que hemos vivido vidas que no podemos recordar y que, por tanto, no podemos sentir. Los sabios pueden imaginar la vida de otros, y así vivirlas; pero los sabios son escasos. Ahora bien, quienes carecemos de imaginación para percibir la infinidad de nuestras vidas en el tiempo, podríamos percibir la infinidad de nuestras vidas en el espacio humano. Por otra parte, los textos indios nos dicen que estamos kármicamentre vinculados con todas las demás personas del mundo; ellos son nosotros. He conocido y respetado esta teoría desde hace mucho tiempo, aunque no siempre he creído en ella. Pero, en un momento importante, la creí. Fue en una época en que me sentía muy apenada por tener solamente un hijo. Deseaba haber tenido un montón de hijos, pero ya era demasiado tarde. Sentía que tener seis hijos habría significado tener una vida enteramente diferente, no meramente seis veces la vida de una mujer  con un hijo, y quería esa vida tanto como la que tenía. Este pensamiento estaba en mi mente cuando vagaba por una playa de irlanda y vi a una mujer con un montón de niños, tan encantadores como son todos los niños pequeños en la playa. Normalmentre la habría envidiado; pero aquella vez disfruté de sus hijos. Me sentía feliz observándolos. Y de repente sentí que eran míos, que la mujer de la playa los había tenido para mí, de modo que ellos estaban allí para que yo los mirara cuando jugaban en el agua. Su vida era también mi vida; lo sentí entonces y lo recuerdo ahora. Lo que hastra entonces había sido para mí una idea, la idea de mi identida kármica con otras personas, se convirtió en experiencia. Podía vivir su vida en mi imaginación.
Una manera de interpretar mi epifanía de la mujer de la playa fue esta comprensión de que mi relación con ella -y, a través de ella, con todas las demás mujeres que alguna vez habían tenido o tendrían hijos- significaba que mi breve vida se ampliaba en la vida de todas las demás personas del mundo. Ésta es una manera muy hindú de considerar la relación de uno mismo con los demás. Tejido a través de la serie de vidas individuales, cada una de las cuales consta de un conjunto de experiencias, estaba el hilo de la propia experiencia; en este caso la maternidad. Esa experiencia sobreviviría cuando sus hijos y el mío estuvieran muertos hace tiempo.
Sentí entonces que todas las cosas que uno quería hacer existían en la eternidad; permanecerían allí para siempre, mientras hubiera vida humana sobre el planeta tierra. Eran como hermosas habitaciones en las que cualquiera podía entrar; y cuando yo ya no pudiera entrar en ellas, seguirían estando allí. Eran parte del tiempo, y aunque no pudieran seguir siendo parte de mí durante mucho tiempo, parte de mí estaría siempre allí, en ellas. Algo de mí seguiría persistiendo en esas cosas que yo había amado, como el perfume o el humo de la pipa que te dice que alguien ha estado en una habitación antes que tú. Éste es el mismo "perfume", la misma huella kármica de la memoria, que se adhiere al alma que transmigra. Y a través de mi conexión con la mujer de la playa, yo sería en el futuro la persona que percibiría en esa habitación el perfume que yo había dejado detrás, aunque (a menos que fuera una sabia de talento) no podría reconocerlo como mi perfume. Tal vez, puesto que no soy hindú, eso sea todo lo que puedo llegar a creer en cuanto a recordar mis otras vidas: recordar la vida de otras personas como mi vida. Y tal vez se parezca bastante.

Wendy Doniger 



Lecturas:

Eliot Weinberger, Las cataratas Duomo Ediciones 2012

Wendy Doniger, Mitos de otros pueblos Siruela 2005


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4 comentarios:

hiniare dijo...

Leer este texto me ha llevado a rebuscar entre las páginas de un libro el poema del sufí Shabistari: “El «yo» y el «tú» son el velo que el infierno ha tejido entre nosotros.”
“Su vida era también mi vida” es el significado profundo del “Que todos sean uno”.
h.

Jan dijo...

Sí, hiniare, el velo egóico sería lo que se interpondría en la percepción de la unidad de la existencia.
En su obra "El jardín del misterio" de Mahmud Shabestari sobre la que en alguna ocasión aquí se ha hablado algo, este maestro sufí también dejó escrito:

"Yo, nosotros, tú y él son una misma cosa,
pues en la Unidad no cabe distinción".

Estas palabras fueron motivo de comentarios a lo largo de la historia por otros maestros sufíes. En la edición que tengo de esa obra esto es lo que dice sobre ellas Laiyi del siglo XV:

"Tú, yo, y él, privados de una identidad propia, aluden a una misma cosa, una misma Esencia, una misma Realidad, ya que en el nivel de la Unidad divina de la Esencia estos conceptos relativos, que sólo existen en relación a nosotros, las criaturas, no tienen cabida alguna. En la Esencia sagrada toda 'otredad' pierde sentido".

Y como se percibe esta doctrina en la poesía de los grandes místicos españoles...

Anónimo dijo...

Me encantó que iniciaras esta entrada con una cita de Marcel Proust, es uno de mis autores predilectos, adoro En busca del tiempo perdido. Cada vez que me interno en esas páginas siento como si yo misma compartiera cosas que allí suceden, sobre todo cuando se trata del contacto íntimo del escritor con la naturaleza y sus sentimientos profundos respecto de la infancia, los recuerdos, las imágenes y lo que cada una de ellas produce en la emocionalidad del protagonista. Por otra parte te diré que este tema del karma es atrapante, a menudo me interrogo sobre estas cuestiones, un sabor, un olor, una imagen fugaz...los andamios del recuerdo, los recuerdos de la existencia...
Gracias Jan!
Abrazo!

Jan dijo...

He de confesarte Mabel, que de la joya literaria 'En busca del tiempo perdido' tan sólo llegué a leer el primer volumen 'Por el camino de Swan'. Y es que de un tiempo a esta parte me cuesta implicarme en la lectura de novelas, estoy más receptivo al ensayo y la poesía.
Pero bueno, como esta vida parece estar dominada por la periodicidad cíclica, posiblemente se vuelva a despertar en mí el gusto por ese género literario y así saldar mi cuenta pendiente con Proust. Y si no en esta vida ¿quizás en otra futura...? y si es así ¿perdurará el recuerdo de mi primer intento? Aunque... quizás tampoco sea el primer intento, puede que haya olvidado otro de una existencia anterior..!

Sí Mabel, tal como dices esto de la teoría kármica es atrapante y como ves, parece que me ha afectado.

Me desperté hoy graciosillo....

Gracias a tí amiga !