Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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lunes, 8 de febrero de 2016

Cardiopatías amorosas

TOT SUNT IN AMORE DOLORES
(Tantos dolores hay en el amor)
Embl. 63 libro III de Sebastián Covarrubias, Emblemas morales (1610).
 La imagen de este emblema donde aparece Cupido avivando con un fuelle el fuego de un horno que quema un corazón atravesado por flechas, nos advierte sobre el amor que, inflamando el corazón, nos provoca infinidad de sufrimientos.


"Con las lágrimas que de a millones yo derramo,
conviene que el dolor por los ojos gotee
desde el corazón, que en sí tiene fuego y yesca;
no sólo cual ya fue, sino paréceme que creciera.
¿Qué fuego no tuviera apagado y muerto
las ondas que los tristes ojos  derraman para siempre?
Amor, aunque tarde me haya dado cuenta,
quiere que entre los contrarios yo me consuma".

Francesco Petrarca, Quel fuoco



De la gran cantidad de imágenes referidas y comentadas por Inmaculada Rodríguez Moya en su estudio sobre la iconografía del corazón procedentes de manuscritos, cerámicas, relieves en marfil y emblemas impresos, selecciono aquellas dirigidas a exponer las pasiones y sufrimientos provocadas por el amor erótico.



 El corazón, receptáculo de las pasiones
(fragmentos)
por 
Inmaculada Rodríguez Moya


(...) En su carácter de amor pasional, encontramos la representación del corazón desde la Edad Media, más concretamente desde finales del siglo XIII y primeros años del XIV . Uno de los soportes en los que es habitual encontrar la referencia a la entrega del corazón como rendición amorosa es el de los objetos suntuarios realizados con materiales ricos, como maderas exóticas y marfiles. Un ejemplo son las placas de marfil que se colocaban en el dorso de los espejos, de las que se conservan varias realizadas en el siglo XIV en París, donde hubo una importante escuela en el primer cuarto del siglo dedicada a la talla de marfiles de temática profana. Muestran escenas del ideal del amor cortés basado en el Roman de la Rose. Podemos citar dos interesantes ejemplos.

 Dorso de espejo en marfil s. XIV (Victoria an Albert Museum)

El primero (1300-25, Victoria & Albert Museum, Londres) representa a un joven arrodillado que entrega su corazón, como si de una reliquia se tratase, a su enamorada, mientras esta le corona. Junto a ellos, un valet vestido con una capucha sujeta a dos caballos por las riendas, que vendría a simbolizar el ideal del amor cortés de refrenar y no consumar la pasión. La composición de la escena –que recuerda a la Adoración de los Magos a la Virgen– contribuye a enfatizar su lectura casta. De finales del siglo XIV y de autor anónimo francés es otra pieza que guarda el British Museum de Londres.
En ella se representa, en un marco cuadrifoliado, a una pareja en un jardín; el caballero ofrece su corazón a una dama, mientras otro personaje encapuchado parece vigilar que su pasión no se desborde. Dos cupidos sostienen un escudo de armas con una rosa. Rosas y tréboles de tres hojas adornan el marco de la escena.

 Dorso de espejo en marfil s. XIV (British Museum)


Otro soporte fundamental donde se representó la devoción amorosa a través del corazón fueron las piezas de los ajuares matrimoniales. Ejemplos particularmente frecuentes los encontramos en las vajillas de cerámica italianas de la zona de Urbino, en los talleres de Castel Durante o en Deruta (Perugia), en los siglos XV y XVI . Por ejemplo, un plato realizado en Deruta (1470-90, Victoria & Albert Museum, Londres) muestra el retrato idealizado de una mujer que porta sobre una copa un corazón atravesado por sendas flechas, como signo de su virtuosa devoción amorosa, ideal del amor renacentista, reforzada por la leyenda: El mio core e ferito p voe [Mi corazón está herido por ti].

 El mio core e ferito p voe

Lo flanquean como símbolos de la fecundidad dos exuberantes frutas, que simbolizan las esperanzas puestas en el matrimonio. Orlan la pieza plumas de pavo real, asociadas a Juno, diosa del amor conyugal. Otro ejemplo, de hacia 1450, es un plato cerámico que representa a un perro portando un corazón en su boca; la inscripción central alude al premio por la fidelidad: Permerto de mia fe [Por el mérito de mi fe].

 "Permerto de mia fe" inscrito en la filacteria sobre el perro con un corazón en la boca, a su alrededor imágenes jeroglíficas que ocultan un mensaje picante.

