Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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domingo, 20 de enero de 2013

Demonología

 Matías Grunewald, Las tentaciónes de San Antonio 1512-1516 (detalle)



"Puede existir un saber de lo diabólico, pero no una fe, ya que diabólico no puede haber más de cuanto ya hay".

Franz Kazka, Aforismos



En esta entrada dejo un fragmento de la interesante obra Eros y magia en el Renacimiento del discípulo de Mircea Eliade, Ion Petru Culianu. Pertenece al capítulo VII titulado La demonomagia.



Algunas nociones de demonología

¿Quién no conoce esas cohortes de demonios del cristianismo, cuya actividad más benigna consistía en ejecutar continuamente los dictados de la naturaleza (sueño, hambre, deseo erótico) sobre quienes tenían el orgullo de creerse por encima de ella?
El Bosco, Las tentaciones de San Antonio


Sin duda, los demonios eran igualmente capaces de producir fenómenos cinéticos alarmantes, que estuvieron a punto de acabar con más de un santo y que no se reducían a simples alucinaciones.
El arte de la Edad Media y del Renacimiento les atribuye las formas más extrañas y repugnantes, calcadas a las del mundo animal: desde coleópteros a decápodos braquiópodos, de las holoturias rastreras a los batracios, del pez oxirrinco a los saurios acorazados, sin olvidar los ofidios, los quirópteros e incluso los reptiles aviarios, que anticipan de algún modo los descubrimientos de la paleontología. (...)

Porfirio nos informa de que, según Platón, hay multitud de demonios, algunos de los cuales reciben un culto público igual al de los dioses, y otros un culto secreto. Además, también hay otros, ignorados por los hombres, que pueden vengarse fácilmente.
¿Qué se necesita para atraer los favores de los demonios? Piedras y sacrificios, que se revelan extraordinariamente útiles, puesto que los demonios buenos, que residen  en las alturas del espacio sublunar, pueden concedernos beneficios en toda la esfera  de la naturaleza y de la existencia social. Por lo que respecta a los demonios malos,
que residen cerca de la tierra, es necesario obtener por lo menos su indifrencia, puesto que su acción puede ser extremadamente perniciosa cuando están enfurecidos. En efecto, están dotados de un cuerpo espiritual que es mortal y necesita ser alimentado. Cuando están contrariados, no retroceden ante ninguna maldad y provocan pasiones funestas en la fantasía humana, y también fenómenos físicos como los terremotos o la destrucción de las cosechas. ¿De qué se alimentan? Puesto que su cuerpo es una especie de vapor, se deleitan con el olor de la carne, de las fumigaciones y de la sangre. Ésta es la razón por la que acuden en masa a los lugares de los sacrificios de animales. El hombre sabio, que sabe que allí donde hay carne sangrante hay también demonios malos, preferirá el régimen vegetal al régimen carnívoro, imitando en esto la proverbial sobriedad de los esenios. (...)

Los neoplatónicos distinguían los demonios benéficos, que habitan las zonas superiores del aire, de los demonios maléficos, que habitan cerca de la tierra. Para el platónico cristiano Miguel de Pselo, todos los demonios son malos. Como los ángeles, disponen de un cuerpo pneumático muy tenue. Pero, mientras que el cuerpo de los ángeles es resplandeciente, el cuerpo de los demonios está oscurecido.
Ms. austríaco, 1470
 Pselo nos dice que ha sido instruido en la doctrina, bastante extraña, de los demonios por el solitario Marcos de Queronea. Éste sostiene que los demonios son capaces de emitir el semen y de nacer en cuerpos de animales. Están provistos de miembros y, puesto que se alimentan, también excretan. Sus alimentos son el espíritu y los humores, que inhalan y absorben como esponjas. Marcos, el especialista en demonología, conoce muchos tipos de demonios, ya que su multitud es asombrosa: "todo el aire por encima y alrededor de nosotros, toda la tierra, el mar y las entrañas de la tierra están llenas de demonios" (II, pág. 1940). Hay seis categorías: los que viven en el fuego que limita con la zona superior del aire ("que en la lengua bárbara se llaman Leliureon, que significa "igneos"), los demonios sublunares; los demonios aéreos, terrestres, acuáticos, subterráneos, y una última especie constituida por los "que huyen de la luz, invisibles, completamente tenebrosos, que provocan violentamente la destrucción mediante pasiones frías" (II, pág. 1941). Aunque todos estos demonios son maléficos, las tres últimas categorías resultan particularmente peligrosas.

  Dos demonios medievales, Del manuscrito del Weingarthenspiel, Zurich, 1539

En efecto, la acción de los demonios sublunares, aéreos y terrestres es exclusivamente espiritual, mientras que la acción de los otros puede ser directamente material. Los primeros se limitan "a depravar el alma mediante fantasías y cogitaciones" (en particular los aéreos y los terrestres provocan las fantasías eróticas). Todo esto es fácil de explicar, puesto que los demonios, cuya esencia es pneumática, pueden asumir todas las formas y colores que quieran, mostrándose al espíritu humano bajo apariencias engañosas. "Adoptando estas formas, nos inspiran muchas acciones y decisiones y nos sugieren muchos consejos. Suscitan en nosotros el recuerdo de voluptuosidades pasadas y estimulan frecuentemente, durante el estado de vigilia o de sueño, simulacros de pasiones; excitándonos incluso en la zona inguinal y provocándonos, prestan sus cuerpos a acoplamientos malsanos, sobre todo si nosotros nos dejamos llevar por nuestros propios humores calientes y húmedos".

