Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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domingo, 15 de noviembre de 2009

Brancusi y el simbolismo de la ascensión




Constantin Brancusi


Constantin Brancusi (Pestiani, Rumanía 1876, París 1957), estudió escultura en la academia de Bucarest, Viena y Munich antes de establecerse en París en 1904 donde desarrolló la mayor parte de su carrera, y donde todavía se conserva su taller ahora convertido en museo.
Su compatriota Mircea Eliade escribió diez años después de su muerte el siguiente ensayo en el que analiza las obras del escultor "Columna sin fin" y "Pájaro en el espacio", obras para él, en las que se pone de manifiesto el simbolismo de la ascensión, siendo este un tema universal presente en los mitos, arte y literatura de todos los tiempos.


Es significativo que en la Columna sin fin recuperase Brancusi un motivo folklórico rumano, la "columna del cielo" (columna cerului), que prolonga un tema mitológico atestiguado ya en la prehistoria y que, por otra parte, está muy difundido por todo el mundo. La "columna del cielo" sostiene la bóveda celeste; dicho de otro modo, es un axis mundi, del que se onocen numerosas variantes: la columna Irminsul de los antiguos germanos, los pilares cósmicos de las poblaciones nordasiáticas, la montaña central, el árbol cósmico, etc.. El simbolismo del axis mundi es complejo: el eje sostiene el cielo y a la vez asegura la comunicación entre el cielo y la tierra. Cuando el hombre se aproxima a un axis mundi, que se supone situado en el centro del mundo, puede establecer comunicación con las potencias celestes. La concepción del axis mundi como columna de piedra que sostiene el mundo refleja con toda probabilidad las creencias características de las cúlturas megalíticas (IV-III milenios a. C.). Pero el simbolismo y la mitología de la columna celeste se difundieron más allá de las fronteras de la cultura megalítica.
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Panorámicas de Columna sin fin




Al menos por lo que se refiere al folklore rumano, la "columna del cielo" representa una creencia arcaica, precristiana, pero que fué rapidamente cristianizada, puesto que aparece en las canciones rituales de Navidad (colinde) . Brancusi oiría sin duda hablar de la "columna del cielo" en su aldea natal o en la majada de los Cárpatos en que aprendió su oficio de pastor. Esta imagen le obsesionaba sun duda, pues, como veremos, se integraba en el simbolismo de la ascension, del vuelo, de la transcendencia. Es de notar que Brancusi no eligió la "forma pura" de la columna -que sólo podía significar el "soporte", el "puntal" del cielo-, sino una forma romboidal infinitamente repetida que la asemeja a un árbol o un pilar provisto de entalladuras. Dicho de otro modo, Brancusi puso en evidencia el simbolismo de la ascensión, pues, imaginariamente, se experimenta el deseo de trepar a lo largo de este "árbol celeste". Ionel Jinaou recuerda que las formas romboidales "representan un motivo decorativo tomado de los pilares de la arquitectura rural". Pero el simbolismo del pilar de las viviendas rurales depende también del "campo simbólico" del axis mundi. En numerosas viviendas arcaicas, el pilar central sirve efectivamente de medio de comunicación con el cielo.

No es la ascensión hacia el cielo de las cosmologías arcaicas lo que obsesiona a Brancusi, sino el vuelo hacia un espacio infinito. Dice de su columna que es "sin fin". No sólo por el hecho de que jamás podría acabarse semejante columna, sino sobre todo porque ésta se lanza hacia un espacio que no podria tener límites, ya que se funda en la experiencia extática de la libertad absoluta. Es el mismo espacio hacia el que se lanzan sus Pajaros. Del antiguo simbolismo de la "columna del cielo", Brancusi ha retenido el elemento central: la ascensión en tanto que trascendencia de la condición humana. Pero logró revelar a sus contemporáneos que se trata de una ascensión extática, carente de todo caracter "místico". Basta dejarse "llevar" por la fuerza de la obra para recuperar la bienaventuranza olvidada de una existencia libre de todo sistema de condicionamientos. Iniciado en 1912 con la primera versión de la Maïastra, el tema de los Pájaros resulta aún más revelador. Brancusi, en efecto, partió de un célebre motivo folklórico rumano para desembocar, a lo largo de un dilatado proceso de "interiorización", en un tema ejemplar, a la vez arcaico y universal. La Maïastra, más exactamente Pasarea maïastra (literalmente "el pájaro maravilloso"), es un ave fabulosa de los cuentos populares rumanos que asiste al Príncipe encantado (Fat-Frumos) en sus combates y en sus pruebas. En otro ciclo narrativo , la Maïastra consigue robar las tres manzanas de oro que da cada año un manzano maravilloso. Sólo un hijo de rey puede herirle o capturarle. En algunas variantes, una vez herido o capturado, el "pájaro maravilloso" resulta ser un hada. Se diría que Brancusi quiso insistir en este misterio de la doble naturaleza subrayando, en las primeras variantes (1912-1917), la feminidad de la Maïastra. Pero su interés se centró muy pronto en el misterio del vuelo.