Un jeroglífico se inscriben en la orla: IN , llamas, árbol de moras, pera, TE , una partitura con el solfa, un racimo de uva con pámpanos en forma de S: In fi amma mor per te: si fa l’affare? Su, va! [Estoy ardiendo por ti: ¿tenemos un affaire ? ¡Vamos!].
Numerosos ejemplos encontramos también en los libros iluminados. La imagen más temprana que hemos localizado data de hacia 1260-70, en un códice de Le Roman de la Poire realizado en París (Bibliothèque Nationale de France [en adelante BNF], Ms fr. 1584, f. 41v), en el que un poeta intermediario entrega de rodillas el corazón de su señor a la dama.

 Le Roman de la Poire f. 41

En el manuscrito del cortesano Pierra Sala Emblèmes et devises d’amour (Lyon, h. 1500, British Library, Londres, Ms Stowe 955, ff. 5v-6r), escrito en tinta dorada para su amada Marguerite Bullioud e ilustrado con preciosas iluminaciones, encontramos una escena en la que Pierre introduce su corazón en una enorme Margarita, rodeado de pensamientos, como alusión a las sueños y meditaciones amorosas.

 Pierra Sala, Emblèmes et devises d’amour (1500)


Embèmes et devises d'amour
El libro, de pequeño tamaño, fue diseñado como un amuleto amoroso, con una arandela para que pudiera ser llevado en la cintura por la bella Margarita, que estaba casada en el momento de su ejecución y que no pudo unirse a Pierre hasta 1506. A menudo el corazón, al igual que es asociado con una copa, también se vincula con el sentido de la vista y con un cofre. De este modo, según las doctrinas medievales del amor, el caballero contempla la belleza de la dama, que pasa directamente de los ojos al corazón. A continuación este amor queda encerrado en el cofre de su corazón, lo que se simboliza con una llave cerrando el pecho, como por ejemplo en una iluminación de Le Roman de la Rose (British Library, Londres, Add. Ms 42133, f. 15) que muestra al dios del Amor cerrando el corazón de un caballero.

 Roman de la rose Add. Ms 42133, f.15


Pero sin duda, el culmen de la lucha del corazón por conseguir el amor es un libro que escribió René de Anjou (Renato I de Nápoles), el Livre du cuer d’amours espris (1457, BNF, París). En él se describe cómo el Caballero Corazón debe librar varias batallas para conseguir el favor de su dama. La brutalidad de este amor se ilustra en un grabado de Baccio Baldini titulado La crueldad del amor (h. 1465-80, BM, Londres), en el que se representa a una pareja en un escenario campestre. Él está atado a un árbol y con gesto sufriente, mientras ella –elegantemente vestida– parece disfrutar extrayendo su corazón del pecho.


 Baccio Baldini, La crueldad del amor


Otra prueba de maldad es rallar el corazón y machacarlo en un mortero, como se escenifica en un cajita hecha en Basilea hacia 1430 (Historisches Museum, Basilea). Líneas arriba afirmamos que el corazón como receptáculo del alma podía simbolizar también la conciencia, los afectos y los movimientos del alma. En este sentido encontramos diversas representaciones en las que el corazón simboliza las pasiones humanas. Por ejemplo, en la serie de grabados de Georg Pencz, discípulo de Alberto Durero, titulada Los siete pecados capitales (h. 1541, BM, Londres), el corazón representa la corrupción del alma en la personificación de la Envidia, que se come su propio corazón; y la corrupción de las costumbres sexuales en la personificación de la Lujuria, con un corazón rasgado por una flecha ardiente.

 Georg Pencz, La Lujuria

Otra atribución iconográfica del corazón en este sentido es la del sentimiento de amistad, que podemos observar en el grabado Amicitia de Étienne Delaune (1550-83, BM, Londres). Pero sin duda, el movimiento del alma que representa por excelencia el corazón es el del amor, y en este sentido acompaña a la diosa Venus en alguna de sus representaciones de carácter satírico. Podríamos considerar una prefiguración de esta Venus la preciosa xilografía del maestro Caspar de Ratisbona titulada El poder de Frau Minne sobre el corazón de los hombres (1479, Berlín, Kupferstichkabinett), en la que hasta 18 corazones son aserrados, quemados, prensados, pisoteados, alanceados, etcétera, por la diosa alemana del amor.

