La enigmática pintura Venus y Cupido realizada en 1540 por el veneciano Lorenzo Lotto, contiene todos los ingredientes representativos del manierismo italiano. Dentro de este estilo artistico de las postrimerías del Renacimiento, surgieron composiciones con alegorías moralizantes altamente rebuscadas, cuya artificiosidad en ocasiones han sido consideradas como extravagantes. Arte dirigido a un público erudito y elitista de los ambientes cortesanos a quienes se invitaba, como en un juego, a intentar desentrañar el mensaje oculto poniendo a prueba su ingenio. La difícil lectura de estas obra ha tenido como resultado que las interpretaciones de muchas de ellas por parte de los investigadores revelen significados diferentes. La que a continuación se propone sobre la pintura de Lotto, descubre la clave de su sentido final en un elemento aparentemente insignificante que, después de un recorrido por otras obras de arte, revelará en la conclusión de su estudio.
(Lorenzo Lotto) De amore
por
Jesús María de Zárate
Lorenzo Lotto, Venus y Cupido (1540)
Pintura de difícil estudio iconográfico es la titulada Venus y Cupido que hacia 1540 realizara Lorenzo Lotto establecido en la ciudad de Venecia y que se conserva en el Metropolitan Museum of Art de New York gracias a la donación de Mrs. Charles Wrightsman en 1986. Pirovano comenta la pintura en su descripción considerando sorprendentes los elementos que la configuran, lo que entiende como dificultosa simbología: «de las rosas deshojadas a la serpiente, desde el bastoncillo a la caracola, de la hiedra hasta el cupido que irrespetuoso orina a través de la corona de mirto que se mantiene por el incienso que arde, compone un verdadero y propio epitalamio de explicitas alusiones sexuales, alegre y bienaventurado, invención alegre hasta lo grotesco, una vez mas contracorriente, casi irreverente» (2002:120). Y es así, pues son variados los elementos semánticos que el artista nos ofrece. Observamos nuevamente la corona de mirto en la figura de Cupido que ya consideramos como «corona nupcial».
Cupido, coronado, se encuentra orinando. La micción se dirige hacia el sexo de Venus. Un detalle llama la atención: otra corona de mirto sostiene en su mano a la vez que Venus la toma mediante un lazo. Con ello se establece la idea que vamos comentando sobre la unión amorosa, unión que se manifiesta, por otra parte, entre el sexo de ambos a través de la orina de Cupido, aspecto de complicada lectura y que quizás pudiera responder a la llamada «lluvia dorada», es decir, cierto tipo de fetichismo donde la orina se convierte en motivo de placer y satisfacción sexual. Se trataría de la urofilia.
No obstante, Cupido orinando tiene precedentes iconográficos tales como el caso de la plancha abierta por Alaert du Hamel (imagen izquierda) donde esta acción, también protagonizada por Cupido, se dispone junto a unos amantes y rodeado de cepas con abundantes racimos, imagen de la fecundidad. Con el mismo propósito se observa un Cupido orinando en el argumento de Tiziano sobre la Bacanal de los Andrios conservada en el Museo del Prado y en Francesco Albiani y su Flora con putti en referencia a la abundancia y fecundidad primaveral (Roma, Galleria Nazionale D’Arte Antica Di Palazzo Barberini).
Tiziano, Bacanal de los Andrios,1523 (detalle)
Siguiendo en los detalles (ver imagen derecha), por el árbol al que se une la hiedra se puede entender tal consideración pero en un sentido muy concreto. Los tratadistas en emblemas consideran, por la unión de la hiedra y el árbol, entre otros conceptos, la muerte, pues aquella ocasiona su final.
Juan de Horozco relaciona la hiedra con la mala mujer, la prostituta, que procura la destrucción del hombre: «[...] a la comparación con la yedra ninguna cosa puede ser en el mundo más propia, pues todos ven de la manera que gasta la virtud, y consume del todo a cualquier árbol que se deja acompañar de ella, por grande y crecido que sea» (l. III, emb. XIV).
Andrea Mantegna, Sansón y Dalila (s. XV)
Detalle de Sansón y Dalila |
En la pintura se manifiestan otros elementos que nos invitan a detenernos. Venus parece presentar un leve pronunciamiento de su vientre, un embarazo. El escarabajo y la serpiente que se disponen en la composición se pueden relacionar con este asunto.
El ofidio explica la fecundidad ya que penetra en la tierra; también la eterna juventud por sus cambios de piel, es decir, una perpetua edad de oro en el amor. (...)
El escarabajo se dispone bajo el pétalo de la rosa (imagen izquierda). Por el coleóptero se puede precisar la imagen del varón, del unigénito y, por lo mismo, entender el fruto de la unión que entre los esposos se espera, es decir, el primer nacimiento y, como no era extraño en la época, se deseaba fuera varón. Horapolo nos dice: «Cuando quieren representar unigénito, nacimiento, padre, universo o varón, pintan un escarabajo [...] unigénito porque el animal nace de sí mismo... varón porque no tienen género femenino» (1991: 68). Volvemos otra vez a Eliano por cuanto en él podemos encontrar otros sentidos a la figuración que vamos considerando. El tratadista nos habla del escarabajo para precisar: «Si alguien derrama perfume sobre escarabajos, que son animales malolientes, éstos no pueden soportar la fragancia, sino que mueren» (I,38). En su libro IV añade: «Se mata a un escarabajo echándole encima rosas» (IV,18).
Picinelli, en su Mundus Symbolicus, recoge esta idea en su tratado para decirnos que así como la paloma disfruta y toma fuerzas con la suavidad del perfume de las rosas, para el escarabajo aquel se convierte en arma mortífera y por esto, señala, lo pintaron cerca de una rosa con el mote «Suavis effugat odor» [lo ahuyenta el olor suave] (VII,IX).