Taller de Brancusi con Maïastra en el centro



Ionel Jianou recogió estas declaraciones del mismo Brancusi: "He querido que la Maïastra levantara la cabeza sin que ese movimiento significara fiereza, orgullo o desafío. Fue el problema más difícil y sólo a través de un largo esfuerzo logré que ese movimiento se integrara en el arranque del vuelo". La Maïastra, que en el folklore es casi invulnerable (sólo el Príncipe logra herirla), se convierte en el Pájaro en el espacio; dicho de otro modo, lo que ahora se trata de expresar en la piedra es el "vuelo mágico". La primera versión de la Maïastra como Pájaro en el espacio data de 1919, y la última de 1940. Finalmente como escribe Jinaou, Brancusi logra "transformar el material amorfo en una elipse de superficies translúcidas de una pureza asombrosa que irradia la luz y encarna, en su impulso irresistible, la esencia del vuelo".



Versiones en marmol y bronce de Pájaro en el espacio

También decía Brancusi: "No he buscado durante toda mi vida otra cosa que la esencia del vuelo... El vuelo, ¡que felicidad!". No tenía necesidad de leer los libros para saber que el vuelo es un equivalente de la felicidad, ya que simboliza la ascensión, la transcendencia, la superación de la condición humana. El vuelo proclama que la pesantez queda abolida, que se ha producido una mutación ontológica en el mismo ser humano. Los mitos, cuentos y leyendas relativos a los héroes o a los magos que se mueven libremente entre la tierra y el cielo se hallan universálmente difundidos. Con las imágenes del ave, las alas y el vuelo se relacionan numerosos símbolos alusivos a la vida espiritual y sobre todo a las experiencias extáticas y a los poderes de la inteligencia. El simbolismo del vuelo traduce una ruptura llevada a cabo en el universo de la experiencia cotidiana. Es evidente la doble intencionalidad de esta ruptura: se trata a la vez de la transcendencia y de la libertad que se consiguen mediante el "vuelo".

No es este el momento de reanudar los análisis que hemos ofrecido en otros lugares. Lo cierto es, sin embargo, que se ha llegado ha demostrar que en los niveles distintos, pero relacionados entre sí, del sueño, de la imaginación activa, de la creación mitológica y del folklore, de los ritos, de la especulación metafísica y de la experiencia extática, el simbolismo de la ascensión significa siempre la ruptura de una situación "petrificada", "bloqueada", la ruptura de niveles que hace posible el tránsito hacia otro modo del ser, la libertad en resumidas cuentas, de moverse, es decir, de cambiar de situación, de abolir un sistema de condicionamientos.

Es significativo que Brancusi se sintiera obsesionado durante toda su vida por lo que él llamaba la "esencia del vuelo". Pero es extrordinario el hecho de que lograra expresar el arranque ascensional utilizando el arquetipo mismo de la pesantez, "la materia" por excelencia, la piedra. Podría casi decirse que operó una transmutación de la "materia", más exactamente que llevó a cabo una coincidentia oppositorum, pues en el mismo objeto coinciden la "materia" y el "vuelo", la pesantez y su negación.

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Mircea Eliade, junio de 1967, Universidad de Chicago

3 comentarios:

Pola dijo...