Los demonios y el eros

Esta doctrina de súcubos e íncubos dará lugar, hasta el siglo XVIII, a debates lo suficientemente específicos para estudiarlos aquí con mayor detalle.
A pesar de admitir que los demonios pueden afectar a la posesión de órganos sexuales masculinos, el solitario Marcos de Queronea cree sin embargo que todos los demonios son de naturaleza femenina y carecen de una forma fija y que son capaces de producir, por voluntad interna, cualquier apariencia engañosa (II, pag. 1.492).
Los especialistas en brujería del siglo XV, y hasta el siglo XVIII, no están todos convencidos de que los demonios puedan emitir semen y engendrar aunque los tratados semi-oficiales, como el Malleus maleficarum aparecido en 1486 y la suma del jesuita Del Rio de finales del siglo XVI, comparten esta idea.
Tal vez la opinión más extendida, expuesta por el inquisidor de Carcasona, Jean Vineti, en su Tratado contra los que invocan a los demonios (ca. 1450), considera que los demonios son transexuales. Funcionan comp súcubos con el hombre, recogen la esperma y posteriormente la depositan en la vagina de la mujer, con la que actúan como íncubos. Se trata de una postura moderada, compartida, entre otros, por el padre Alfonso da Spina en su Fortalitium fidei compuesto hacia 1460. Según Da Spina, las religiosas que tienen comercio con los íncubos se despiertan "manchadas como si hubieran hecho el amor con un hombre".(...)
Johanes Henricus Pott, cuando escribe, a finales del siglo XVII (Jena 1689) su Speciem Juridicum de Nefando Lamiarum cum Diabolo Coitu, in quo abstrusissima haec materia delucide explicatur, quaestiones inde emergentes curata resolvuntur, variisque non injucundis exemplis illustrator, defiende la postura del Malleus y de Del Rio, añadiendo "ejemplos graciosos" como éstos: puesto que los íncubos adoptan formas animalizadas, hay mujeres que, como consecuencia de sus abominales relaciones con los demonios, han parido todo tipo de animales (leones, gatos, perros, etc.), y de monstruos. El caso más interesante, que cita siguiendo el testimonio de Philip-Ludwig Elich (Daemonomagia, Francfort 1607), es el de una mujer que, tras haberse apareado, verosímilmente, con un demonio en forma de gallo, ponía huevos a diario...
El problema de la procreación de los demonios suscitaba todavía un gran interés en el siglo XVIII, puesto que la disertación académica que le dedica Johan Klein el 19 de noviembre de 1698 en Rostock se reimprimió en 1731 bajo el título: Examen juridicum judicialis Lamiarum Confessionis se ex nefando cum Satan coitu prolem suscipisse humanum. Klein, según la autoridad del Malleus y Del Río, considera que los demonios pueden tener hijos con las desdichadas a las que seducen: "En los procesos verbales judiciales podemos leer confesiones de brujas que obtenían más placer de los indecentes órganos de Satán, manteniendo un execrable comercio con este Espíritu impurísimo, que de la cohabitación lícita con sus legítimos esposos; a pesar de que no siempre se deleitaban con el efecto de estas detestables depravaciones: a menudo, fruto de esta relación odiosa y sodomítica, habían parido niños con vida". (...)

Los apologistas de la Inquisición no dejan de informarnos con todo detalle a propósito de las relaciones sexuales entre los brujos de ambos sexos y el demonio. Una de las mayores autoridades del siglo XVI en esta materia es Nicolas Remy, poeta y consejero privado del duque de Lorena, autor de la Daemonolatría, ex judiciis capitalibus nongentorum plus minus hominum qui sortilegii crimen intra quindecim in Lotharinga capite luerunt (Lyon 1595). El tratado termina con un poema en francés, en el que Remy se complace en la descripción de torturas inauditas, de las que tenía una larga experiencia, para concluir:

Juges, en craiguez point de vous montrer sévères
Dans vos arrêts pour punir les sorcières;
(...) Tous les siècles loueront ces actes de justice.

Jueces, no temáis mostraros severos
En vuestros fallos para castigar a las brujas;
(...) Todos los siglos alabarán vuestros actos de justicia.


Aun envidiando su seguridad, no dejamos de señalar que, por suerte, Remy se equivocaba. 



Dejo para finalizar un extracto del tratado de Nicolas Remy referido por Culianu, donde se recogen algunas de las supuestas declaraciones de acusados de satanismo y brujería. Según historiadores e investigadores, muchas de éstas confesiones eran en realidad producto de la imaginación de los propios inquisidores.