Con anterioridad, en las Divisas de Claudio Paradine (Lyon 1551), se presenta al escarabajo muerto en el centro de una rosa con el mote «Turpibus exitium» [repugnante destrucción] (imagen derecha), señalando así a quienes viven solamente para la lujuria (1567: 228). La estampa de Joris Hoefnagel de 1598 en la que observamos a un putto con la calavera en su mano junto a unas rosas, habla de la vida y la muerte, de lo pasajero y efímero de la existencia; rodeando este tipo iconográfico de la emblemática se dan cita una secuencia de animales, entre ellos el escarabajo huyendo de la rosa.
Joris Hoefnagel, Alegoría de la vida y de la muerte (1598)
Esta composición fue muy repetida en la literatura emblemática como apreciamos en los ejemplos de Whitney ( A Choice of Emblemes, Leiden, 1586), también Joachim Camerarius ( Symbolurum et Emblematum . III. 1597) y Sebastián de Covarrubias, entre otros, pues en su Tesoro de la lengua castellana (1610), señala: «el escarabajo en medio de una rosa significa la virtud del varón enervada y atenuada por los deleites: así por el olor de la rosa cae repentinamente muerto este animalillo al suelo». No hemos de olvidar que la rosa es la flor de Venus. Ripa propone la corona de rosas como alegoría del Encanto ya que es la flor de Afrodita. En su comentario sobre el Juicio de París nos dice que tanto Minerva como Juno se pusieron la citada corona de rosas y se vieron bellas, pero cuando descansó en la cabeza de Venus quedaron asombradas de tanta hermosura, añade:
«[...] la rosa, por el encanto que posee, es reina de las flores, adorno de la tierra, esplendor de las plantas y florido ojo que inspira amor y concilia las delicias de Venus entre los amantes» (Encanto).
Dante Gabriel Rossetti, Venus Verticordia ("la que transforma los corazones") 1868
Así, la rosa, junto al mirto, se convierte en el tradicional atributo de Venus pues resume la suprema belleza. Es por lo tanto la rosa expresión de Venus, imagen de la belleza y del amor; toma su precedente en la Antigüedad clásica como lo observamos en Ovidio (Fastos IV, 138). A modo de ejemplo podemos reparar en el citado texto Imágenes de Filostrato.
Baco y Ariadna en un grabado del siglo XVII inspirado en el texto cásico "Imágenes..." de Filostrato.
El tratadista, considerando el amor entre Baco y Ariadna, nos dice: «[...] aquí, Dionisio sólo está representado por su amor [...] Dioniso se ha echado encima un manto de púrpura y ha puesto rosas en su cabellos para acercarse a Ariadna, ebrio de amor, como dice el poeta de Teos de quienes han sido vencidos por la pasión amorosa» (I,15). En consecuencia, que el pétalo de rosa repose sobre el escarabajo se ajusta a la lectura propuesta por Eliano y explica el sentido final de la pintura: morir ante el oloroso perfume del amor, sucumbir a la belleza.
Lecturas:
Jesús María de Zárate, Lorenzo Lotto. De amore. IMAGO. Revista de emblemática y cultura visual (nº 5, 2013) pp. 47-69
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3 comentarios:
Me encanta el simbolismo y afortunamente el arte está lleno de imágenes simbólicas. La corona de rosas, Venus, la fecundidad, el mirto, la hiedra... Nunca había leído nada sobre el simbolísmo del escarabajo (más allá del arte egipcio) y me ha gustado.
un placer pasar por tu blog como siempre.
Un abrazo.
Compartimos la pasión por el simbolismo Moisés.
El significado que aquí se le da al escarabajo difiere mucho del que tenía en el arte egipcio. La atribución basada en la creencia de que estos coleópteros morían con el olor de las rosas sirviendo para interpretar la pintura de Lotto, también fue utilizada en otras ocasiones pero con connotaciones morales. Por ejemplo el agustiniano del siglo XVII Filippo Picinelli en su Obra Magna "El Mundo Simbólico", donde recopila gran parte de la tradición emblemática de su época presente tanto en grabados como en pinturas, se refiere a este animal para ofrecer una enseñanza con el lema "Los malos huyen de los justos", donde los malos son personajes paganos caídos en el vicio, y los justos, cómo no, cristianos que practican la continencia. Dice así:
"La paloma recobra fuerzas con la suavidad de los olores, en cambio para el escarabajo es mortífera, por eso dibujaron a uno cerca de una rosa con el mote: SUAVIS EFFUGAT ODOR (lo ahuyenta el olor suave). Así los hombres viciosos abominan el aroma virtuoso de los justos y huyen de la amistad. San Gregorio Niseno comenta: "Como el mismo perfume si fuere untado al escarabajo y a la paloma no les produce el mismo efecto, porque la paloma por el olor del perfume se vigoriza y, en cambio, el olor mata al escarabajo, así el gran Pablo con su divino olor, si alguno era paloma como Ticio, Silvano o Timoteo, lo rociaba con el aroma de su unguento, para que se aprovechara en todo con su ejemplo y doctrina; pero si alguno era Demas o Alejandro o Hermógenes, que no toleraban el olor de la continencia, igual que los escarabajos se ahuyentaban con el buen aroma".
Como podemos ver, el significado simbólico de un mismo motivo puede variar dependiendo del contexto.
Un abrazo
SUAVIS EFFUGAT ODOR va a ser mi próximo lema cuando me maquee para una cita. Por otra parte, el olor a santidad de San Pablo como medida de atraer o ahuyentar a las masas sería digno de estudio.
Un abrazo.
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