Querido Jan,

Cuando leí el otro día esta frase de Schelling citada en un artículo de Máximo Lameiro, me recordó de inmediato esta entrada y las obras de Brancusi descritas en ella. Dice así:

"Cuando la forma y las figuras se embellecen por el presentimiento del alma, el cielo se despeja, lo terrestre, purificado de su rudeza, puede unirse con lo celeste, y lo divino con lo humano."

Es realmente un logro otorgar tal sutileza a la piedra, hacerla semejante a la "ligera materia" que da cuerpo a aquellas formas que pueblan el lugar de encuentro entre el cielo y la tierra. Toda obra que comparta esta propiedad, que nos haga sentir ese impulso de vuelo (como también toda aquella que nos haga sentir la sensación de descenso, de penetración en la caverna o en el "vientre de la bestia"), nos comunican ese "presentimiento del alma" que difícilmente nos deja indiferentes.

Una mezcla magnífica, por cierto, de ambas sensaciones -vuelo y descenso-, es la que transmiten, a mi modo de ver, las catedrales góticas. En Chartres, por ejemplo, tienes la sensación de estar frente a una montaña, tal es la presencia imponente de la catedral centro absoluto que corona la ciudad y en un plano diferente, el mundo. Pero una vez observada con más detenimiento muestra una mezcla perfecta de rotundidad y ligereza, tal es así que se diría que la luz se ha petrificado para componerla. Una vez en su interior la tonalidad de sus vidrieras y la altura de sus columnas componen la umbría de un bosque magnífico que parece elevarnos del suelo; y situarse en el centro de su laberinto para contemplarla es una experiencia nada sencilla de describir, aunque tal vez pudiera decirse que en ese instante sientes que te encuentras frente a la columna del cielo.
Si tienes la más mínima ocasión no debes dejar de visitarla (por desgracia cuando estuve no pude penetrar la cripta, excusa tal vez perfecta para volver en otra ocasión).

Un abrazo muy fuerte.

Jan dijo...

Amiga Pola,

me alegra volver a encontrarte por aquí, y como en la otra ocasión también puedo hablar de feliz coincidencia, pues precisamente tengo junto al ordenador un libro que seguro conoces, "Chartres y el nacimiento de la catedral", el cual estaba releyendo con la intención de entresacar algo para una nueva entrada, después de tu comentario quizá me anime.
De entre las muchas cosas interesantes que se encuentran en esta obra de Burckhardt, hay pasajes que hacen alusión a la importancia del simbolismo de la luz a la que también te refieres y que pudiste experimentar contemplando la magnífica fachada de Chartres. Me gustaría dejarte un fragmento que se refiere a otro templo, Saint-Denis, del que sí he tenido la fortuna de visitar(sus vidrieras son magníficas), e igualmente impregnada su construcción por esa visión espiritual transmitida por Dionisio Aeropagita, influenciado éste por las doctrinas pitagóricas y platónicas.
Se refieren a la inscripción que el Abad y arquitecto Suger hizo colocar en su portada principal:

"Seas quien seas, si quieres celebrar la gloria de esta puerta, no te maravilles ante el oro y el gasto, sino ante la maestría del trabajo. Este trabajo irradia noblemente; que su noble irradiación ilumine el espíritu a fin de que llegue a la Luz, a la verdadera Luz cuya puerta es Cristo. Lo que es el interior, la puerta de oro nos lo anuncia; el espíritu entenebrecido se eleva hasta la verdad a través de las cosas sensibles y, desde el abismo, se alza hacia la Luz."

Estas palabras recuerdan las de Dionisio Aeropagita: "El mundo superior arroja luz sobre el mundo inferior y, en las cosas perceptibles, hay como una huella de las cosas puramente espirituales".

Por desgracia durante la revolución francesa este templo quedó bastante dañado, por lo que en la actualidad muchos de sus elementos originales ya no se encuentran.

En las palabras de Schelling(buscaré donde se encuentran)se reconoce ese mismo espíritu, iguálmente en la obra de Brancusi, descubriendolo éste en la elementalidad y la pureza de las formas.

Yo también tengo muchas excusas para visitar la cripta de Chartres, al igual que Mont Saint Michel, espero que tanto tú como yo encontremos la ocasión.

Un fuerte abrazo también par ti !

Jan

Anónimo dijo...

Citas? bibliografía? Gracias.