"Todos aquellos que han mantenido un comercio sexual con íncubos o súcubos declaran unánimamente que resulta difícil imaginar o describir cosas más repugnante e ingrata. Pétrone Armentaire declara que, desde que abrazó a su Abrahel, todos sus miembros se volvieron rígidos. Hennezel afirma que su Scuatzbourg (estos eran nombres de súcubos) le daba la impresión de que tenía un agujero helado (en lugar de vagina) y que debió abandonarle sin llegar al orgasmo. Por lo que respecta a las brujas, éstas declaran que los órganos viriles de los demonios son tan grandes y duros que resulta imposible introducirlos sin un dolor atroz. Alice Drigée, en la asamblea, señalaba con el dedo cuánto superaba en longitud el pene en erección de su demonio a los encantos de un marmitón y contaba que no tenía ni escroto ni testículos. Claudine Fellée explica que ella había podido evitar el dolor lancinante de la relación mediante un movimiento rotatorio que realizaba a menudo para introducir esta masa en erección, que ninguna mujer, de cualquier capacidad, habria podido contener (...). Estas desdichadas se lamentan muy frecuentemente de que sus demonios las ahogan, pero jamás han podido poner fin a esta situación (...). Y, sin embargo, hay quienes alcanzan el orgasmo en este abrazo frío y execrable".



Lecturas:

Ioan Petru Culianu, Eros y magia en el Renacimiento. Siruela 1999

Enrico Castelli, Lo demoníaco en el arte. Universidad de Chile 1963


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4 comentarios:

Isabel dijo...

Si no he entendido mal, los demonios, al fin y al cabo, son los defectos o pasiones en los que incurre el hombre. Pero llamándolo demonio se consigue desvincularse de ello, no pertenece al ser. Otra cosa, el imaginario de El Bosco es originalísimo. Debió de ser un personaje muy particular.

Jan dijo...

Creo Isabel, que la demonología podría ser considerado un género dentro de la historia del arte occidental alcanzando su época de esplendor durante la Edad Media y el Renacimiento. Entre los artistas creadores de esa fecunda imaginería sin duda destaca la originalidad de El Bosco.

Los "demonios" tendrían su origen en los dáimones griegos. Entre otras significaciones que tuvieron en la época clasica, serían personificaciones de energías interiores que actúan en el hombre, emociones, acciones, pudiendo estos actuar de forma favorable o perjudical. También heran reconocidos entre las energías exteriores. El mundo estaba poblado de dáimones, los espíritus del agua, de la tierra del aire etc. La naturaleza podía ser benigna o amenzadora, amable o generosa, dependiendo de la forma en como se relacionaba con ella a través de rituales, prácticas mágicas e invocaciones a divinidades. Esta idea de los dáimones se "demonizó" y tergiversó, mutando en los demonios de la cultura judeo-cristiana convirtiéndose en "espíritus malignos" que pueden poseer a los hombres. Los instintos o impulsos naturales se convirtieron en "tentaciones" que suponían un obstáculo para la "libertad de espíritu" necesario para el encuentro con Dios.
De alguna forma se radicalizó la idea entre el bien y el mal.

Anónimo dijo...

Aunque a los demonios, inclusive en otras culturas, se los emparentó con las pasiones, en verdad son seres, no pasiones, no energías.
La clasificación de buenos y malos es muy genérica, habría que ver en qué son buenos y en qué malos.
Aunque ciertamente el cristianismo diabolizó (que no demonizó)a todos los demonios, no obstante todos los que colaboran con los magos, sean o no "demonios subterráneos" segun el decir de Agrippa, son un obstáculo para el desarrollo espiritual, y esto por muy diversas razones y algunas no se encuentran en los libros.
Los demonios que son medianeros entre los dioses y los hombres, son en verdad ángeles cósmicos, (que no tienen nada que ver con los demonios que intervienen en la magia). Teológicamente, son los que siguen a los tres primeros órdenes que solo "miran a Dios". Y es que la expresión "daimon" se refiere, en sentido estricto, a un ser no humano e incorpóreo, aunque a veces se ha usado para referirse a algunos individuos fallecidos. El "cuerpo" de los ángeles y los demonios no es en verdad un cuerpo.
La mejor distinción que puede haber en cómo reconocer a los ángeles buenos y malos es la que dá el Islam, los ángeles son solo mensajeros de Dios, y no obedecen a los caprichos del hombre, ni hacen magia, ni pueden ser obligados mágicamente.
Los ángeles malos, son todos los ángeles o genios, según la expresión del Islam que se refiere solo a aquellos seres incorpóreos que no obedecen a Allah y se involucran en toda suerte de actos pecaminosos, entre ellos la magia.

Jan dijo...

Veo anónimo que es un tema al que le has dedicado tiempo y que seguro te despierta gran interés. Espero que lo aquí publicado haya podido aportar algo a tus conocimientos. No se si conoces el libro de Culianu de donde transcribí el texto, me parece una lectura recomendable.