 Caspar de Ratisbona, 
El poder de Frau Minne sobre el corazón de los hombres


A partir del Renacimiento y con la recuperación de los dioses de la mitología griega y romana, la diosa Venus tendrá el máximo protagonismo en este sentido. El corazón no es habitualmente un atributo de Venus, si bien, como diosa del Amor encontramos un gran número de imágenes en las que porta un corazón inflamado, especialmente en el contexto de la Venus planetaria o astrológica, puesto que es bajo la influencia de este planeta que se produce la pasión. Así la encontramos en el siglo XV en las versiones iluminadas de la Epístola de Othea de Cristina de Pizán, donde Venus en el cielo, portando corazones, atiende a sus devotos que le ofrecen los suyos. Una de las figuraciones grabadas más tempranas se debe a Albrecht Altdorfer según Peregrino da Cesena, que representa a Venus y dos cupidos (1512-15, BM, Londres).

 Albrecht Altdorfer, Venus con dos cupidos


Venus tiene en la mano derecha un corazón ardiente, y en la izquierda una cornucopia, mientras uno de los cupidos lleva un espejo y el otro aplasta un objeto. 
(...) Otras series de grabados en los que figuran Ceres, Cupido y Venus muestran a la diosa acompañada de su hijo, de cornucopias y de parejas de amantes, como por ejemplo, un grabado de Delaune de la serie de Los planetas (1576, BM, Londres) y otro de Jan Saenredam según Hendrick Goltzius, de la serie Ceres, Venus y Cupido (1596, BM, Londres).

 Venus con corazón ardiente y Cupido, Jam Saenredam 1596


(...) El corazón es también un motivo de gran éxito en la literatura emblemática y en los repertorios simbólicos, donde las enseñanzas morales sobre el espíritu y los afectos son fundamentales.
(...) En  (1544), Guillaume La Perrière también tiene varios emblemas en los que el corazón es motivo: el más interesante es el nº LXXIX, donde un Cupido ciego aviva el fuego de un horno en el que arde un corazón, en lo que es un aviso sobre los peligros de Venus.

  Guillaume La Perrière, Le Théâtre des bons engins (1544)


(...) Joannes Sambucus, por su parte, emplea en sus Emblemas (1567) el corazón para hacer referencia a la Vera amicitia [Verdadera amistad] y en Malum interdum simili arcendum [El fuego con fuego se combate] al peligro de Venus como diosa húmeda y cálida a la vez; en Amor dubius [Amor dudoso] advierte de nuevo de los peligros de Cupido y Venus, y en Simul & semel [Al mismo tiempo y para siempre] aconseja que no separemos los sentimientos del cuerpo, pues Dios conectó corazón e hígado al crear al hombre.

  Malum interdum simili arcendum, Joanne Sambucus


Por último, el Emblematum Liber de Jean Jacques Boissard (Frankfurt am Main, 1593) incluye preciosos emblemas grabados por Theodor de Bry donde el corazón es motivo protagonista. Por ejemplo, en el titulado Libertas vera est affectibus non servire [La verdadera libertad es no servir a las pasiones] se nos conmina a conquistar y esclavizar las pasiones del corazón para alcanzar la verdadera libertad, no sufrir ninguna servidumbre y disfrutar de la verdadera nobleza.

 "La verdadera libertad es no servir a las pasiones".




Lecturas:

Víctor Mínguez e Inmaculada Rodríguez Moya (directores), Visiones de pasión y perversidad. Fernando Villaverde edicones 2014

Santiago Sebastián, La mejor emblemática amorosa del Barroco. Sociedad de Cultura Valle Inclán 2001

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Querido Jan,
Que acertada tu entrada y su titulo, tan cercano como está San Valentín.
Del amor, ¿qué decir?, sino que se ama con Cantos y Llantos y, afortunados aquellos que con su amor son capaces de mover el Sol y las Estrellas, como ya nos refería Dante en su Divina Comedía.
Muy interesantes citas las que has escogido para ilustrar esta entrada.
Un fuerte abrazo.

Jan dijo...

Hola Estrella, ¿quien no ha padecido alguna vez de esas cardiopatías? Las imágenes que aquí seleccioné todas con siglos de antigüedad todavía pueden servir para ilustrar ese tipo de dolencias. Y es que hay cosas que parecen no cambiar. Me ha llamado agradablemente la atención que observaras la coincidencia de la publicación de esta entrada con los días previos al Día de San Valentín, algo que te prometo me pasó desapercibido, ha sido totalmente casual. Ahora que lo pienso, de haber caído en la cuenta habría estado bien hacer el recordatorio de la onomástica. Y tal como dices, para unos será día de Cantos, y para otros quizás de Llantos.

Un abrazo querida amiga.